You must be a loged user to know your affinity with Duque
Críticas ordenadas por utilidad
Movie added to list
Movie removed from list
An error occurred

8.0
32,243
7
13 de junio de 2011
13 de junio de 2011
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Recorre el espinazo un extraño escalofrío, un vestigio de tiempos insondables, una era donde el terror se alzaba más allá del cuarto muro construido por una cámara encadenada. La sombra viaja rasgando el rayo de luz, tanteando, a través del proyector. Los rótulos invocan leyendas muertas encerradas en los Cárpatos rumanos. El ‘no muerto’ se alza, animado por la oscuridad que baña la sala. Nosferatu, yendo más allá de su plano de existencia, gana la inmortalidad gracias al trabajo de otro eterno, Murnau.
Los exteriores desolados del film imitan las pinturas del alemán Caspar David Friedrich, que rechazaba los iconos religiosos artificiales para buscar la divinidad en la propia naturaleza, de este modo el espectador siente un desasosiego producido por el poder y el acecho de los poderes ocultos tras los bosques y las montañas. Esta devastación e intranquilidad del alma humana se hacen visibles a través de los paisajes, en los que la naturaleza devora, con hojas y arena, los cimientos construidos por el ser humano, convertido en un ser diminuto e insignificante. De este romanticismo y de las ruinas del arte gótico nace Nosferatu, parte del cine expresionista, y se impone la estética que daría una base a posteriores trabajos sobre el vampiro de Stoker. A partir de este concepto visual Murnau idearía técnicas que aún siguen vigentes en la actualidad: la inversión de colores, el juego de sombras, el stop motion, la cámara rápida y la continuidad de la acción más allá del marco delimitado por la lente de la cámara, por no hablar de los movimientos de la propia cámara, un inquietud que se desatará a lo grande en El último
Los inicios del cine quedan grabados en esta tablilla animada, dando forma al lenguaje visual (luego audiovisual) y estableciendo las normas de un arte que va más allá del celuloide para dar vida a la fantasía y a las criaturas nocturnas que acechan en la sombra. ¿No es acaso el miedo el sentimiento que se marca con más fuerza en la psique humana? Los terrores de Murnau bien pudieron inspirar a las futuras generaciones de cineastas para seguir dando cuerpo a sueños y, sobre todo, pesadillas.
Los exteriores desolados del film imitan las pinturas del alemán Caspar David Friedrich, que rechazaba los iconos religiosos artificiales para buscar la divinidad en la propia naturaleza, de este modo el espectador siente un desasosiego producido por el poder y el acecho de los poderes ocultos tras los bosques y las montañas. Esta devastación e intranquilidad del alma humana se hacen visibles a través de los paisajes, en los que la naturaleza devora, con hojas y arena, los cimientos construidos por el ser humano, convertido en un ser diminuto e insignificante. De este romanticismo y de las ruinas del arte gótico nace Nosferatu, parte del cine expresionista, y se impone la estética que daría una base a posteriores trabajos sobre el vampiro de Stoker. A partir de este concepto visual Murnau idearía técnicas que aún siguen vigentes en la actualidad: la inversión de colores, el juego de sombras, el stop motion, la cámara rápida y la continuidad de la acción más allá del marco delimitado por la lente de la cámara, por no hablar de los movimientos de la propia cámara, un inquietud que se desatará a lo grande en El último
Los inicios del cine quedan grabados en esta tablilla animada, dando forma al lenguaje visual (luego audiovisual) y estableciendo las normas de un arte que va más allá del celuloide para dar vida a la fantasía y a las criaturas nocturnas que acechan en la sombra. ¿No es acaso el miedo el sentimiento que se marca con más fuerza en la psique humana? Los terrores de Murnau bien pudieron inspirar a las futuras generaciones de cineastas para seguir dando cuerpo a sueños y, sobre todo, pesadillas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
En la primera mitad del siglo XIX la mitología europea del medievo seguía presente en el imaginario popular, temeroso de que la oscuridad del mundo ocultase algo más que tesoros alimañas salvajes. La ciudad de Wisborg vive ocupada en sus tareas mundanas, como cualquier otra ciudad germana. Una inmobiliaria está a punto de cerrar su trato con un extravagante noble transilvano. El dueño de la empresa, el siniestro Knock, envía a su empleado, el joven Hutter, al castillo del conde Orlok para tramitar los últimos pasos del contrato. El muchacho deberá abandonar la vida cotidiana junto a su amada, la virginal Ellen, para iniciar su aventura hacia las montañas de Rumanía.
