Majestuoso el primer minuto, con los títulos de crédito. Ese inicio onírico de la serie con Buscemi frente al mar y las botellas de licor flotando entre las olas a sus pies resulta hipnótico. El resto muestra una realidad zafia, corrupta, hipócrita, maniquea, amoral, violenta… y ni una sola secuencia, ni un solo plano parece interpretado sino filmado desde el futuro con una cámara oculta cuando la mafia y parte de la policía se aliaron en los años veinte para enriquecerse con la Ley Seca.

Nuevamente HBO hace diana con una serie. Es verdad que se necesita invertir mucho dinero para deslumbrar desde el primer capítulo, pero lo que deslumbra verdaderamente es la sabia dirección, la perfecta ambientación y la profesionalidad de los actores.

La escena del capítulo piloto en la que el Rolls Royce azul celeste de “Nucky” Thompson (Buscemi) enfila una calle de Atlantic City con casitas similares a cada lado de la acera parece sacada de un cuadro de Edward Hopper, y no es la única. De hecho, muchos de los encuadres y la luz en los planos de día en el paseo junto al mar, son los encuadres y la luz diurna de Edwar Hopper.

Los diálogos están también cuidados, revisados. Jimmy, el veinteañero que aspira a llevar los trajes que lleva Lucky Luciano, a tener tanto dinero como él, le espeta a “Nucky” Thompson su filosofía de vida: “Soy un asesino. No puedes ser un gánster a medias”. Nucky tiene algún escrúpulo, él ninguno y quiere un primer puesto, no se conforma con ser el becario de un mafioso. Esa es la lucha que cuenta la serie. Y la cuenta espléndidamente bien.

Crítica 58

Joven científico rebelde rebotado del centro de investigación por ajustes de presupuesto (supuestamente); colega del científico más torpe y menos agraciado; preadolescente con la visera de la gorra puesta hacia atrás; agentes gubernamentales malos que persiguen a los científicos y entorpecen la investigación; científica madura también rebelde y contra el sistema; señales alienígenas que si sí que si no, más algunas pinceladitas de ecologismo por aquí y por allá… y todo con un aire de telefilm de tarde de domingo. Total, nada nuevo bajo el sol. Ni aburre ni embelesa.

Crítica 52

Estamos en el futuro y ya no hay problemas de escasez de productos energéticos porque ahora la energía provienen de la luna. Sam trabaja en una base minera lunar dedicada a la extracción de helio3 y es el único empleado de la base, así que está en completa soledad si no contamos al robot GERTY 3000 que controla la base y con el que Sam mantiene conversaciones. Le faltan dos semanas para que su contrato de tres años termine y está ilusionado con su regreso a la tierra. Se comunica con su mujer y sabe que ella y su hija también lo echan de menos. Han pasado muy pocos minutos desde el inicio de la película y la historia ya nos ha enganchado.

La historia no va de luchas entre naves interestelares, ni de invasiones alienígenas, no es una cinta de acción sino de reflexión acerca de la identidad del ser humano y de la falta de escrúpulos empresarial. Le falta algo de tensión para acabar de ser una buena película y algunas de las situaciones están resueltas de forma absurda y sin apenas pasión por parte de los implicados, pero al menos se ve con interés porque la propuesta es bastante original. Notable el trabajo de Sam Rockwell, más en el de Sam enfermo que en el sano.

Ver a Jim Carrey en una película de casi dos horas en la que aparece prácticamente en todas las escenas y que no haga muecas exageradas, ya supone darle algún puntillo a la peli. Pero, además, es que esta comedia/drama se apoya en un guión muy original y bastante bien desarrollado, los diálogos son chispeantes y, a pesar de que la premisa de la que parte la historia es de ciencia ficción, todo es natural y nada impostado.

El primer cuarto de hora muestra un esquema claro: chico al que ha dejado su chica conoce a otra chica. Luego, de pronto, la cosa se complica porque te pierdes entre una sucesión rápida de escenas sin aparente conexión y piensas: “Bueno, supongo que todo esto encajará más adelante”. Así que te quedas enganchado a ver qué pasa. Y, poco a poco, se va haciendo la luz.

Vamos a ver, ¿borraría yo el doloroso recuerdo de alguna de mis relaciones nefastas si tuviera ocasión de hacerlo? Posiblemente no, porque he sido capaz de convivir sin mayor trauma con esos recuerdos. Pero me gusta pensar en la posibilidad de un reseteo que garantizara comenzar de nuevo desde cero después de un fiasco sentimental. Eso es lo que básicamente plantea la película.

Las actuaciones de los protagonistas, particularmente la de Kate Winslet, son notables. Si se la ha visto en “El lector”, cuesta trabajo pensar que se trata de la misma actriz porque el cambio físico, que no se apoya únicamente en el maquillaje y el peinado sino en la expresión y el gesto, es extraordinario. A mí eso me merece respeto. Es verdad que me hipnotizaban Marlon Brando o Paul Newman, pero lo cierto es que, en realidad, habían creado un personaje con determinados gestos y es el que repetían en prácticamente todos sus papeles: la forma de expresar el dolor abrazándose a sí mismo de Paul Newman, la manera de ladear la cabeza sonriendo a medias de Brando… Es posible que la personalidad de los buenos actores actuales sea menos arrebatadora, pero me gusta cuando se diluye en favor del personaje que interpretan.

La película entretiene, tiene una buena fotografía y escenas brillantes apoyadas en un guión inteligente que mantienen la atención del espectador. Y todo eso sin necesidad de efectos especiales que absorban presupuestos de millones de dólares como si fuera la paga semanal para chuches, y sin almas truculentamente atormentadas al borde del abismo existencial. ¿Qué más puede pedirse en los tiempos que corren?

Ligera, intrascendente, volátil, con unos toques de humor. Una película que puede verse en la sobremesa mientras nos entra sueñito después de comer, sin tener el cargo de conciencia de que nos hemos perdido algo importante. En el cine es casi una pérdida de tiempo. El malogrado Heath Ledger emula las aventuras de Tom Jones, en el sentido de que se toma a sí mismo con sentido del humor, pero no cautiva en absoluto. El resto del reparto son caras conocidas del cine que hacen su papel correctamente y que simplemente entretienen (lo cual no es algo negativo, aunque no basta para convertir la película en algo más que un mero entretenimiento), pero en ningún caso asombran con su actuación. En resumen: una película correcta sin más.

Crítica 60