Para empezar, el personaje que interpreta Raúl Arévalo, es detestable. Supongo que aún habrá muchas personas que se rían por escuchar la palabra 'poya', o decir varias veces que alguna mujer le va a comer la poya o a chupársela y esas cosas... Y que conste que entiendo que se podría usar alguna vez una expresión así para hacer gracia, pero a parte de que es un lenguaje y actitudes repetitivas, es que no lo saben hacer ni con gracia, sólo de forma obscena y sin sentido.

La forma de tratar al tercer primo, me parece denigrante. Vuelvo a lo mismo, una cosa es hacer humor negro con inteligencia y elegancia y reírse de todo y de todos (ahí tenemos, por ejemplo, la película Campeones), y otra cosa es intentar que lo gracioso sea ser soez, mezquino, y maltratar a una persona que padece una enfermedad.

Por otro lado, no es nada creíble: Llegan al pueblo 10 años después y, aunque alguien compró su casa, y a pesar de que la usen en los veranos, la han dejado totalmente igual, sin cambiar nada ni sacar las cosas de los dueños anteriores.... Se encuentran con un antiguo conocido que llevaba un videoclub y se pasan todo el tiempo 'salvándole', como si ese hombre no hubiera tenido vida ni capacidad de 'salvarse' a sí mismo, en los último 10 años....

Los diálogos y las escenas no tienen continuación....

En resumen, todo un despropósito. Hay comedias con las que no llego a reírme porque quizás no es el tipo de humor que a mí me gusta. Pero, al menos, me suelen arrancar una sonrisa. En esta, cada 15 minutos le daba la oportunidad de que me sacara la primera sonrisa en los siguientes 15 minutos. Y a los 45 minutos ya dejé de intentarlo, porque no sólo no me ha arrancado ninguna sonrisa sino que además, me daba vergüenza ajena que una película así tenga en estos momentos un 6,4 en Filmaffinity.

Para mi gusto, dedica demasiado tiempo a las historias que tiene que contar Ondina como guía, y demasiado poco tiempo a momentos que resultan tan sutiles que no termino, ya no de entender, sino de atisbar lo que ha sucedido. Cómo en la primera vez que ella casi se ahoga en el pantano, o la llamada que no pudo existir. La interpretación es muy buena, pero el momento en el que Ondina ahoga a Johansen es muy poco creíble y artificial.

El final es demoledor. Ahí los representantes de la empresa se quedan sin argumentos, porque se ven aplastados por la pura realidad.

Jhon Nada llega a Los Ángeles y empieza a trabajar en una obra de construcción. Allí conoce a Frank que le invita al poblado dónde vive. Junto al poblado hay una iglesia y Jhon descubre que la usan para reuniones clandestinas. La policía hace una redada una noche y destruyen el poblado y parte de la iglesia. Y Jhon, descubre unas gafas que le permite ver a los extraterrestres y mensajes subliminales que hay por todas partes. Sin embargo los extraterrestres le descubren y tiene que huir. En esa huida acaba en casa de Holly, una reportera que llama a la policía y tiene que volver a huir.

Después busca a Frank para que le ayude a destruir el centro de transmisiones de la señal que provoca que el resto no vea la realidad. Frank no quiere saber nada y tienen una pelea. Al final Frank se pone las gafas y al descubrir la señal acepta ayudar a Jhon.

Ambos asisten a una reunión clandestina de "la resistencia". Allí aparece también Holly para disculparse con Jhon por haber llamado a la policía. En ese momento la policía ataca el cuartel y tienen que huir de nuevo. Usando uno de los relojes de los extraterrestres consiguen bajar al subsuelo de la ciudad que es dónde estos tienen el cuartel. Allí se encuentran con su jefe de obra que piensa que se han unido a ellos y les da una visita por el cuartel hasta llevarles al centro de emisión.

Vuelven a encontrarse con Holly y los tres van a la azotea para destruir la antena de emisión. Pero Holly es una colaboradora y mata a Frank. Jhon mata a Holly y destruye la antena. Vemos cómo en todo el mundo, los ciudadanos pueden ver a los extraterrestres y se horrorizan al descubrirlos.