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España España · Granada
Críticas de Kikivall
Críticas 1,980
Críticas ordenadas por utilidad
7
21 de noviembre de 2021
7 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tremendo instinto el del director Edgar Wright en rara habilidad para fusionar géneros, lo cual vuelve a poner de manifiesto en esta su última película.

La cinta es un thriller psicológico que nos cuenta sobre una joven entusiasta por el diseño de ropa y que añora a la vez que puede entrar en la década de los años 60 del pasado siglo, donde se da de bruces con un pasado al que pertenecieron su abuela y su madre (ya fallecida). Pero ese tiempo sesentero londinense es algo más de lo que parece, y tendrá sus lúgubres consecuencias.

La joven de provincias (Thomasin McKenzie), estudiante de diseño, recién llegada a Londres ama la música y la moda de los años 60. Tras alquilar un apartamento a una anciana (Diana Rigg) en el Soho, la muchacha comienza a experimentar sueños y visiones que la transportan a aquella década y la conectan con Sandie (Anya Taylor-Joy), una aspirante a cantante.

La cosa es que la muchacha acaba por no distinguir la realidad del delirio y se ve perseguida por fantasmas y obsesionada por aspectos como el suicidio de su madre; la omnipresente música y la moda que sonaba en Carnaby; y el mítico Londres del grupo roquero los Kinks; todo ello envuelve la trama en misterio, suspense y algo de terror.

En la película hay gánsteres, sangre, neones, muchos espejos rotos y música con "Downtown" interpretada Petula Clark. Y cuando aparezca Taylor-Joy como el fantasma primordial omnipresente, la cosa no tendrá vuelta atrás.

La peli es musical, drama con terror y es también comedia. Y, además, una reflexión sobre el propio cine; sobre la imagen que deviene pesadilla y motor de la acción humana; y los reflejos de la realidad que acaban devorando la propia realidad.

Como ya creo haber dicho, singular y genial dirección de Edgar Wright, guion atrevido de Krysty Wilson-Cairns y Wright. Gran música de Steven Price y meritoria fotografía de Chung Chung-hoon para un cine radical pensado para ser visto en la gran pantalla; cine que mola mucho. Sugerente atmósfera compuesta mediante neones y espejos sobre planos de terror, puesta en escena magnífica y agudeza en sus propuestas.

Y un reparto donde sobresalen McKenzie y Taylor-Joy interpretando a dúo el guion a un magnífico compás: sueño, realidad, detrás del espejo, delante, una entra y otra sale… y ojo con Diana Rigg como la ancianita, en su papel póstumo. Acompañando Matt Smith, Terence Stamp, Rita Tushingham, Synnove Karlsen o Joan Skarli, entre otros y todos muy bien.

Al tener tantos lados y enfoques, este filme podría gustar a una gran parte del público: a los que gustan del mundo de la moda; los amantes de los años sesenta; los que gusten de la ciudad de Londres, de la música sesentera, de la intriga, lo psicológico, el terror suave, los fantasmas, etc. De modo que lo más fácil es que esta peli nos abrace y nos llame con alguna de sus muchas lindezas.

Además, la historia es muy visual, trepidante, rítmica, de igual manera es tan inverosímil que no debe alterar el ánimo con su terror de plexiglás, ni aun en sus partes más sombrías.
Kikivall
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8
18 de abril de 2023
6 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Luis XIII está en manos del cardenal Richelieu, y serán los famosos mosqueteros quienes se enfrenten a la guardia del cardenal, que son el equivalente actual a las cloacas de un estado a punto quebrarse en una nueva y fratricida guerra de religión.

Paralelamente, en la historia, D'Artagnan (Civil), intrépido joven, llega a París y tras algunos avatares y diversas circunstancias donde no faltan las citas a duelo, se une a Athos (Cassel), Porthos (Marmaï) y Aramis (Duris), tres valerosos mosqueteros del rey (Garrel).

A partir de aquí, D'Artagnan se enfrentará a las turbias maquinaciones del cardenal Richelieu. Justo cuando se enamora de Constance Bonacieux (Lyna Khoudri), dama y confidente de la reina (Vicky Krieps). En el romance con la Bonacieux, D'Artagnan se expone fatalmente, pues esta pasión le conducirá a quien se convierte en su gran enemiga: Milady de Winter (Green).

