Haz click aquí para copiar la URL
España España · Valladolid
Críticas de Marcos B
<< 1 10 13 14 15 16 >>
Críticas 76
Críticas ordenadas por utilidad
Tierras construidas
Documental
España2015
7.3
68
Documental, Intervenciones de: Félix Cuadrado Lomas
8
3 de agosto de 2022
Sé el primero en valorar esta crítica
Una larga fila de personas abarrotando el acceso a los jardines del Museo Nacional de Escultura, inmersos en una cálida noche estival, a la espera para acceder a un espacio mágico de la ciudad. Minutos antes de la cita, Arturo Dueñas, cineasta vallisoletano, hace acto de presencia; dedica unos minutos a saludar cariñosamente a amigos y a los familiares que se han acercado al evento. Puede decirse que la presencia del homenajeado es muy palpable; ya sin estar, la impronta del pintor Félix Cuadrado Lomas es poderosa. La Sala Verde del museo abre sus puertas, convertida en espacio cultural y cine de verano al encuentro del ser humano y los elementos. Arturo Dueñas, trae consigo su película ‘Tierras Construidas’ (2015).

Una película que nace fruto de la casualidad, durante el encuentro de ambos artistas en la Sala Municipal de Exposiciones de Las Francesas. Una exposición antológica de Cuadrado Lomas; una coincidencia crucial y un intercambio de palabras bastaron para sellar el proyecto documental. Las palabras de Arturo Dueñas ponen en antecedentes a los nocturnos espectadores. Tan solo unos minutos más y habrá anochecido totalmente, antes de ponerse en funcionamiento el proyector.

Su director concibe la película durante todo un año de encuentros y entrevistas con el pintor. Sibilinamente la concibe en cuatro episodios, coincidiendo con el otoño, invierno, primavera y verano. Cada estación está subrayada por la música de Antonio Vivaldi, obteniendo cada una un estado de ánimo distinto que se extiende de forma veloz entre el espectador. Planos de Tierra de Campos que se funden con las pinturas de Cuadrado Lomas. No son mares de agua, pero sí con olas al viento; de distinta manera, igualmente, soy capaz de navegar. El otoño nos presenta al pintor, con sentido del humor y la sabiduría que le han concedido el paso de los años. En su estudio: rodeado de lienzos, cuadros, útiles de pintura y recuerdos. Humilde, se abre en canal. Desde sus inicios con los jesuitas, pasando por la escuela de Artes y Oficios, llegando a su ruptura con lo tradicionalmente estipulado en el academicismo más ortodoxo. El momento del aprendizaje autodidacta, en compañía de los volúmenes sobre arte que copan el taller.

Arturo Dueñas nos muestra las estampas invernales entre Valladolid y Palencia. Planos que duran segundos, siguen la senda del pintor en su periplo vital. La cámara se queda estática cuando Félix Cuadrado habla; siempre dispuesta a captar más de una vida fascinante. En una carpeta con la tipografía personal del artista se esconden valiosos dibujos. Estampas puramente invernales que se mezclan con algunas dispuestas a la interpretación. Bodegones y desnudos con escorzos imposibles son acariciados por una mirada sensible. Cuadros personales “sin salida comercial” tapizan el taller: huesos, una cabeza de lechazo desollada. Recuerdos y retratos del Grupo de Simancas; — creo que quedo solo yo vivo —, dice el pintor.

Los primeros tonos verdes brotan en la inmensidad de los campos. Las parcelas creadas por el hombre mediante línea, trazo y color empiezan a dibujarse en la Meseta Castellana. Con la llegada de la primavera asistimos a encuentros familiares. Con cariño, abrazan y besan al artista que tiene entre sus manos un perro pequeño. Las niñas corren de un lado a otro. Visitas de compradores y debate sobre gustos personales. Cuadros que son adquiridos por clases medias e incluso obreros que deciden prescindir de calendarios y prefieren admirar una pintura. Los campos no dejan paso al cielo en el horizonte; atrevimiento rompedor con la Academia.

Un hombre, que llegado el verano se muestra taciturno y melancólico. El viento agita los campos de cultivo y Félix prepara el lienzo. El ímpetu de la juventud le ha abandonado y, con miedo, prepara un gran lienzo. Los achaques no le detienen en preparar lo que serán sus Tierras Construidas. De forma poética el director se mueve entre los trazos de pinceles, brochas y espátula, contagiado por el alma del año que lleva junto al pintor. No necesita de premios, reconocimientos ni glorias a estas alturas. Emocionado lee su manifiesto, mientras la cámara no pierde detalle y el sonido sube levemente. El hombre que modela los campos, los campos que modela al hombre, en comunión con los elementos.