A medida que el viaje avanza, la ingenuidad y la incredulidad de Hutter se tambalean a medida que los rumores y las visiones fantasmales se hacen realidad ante su atónita mirada. Los monstruos existen y el mundo se convierte en un páramo cruel donde no hay lugar para las leyes de la razón. Ellen, a salvo en Alemania, sufre en propias carnes las torturas con las que el conde somete a su marido, que ha pasado de ser invitado a convertirse en el huésped de un parásito demoníaco. La maldad, la muerte y la peste, encarnadas en el avatar que es Orlok, se dirigen a Wisborg, con una meta, mística y sexual, de absorber la vida de la amada del pobre Hutter. Ellen, desolada, espera a su amante, quien llamará a la puerta a pesar de los malos augurios. Sin embargo, ¿esperaba ella el cariño de este muchacho inocente o las caricias carnales del conde Orlok?
El vampiro y las ratas arriban a puerto alemán y dispersan la enfermedad y el pánico por la localidad de Wisborg. Ellen ya conoce las debilidades del demonio que la acosa en sus sueños húmedos, por lo que toma una decisión: Se convertirá en el cebo, entreteniendo al vampiro hasta que el gallo cante, y sacrificará su virginidad al mordisco del monstruo. Así sea. Al final sólo quedan unas preguntas: ¿Realmente Ellen quería guardar su virginidad para Hutter o estaba deseosa de caer en el pecado, aunque ello significase su perdición? ¿Buscaba el conde Orlok la permanencia de su inmortalidad o sólo quería retirarse y morir para rematar su absurda existencia?
A medida que el viaje avanza, la ingenuidad y la incredulidad de Hutter se tambalean a medida que los rumores y las visiones fantasmales se hacen realidad ante su atónita mirada. Los monstruos existen y el mundo se convierte en un páramo cruel donde no hay lugar para las leyes de la razón. Ellen, a salvo en Alemania, sufre en propias carnes las torturas con las que el conde somete a su marido, que ha pasado de ser invitado a convertirse en el huésped de un parásito demoníaco. La maldad, la muerte y la peste, encarnadas en el avatar que es Orlok, se dirigen a Wisborg, con una meta, mística y sexual, de absorber la vida de la amada del pobre Hutter. Ellen, desolada, espera a su amante, quien llamará a la puerta a pesar de los malos augurios. Sin embargo, ¿esperaba ella el cariño de este muchacho inocente o las caricias carnales del conde Orlok?
El vampiro y las ratas arriban a puerto alemán y dispersan la enfermedad y el pánico por la localidad de Wisborg. Ellen ya conoce las debilidades del demonio que la acosa en sus sueños húmedos, por lo que toma una decisión: Se convertirá en el cebo, entreteniendo al vampiro hasta que el gallo cante, y sacrificará su virginidad al mordisco del monstruo. Así sea. Al final sólo quedan unas preguntas: ¿Realmente Ellen quería guardar su virginidad para Hutter o estaba deseosa de caer en el pecado, aunque ello significase su perdición? ¿Buscaba el conde Orlok la permanencia de su inmortalidad o sólo quería retirarse y morir para rematar su absurda existencia?
13 de junio de 2011
13 de junio de 2011
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La filosofía de Eisenstein queda patente en uno de sus proyectos más ambiciosos: La celebración de la Revolución de Octubre de 1917. Convertido en uno de los artistas abanderados de la Unión Soviética, Sergei, con la ayuda de su compañero Grigori Alexandrov, dirigió el drama épico sobre ‘Los diez días que estremecieron el mundo’ –en referencia al título de la obra del desaparecido periodista John Reed- para culminar su estilo, inspirado en el movimiento de vanguardia ruso constructivista, que seguirían y llevarían más allá otros autores como Dziga Vertov (El hombre de la cámara, 1929). Como ya había hecho en La huelga (1925) y en El acorazado Potemkin (1925), Eisenstein vuelve a poner el celuloide al servicio del pueblo ruso y de la causa socialista de los bolcheviques trabajando tras la cámara, su fusil revolucionario, e inmerso en la sala de montaje, su arma secreta. Con estas herramientas, de conocimiento obligatorio para todo cineasta, creó un manifiesto visual a partir de fotogramas, planos, secuencias y escenas que en conjunto daban a conocer un concepto abstracto que no es otro que el ideal ruso de la revolución.
