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España España · Valladolid
Críticas de Marcos B
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Críticas 76
Críticas ordenadas por utilidad
7
22 de agosto de 2016
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La fascinación por mirar es una capacidad innata, que dicen que se pierde con el tiempo. La fascinación por mirar varias veces un mismo objeto, está restringida a muy pocas personas. Les sucede a los niños muy pequeños, cuando sus madres les cuentan una historia, y el niño pide una y otra vez escucharla. Dicen que el tiempo merma nuestra capacidad de fascinación, y que nuestra mirada con el paso de los años, se vuelve dispersa y más difusa: viendo, pero sin ser capaz de mirar más allá, aparcando la fascinación del cuento por situaciones mundanas.

Tiene 'Star Trek Beyond' la estructura de un cuento. Sabe muy bien manejar la estructura clásica de inicio, nudo y desenlace. Esa estructura, que conocieron las casi 16000 películas del Hollywood dorado, y que de vez en cuando (cada vez menos), alguien consigue dar con las proporciones de la alquimia exacta, y dotar a la narración del tejido con el que se filman los sueños. No los sueños convencionales, sino aquellos que nos gusta repetir despiertos más de una vez. La capacidad de rescatar las viejas fórmulas del cine de aventuras, y darles forma con los recursos más modernos, sin necesidad de rasgarse las vestiduras. Sin renunciar en un ápice a que funcione el fondo y la forma. Sin lugar a dudas, el guion es la herramienta fundamental para contar historias en el cine. Si a esto se le suma un elenco de actores, en forma y pletóricos de quimica, ya tenemos más de la mitad de la película hecha.

Es cierto que dirige un acertado Justin Lin, pero es el guion de Simon Pegg, apasionado y coherente, el que hace que el cuento merezca plenamente la pena. El que logra contagiarme de ilusión, y ser partícipe de la aventura más honesta y sincera, que el Enterprise no conocía desde sus humildes inicios televisivos. La capacidad de viajar, de ampliar miras y fronteras, sin tener la sensación de que el mecanismo esté forzado. Si a esto le agregamos que la partitura de Michael Giacchino, es rica en texturas, emociones, y sabe precisamente cuando tiene que entrar, duplicamos el poder del cuento y se es capaz de avanzar más lejos, más allá.

En los tiempos que corren, aunar los efectos digitales, con una dirección artística y de maquillaje más tradicional; sin que ello moleste y repercuta en el resultado final, es de lo más difícil que una producción de género puede afrontar. Un género que se diluye en pro de valores más altos y extradiegéticos, que enriquecen lo meramente aparente: la amistad, el compañerismo, y el sentido sano de la aventura y del humor. Las miradas entre Kirk y Spock; el buenrrollismo (y más) entre razas en principio imposibles. La capacidad de hacer del espectador, un miembro más de la tripulación, y que le cueste despegarse de la butaca una vez que empiezan a desfilar los títulos de crédito.

En el arte y en la vida, querer repetir experiencia, es el grado máximo al que se puede aspirar. Querer levantar la cabeza, y volver a mirar las estrellas que nos acompañan desde la noche de los tiempos, es un acto de amor. Ir más allá, como el niño que le pide a su madre, que le cuente por la noche el mismo cuento bien contado de la noche anterior, es la felicidad máxima que una madre puede tener. No se puede ir más allá.


A Belén, esta reseña es para ella.
Marcos B
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6
18 de abril de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quizás de forma involuntaria, la pandemia de Covid-19, sentó las bases que, paulatinamente, se han transformado en las señas de identidad del cine de Enrique García-Vázquez dentro del formato del largometraje. Temas como la introspección, la búsqueda de un sentido propio, o el regreso a las raíces latentes pero no olvidadas, ya aparecían en aquella inesperada película documental que fue ‘Buscando la Película (Verano 2020)'; un trabajo hecho a sí mismo, en el que la exploración de las formas tenían un papel fundamental, algo de iniciático y también de autoconocimiento.