El reloj de arena suelta sus últimos granos. Félix Cuadrado medita sobre la ausencia. Esas generaciones inmediatas que recordarán su nombre, o esas que no lo recordarán. El cine como memoria del hombre ya ausente pero presente. Una parcela de espacio sin salir de La Tierra. Tan llena de espacio, tan llena de vida; deseando que cada observador, cada espectador dé testimonio. Que jamás se pierda, que cada vez que acudamos a aquellas tierras cercanas, podamos ir construyendo. La cámara recorre los lienzos entre los créditos finales. Le cuesta despedirse. Volver es solo cuestión mirar.



https://cinemiamor.wordpress.com/2022/08/03/se-lo-que-vende-pero-tengo-que-pintar-para-mi-tierras-construidas-2015-arturo-duenas-herrero/
Marcos B
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
6
29 de octubre de 2021
Sé el primero en valorar esta crítica
Las relaciones materno-filiales han sido una constante a lo largo de la tradición literaria. También dentro del cine encontramos historias en las que la relación entre hijos y padres se desarrollan de muy diversas formas. Las hay saludables con un comportamiento simbiótico, las hay parasitarias en las que uno de los miembros se beneficia del otro, e incluso pueden ser “tóxicas” cuando uno o los dos miembros se ven condicionados mutuamente. La realizadora argentina, Paula Hernández, recoge elementos de los tres modelos expuestos, y a través de una madre y su hija somos testigos de una relación llena de altibajos emocionales.

Paula Hernández estudia cine en Buenos Aires, y con sus tres primeros largometrajes, 'Herencia' (2001), 'Lluvia' (2008) y 'Los Sonámbulos' (2019) recibe diversos reconocimientos y galardones en festivales tan prestigiosos como el Festival de Cine Iberoamericano de Huelva, Mannheim, o San Sebastián.

Las Siamesas (2020) es su cuarto largometraje, presentado en el 35 Festival de Cine de Mar del Plata, en el que propone la historia de una madre y una hija que se ven condenadas a convivir en una casa que se queda pequeña, si tenemos en cuenta la tensión que se masca en su interior. Stella (Valeria Lois) vive con su madre, Clota (Rita Cortese), y todos los días son un monótono ritual: la hija cuida de la madre dentro de una tensión siempre palpable, llena de reproches mutuos y demasiadas palabras más altas que otras. Tras enterarse del fallecimiento del padre, Stella hereda unos apartamentos en una lejana zona del país donde ve la oportunidad de poder escapar y conquistar su independencia dejando atrás a su madre. Clota, por supuesto, no lo pone fácil y se empeña en acompañarla en el viaje en autobús, perpetrando una unión omnipresente que provoca la asfixia mutua.

Paula Hernández ajusta el minutaje al máximo en los poco más de 80 minutos de duración del film. Durante ese tiempo hace una síntesis en la planificación estructural del film, ahorrando en planos innecesarios y dejando hablar por si misma a la propia película como si de un personaje más se tratara. Escueta en tomas, con los personajes muchas veces separados, utilizando el recurso plano-contraplano para acentuar más si cabe la separación física de madre e hija. El poco entendimiento entre ellas y la situación límite que viven va creciendo acorde van avanzando los minutos del viaje dentro del autobús. Lugar que se convierte en un imprescindible, copando gran parte del nudo de la película, con paradas incluidas para relajar una situación que se vuelve cada vez más insostenible. Stella una y otra vez acosada por su madre, planos cortos en un ambiente opresivo, todo ello para que su madre se encuentre lo más confortable posible. El autobús funciona como un organismo vivo que se convierte en un recipiente lleno de las vivencias y deseos de Stella; sus ansias de volar, de ser libre, sus instintos sexuales reprimidos frente a una madre que teje cada vez más costuras entre ellas, enmarañando sus vidas tornándolas en una no vida.

