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Críticas 8
Críticas ordenadas por utilidad
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10
15 de octubre de 2012 Sé el primero en valorar esta crítica
Das schlafende Mädchen o, como fue traducida al inglés, The sleeping girl, guionada y dirigida por el alemán Rainer Kirberg fue una de las tantas películas inolvidables que pasó por las salas del BAFICI. En esta ocasión, se recuperó un filme que ya había sido exhibido en el Festival Internacional de cine de Berlín este año. El artista alemán, reconocido por sus producciones plásticas y audiovisuales, se dedica desde 1978 a realizar instalaciones, filmes y performances que se exhiben en instituciones como la Secesión de Viena y el Kunst Werke en Berlín. Sin embargo, pasó casi desapercibido para un público que concentró su mayor expectativa en los “focos”, que ofrecieron un recorrido por obras consagradas del cine de autor. Por este motivo, quizás, se pudieron conseguir lugares para la función de Das schlafende Mädchen sin problemas e, incluso, hasta unos minutos antes de la proyección.

Rainer Kirberg, que formó también parte del jurado del BAFICI en la categoría de “Cine del futuro”, se presentó en la sala para ofrecer una bienvenida. Aprovechó la ocasión también para advertirle a su público que, si la película les gustaba, debían felicitar a Hans (personaje, y autor, del filme) y que, de no ser así, se haría cargo de la responsabilidad exclusiva. La película comienza con dos escenas que ya nos anticipan un poco lo que se viene: la primera, con una pantalla en blanco y la palabra “bild” (imagen) en negro. La siguiente, nos muestra a Hans contra una pared blanca, sobre la que dibuja un cuadrado que lo incorpora al encuadre final. Así, Hans interviene en forma directa sobre el material fílmico. Como repite Ruth, la joven y sensual protagonista con la que Hans se obsesiona, "si sabes leer las señales de los humadores de plata, se puede conocer el futuro”. Tal como lo definió el propio Rainer, se trata de un “filme conceptual” y en el que “hay que prestar mucha atención a los detalles”.

Con el formato blanco y negro, Rainer Kirberg intenta “reforzar el estilo minimalista de Hans”, personaje inspirado en el artista holandés Bas Jan Ader (http://www.basjanader.com). Sin embargo, los datos autobiográficos son recurrentes. Hans, además de ser estudiante de la Academia de Bellas Artes de Düsseldorf, al igual que el director, es un ferviente admirador de Joseph Beuys (http://es.wikipedia.org/wiki/Joseph_Beuys), un conocido profesor de la Academia. Sin embargo, su personaje, poco a poco, va tomando distancia de Beuys, así como de la Academia y de los círculos cerrados de la bohemia de los años setenta. Los personajes, legitimados como teóricos de la Academia, se preguntan por la definición del arte. Citan autores como Hegel, Adorno y Heidegger y se problemática la doctrina realista de esos años, para rescatar, finalmente, las vanguardias de los años sesenta y setentas y los actings minimalistas de la época.

Hans, preocupado siempre por el encuadre de sus obras, cambia con la aparición de Ruth, una joven humilde que vive en el campo y que permanece casi en estado salvaje. La aparición accidental de Ruth en el encuadre que hace Hans sobre un parque, la mete de lleno en su vida. Él la hospeda en su estudio e intenta retratarla, pero aparecen conflictos entre los personajes: ¿Quién es Ruth?, ¿es cómo se muestra?, ¿es como él la ve?, ¿es como él la retrata en este filme? Se ponen en duda los criterios de representación. Ruth, ingenua y aniñada, pregunta: “¿Por qué estás filmando?”. “Quiero entender lo que pasa a mi alrededor”, responde Hans. Pero el arte escapa a una conceptualización rígida y estable. Hans se enamora de ella pero “el amor es una prisión” y el “arte es una prisión”, ¿o un refugio? “El arte necesita depredadores” y Hans sale a buscarlos. El material se muestra como un work in progress, que adquiere otras dimensiones, hasta que Hans se involucra por completo, y de un modo radical, con su obra.

La película mantiene los recursos del género documental y expone el aparato técnico, simulando, incluso, un deterioro del material fílmico. Con esta incomodidad visual para el espectador, se pone el acento en la materialidad de la obra, cuya importancia no es menor que la narrativa. El resultado es una obra fraccionada e híbrida que surge del montaje de unas cintas producidas y destruidas por sus propios personajes. La destrucción de la obra adquiere un potencial generador y la expresividad resultante cuestiona los cánones del arte. La elección de títulos como “Autorretrato”, “Narciso y la fuente” y “Naturaleza muerta” para los capítulos que componen este film, lo ponen en relación directa con el arte clásico. Luego de su paso por este festival, la obra poco extensa y muy espaciada en el tiempo de Rainer Kirberg, seguramente, será buscada por los que pudimos advertir, en la breve sinopsis difundida en la guía de programación, un filme que no podíamos dejar de ver.
13 de enero de 2014 0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película del futuro en la que no hay una sola escena en la que sus personajes de alimenten, ya indica que le quedan bastantes cuestiones por resolver. Y eso dejando a un lado que está plagada de lugares comunes y sostiene un concepto de amor-disney deplorable.
15 de octubre de 2012 0 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La incompleta trilogía del cineasta danés Lars Von Trier no sólo se caracteriza por la falta de escenografía. El espacio casi vacío, los simulacros de golpe de puerta y las divisiones del espacio marcadas en el suelo con tiza, acentúan aún más la exposición, dejando también al descubierto la intimidad y la desnudez. Tanto Dogville (2003) como Manderlay ( 2005) hablan de algo más: el castigo, el perdón, la libertad, la opresión, la esclavitud, el sometimiento, el poder y la venganza . Se elimina el artificio: queda el hombre.
Recurriendo a la estética de la cartografía, los alejamientos de cámara hacen posible una mirada que lo abarca todo. El espacio en donde pueden moverse los personajes se encuentra cuidadosamente delimitado. Estamos ante la construcción de un verdadero panóptico. Se hacen explícitas así las relaciones de poder entre los personajes y respecto de la producción cinematográfica misma.
Tanto en Dogville como en Manderlay, la historia se cuenta desde el principio: la disputa del poder de la hija hacia su padre. Se trata de un padre gángster, que ostenta su poder y lo ejerce con toda la violencia, tanto hacia sus hombres como hacia su propia hija. Ambas películas exploran el comportamiento humano.
La trilogía se llama irónicamente USA-Land of Opportunities y se encuentra incompleta porque su tercera parte, Wasington (sin la h) aún no se encuentra en pre-producción. Si el viaje de Dogville a Manderlay se produjo en 1933, habrá que esperar a ver en qué año se llega a Wasington.
La proyección de su última película, Melancholia, programada para este mes, fue cancelada por la empresa Distribution Company Argentina SA, que está a cargo de los derechos. La suspensión se debió a que la compañía consideró ofensivas las declaraciones de Lars Von Trier sobre el nazismo en el Festival de Cannes de este año, donde presentó el filme. Su comentario sobre su comprensión de Hitler “como hombre” fue repudiada de esta forma en varias partes del mundo. En su defensa, Von Trier aclaró que no está de acuerdo con el nazismo y que la comunidad francesa debía haber reaccionado así de mal por sus condenables acciones durante la Segunda Guerra Mundial.
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