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Críticas de Cinemaparadiso1951
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Críticas 98
Críticas ordenadas por utilidad
8
6 de septiembre de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El tema educativo –siempre viejo y siempre nuevo-- ha tenido en el medio cinematográfico diversos tratamientos. Para ver, degustar al máximo y disfrutar con una película como “La clase” hay que acertar con la onda adecuada. Olvidémonos del cine norteamericano (o el británico más comercial) con títulos como “Semilla de maldad”, “Rebelión en las aulas”, “El club de los poetas muertos”, “Mentes peligrosas” o “Diarios de la calle”. Al margen de su desigual calidad (unos merecen verse más que otros) el espectador se identificaba con el/la protagonista, normalmente estrellas de renombre (Glenn Ford, Sidney Poitier, Robin Williams, Michelle Pfeiffer y Hilary Swank respectivamente) que conseguían lo imposible: dominar a un grupo de estudiantes particularmente difíciles, en la línea del más puro individualismo norteamericano y de la moral del éxito a cualquier precio.

Hay que tomar, pues, la alternativa: el cine europeo, especialmente el francés, y, a veces, el oriental. Me vienen a la memoria desde las excelentes obras del cineasta-pedagogo François Truffaut (“Los cuatrocientos golpes”, “El pequeño salvaje” y “La piel dura”) hasta títulos más recientes de otros realizadores como “Adiós, muchachos”, “Hoy empieza todo”, “Ni uno menos” o “Ser y tener”. Es en esta corriente realista, semidocumentalista y de resonancia social, donde hay que inscribir desde ahora “La clase”. Los mecanismos de identificación espectador-personaje funcionan igual que en la lista anterior (para los profesionales de la educación, seguramente más) pero sin manipulaciones sentimentales, sin buenos ni malos, sin vencedores ni vencidos.

“La clase” es la adaptación de la novela “Entre les murs” de François Bégaudeau, curiosamente la misma persona que encarna al protagonista, rodeado de numerosos actores no profesionales que interpretan lo que realmente son en la vida real: profesores, alumnos o padres de alumnos. La película recoge un curso escolar en un instituto asentado en un barrio marginal del París actual y se centra en las clases que François, profesor de Lengua francesa, imparte en una clase de 25 muchachos de diversas etnias y procedencias culturales y de una edad correspondiente a lo que entre nosotros sería 4ºESO. El guión, muy inteligente en cuanto a la dosificación de situaciones a través de un año aunque un tanto precipitado en su tramo final, es el resultado de un taller de interpretación en el que un grupo de profesores y alumnos fueron improvisando durante varios meses respecto al personaje que les tocaba encarnar. En ese sentido, parece ser, por lo que he leído, que algunos chavales especialmente conflictivos en la película no lo son en absoluto en la vida real.

Haciendo honor al título de la novela, más adecuado que el de la película, la historia se encierra entre las cuatro paredes del aula y no hace más concesiones que unos breves momentos en el patio de recreo y algunas secuencias en despachos o salas de profesores. No se nos ha querido mostrar el ambiente exterior del París periférico y poco sabemos de los personajes fuera de sus comportamientos en el instituto. La película se acerca, pues, al más puro documental aunque se advierte una progresiva línea dramática cuando las tensiones internas afloran a la superficie. El plano final es bien elocuente en su austeridad y, al mismo tiempo, cargado de sugerencias: La cámara se detiene en el aula vacía y sólo se oyen a lo lejos los griteríos de los chavales jugando en el patio. La vida sigue después de un curso; y, mientras la vida siga, la educación seguirá teniendo pleno sentido.

Entre las muchas virtudes del film de Laurent Cantet quiero resaltar la doble lectura que propone: Por una parte, la escuela es aquí un microcosmos social que trasciende la realidad de las cuatro paredes del aula para sugerir cómo es la sociedad en que vivimos, con sus mecanismos de poder dentro de un sistema democrático y con las profundas diferencias étnicas y multiculturales, cada vez más crecientes, tanto en jóvenes como en adultos, producto de la inmigración en su vertiente más dolorosa e implacable. Por otra, la película, para quienes formamos el cuerpo docente, transpira autenticidad y credibilidad por los cuatro costados; nos invita continuamente a cotejar nuestras actitudes y las de nuestros alumnos con los personajes que desfilan por la pantalla y nos da a conocer –otro gran acierto—en sólo dos horas el mundo interior del profesor y de los chavales más representativos; al salir del cine, uno no puede olvidarse de Wei, de Esmeralda, de Khoumba o de Souleymane, y los podemos identificar con chavales nuestros –del presente o del pasado—con nombres y apellidos.

