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Críticas de antonio lopez herraiz
Críticas 1,210
Críticas ordenadas por utilidad
6
26 de octubre de 2018
13 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al cabo de sólo tres películas, puede decirse que un rasgo distintivo en la filmografía de Carlos Vermut es su pretensión -llevada a buen puerto, por cierto- de conjugar en un mismo espacio la factura visual del anime y el cine asiático contemporáneo, incluso cuando, tal y como sucede aquí, tenemos que esperar a que de carpetazo a su relato para descubrirle en su lado más salvaje y truculento; y frente a eso, su pausada exposición narrativa y la visceralidad con que sus personajes femeninos desatan sus emociones partiendo del dolor más íntimo. Son, éstas ultimas, dos cualidades indisolublemente adscritas al lenguaje dramatúrgico del cine clásico norteamericano, y de igual manera, es imposible asistir a ese rifirrafe continuo de admiración y rivalidad entre Lila Cassen (Najwa Nimri) y Violeta (Eva Llorach) sin recordar a Norma Desmond y Joe Gillis, Jane y Blanche Hudson, Petra Von Kant y Karine, Boris Lermontov y Victoria Paige, y por qué no, Katherine Kenton y Hazie Coogan en 'Al desnudo' (Chuck Palahniuk, Ed. Mondadori) -si bien, ese símil encaja mejor con el papel desempeñado por Carme Elías-. Separar a Carlos Vermut de sus ambiciosas referencias (y aspiraciones) se antoja tan complicado como tratar de avistar, en el cine europeo reciente, otros ejemplos afines de transgresión y modernidad camuflados bajo la grandilocuencia formal del melodrama clásico. Que Carlos Vermut haya bautizado a sus dos criaturas -Lila y Violeta- con tan poca sutileza, o el halo artificioso de divismo orquestado alrededor de una estrella del pop, son simplemente retazos de irrealidad utilizados para coronar un imponente monumento a la cultura kitsch, la soledad y el precio de la fama.
antonio lopez herraiz
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4
8 de julio de 2023
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Posiblemente te estabas subiendo por las paredes y preguntándote (o puede que no) qué habría sido del director de la última de Rambo peleándose contra unos mexicanos -de mentirijilla-, como cuando se estrenó la última de Rambo peleándose contra unos mexicanos -de mentirijilla- y te preguntabas que habría sido del dire de 'Vacaciones en el infierno', una de Mel Gibson en la que se peleaba con mexicanos... auténticos.
Adrian Grünberg -también curró como asistente en 'Frida' o 'Amores perros'- aúna su amor por Mexico y los géneros populares con el juguete veraniego primigenio ¡el cine de tiburones! entregando fresquito y evasivo al público sediento de desmembramientos, palomitas y aire acondicionado (o de verdad si la ves en su habitat natural, un autocine) su relectura jalapeña de 'Deep Blue Sea', tan gozable y ligera como te anticipa su algo engañoso cartel con un ocasional -no se prodiga mucho- tiburón megalodón con poderes psíquicos capaz de causar ilusiones ópticas en sus víctimas:
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
antonio lopez herraiz
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6
21 de julio de 2019
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
'Al agua, gambas' (2019, Maxime Govare & Cédric Le Gallo) no pasará a la historia por inventar algo que no hayamos visto ya en múltiples ocasiones. Otra cinta deportiva sobre un grupo de discriminados u/o inadaptados -¿a qué hay que adaptarse y por qué?- tratando de demostrarle al mundo que a veces la virtud reside en ser diferente. Ahí tendríamos otros precedentes como 'Somos los mejores' (1992, Stephen Herek), 'Elegidos para el triunfo' (1993, Jon Turteltaub), 'Semipro: Un equipo de pelotas' (2008, Ken Alterman), el remake sandleriano 'El clan de los rompehuesos' (2005, Peter Segal) o 'Cuestión de pelotas' (2004, Rawson M. Thurber). Y claro está, el referente europeo más próximo del que esta comedia olímpica trata de sacar tajada, el filón de 'Campeones' (2018, Javier Fesser), con cuyo argumento está más emparentado que en cualquier otro de los ejemplos mencionados: un deportista de élite cuya imagen se ve empañada por su conducta homófoba tendrá que rehabilitarse y, por orden de la Federación, limpiar su imagen entrenando al desastroso equipo de waterpolo 'Las Gambas Purpurina', que representa a Francia en los Gay Games.