Martin Bourboulon se ha decidido por una exquisita ambientación que tira a lo tenebrista (va de un majestuoso vestuario a la oscura y sucia ambientación de la Francia del siglo XVII), y espectáculo garantizado, todo ello con un equilibrio muy conseguido entre acción, amoríos, maquinación política, narración genial y toques de humor, siguiendo la “marca Francia”.

Hay escenas y escenarios muy meritorios como el gran baile en Inglaterra al que asiste D’Artagnan con una misión muy difícil, recuperar unas joyas de la reina y llevarlas de vuelta a Francia con urgencia; impresionantes las persecuciones a caballo, peleas de espadas muy conseguidas o la boda del hermano del rey francés que es un lujo de cámara, acción, vestuario, intriga y escenarios muy bien elegidos.

El director Bourboulon y los guionistas continúan con las peripecias clásicas, escenas de acción contundentes y subrayado de las intrigas políticas y cortesanas, lo cual confiere al filme unos rasgos acordes a la obra de Dumas. Lucimiento de los personajes, una coreografía genial en bailes y fiestas, vestuario muy logrado y unos paisajes maravillosos.

Los dos protagonistas importantes, D’Artagnan y Milady de Winter, son interpretados por un espigado y nervioso François Civil y Eva Green como mujer artera y misteriosa; ambos lo hacen más que bien, atractivos los dos.

A su lado el trío mosquetero, Vincent Cassel (nacido para ser el sobrio y atribulado Athos), Romain Duris y Pio Marmai; con Louis Garrel como el Rey Louis XIII y Vicky Krieps, la reina infiel.

El ritmo de la intriga y el tono de la trama política, religiosa y bélica resultan entretenidos, y le hacen bien a la atmósfera oscura de la historia. Habrá añoranzas a otras versiones, desde luego, pero esta está muy bien.

A todo esto, genial la música de Guillaume Roussel y encomiable la textura de la fotografía de Nicolas Bolduc, amén de un vestuario muy conseguido y veraz y una gran puesta en escena.

Puede que no estemos ante una gran película ni gran cine, pero sí es un cine muy bien hecho e inteligente, a la vez que orgulloso de aprovechar al máximo la gran pantalla para un público propiamente de sala de proyección. No parece que anteriormente haya habido ninguna versión sobre esta novela de Dumas con tantos avances técnicos y recursos de todo tipo.

Hay tomas de seguimiento inmersivas largas con capas de acción que se desarrollan dentro de un marco visual que acredita, pues la visualización no puede ser tan impresionante en otro encuadre, que el espectador está en una sala de cine convencional y no en el salón de su casa. Impresionantes escenarios iluminados, en ocasiones con velas, para su máximo provecho.

Los hombres van con mosquetes y espadas, y las mujeres lucen unos corpiños y artimañas femeninas para seducir. Un producto francés de interés, llevado a cabo por un director solvente como Bourboulon (Eiffel, 2021), que debería ser todos para uno y uno para todos en taquilla.

Pasará D’Artagnan, por su valentía, por su mérito, su habilidad entusiasta y su entrega a la corona, de cadete a mosquetero de pleno derecho en un tiempo récord, ungido por el mismísimo rey como premio a sus muchos méritos.

Pero en la parte final, cuando ya parece que la cosa está por concluir, pero sin concluir, a ver si me explico, en el suspenso de la Parte I, hay un vuelco que dejará a muchos espectadores ansiosos por ver qué sucede a continuación. Milady, que creíamos muerta en fatal caída por un acantilado en Inglaterra, aparece de nuevo con sus malevolencias tras, el hipotético trágico final. Milady rediviva.

La Parte II lleva el nombre D’Artagnan, y la segunda parte que vendrá de nuevo llena de acción, suspense y entretenimiento se llamará Milady. Vale la pena cualquier excusa para resucitar a la atractiva y sugerente Eva Green.

Publicado en revista de cine ENCADENADOS: https://www.encadenados.org/rdc/sin-perdon/6838-los-tres-mosqueteros-d-artagnan-3
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Kikivall
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7
28 de agosto de 2022
6 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un filme en el cual el neoyorquino Jordan Peele (dirección y guion), amante de la fusión entre humor, onirismo y terror, añade abundantes dosis de desconcierto con una historia difícil de clasificar y de asimilar. En principio puede parecer difícil que atraiga a los espectadores, aunque el estreno de la película en los EE. UU. está siendo exitoso.

Desde ese inicio donde una moneda decide el futuro familiar de un par de huérfanos en las afueras de Hollywood, el filme de Peele parece dilatar una búsqueda y la resolución de un misterio, referida al traumático y televisivo pasado infantil del personaje interpretado por Steven Yeun, el director de un parque temático del Oeste.