‘Gallo Rojo’ (2023), su segunda película, se traslada a los parámetros de la ficción, con fuertes trazos del cine documental que abordó en su primer trabajo. En ella aborda la decisión de Ana (Pino de Pablos), mudándose al pueblo en el que se encuentran sus orígenes, con el propósito de abrir un cine en pleno éxodo rural. Allí conocerá a Lucía (Lucía Lobato), una muchacha de la gran ciudad que pasa la estación estival en el pueblo. Pronto surgirá entre ellas una historia de amistad y complicidad, que las unirá con fuerza, inmersas en los enclaves del pueblo castellano.

‘Gallo Rojo’, tuvo su première dentro de la sección Castilla y León en Largo de la pasada 68 SEMINCI (Semana Internacional de Cine de Valladolid), continuando su exhibición en el Festival Internacional de Cine Independiente de Ibiza, para llegar a su preestreno fuera de concurso en la XXIII CINHOMO (Muestra Internacional de Cine y Diversidad sexual de Castilla y León); un paso previo a su estreno en salas comerciales españolas que tendrá lugar en el próximo mes de junio.

Enrique García-Vázquez, dilata la experiencia vital de su protagonista, cómo si de estampas costumbristas se trataran. Utiliza un juego metacinematográfico, ocupando buena parte de la trama, consiguiendo regresar al punto de partida que constituyen los pueblos, parajes y casas de los pueblos que se sitúan en un ostracismo instaurado por múltiples motivos. Las conversaciones entre sus personajes, a veces sencillas, otras intensas, van marcando la pauta en consonancia con el entorno rural y sus posibilidades. Los colores, los sonidos, amaneceres y bellos atardeceres, nos hacen viajar al corazón de Montes Torozos en la provincia de Valladolid. Las casas, el arte, su gastronomía, los inmensos campos dorados y su folclore, encuentran su reflejo en esos paseos en bicicleta, o el viajero, que recorre las provincias exponiendo lo que fuimos para comprender en buena manera aquello que somos; verbenas nocturnas de verano y bailes bajo la lluvia mecanizada de los campos de cultivo de regadío.

El cine, comprendido como lugar de reunión, vibra con la algarabía de los niños que ocupan esas enormes casas de perennes puertas abiertas. Lo antiguo y lo nuevo se mezclan, dando lugar a la reflexión sabia que articulan los más mayores del lugar. Los sonidos nos resultan familiares, en una reivindicación por evitar que se dejen de oír; los tonos cromáticos seducen, citando al pintor Félix Cuadrado Lomas, en un “uso del trazo, línea y color”.

De carácter reflexivo, el guion de García-Vázquez se nutre también de las aportaciones de las propias actrices. Aquellas que cantan sin miedo, abriendo por las noches y proyectando en pared en la discreta suntuosidad del Gallo Rojo.



https://cinemiamor.wordpress.com/2024/04/13/de-la-tradicion-y-lo-rural-gallo-rojo-enrique-garcia-vazquez-2023/
Marcos B
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6
9 de mayo de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El salón del piso de Arturo se parece un poco a mi despacho. Los libros germinan del suelo haciendo columnas, las películas en formato físico se amontonan en las estanterías y cuelgan fotografías y pinturas de las paredes. Arturo es un hombre solitario del que poco sabemos. Apenas unos retazos iniciales en los que nos cuenta un episodio de su infancia familiar que marca su existencia para siempre; Arturo es fotógrafo y en muchos aspectos se asemeja al Arturo de ‘Aficionados’ (2009) y al Arturo Dueñas de la vida real. El Arturo de ‘Pessoas’ recorre su camino tomando fotografías. Las que más le gustan son las de personas anónimas que no saben que han sido retratadas. En un muro de su vivienda cuelga una gran ampliación de una mujer fotografiada en Santiago de Cuba años atrás. Esta instantánea le ha proporcionado cierto éxito pero lo que más le obsesiona es la identidad ¿Quién es esa mujer? La única respuesta pasa por hacer el equipaje y regresar a Cuba, ir a buscarla y poder saber sobre ella.