Las imágenes inolvidables quedan grabadas en la memoria con la fuerza de golpes secos y dramáticos directos al ojo del espectador. ¿Cómo olvidar la impresionante secuencia del levantamiento del puente, esa obsesión por el detalle llevada al extremo de inclinar la cámara y observar cada segundo del ascenso y luego caída del cuerpo sin vida del majestuoso caballo? Las exigencias del cine silente hacen que Eisenstein explote lo máximo posible el lenguaje del montaje: metáforas, símiles, contraposiciones y parábolas cruzan la pantalla a toda velocidad, marcando el ritmo solemne y acelerado de la marcha del proletariado hacia la soberanía prometida. La propaganda se convierte en arte, como confirmaría Leni Riefenstahl en el documental El Triunfo de la voluntad (1934).
[sigue en spoiler]
Las imágenes inolvidables quedan grabadas en la memoria con la fuerza de golpes secos y dramáticos directos al ojo del espectador. ¿Cómo olvidar la impresionante secuencia del levantamiento del puente, esa obsesión por el detalle llevada al extremo de inclinar la cámara y observar cada segundo del ascenso y luego caída del cuerpo sin vida del majestuoso caballo? Las exigencias del cine silente hacen que Eisenstein explote lo máximo posible el lenguaje del montaje: metáforas, símiles, contraposiciones y parábolas cruzan la pantalla a toda velocidad, marcando el ritmo solemne y acelerado de la marcha del proletariado hacia la soberanía prometida. La propaganda se convierte en arte, como confirmaría Leni Riefenstahl en el documental El Triunfo de la voluntad (1934).
[sigue en spoiler]
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La orquesta de personajes –sí, orquesta, porque no puedo concebir Octubre sin compararla con una composición musical- está formado por una personajes colectivos -el pueblo, el proletariado en lucha, las diferentes facciones revolucionarias y las fuerzas del zar Nicolás- y, excepcionalmente, de personajes que poco tiempo después de los sucesos retratados ya forman parte de la historia. Dentro del elenco de actores destaca Vasili Nikandrov en el papel de Lenin, una aparición mitificada que, en palabras de André Bazin, “trastoca por completo la economía estética de la obra” que hasta ese momento intentaba ser realista y humana, más cercana al populacho. Lenin hace su prodigiosa aparición, de una extraña brevedad, introduciéndose entre la multitud, convirtiéndose en una pieza más de la maquinaria que cambiaría Rusia, acentuando así su papel de héroe histórico y, por qué no, de mito. A respecto de esta asombrosa capacidad de los personajes de ir más allá de su escenario gracias a los fuertes golpes visuales, se podría decir que Eisenstein crea una especie de hanamichi metafísico, esa pasarela del teatro kabuki que metía a los actores de lleno entre los espectadores, aportando mucho más dramatismo a su entrada en escena, ésta siempre acompañada con el ritmo alocado de la percusión y las características vibraciones de las cuerdas del shamisén.
Octubre puede considerarse el súmmum de la época soviética de Eisenstein, uno de los artistas que definió los puntos a seguir del cine europeo de anteguerra y creador del lenguaje del montaje cinematográfico. A pesar de que en retrospectiva su espíritu de lucha exacerbado pueda parecer un tanto histriónico y su descarada función propagandística haga que su mensaje se conciba como información sesgada, el film cumple con creces como película artística con conciencia de su tiempo, lo que la convierte en un referente indiscutible en la historia del Séptimo Arte. Además, cuando acaba la proyección, nuestros pulmones parecen hincharse vigor con el único propósito de hacernos gritar ‘¡Viva la revolución!’.
Octubre puede considerarse el súmmum de la época soviética de Eisenstein, uno de los artistas que definió los puntos a seguir del cine europeo de anteguerra y creador del lenguaje del montaje cinematográfico. A pesar de que en retrospectiva su espíritu de lucha exacerbado pueda parecer un tanto histriónico y su descarada función propagandística haga que su mensaje se conciba como información sesgada, el film cumple con creces como película artística con conciencia de su tiempo, lo que la convierte en un referente indiscutible en la historia del Séptimo Arte. Además, cuando acaba la proyección, nuestros pulmones parecen hincharse vigor con el único propósito de hacernos gritar ‘¡Viva la revolución!’.
