Kieslowski cierra aquí, de manera soberbia, los diez capítulos magníficos de su decálogo; luego vendrán los colores de la bandera francesa, en la misma línea de desesperanza y teniendo al azar como punto de inflexión en el comportamiento que ahonda en el destino de sus personajes. Decálogo para revisitar una y otra vez, es una colección de los mejores mediometrajes que se han podido ver de un director contemporáneo.

Lo que parece futurista es clásico hasta, a veces, resultar plano. Es entretenida esta fábula entre la ciencia ficción y el cuento infantil, esto último llegando a rozar los diálogos entre lo soso y el tópico más aburrido. El papel y guión que le ofrecen a ese sargento malo, lleno de músculos y cicatrices es de lo peor que le puede pasar a una pelicula que juega con la paciencia de alguien que se entrega a ver la impactante y espectacular visión de un millón de escenas de colores; sin duda, lo mejor de la película. A Sigourney Weaver la ví infantil y sosa y la historia de amor frena, a menudo, la acción del largometraje. La última hora de película nos la sabemos todos; no descubre nada nuevo. Se ve, se disfruta lo justo y se olvida al día siguiente.

Con una calculada puesta en escena (sus tres protagonistas principales y poco más) su director consigue conmover entregando una historia aparentemente fácil, romántica pero agridulce. La imponente presencia de Jeff Bridges y la perfecta actuación de Michelle Pfeiffer más la solvente de Beau Bridges hacen el resto.

Cuando ves un documental siempre piensas que se han dejado cosas por contar. Que lo más triste, gracioso, íntimo ó comprometido no se cuenta.
En este caso, lo que se cuenta es, a grandes rasgos, la vida de una familia, en los ojos de la madre, mujer y protagonista absoluta de este cuento moral, divertido y mordaz. Y Salmerón lo hace con inteligencia. Siendo actor, ofrece protagonismo a la actriz principal, que reconoce que puede dar mucjo juego. Y lo hace. Siempre con una sonrisa, es un documental que se disfruta de principio a fin. Toda una joya que nos descubre a una heroína de la vida: Julita Salmerón.

Será estéticamente impecable, con un cuidado en la producción sobresaliente y por querer homenajear la original, ofreciendo un enfoque diferente. Pero Villeneuve no ha sabido plasmar la melancolía neo-punk que desprendía la obra maestra de Ridley Scott; y sus personajes son vacíos, huecos en diálogos y acciones. No se transmite nada. Y la acción es nula. Se supone que un Blade Runner mata replicantes; y aquí sólo se subraya hasta el exceso el pasado sin ninguna acción. Es una película larga y aburrida. Plagada de hologramas para dar ese enfoque mucho más estético que profundo. Y la película se diluye, se esfuma rápidamente. Y, encima, dejan la opción a seguir con la saga. Con lo bien que harían dejando en paz a la Blade Runner original. Pues se empeñan en entregarnos estas que dicen son "obras maestras" de la estética y el enfoque espacial. Innecesario esfuerzo.