Los habitantes de ese solitario rancho, barranco incluido, en un pueblo del interior de California, son partícipes de un descubrimiento insólito y turbador. Lo que sigue acerca al miedo, también al humor, todo ello desde la incertidumbre de la trama y un particular tono delirante.

Siendo Daniel Kaluuya el protagonista que se reúne con su hermana Emerald (Keke Palmer), la cinta nos sumerge en una trama de ovnis con poco parecido a otras que hayamos podido ver (un ovni fascinante del cine contemporáneo). Peele aumenta gradualmente la tensión en forma perfecta e implacable, con los recursos adecuados.

Un caballo en una prueba de obstáculos, montado por un mono, dos animales que tienen un peso específico en una historia que no es narrada linealmente, lo que la hace aún más impredecible.

El resultado es fascinante, aunque a muchos espectadores no guste, con sus puntos extraños e incluso surrealistas, la belleza de las imágenes es muestra de un depurado trabajo del director de fotografía Hoyte Van Hoytema, que finalmente me hace concluir que la obra está cargada de talento, dentro de un ejercicio complejo.

Contenido racial (Peele no se anda con rodeos), donde permanece el amor por la cámara y por el esfuerzo de rodar lo imposible en algo que es arte, entretenimiento, periodismo, o cualquiera de sus combinaciones.

Peele proyecta su idea de un cine que ha perdido la capacidad del asombro, de lo artesanal y del sentido primigenio de la maravilla.
Kikivall
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7
16 de junio de 2022
6 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
La cosa es así: Rakel, con 23 años se entera a los seis meses que está encinta. No sabe cómo, cuándo ni con quién tuvo el hijo; esto le supone un conflicto personal. La chica vive fuera de cualquier norma, dibuja cuanto imagina y habla lo que se le antoja de todo el mundo. Además, tiene proyectos diversos. Pero ahora, por lo avanzado del embarazo no puede abortar, y debe continuar con la gestación.

En su vida de cervezas, amores pasajeros, drogas y como dibujante de cómics no había cabida para la maternidad; y ella carece de instinto maternal. Antes de tomar decisiones comienza a dibujar su “Ninjababy”, sobre el feto que lleva dentro. Personaje que no le pondrá fáciles las cosas.

Vienen entonces las aventuras de Rakel por encontrar al padre de la criatura, o por preparar el camino hacia la adopción del bebé, subrayándose las contradicciones morales del personaje.

La situación de la joven con sus parejas es absolutamente demoledora. Por un lado tenemos al amoroso profesor de aikido Mos (Nader Khademi), el único personaje afable y tierno en la historia. O el sorprendente padre del bebé, un irresponsable a quien llaman “Jesús el de las pollas” (Arthur Berning).

Todo ello está tratado con frescura y cierta irreverencia, con naturalidad y una extraña afectividad, donde parece que son los varones los maternales, los que quisieran quedarse con la criatura desde antes de nacer.

Resulta llamativo que, además de ser el lenguaje de Rakel y sus amigas/os procaz, tampoco hay ni pizca de sentimientos genuinos, la palabra amor no existe en el filme, no así la cosa de “follar”; no hay sentimientos positivos y toda la relación íntima se ciñe y limita al sexo, a la cerveza o a consumir drogas.

Música sugerente y envolvente de Kare Vestrheim y excelente la fotografía de Marianne Bakke, así como el juego con las imágenes de animación ("animación emotiva", como la define Flikke).

El reparto es atractivo, con una Kristine Kujath Thorp que se mete dentro del personaje de Rakel, una muchacha ajena a todo compromiso y tan despistada que ni repara en la criatura que lleva en su interior. Destacan también Tora Christine Dietrichson, como su buena amiga Ingrid; Berning, el de “las “pollas” y potencial padre, el machote preñador; me gustó particularmente Nader Khademi, un personaje entrañable, el único afectuoso que sale fuera del frío molde nórdico.

Flikke consigue una obra de corte feminista muy creativa, organizando la puesta en escena tanto en el interior de la mente de la protagonista como fuera, en una mezcla de ideas, dibujos y sketch con humor y cierta impudicia.

Queda reflejada la relación de la joven Rakel con su feto que es dibujado y se filtra en el plano y en la trama con imágenes propias de la ilustración o del cómic, con diálogos psicológicos y existenciales entre la criatura y la madre, el feto (animación) con antifaz que responde con su propio arsenal de comentarios mordaces.