La necesaria austeridad de la película se convierte en un arma de doble filo. Por un lado el buen aprovechamiento de los recursos cinematográficos, pero por otro lado un film que resulta un tanto “televisivo”. La directora descarga prácticamente todo el peso en las dos actrices principales que ofrecen dos muy buenas interpretaciones. Maneja con solvencia los espacios, pero de tan claustrofóbicos que pretenden ser, terminan produciendo cierta monotonía que sólo se ve rota por las revelaciones del guion. Música discreta, unas veces más acertada que otras; y fotografía sencilla que no termina de cuadrar en todas las ocasiones. Es en el breve tramo final del film donde los frutos que se recogen son más generosos. Paredes que hablan a través imágenes, apenas unas líneas de diálogo, y final de expresividad poderosa y reflexiva. Elementos, esta vez sí, realmente efectivos que no terminan de compensar una forzada parte central que pesa demasiado.

Madres que absorben a sus hijos, e hijos que desean estar sin madre. Una propuesta interesante que se queda a medio camino.



Publicado originalmente en: https://cinemiamor.wordpress.com/2021/10/29/66-seminci-unas-y-carne-desgarradas-las-siamesas-paula-hernandez-2020/
Marcos B
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
6
18 de abril de 2022
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bien es cierto que cuesta encontrar ejemplos en los que el cine lleve sus argumentos hacia la prostitución masculina. Uno de los más conocidos es el llevado a cabo por Paul Schrader en ‘American Gigoló’ (1980). Por supuesto yendo a unos parámetros muy distintos a los que utilizaba Schrader, la óptica se desplaza hacia unos derroteros completamente distintos en la propuesta de C.B. Yi, cineasta taiwanés afincado en Austria, que con su primer largometraje ha sabido aunar con valentía temas tan dispares como la homosexualidad, el amor, la amistad, la familia o, la ya mencionada prostitución. Es valiente porque no es común que el tema se toque con facilidad en el país asiático, en los que la normalización de la diversidad sexual se toma todavía con recelo ante una sociedad que prefiere mirar hacia otro lado; y es dispar porque toma en cuenta los sentimientos de un puñado de almas solitarias con ansias de amar y ser amados.

Fei, nuestro protagonista, se mueve dentro de un mundo en el que vender su cuerpo se convierte en un hecho cotidiano para subsistir. Rodeado de soledad habitada comparte su vida en la ciudad con su novio, mientras intenta llevar una vida. Tiene su círculo de amigos, acude a karaokes con su pareja y no olvida en ningún momento a su familia. Una familia, que pese a que se ve compensada con una importante parte económica, le repudia por su condición sexual. Fei, a raíz de una ruptura sentimental, regresa a su pueblo natal en el que no es demasiado bien recibido. Un pasado no aceptado por el núcleo familiar, sus escarceos con el mundo de la delincuencia y el encuentro con amigos de su infancia le llevarán a regresar a la ciudad en compañía de Long, un muchacho de su pueblo que se verá metido de lleno en el mundo anteriormente vivido por Fei.

La opera prima de C.B. Yi se mueve por distintos ambientes. Hay una gran cantidad de contrastes entre las secuencias en la ciudad, llena de colores y neones, en comparación a esos momentos rurales en los que los ambientes naturales tienen una importante presencia. La cámara juega con numerosos planos largos durante todo el metraje, permitiéndonos contemplar los distintos entornos en los que tiene lugar. Una cámara que se vuelve muchas ocasiones estática y contemplativa, para mostrar otros instantes con planos secuencia durante su primer tercio. La elipsis temporal se utiliza para saltar de una etapa a otra y mostrar sus consecuencias. La banda sonora se mezcla de forma discreta junto con canciones y partituras clásicas. El tempo lento y pausado se adueña del film, consiguiendo largos diálogos y llevándonos hacia los sentimientos de sus protagonistas.

Presentada originalmente en la sección Un Certain Regard del festival de Cannes, llamó la atención por ser una propuesta firme de un director llegado de la escuela de Michael Haneke. Su forma de afrontar la realidad no es habitual dentro de China, lugar en la que se desarrolla la acción, aunque fue rodada de forma íntegra en Taipei (Taiwán). Al margen de las actividades delictivas muestra la represión policial del estado ante la vida homosexual y su persecución. Se presenta en España para la ocasión a través de la XXI Muestra de Cine y Diversidad Sexual de Castilla y León, Cinhomo, celebrada en Valladolid a competición del 29 de marzo al 7 de abril de 2022.