La familia de Arturo está desmembrada en un triángulo de vértices demasiado separados. Él vive en Valladolid, su hija en Madrid y la que fuera su esposa en Barcelona. Greta, que se parece demasiado a Greta Fernández, es la hija de Arturo y ha aparcado su carrera por trabajo. Greta irrumpe en el mostrador del aeropuerto por sorpresa, momentos antes de facturar y cruzar la puerta de embarque hacia Cuba. Padre e hija unidos en un viaje imprevisible, en un país en el que las cicatrices de Fidel Castro aún son muy evidentes.

Arturo Dueñas, filma con realismo y en menos de 80 minutos un periplo que desarrolla su grueso en La Habana, Santiago de Cuba y en menor medida en las calles de Valladolid. Los planos de la película a veces son fotografías dentro de un montaje rápido y entrecortado; es un viaje iniciático con diálogos, encuentros, silencios y toques de road movie. Personas que van y vienen, pocos coches nuevos y los típicos que tiñen de color la isla. Arturo Dueñas utiliza una fotografía luminosa para envolver el film. El diálogo entre padre e hija irá surgiendo a medida que transcurra el viaje, siendo testigos de un acercamiento entre ambos, sin perder el rumbo para localizar a la misteriosa mujer de la fotografía.

Diversos personajes se mezclan en sus vidas: un grupo de muchachos, una enigmática mujer, una familia en la carretera o una pareja de ancianos. Son situaciones cotidianas en las que vamos conociendo la forma de ser de sus protagonistas; unas veces en un bar, otras tomando el desayuno en la terraza del hotel y el interior de los vehículos, fundamental para atravesar las carreteras de Cuba. Un país lleno de pintadas y Castrismo en sus paredes. Un mosaico de localizaciones que nos muestra el día a día de sus habitantes desde la mirada de Arturo y Greta.

La manifestación del Primero de mayo como escenario fundamental. El ir y venir, el ambiente reivindicativo y festivo mientras las esperanzas de encontrar a la mujer de la fotografía se van desvaneciendo. El hastío y la desesperanza se cuelan en las líneas de guion. El azar y el destino son caprichosos y a veces aparecen en el momento y el lugar menos esperado.

La emoción surge en el tercio final de la película. Momentos de retorno y despedidas. Relaciones retomadas y nuevos retratos en paredes que observan fijamente. Uno sabe como se marcha, la verdadera incógnita surge cuando el regreso te transforma con aires de verdad. Directa, verdadera y con pocos artificios. Arturo y Greta dentro y fuera de la gran pantalla. La música de Pedro Guerra nos acompaña, también la lírica de Pessoa.



Publicado originalmente en: https://cinemiamor.wordpress.com/2022/05/09/estampas-de-primero-de-mayo-pessoas-2020-arturo-duenas/
Marcos B
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7
4 de marzo de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine no son sólo imágenes rodadas. En el cine se necesita un imaginero: en este caso tres. Cuando quieres contar hasta seis hay que parpadear seis veces y mirar hacia seis lugares distintos de la habitación. De forma aleatoria, dejándo el proceso de mirada al azar. Una al techo, otra al suelo, a la pared, a la estantería llena de libros, películas y discos. Seis veces y no necesariamente en ese orden o a esos lugares; para luego pensar en cada recodo y hacer germinar historias en la mente.

Yo elegí El Cine cómo las más elevada de las Artes, porque engloba todas las demás. El Septimo Arte: Las Seis más el Espectador; absorto, en proceso catárquico de abstracción.

Más alla de la frontera de cada parpadeo hay una historia, que lleva al computo global de un Todo. No todo lo que se mire tiene que alcanzar la categoria de originalidad, ni ocupar un lugar más relevante que el anterior. Pero cada mirada tiene su encanto, su particular mundo regido por reglas más allá de las nubes, del tiempo y el espacio. ¿No es acaso la vida una sucesión de repeticiones con diferentes matices, y aún así sigue emocionando?

Magnífico trabajo de Andy, Lana Wachowski y Tom Tykwer. Dotado de una arquitectura poderosamente esculpida, que invita a danzar de un lugar a otro con majestuosa música ; repleta de un poderoso y hechizante lirismo.