6
20 de junio de 2011
20 de junio de 2011
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Apatía en tierras desoladas. La fe en Dios marca el día a día de los campesinos. Cada, uno con una visión diferente de su Dios, predica con las enseñanzas de su párroco. El rebaño sigue al pastor. El pastor dice seguir a Dios. Se vive una disputa interminable entre sectas nacidas a partir de la misma palabra divina. Un iluminado, un loco, dice ser la voz de Cristo. Todos hablan, todos gritan, pero nadie oye, ya nadie escucha.
Estamos en un páramo espiritual, donde la fe se ha retorcido hasta tal punto que todo cristiano es escéptico. Se dice que los milagros que abundaban en tiempos remotos son ahora absurdos e imposibilidades contrarias a las leyes físicas impuestas por el Todopoderoso. Johannes, un iluminado (un loco, jamás un profeta), se pasea por la casa de su padre Morten vaticinando que las desgracias venideras sólo serán enmendadas si creen en Jesucristo. Todos hacen oídos sordos a sus delirios, excepto los niños, las almas más inocentes y puras. Las diferentes ramas del cristianismo se enfrentan entre sí a pesar de compartir raíces comunes: La familia del granjero Morten ve la divinidad en la vida terrenal, mientras que en la casa del sastre Peters encuentran la Gracia de Dios en el más allá. Una unión, el amor entre Anne, hija del sastre, y Anders, hijo del granjero, es completamente imposible, no por mandato divino, sino por el orgullo personal de los dos patriarcas.
Dreyer llama con este cuento, adaptado a partir de la obra de teatro de Kaj Munk, a todo cristiano de bien para que se involucre realmente en su credo, porque sólo así la Gracia de Dios llegará a la Tierra. La doctrina de Cristo y el amor al prójimo, en definitiva, llevados a la práctica pueden acercarnos más al Reino de los Cielos o, en otras palabras, a un mundo mejor. Los milagros son posibles siempre y cuando creamos en ellos. La filosofía que cimienta la historia de Ordet, a pesar de tener una forma muy religiosa, puede interpretarse de tal manera que hasta los no creyentes encuentren un mensaje de esperanza en él, pues cada cual tiene sus dioses, sus ideales. Los personajes del film se muestran apáticos, sin emoción, hasta que la muerte y el milagro, dos uniones a los Cielos, se cruzan en sus vidas para recordarles que las promesas de Cristo están cerca.
Al estar basada en una obra dramática, Ordet presenta un número muy limitado de localidades, gran parte de ellas grabadas en estudios bien iluminados y construidos a partir de tres paredes. La mirada de la cámara pone en movimiento a los personajes, como si de un ojo divino se tratase. La fotografía más lograda siempre está al servicio de los momentos en los que se siente la presencia divina: al igual que en La pasión de Juana de Arco (1928), los primeros planos iluminados con un rayo de luz celestial aportan dramatismo, religiosidad y belleza. Estos planos tan cargados de emoción son más que memorables por contrastar con la sobriedad general que marca gran parte de las escenas.
Estamos en un páramo espiritual, donde la fe se ha retorcido hasta tal punto que todo cristiano es escéptico. Se dice que los milagros que abundaban en tiempos remotos son ahora absurdos e imposibilidades contrarias a las leyes físicas impuestas por el Todopoderoso. Johannes, un iluminado (un loco, jamás un profeta), se pasea por la casa de su padre Morten vaticinando que las desgracias venideras sólo serán enmendadas si creen en Jesucristo. Todos hacen oídos sordos a sus delirios, excepto los niños, las almas más inocentes y puras. Las diferentes ramas del cristianismo se enfrentan entre sí a pesar de compartir raíces comunes: La familia del granjero Morten ve la divinidad en la vida terrenal, mientras que en la casa del sastre Peters encuentran la Gracia de Dios en el más allá. Una unión, el amor entre Anne, hija del sastre, y Anders, hijo del granjero, es completamente imposible, no por mandato divino, sino por el orgullo personal de los dos patriarcas.