Una mirada siempre interesante y necesaria a personajes situados a la deriva. Un cine íntimo y sensible lleno de matices que se aprecian a fuego lento. C.B. Yi, la anuncia como primer fragmento de una trilogía. Vale la pena seguir esperando y mirar. Al amor no se le pueden poner obstáculos. Un interesante comienzo.



Publicado originalmente en: https://cinemiamor.wordpress.com/2022/04/03/quien-no-se-vende-moneyboys-2022-c-b-yi/
Marcos B
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
5
15 de septiembre de 2021
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los estados alterados de la mente han sido desde el origen de los tiempos, fuente e inspiración para todo tipo de manifestaciones artísticas. Tenemos, ya en literatura, manifestaciones de estados propios de la locura con autores que van desde Robert Louis Stevenson, pasando por Stephen King, y llegando a nombres propios de la producción española, con escritores de la talla de Torcuato Luca de Tena. La pintura con sus exponentes expresionistas y art déco, sobre todo si observamos minuciosamente los cuadros de Edvard Munch o Tamara de Lempicka. Sucede lo mismo en la música, la danza, la arquitectura, la fotografía, y por supuesto si miramos dentro del propio mundo del cine. Imposible no nombrar a maestros cómo Hitchcock, Polanski, o Lynch, que tantas veces se han asomado al abismo de la mente y sus distorsiones.

James Wan, con su ‘Maligno’, no es ajeno a este mundo cerebral, no siendo la primera vez que lo demuestra con otros de sus films; con sus demiurgos psicópatas, ventrílocuos alienados, o mundos dentro de otros mundos si se está dispuesto a travesar el umbral del espejo. Es un hábil artesano que escribe historias personales que por derecho propio ya figuran dentro de la retina de los espectadores; además es un observador inquieto que se empapa de sus influencias, y no duda en darles un toque propio dotando de una envergadura nueva y original a sus planteamientos.

‘Maligno’ está repleta de un humor negrísimo, influencias detectables, fenómenos y sucesos paranormales, acción, y un buen hacer del cine fantástico y de terror, que se conjugan como una amalgama coral, entendiendo su particular mundo como un paseo dentro de una casa del horror. De Wan destaco su cuidadísimo manejo de la cámara, planos secuencia rápidos, ángulaciones cenitales sugerentes, y en este caso particular un homenaje a un mundo analógico prácticamente extinto. La película parte con un prólogo acelerado, unos créditos iniciales muy trabajados en los que no sobra ni un segundo, y que nos remiten al ‘Seven’ de Fincher, para posteriormente funcionar dentro de parámetros más convencionales, y con un giro de muñeca hacer saltar la sartén y dar una vuelta a la tortilla. Un tercio final propio de Lovecraft, repleto de acción, redime muchos momentos anteriores que resultan menos convincentes; pero a su vez produce la sensación de revisión y comprobar si la arquitectura narrativa se sustenta, y si estamos dispuestos a aceptarla como una feliz y azotada locura.

Where is my Mind? (¿Dónde está mi mente?) cantaban The Pixies. Aparece este legendario tema adulterado a lo largo de las secuencias de la película. Se versiona con otro intérprete. Y pese a sus caídas de ritmo pero con su regreso al más puro slasher, nos hace regresar a ese mundo en el que nos perseguían Jason, Freddy, y Michael.

Encerrado entre barrotes, berreando por su liberación en un limbo mental, ‘Maligno’, es un estimulante juego de cara y cruz que sorprende y se introduce en lo más profundo de nuestros cráneos. Suplicando por un nuevo golpe de efecto, Wan, azota de nuevo con su cine y hurga con la daga dentro de llagas que no permite cerrar.



Publicado originalmente en: https://cinemiamor.wordpress.com/2021/09/14/craneos-bipolares-maligno-james-wan-2021/
Marcos B
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
7
21 de junio de 2022
13 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cruzo la puerta de la sala de proyección al encuentro de Jonás Trueba. Hoy visita los Cines Casablanca de Valladolid para presentar ‘Tenéis Que Venir A Verla’, su último largometraje; le encuentro apoyado junto las butacas de la última fila y, con amabilidad exquisita, se presta dispuesto a responder algunas de mis preguntas y ser capturado por el objetivo de mi cámara. —Con humildad y con ganas de sorprenderse a sí mismo—, responde al primer interrogante; pleno de ganas de buscar espectadores y conseguir hacer reflexionar, dentro del microuniverso que está a punto de presentarnos. Un emplazamiento en el que el drama y el humor van de la mano, inherentes a la existencia humana. Me confiesa que la respuesta que está encontrando entre el público es positiva, y que no por ser una película pequeña en extensión es menos interesante. No se casa con referencias directas a otros cineastas. Son los amigos, las conversaciones, la música, los libros e incertidumbres los elementos que nutren su imaginario. Salgo de la sala, aún con su mirada penetrante rebotando en mi cabeza, mientras observo de nuevo el cartel de la película y más enigmas saltan de neurona en neurona; todavía más inquieto. Todavía más motivado que al inicio de la entrevista. Únicamente ocho días de rodaje. Trueba apuesta fuerte.