Por cierto, soy capaz de disfrutar de cada una de las Artes por separado, pero cuando se engarzan con criterio se produce el Milagro.
Marcos B
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7
24 de octubre de 2021
7 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dicen por ahí que vuelve Paul Schrader. Y yo les pregunto: ¿cuándo se fue? Es en los últimos años cuando el realizador y guionista norteamericano ha estado más activo. Podemos echar la vista atrás a su magnífica El Reverendo (2017), protagonizada por Ethan Hawke y Amanda Seyfried. No ha tenido que pasar demasiado tiempo para que el director de Michigan se pusiera de nuevo detrás de las cámaras, y una vez más, firmando el libreto, nos haga llegar un nuevo trabajo que se presenta en España a través de la 66 SEMINCI, festival al que ha estado íntimamente ligado en varias ocasiones, que no duda utilizar como puerta de entrada hacia nuestras fronteras.

Schrader escribe y dirige The Card Counter, protagonizada por Oscar Isaac (Dune, 2021), acompañado por Tye Sheridan, Tiffany Haddish y Willem Dafoe. Con su habitual visceralidad nos sumerge en un submundo de traumas, póquer, venganzas y redención. William Tell (Oscar Isaac), es un ex soldado que vaga por Estados Unidos, viviendo de casino en casino, ganándose la vida como jugador profesional de póquer. Es dentro de este mundo de azar y cartas, cuando se cruzará con viejos fantasmas y personas que hagan que su vida dé un vuelco, replanteándose su existencia mientras decide mostrar sus naipes mirando al futuro. Metido dentro de una espiral de obsesiones y noches de insomnio, dónde una noche se junta con otra y que pase el día siguiente. Atrapado sin salida con la única compañía de picas, diamantes, tréboles y corazones.

Corazones solitarios que el destino caprichoso se empeña en unir. Schrader, utiliza su estilizado tono sucio, muchas veces envenenado, para mostrar el pasado; echando mano de travellings y lentes deformadas que convierten la experiencia en un mundo claustrofóbico que contagia al espectador. Muchos momentos de póquer profesional en los que el espectador sin conocimientos del juego corre el peligro de hundirse, aunque no lastren la narración fundamental del film. No sólo naipes, sino cartas llenas de remordimientos y frustraciones que se giran sin tapujos en un mundo hostil. Personajes que dan el contrapunto necesario para intentar dar la vuelta a la situación. Y mesas, muchas mesas de juego, con tapete verde en las que se deciden los designios de tantas y tantas almas errantes. Todo al compás de la partitura electrónica de Giancarlo Vulcano y las canciones de Robert Levon Green, que nos acompañan en varios momentos de la película.

Schrader no se desata, prefiere dosificar. Lo que no significa que no tengamos momentos muy potentes a lo largo de la trama. No renuncia a bellas secuencias que reflejan el estado de ánimo y del deseo de cambio interior. Precioso el paseo entre William Tell (Oscar Isaac) y La Linda (Tiffany Haddish) en medio de un parque lleno de bombillas de colores en medio de la noche. Pero tampoco renuncia a ser más explícto con los orígenes de los demonios. Momentos que deben ser olvidados y que no dejan de aflorar, y que de forma inevitable se vuelven recurrentes. La mirada se extiende a esos jóvenes perdidos y sin rumbo, que de no corregir su brújula se ven abocados a una incierta deriva de impredecibles consecuencias.

Catarsis y redención. Si hubiese que elegir dos palabras para definir el mensaje de base de la película serían esas. Esas acciones que se hacen muchas veces llevados por las circunstancias, aquellas que no nos hacen sentir orgullosos y terminan pesando para siempre. Como dos mundos separados por un grueso cristal a modo de penitencia antes de poder volver a tocarse. Paul Schrader no pierde la fe y exige tiempo. Tenso e implacable va dando la vuelta a las cartas a su ritmo. Una buena mano de póquer es fruto del azar. Confiemos en la persona que nos mira directamente a los ojos tras el cristal.


Publicado originalmente en: https://cinemiamor.wordpress.com/2021/10/24/66-seminci-cartas-para-redimir-the-card-counter-paul-schrader-2021/
Marcos B
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