La mofa paródica (y autoconsciente) diseñada con premeditación para que te sientas como Homer Simpson dentro de una fábrica metalúrgica, o los constantes gags a costa del amaneramiento siguen ahí, pero circulan con inofensiva liviandad bajo el tamiz ejemplarizante de una moraleja basada en la igualdad y la superación personal.
Govare y Le Gallo manejan los elementos de comedia bufa con el grado justo de incorrección para no resultar ofensivos ni pasarse de políticamente correctos.
antonio lopez herraiz
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7
26 de agosto de 2022
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ande donde ande, es difícil no imaginar a Andrew Davis haciéndose cargo de un thriller de huída y supervivencia como el de los primeros siete episodios de 'La Lista Final', bien hace casi treinta años con Harrison Ford, o 20 años con Arnold Schwarzenneger, buscando de igual forma venganza por la muerte de su familia.
Y no alejándonos, en cierta manera, del círculo de influencias de ese insigne austríaco al que he aludido, no voy a ser yo quien niegue la permanente sombra que gravita entre 'Commando' (1985, Mark Lester) y la pronosticable traca final chusquera y sangrienta -como el resto de la serie, que conste- con home invasion militarizada en su puerto final (y 8°) del entramado.
En algo tenía que notarse la mano produciendo (y dirigiendo el primer episodio) de uno de los más desinhibidos herederos de la acción noventera (Antoine Fuqua), del retoño (Patrick) del roble austríaco poniendo de su parte en el punto desencadenante, y a su yerno en el rudo desempeño de la vendetta.
Lo cierto es que de haberse tratado de un actioner de los 90's también habría cabido una Jeanne Triplehorn en otro o en un idéntico rol al que acomete aquí (y que no detallaré).
Taylor Kitsch sigue recuperándose de su costalazo como cowboy espacial en Disney -aún escuece aquello- y redimiéndose como escudero secundario.
Riley Keough -que hace mucho ganó su derecho a dejar de ser señalada como nietísima ilustre- extrae petróleo de un papel de florero pero catalizadora de la ira de James Reece (un impertérrito Chris Pratt que no le ofrece concesiones al humor).
Un divertimento para amantes -como lo soy yo mismo- del actioner más puro, genuino y reaccionario (me la sopla).
¡Pim! ¡Pam! ¡KABOOM!
antonio lopez herraiz
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7
21 de octubre de 2022
21 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mismo equipo -Collet Serra y Johnson- pero en las antípodas genéricas (y para más ende con la competencia directa) desde la jungla de disneylandia al universo superheroico inasequiblemente renqueante -y casi itinerante- de DC y Warner Bros: francamente, echo de menos los tiempos en que sus héroes inundaban la pantalla del cine o la tv porque sí desde muchísimo antes de 1976. Opino tres tantos de lo mismo con Marvel, dejo constancia.
Así que era cuestión de tiempo que el último rey del blockbuster taquillero - pero cada tantos meses, no años como Cruise- consiguiese desembarcar en el género de la capa... ¿prescindiendo de ella?
Tras cansarse de esperar a la posibilidad de poder encarnar a LOBO, The Rock le echa el guante al antihéroe de Shazam, Black Adam, aunque arrebatándole la nacionalidad egipcia y reemplazándola por la del país ficticio medioriental de Khandaq -como, según sé, es en los comics desde 2003, no vaya a ser que se molestasen en el noreste africano-.
Y puesto que tanto Black Adam como Aladdin son egipcios, justo es que compartan a un mismo villano, el neerlandés Marwan Kenzari que reemplaza a Jafar por Sabbac.
Al margen de lo esperpéntica que pueda sonar la analogía con la que, según el director catalán, 'Black Adam' es el Harry Callahan de los superhéroes, al menos sí que puede atribuírsele el mérito de facturar un híbrido entre el carisma de su estrella y una potente presentación cinematográfica de la JSA (resobada extenuadamente en la tv con varias encarnaciones).
Pierce Brosnan también debuta como super con el poder no tan de cariz místico y mágico como fisonómico consistente en conseguir que le sobresalgan músculos nuevos cuando usa uniforme de guerra y barriga cervecera cuasiseptuagenaria de paisano.
Un espectáculo sólido como una roca con que, no obstante, Warner Bros peca de una hipocresía galopante al lograr tal solidez instando a sus directores a copiar, sin vergüenza, la rúbrica estilística de otro director al que no dejan completar su trabajo.
Con todo, un magnífico ejercicio de imitación en la mejor película hasta la fecha de Jaume Collet-Serra.
antonio lopez herraiz
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