Nos narra la historia de un objeto metálico desconocido que se halla junto a restos de antepasados de los hombres primitivos en los bajos de un túnel del metro de Londres. En principio se piensa que es un proyectil alemán que no explotó, de aquellos que cayeron sobre la capital británica en la II G.M., pero algunos científicos no opinan lo mismo y sostienen que ese objeto no es de este mundo.

Película bastante interesante, aunque no resulte una maravilla ni nos arrebate la pasión.

Sorprendente película desde el inicio donde un padre y un hijo pescan un lucio en un río y el primero le destroza la cabeza al pez a golpes de piedra. Ya esa primera escena del film nos indica el instinto violento que guarda ese hombre normal, pequeño burgués, funcionario de papeleos y burocracias, algo rastrero con los jefes, típico ciudadano bien vestido y presentable que nadie sosprecharía de lo que es capaz si saca de dentro toda la frustración vital que conlleva.

La historia es impresionante pues en la primera parte del film nos muestra Mario Monicelli como ese padre ama a su hijo con pasión, también la madre; es su único hijo, donde esa pareja tienen puestas todas sus esperanzas. El joven no destaca por su inteligencia ni por su fortaleza, más bien por todo lo contrario; pero ese padre hará lo que tenga que hacer por buscarle un enchufe, un puesto de trabajo, a su querídisimo hijo, incluso ingresar en una fraternidad de la Masonería. Mas el destino tiene otros planes para el muchacho.

A destacar varias escenas: por ej.: el casposo jefe del pequeño burgués, el trabajo típico perdiendo tiempo de los funcionarios del Estado, el ritual de entrada en la logia masónica, el acumulo de cajas de muertos en espera de ser enterrados, etc.

Sin duda es una película apreciablemente sorprendente, de principio a fin.

Hay que comprender que no todas las películas pueden ser notables. Tiene que haber también una gama de productos cinematográficos de poco alcance, que sirvan simplemente para lo que demandan determinados grupos sociales, en este caso los adolescentes con escaso criterio artístico, mucho amor por el ruido y una idea de estética disparatada.

Y poco más. La película es floja, una pura vaina envainada, de esas que si no hubieran sido fabricadas daría exactamente igual que el hecho de perder una hora y pico delante de su desarrollo.

Por favor, no confudan esta capullada fílmica de Adam Rifkin con la obra maestra del mismo título, "Cero en conducta", (Francia 1933) dirigida por Jean Vigo.