Sólo hay dos cosas que me han chocado bastante: una es que se considere falta grave el tuteo de un alumno a un profesor (algo que nosotros ya lo hemos superado con creces), teniendo en cuenta que en la película los profesores son más bien liberales y mantienen cierta cercanía con sus alumnos; la otra es que en una Junta de evaluación estén presentes la delegada y subdelegada de la clase (aunque eso lo hayamos conocido en otras épocas), una situación que conduce irremediablemente al dramático episodio que ocupa el último tercio del film.

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No faltan tampoco en la película muchas cosas de nuestro “día a día”. Pero por encima de esta serie de elementos reconocibles, “La clase” apuesta por la utopía, por la lucha continua y por el no tirar la toalla, por aprender de los alumnos más que enseñarles mucho, por la conciencia de grupo frente a los méritos de nuestro esfuerzo individual, por creer en las personas a las que servimos aunque a veces no se vean resultados, por anteponer la educación en valores por encima del aprendizaje de contenidos, etc. Por todo ello, me parece una película de visión imprescindible para cualquier docente de la escuela pública y de la privada.
Cinemaparadiso1951
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8
6 de septiembre de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Rodada en blanco y negro, y con una estética deudora del cine escandinavo, con el magisterio de Dreyer y de Bergman, esta película sí que requiere verse más de una vez para apreciar sus múltiples sugerencias. El tema no tiene desperdicio: en la Alemania de principios del siglo XX los niños y adolescentes prefiguran, con sus silencios, ocultamientos, mezquindades y sistema educativo incluido, los jóvenes nazis en que se convertirán años después. Un título más que interesante.
Cinemaparadiso1951
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9
4 de septiembre de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
FRANTZ, del ya veterano director francés François Ozon, nos devuelve, como un regalo, el cine de toda la vida: el arte de saber contar una historia que llegue a la sensibilidad del espectador y no le suelte; y con personajes muy humanos que interesan en todo momento. Es, además, FRANTZ un claro alegato contra el absurdo de la guerra y una defensa del derecho a vivir pese a los obstáculos que la Historia (con mayúsculas) se empeña en poner en nuestro camino. Y es también un cine de miradas; como ha dicho algún crítico, la mirada es la auténtica protagonista de este hermoso film.
Cinemaparadiso1951
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9
4 de septiembre de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una pena que, a estas alturas, la realizadora danesa Suzanne Bier no tenga todavía el suficiente reconocimiento por parte del público e incluso de la crítica; porque una mujer que lleva a sus espaldas como directora títulos de la calidad de “Hermanos”, “Después de la boda” y “Cosas que perdimos en el fuego” , ya es para que sonara su nombre mucho más. En “En un mundo mejor”, posiblemente el mejor trabajo de los cuatro que conozco, expone sin concesiones el sufrimiento de los niños y la incapacidad de sus padres, a pesar del sincero afecto que les profesan, de ayudarles a salir de situaciones verdaderamente traumáticas; niños que juegan con la violencia, siendo a un tiempo víctimas y verdugos, y que no saben qué hacer con unas vidas, las suyas, que se han torcido irremediablemente por la pérdida de una madre en un caso, o por la separación de los padres en el otro. Una película excepcional, cuyos personajes transmiten continuamente sus sentimientos al espectador, sin caer nunca en la ñoñería ni en las soluciones fáciles. Un aplauso a Suzanne Bier y a su película.
Cinemaparadiso1951
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7
4 de septiembre de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La segunda realización de Paul Haggis, que me sorprendió con Crash y que no me ha defraudado en absoluto, es EN EL VALLE DE ELAH. Una película que bien podría haber sido dirigida por Clint Eastwood, pues tiene su sello peculiar. No en vano Haggis es del equipo del veterano actor y director y el guionista de la maravillosa Million dollar baby. En el valle de Elah es cine americano del bueno, autocrítico y contundente como thriller de denuncia. En algunas cosas recuerda a Missing (Desaparecido), aunque no llegue a la redondez del film de Costa-Gavras. También aquí una persona dócil al sistema (en este caso la institución militar) llega a plantearse serias dudas sobre la ética de su gobierno al justificar la intervención en Irak; todo con motivo de la misteriosa desaparición de su hijo al regresar de la guerra. De nuevo la sombra del 11-S es alargada y Hollywood transmite inquietudes y cuestionamientos semejantes a los que hace unas décadas planteara con motivo de la guerra de Vietnam. Excelente trabajo actoral: un inmenso Tommy Lee Jones, una Charlize Theron que sacrifica su habitual belleza para dar vida a un personaje valiente y enérgico y una Susan Sarandon en un breve pero intensísimo papel.
Cinemaparadiso1951
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