Fondo azul y créditos en blanco surgiendo en distintas partes del encuadre. Cuatro cartas, cuatro personajes: un póquer de ases perfecto para comenzar. Suena intradiegéticamente el piano de Chano Domínguez, mientras los cuatro planos sostenidos en el tiempo miran y escuchan, haciéndonos complices de sus mudas inquietudes, compartiendo sus sentimientos con el espectador desde el arranque. Jonás Trueba (‘La Virgen de Agosto’, ‘Quien lo Impide’), utiliza una estructura de presentación fragmentada para desembocar en un todo de cuatro personajes, interpretados por Itsaso Arana, Francesco Carril, Irene Escolar y Vito Sanz. Dos parejas, cuatro amigos, y una exhortación: —tenéis que venir a verla—.

Jonás Trueba nos sitúa en los meses de la pandemia. Hace cercanos unos hechos que no han terminado plenamente, impregnados de realidad y mirando de frente al espectador con honestidad; sin ocultar que lo vivido es la única realidad que hay, encontrando validez en el asfalto y los bolardos que inundan la ciudad. Un panorama, presuntamente, nada recomendable para existir. Los versos de Olvido García Valdés son una suerte de voz en off, que se acopla a la perfección con las imágenes y el guion del propio realizador, otorgándole un aura mágica y poética a un discurso con trasfondo melancólico. Esas noches de lectura en confinamiento, un viaje de reinicio en tren al ritmo de los compases de Bill Callahan, que en lengua inglesa transmite tanto los anhelos de sus personajes.

Situaciones corrientes en medio de tantas dudas. Una comida que se carga con la prosa del filósofo alemán Peter Sloterdijk. Una casa en el campo. Una partida de ping-pong en la que los personajes se sueltan cómodos. Un paseo en lo profundo del campo para hallar lo complejo de la sencillez. Sabor a realidad que se acentúa con imágenes en súper 8 mm. Cine dentro del cine.

A Trueba le interesa más el sentimiento que el argumento, mientras esboza los diálogos del guion al filo de cada noche, para conceder a la película el don de la naturalidad; sin apenas sobar, sin adulterar. Un film que nos hace sentir tan cómodos como en una casa, en un acertado símil del propio realizador. Cine que se hace para ser visto en el cine con pequeñas salas de exhibición, entendiendo el cine como una casa a escala pequeña en la que se vierten las diversas situaciones y sus aprendizajes.

Una escapada a lo profundo del bosque para renacer, mientras el viento mece los juncos y se esbozan las sonrisas perdidas, ahora halladas, finalmente recuperadas. Con aire incierto, abierto, en el orgánico fotoquímico. ‘Tenéis Que Venir A Verla’, sin concreciones, sin adornos superfluos, ofreciendo lo que prometía su cartel; funcionando como una oportunidad a ti mismo: aunque a veces duela o no fluya por dónde queramos en la eterna búsqueda de la sonrisa fugaz. El ansiado momento de felicidad, que si parpadeas te pierdes. Let’s move to the country, just me and you.

Jonás Trueba entra de nuevo en la sala, ahora abarrotada, y rompe el hielo en un sentido coloquio. El espectador quiere más dentro de la brevedad del proyecto, y el micrófono va pasando de mano en mano. El coloquio enriquece imágenes y diálogos, acrecentando la necesidad de querer un segundo visionado.

Let’s start a family… Humor y tristeza se dan cita sabiamente en menos de 64 minutos, let’s have a baby, or maybe two. Fragmentos de vida que emocionan.



Publicado originalmente en: https://cinemiamor.wordpress.com/2022/06/21/repentizacion-del-pasado-presente-extrano-teneis-que-venir-a-verla-2022-jonas-trueba/
Marcos B
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
<< 1 10 13 14 15 16 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow