Robert Downey Jr. lleva varias películas demostrando que lo accidental no fue que hiciese Chaplin sino que las drogas lo apartaran tantos años del cine. Una pena que sus últimos grandes trabajos hayan sido en cintas tan mediocres como Tropic Thunder, Ironman o esta Sherlock Holmes, que no es mala, ya que Downey está perfecto y Jude Law aporta energía, pero no tiene la garra de las primeras cintas de Guy Ritchie, que preocupantemente no parece conseguir separar su estilo del de Tarantino. Cuando el largo metraje llega a su fin, deja una sensación de mucho estilo narrativo envolviendo una gran nada.

Uno de los mejores papeles de Samuel L. Jackson secundado perfectamente por el resto del reparto. La cinta es bastante más pausada de lo que Tarantino acostumbra a mostrar, sin escenas sangrientas y con reflexiones más profundas que en otros trabajos del director. Pero tras ese barniz de cine "serio" se esconden los geniales diálogos sobre temas insustanciales, los personajes tan improbables como magnéticos, los guiños a las producciones cutres y, en fin, todas las armas que hacen del cine de Tarantino algo único y altamente recomendable.

Jason Reitman siempre ofrece comedias frescas e inteligentes, alejándose de los tópicos y ofreciendo temas polémicos. Lo mejor de él es que tiene la habilidad de mostrarte su opinión al respecto sin que el espectador sienta que está siendo forzado a pensar de una manera determinada. Sería absurdo decir que sus películas son completamente objetivas, pues el cine es un mensaje y ningún mensaje escapa a la subjetividad de quien lo formula, pero pese a todo, obliga a tomar posturas frente a situaciones de la vida, y lo hace entreteniendo con películas que dejan poso. Resulta reconfortante que un director así tenga sitio en la cartelera. Ojalá haga mil películas más.

Buena incursión en el mundo del miedo de los poderes públicos a las malas influencias en los adolescentes. La película se beneficia de una banda sonora con el mejor rock que se ha hecho y de un reparto perfectamente integrado. Si la película tuviese una historia más coherente, estaríamos ante una obra maestra. Lo mejor, Philip Seymour Hoffman.

Los primeros veinte minutos, con Drew Barrymore haciendo palomitas y hablando por teléfono con su asesino, son de lo mejor que se ha hecho en el género. En cuanto el asesino aparece en escena todo se desinfla y la película se nutre de todo aquello que hoy en día es elemento obligado en este tipo de cine: erotismo light, sangre, y adolescentes inmaduros. Mediocridad en estado puro.