Flikke es una cineasta que gusta cuestionar los límites de género, y rechaza al discurso oficial sobre el instinto maternal. Ella, madre de dos hijos, ha declarado: "El embarazo es la sensación más absurda que jamás haya experimentado".

Película interesante. Desde mi manera de ver, chocante, creo que por venir de una cultura diferente a la latino-mediterránea, o por haber yo tenido una educación donde la maternidad (y el instinto maternal) tiene un valor sustancial.

Publicada en revista de cine Encadenados: http://www.encadenados.org/rdc/sin-perdon/6609-ninjababy-3
Kikivall
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7
25 de julio de 2021
6 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la historia, Dani ha recibido de su familia el amor por la música y las canciones. Pero ha heredado también el miedo al fracaso, pues eso es lo que en realidad fueron sus padres para él, personas ausentes y malogradas.

Dani (Monner) trabaja de camarero, oficio que aparentemente prefiere antes que malvivir de su sueño cantor, sueño que coincide con el de sus padres. Este año, mientras Dani trabaja en una cafetería en Benidorm, la ciudad se puebla de artistas que cantan en bares, hoteles o salas de fiesta. Por cosas del azar conoce a Sandra (Salas), una muchacha con cuya ayuda va a cambiar su manera de entender el arte y la manera de presentarse ante el público.

Película del actor, director y guionista Secun De La Rosa. Con un excelente libreto del propio De La Rosa, estamos ante una atractiva ópera prima, que tiene méritos y no son pocos. Incluso podría decirse que da más de lo que preludian sus características y consigue hacer creíble el universo que dibuja.

Un emocionante, intenso, interesante y voluntarioso debut bailable que llega a ser especie de refrescante helado para estas tórridas tardes de verano. Y también encierra toda una reflexión sobre la vida y el arte de la interpretación, de cómo hay que vivir y emocionarse ante el público para que los asistentes a una actuación de música y canto puedan también emocionarse y participar junto con el intérprete. Un musical de puro pulso y corazón.

Desde el paraíso turístico de Benidorm, la cinta nos habla del fracaso y también de las segundas oportunidades. Utiliza para ello historias personales de diversos aspirantes a cantantes; el personaje Dani que denigra la música por su pasado familiar; su amiga que imita a Adele; una émula de Amy Winehouse interpretada por una destacable Carolina Yuste; y otros.

Refiriéndose a la parte musical del proyecto, en la que se oyen versiones de Antonio Vega, Alaska, Nena Daconte y una original cortesía del ganador de “La voz” Antonio Orozco.

Película que toca de manera directa la fibra sensible de cualquiera que sea mínimamente sensitivo, que seduce por el oído, como todo musical que se precie. Y Benidorm, que vive del turismo de gente mayor animados por jóvenes que imitan a los grandes intérpretes en salones o lugares donde los guiris comen y beben.

La banda sonora se carga de nostalgia con temas del pasado. Aparte, este discotequero filme tiene valor cinematográfico, un buen manejo de la cámara y la excelente fotografía de Santiago Racaj. Una película que dura lo preciso y acierta mucho en casi todos los aspectos: realización, puesta en escena, diálogos, intérpretes y música. Y tiene algo sustancial, una característica misteriosa: tiene alma.

De la Rosa se ha empleado a fondo y ha sabido escribir una carta de amor y agradecimiento a los sufridos artistas de batalla, esas figuras anónimas de las versiones, cantantes de verbenas y de pueblo que entonan e interpretan como si estuvieran en grandes escenarios.

En el reparto Marina Salas es una actriz joven que hace al equilibrio de la obra en el rol de una cantante de cover que sirve como figura que festeja el oficio desde abajo. Junto a ella Àlex Monner interpreta a un camarero de pasado triste y auténtico pavor a triunfar sobre el escenario. Gran trabajo de Carolina Yuste, imitadora de Amy Winehouse. Y figuras de nivel, seguras y con entidad como Susi Sánchez, Carmen Machi y Juan Diego como emotivo abuelo: un trío de ases.

Si estuviéramos en Hollywood, Bollywood o similar, esta obra alcanzaría la fama y la banda sonora sería exitosa y de nivel. Musicales mucho menos graciosos lo han conseguido.

De modo que homenaje y un soplo de aliento a un sector herido con la pandemia y la crisis turística, una película tierna e inocente, un musical teñido de comedia.

De la Rosa hace que pensemos su futuro con expectación y optimismo.
Kikivall
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