Dreyer llama con este cuento, adaptado a partir de la obra de teatro de Kaj Munk, a todo cristiano de bien para que se involucre realmente en su credo, porque sólo así la Gracia de Dios llegará a la Tierra. La doctrina de Cristo y el amor al prójimo, en definitiva, llevados a la práctica pueden acercarnos más al Reino de los Cielos o, en otras palabras, a un mundo mejor. Los milagros son posibles siempre y cuando creamos en ellos. La filosofía que cimienta la historia de Ordet, a pesar de tener una forma muy religiosa, puede interpretarse de tal manera que hasta los no creyentes encuentren un mensaje de esperanza en él, pues cada cual tiene sus dioses, sus ideales. Los personajes del film se muestran apáticos, sin emoción, hasta que la muerte y el milagro, dos uniones a los Cielos, se cruzan en sus vidas para recordarles que las promesas de Cristo están cerca.
Al estar basada en una obra dramática, Ordet presenta un número muy limitado de localidades, gran parte de ellas grabadas en estudios bien iluminados y construidos a partir de tres paredes. La mirada de la cámara pone en movimiento a los personajes, como si de un ojo divino se tratase. La fotografía más lograda siempre está al servicio de los momentos en los que se siente la presencia divina: al igual que en La pasión de Juana de Arco (1928), los primeros planos iluminados con un rayo de luz celestial aportan dramatismo, religiosidad y belleza. Estos planos tan cargados de emoción son más que memorables por contrastar con la sobriedad general que marca gran parte de las escenas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Las profecías del demente parecen tomar forma cuando Inger, la mujer del hijo mayor Mikkel, no sobrevive a los dolores de un parto infructuoso. Johannes desaparece en la noche y todos temen haberlo perdido para siempre. Llega el funeral y la granja se enfunda las prendas negras. Ni el médico ni el reverendo pueden encontrar una explicación convincente a la muerte, lo que tienen claro es que no hay solución alguna. Morten y Peter, arrepentidos por su anticristiano comportamiento para con el otro, acuerdan que sus hijos pueden casarse. Mikkel se abraza al cadáver y admite, sollozando como un niño, que no le importa el porvenir celestial del alma de su esposa, sino la ausencia del cuerpo que le daba el calor para vivir. Johannes se presenta con recuperada cordura para, dice, realizar un milagro y para ello sólo necesitará que una sola persona, su propia sobrina, crea en él. “En nombre de Jesús te lo ordeno: Levántate”. Y como un nuevo Lázaro Inger vuelve al mundo animada por la Palabra de Dios.
Hombre y mujer vuelven a estar unidos en cuerpo y alma. El hombre recupera la fe. La mujer recupera la vida. Ambos dan cuenta de que la palabra de Cristo es tan capaz de convencer a escépticos como de mover montañas. La palabra de Cristo se reafirma, y esa palabra es Amor.
Hombre y mujer vuelven a estar unidos en cuerpo y alma. El hombre recupera la fe. La mujer recupera la vida. Ambos dan cuenta de que la palabra de Cristo es tan capaz de convencer a escépticos como de mover montañas. La palabra de Cristo se reafirma, y esa palabra es Amor.

6.4
41,893
4
28 de agosto de 2009
28 de agosto de 2009
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
... Resucite dinosaurios. Los críos amenazarán con matar al pez de colores si no reservan la entrada inmediatamente después del fin del trailer.
Así que los mamuts están extintos pero los lagartos antediluvianos aún viven bajo una capa de hielo a finales de la era glacial, ¿eh? Genial.
Sólo resta decir:
¿"El origen de los dinoraurios"? ¡Falacias!
Gran falta de imaginación por parte del equipo de guionistas: en busca del amigo perdido, padres primerizos, unidad familiar, más griteríos en la montaña rusa improvisada y un suspense inútil ("¡No! No tengo ni idea de lo que saldrá de esos enormes huevos tuyos, Sid". Jis, jis...) son elementos muy sobados. Sólo se lucen en momentos puntuales (la batalla aérea). Por eso sólo me quedo con la primera parte.
Una película de animación por ordenador sólo tiene gracia si no te dedicas a repetir los mismos modelos una y otra vez durante tres largos. En serio, es cutrérrimo. Sin embargo la soltura de la animación es fenomenal.
No vale hacer una copia de Jurassic Park III, ya mala de por sí. Se nota a leguas que repiten el tema del "dinosaurio aún más malo".
Lo único que se libra de tirarlo a la pira es el entrañable, violento, psicótico, delirante, mutilado, pesimista y peludo personaje nuevo. ¡Yo quiero una garduña/comadreja/hurón con complejo de John Rambo!
Y menos mal que no me costó un duro verla (guiño, guiño). ¡A mí la SGAE!
Así que los mamuts están extintos pero los lagartos antediluvianos aún viven bajo una capa de hielo a finales de la era glacial, ¿eh? Genial.
Sólo resta decir:
¿"El origen de los dinoraurios"? ¡Falacias!
Gran falta de imaginación por parte del equipo de guionistas: en busca del amigo perdido, padres primerizos, unidad familiar, más griteríos en la montaña rusa improvisada y un suspense inútil ("¡No! No tengo ni idea de lo que saldrá de esos enormes huevos tuyos, Sid". Jis, jis...) son elementos muy sobados. Sólo se lucen en momentos puntuales (la batalla aérea). Por eso sólo me quedo con la primera parte.
Una película de animación por ordenador sólo tiene gracia si no te dedicas a repetir los mismos modelos una y otra vez durante tres largos. En serio, es cutrérrimo. Sin embargo la soltura de la animación es fenomenal.
No vale hacer una copia de Jurassic Park III, ya mala de por sí. Se nota a leguas que repiten el tema del "dinosaurio aún más malo".
Lo único que se libra de tirarlo a la pira es el entrañable, violento, psicótico, delirante, mutilado, pesimista y peludo personaje nuevo. ¡Yo quiero una garduña/comadreja/hurón con complejo de John Rambo!
Y menos mal que no me costó un duro verla (guiño, guiño). ¡A mí la SGAE!
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
No puedo creer que el dientes de sable no optara por el ostracismo después de descubrir que sí cumplía con los requisitos de un cazador solitario. Aquí apesta a franquicia.
Y a la ardilla lobo le queda la misma gracia que a un muñón; o sea, más bien poca. Tener que salvarle el pellejo añadiendo una pareja que lo complemente es triste, pero tiene su gracia.
Y a la ardilla lobo le queda la misma gracia que a un muñón; o sea, más bien poca. Tener que salvarle el pellejo añadiendo una pareja que lo complemente es triste, pero tiene su gracia.

8.3
6,368
7
20 de junio de 2011
20 de junio de 2011
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La brisa marina trae canciones perdidas por encima de las olas. El llanto de una madre pide justicia en tierra de tiranos, lugartenientes protegidos por la ley. Los señores feudales, corrompidos por el poder, ya sólo añoran su fortuna y la de sus inferiores, para ellos quien no tenga nada bien puede morir como esclavo. ¿Quién protegerá a sus hijos, arrebatados de sus manos por desalmados impunes? ¿Dónde están los hombres justos como su desaparecido marido? El planto ahogado llega a oídos de los oprimidos. La mecha de la revolución comienza a arder en el corazón de los que ya no tienen nada que perder.
Inspirados en el teatro tradicional, los escenarios de Mizoguchi, muy limitados, transforman el cuadro noh en una estampa paisajística de gran realismo. Los límites establecidos por la cámara son más que respetados por los actores, que se mueven con soltura dentro de un shite imaginario. Quizás debido a esta gran semejanza con las obras dramáticas el director de cine Terrence Malick adaptó El intendente Sansho para teatro, siendo la primera función en 1993 en la Academia de Música de Brooklyn.
Los parajes naturales se dejan contemplar, dando mayor fuerza a las acciones de los personajes, que se perciben más que trascendentes, como el secuestro o el suicidio. La contemplación de los sucesos es siempre un deleite visual gracias al cuidado que se da a los detalles. Todo momento que da un giro a la trama gana fuerza gracias a una iluminación y una puesta en escena preciosistas, que aportan una belleza mórbida a la tragedia.
Cabe decir que el papel de la mujer es muy importante en la filmografía de Mizoguchi: a pesar de soportar dolores inconmensurables siempre salen adelante con una fortaleza envidiable. Las damas que retrata Mizoguchi son los primeros símbolos feministas del cine japonés.
Como si un tsunami hubiese arrasado con la conciencia nipona, Zushio y Tamaki se abrazan, sabiendo que pueden ser las únicas personas caritativas en un mundo cegado por la ambición y las almas corruptas. Ya no hay canción que los guíe. Su futuro es incierto. Se abrazan porque sólo se tienen el uno al otro, y nada más.
Inspirados en el teatro tradicional, los escenarios de Mizoguchi, muy limitados, transforman el cuadro noh en una estampa paisajística de gran realismo. Los límites establecidos por la cámara son más que respetados por los actores, que se mueven con soltura dentro de un shite imaginario. Quizás debido a esta gran semejanza con las obras dramáticas el director de cine Terrence Malick adaptó El intendente Sansho para teatro, siendo la primera función en 1993 en la Academia de Música de Brooklyn.
Los parajes naturales se dejan contemplar, dando mayor fuerza a las acciones de los personajes, que se perciben más que trascendentes, como el secuestro o el suicidio. La contemplación de los sucesos es siempre un deleite visual gracias al cuidado que se da a los detalles. Todo momento que da un giro a la trama gana fuerza gracias a una iluminación y una puesta en escena preciosistas, que aportan una belleza mórbida a la tragedia.
Cabe decir que el papel de la mujer es muy importante en la filmografía de Mizoguchi: a pesar de soportar dolores inconmensurables siempre salen adelante con una fortaleza envidiable. Las damas que retrata Mizoguchi son los primeros símbolos feministas del cine japonés.
Como si un tsunami hubiese arrasado con la conciencia nipona, Zushio y Tamaki se abrazan, sabiendo que pueden ser las únicas personas caritativas en un mundo cegado por la ambición y las almas corruptas. Ya no hay canción que los guíe. Su futuro es incierto. Se abrazan porque sólo se tienen el uno al otro, y nada más.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
“Si una persona no siente la caridad, no es una persona”
El intendente Sansho, tiránico jefe administrativo a las órdenes de un cruel shogun, es un ser inmisericordioso que se ha elevado a sí mismo a un estado de oscura divinidad, pues en su mano está el decidir sobre la vida de cientos de personas que él y sus hombres tratan como a alimañas. Zushio, recordando las palabras de su justo padre, sufre su primera desilusión al descubrir que la caridad, una faceta indispensable, no sirve de nada cuando eres un mero esclavo, cuando no eres nada. El honor, una máxima nipona, sólo está en manos de quien lo compra.
“Todos los seres humanos son iguales y no se les puede privar de la libertad”.
Las diferencias de poder entre la plebe y la clase política se hacen patentes cuando Zushio descubre la autoridad que le otorga el puesto de gobernador de Tango. La libertad que él otorga a los esclavos es un privilegio en el Japón del siglo XII.
“Incluso ante tu enemigo hay que sentir caridad”.
Tan pronto Zushio descubre que la mansión de Sansho ha sido devorada por las llamas, se da cuenta de que su enemigo ha sido castigado desmesuradamente.
El descontrol de sus actos lo lleva a la isla de Sado, donde su madre, envejecida y hundida, se deja morir en una chavola de madera. Abrazados y bañados en lágrimas, se dan cuenta de que a pesar de todos los sacrificios han perdido más de lo que han ganado. Su recuperada libertad, la frágil abolición de la esclavitud y su reunión materno-filial no son nada al lado de todas las pérdidas, su padre, su hermana Anju, su honor y su tierra.
El intendente Sansho, tiránico jefe administrativo a las órdenes de un cruel shogun, es un ser inmisericordioso que se ha elevado a sí mismo a un estado de oscura divinidad, pues en su mano está el decidir sobre la vida de cientos de personas que él y sus hombres tratan como a alimañas. Zushio, recordando las palabras de su justo padre, sufre su primera desilusión al descubrir que la caridad, una faceta indispensable, no sirve de nada cuando eres un mero esclavo, cuando no eres nada. El honor, una máxima nipona, sólo está en manos de quien lo compra.
“Todos los seres humanos son iguales y no se les puede privar de la libertad”.
Las diferencias de poder entre la plebe y la clase política se hacen patentes cuando Zushio descubre la autoridad que le otorga el puesto de gobernador de Tango. La libertad que él otorga a los esclavos es un privilegio en el Japón del siglo XII.
“Incluso ante tu enemigo hay que sentir caridad”.
Tan pronto Zushio descubre que la mansión de Sansho ha sido devorada por las llamas, se da cuenta de que su enemigo ha sido castigado desmesuradamente.
El descontrol de sus actos lo lleva a la isla de Sado, donde su madre, envejecida y hundida, se deja morir en una chavola de madera. Abrazados y bañados en lágrimas, se dan cuenta de que a pesar de todos los sacrificios han perdido más de lo que han ganado. Su recuperada libertad, la frágil abolición de la esclavitud y su reunión materno-filial no son nada al lado de todas las pérdidas, su padre, su hermana Anju, su honor y su tierra.
Más sobre Duque
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here