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España España · Barcelona
Críticas de Rómulo
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Críticas 355
Críticas ordenadas por utilidad
8
1 de diciembre de 2021
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Duda razonable - Historia de dos secuestros

Lo que acabo de ver, un documental mexicano publicado por Netflix, es sencilla y llanamente, espeluznante. La deriva de México, incluso para los que hemos vivido muchos años en ese país, no es comprensible y desborda los límites de la razón. Cualquier suposición de la mente más desmedida estaría destinada de antemano al fracaso ante la escalofriante realidad por la que atraviesa la nación mexica.
Como esos crustáceos obligados por mor de su naturaleza a retroceder constantemente, México parece tozudamente empeñado en imitar el comportamiento de tan singular especie.
El testimonio que el documentalista Roberto Hernández nos ofrece en “Duda razonable” es demoledor. En cuatro episodios, resume de manera ágil y eficazmente extractada, el caso de dos secuestros acontecidos en Macuspana, una localidad del Estado de Tabasco fronterizo con Guatemala.
Por este delito, Héctor Muñoz Muñoz, Gonzalo García Hernández, Darwin Morales Ortiz y Juan Luis López García, fueron arrestados en junio de 2015 simplemente porque el destino les colocó en el momento adecuado en el lugar equivocado.
Sin mediar investigación alguna, son encarcelados y torturados con saña por la policía hasta lograr su confesión con la finalidad de presentarlos ante la fiscalía como culpables de un delito que no habían cometido.
Y a pesar de que en el jucio -en la versión más cantinflesca que usted pueda imaginarse- la defensa demuestra la inocencia de sus defendidos más allá de toda duda, el tribunal, en complicidad con la fiscalía, los declara culpables. El rosario de perversas y burdas manipulaciones, al extremo de atentar contra la vida del propio abogado y su familia, utilizadas por la fiscalía en provecho de sus fines, resultan, si no obedecieran a la más demencial de las realidades, una siniestra invención.
No traten, mis improbables lectores, entender, desde la estricta lógica de la cordura, algo que únicamente pertenece al inefable universo del absurdo paradójica e insólitamente normalizado en México.
Y si un país en el que se producen 40 mil asesinatos al año -sin considerar otros miles y miles de diferentes delitos- de los cuales el 93% quedan impunes y donde las cárceles están sobrepobladas, podemos concluir que la inmensa mayoría que las habita son inocentes, mientras que los verdaderos culpables gozan de plena libertad. Así queda demostrado con meridiana claridad en el estremecedor documental del regiomontano Roberto Hernández.
Lo dicho, México es un país ininteligible, surrealista y disparatado, en el que la excepción se eleva a categoría de regla y la corrupción sistémica en todas y cada una de las áreas de la Administración se cobra cada año miles de víctimas inocentes con la consiguente desesperación y sufrimiento de familias enteras. Aterrador.

Emilio Castelló Barreneche
Rómulo
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7
24 de noviembre de 2016
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de la tormenta

Hirokazu Kore-eda, afamado director japonés nacido en la ciudad de Tokio, nos acaba de regalar una auténtica filigrana, un hermoso trabajo de orfrebrería. "Después de la tormenta" en la que él mismo dirige y escribe el guion supone una lección magistral de buen cine en donde no faltan el humor, la ironía y una indispensable buena dosis de mordaz crítica social: "A mi edad hacer amigos significa acudir a más funerales.", es la contestación de una madre cuando su hija le interpela sobre su soledad.
El relato de Kore-eda no esconde una historia excepcional, ni situaciones arrebatadoras que sacudan la conciencia del espectador, ni escenas escabrosas que le provoquen repugnancia o miedo. Por el contrario, la narración es de una sencillez y realismo tan comunes y cotidianos que cualquier espectador puede reconocerse en ellos como en un espejo. No importa que la cinta refleje los problemas familiares de una sociedad tan alejada de nuestras costumbres y culturalmente distinta. Los seres humanos compartimos infinidad de dificultades, unas muy dolorosas, otras más llevaderas, que afectan nuestra existencia de manera semejante. Otra cosa es cómo cada quien afronta sus problemas y la manera con la que encara la adversidad.
Luego entonces ¿qué hace de esta cinta un pequeño y preciado tesoro? Pues la delicadeza, sensibilidad y elegancia con la que Kore-eda trata una cuestión que puede parecer a simple vista poco relevante -ya sea oriente u occidente, tanto da- aunque muy habitual en el ámbito de una sociedad tan desquiciada como confusa en la que para bien o para mal estamos condenados a bracear sin tregua. Sin embargo el tokiota la sublima convirtiéndola en poesía; transforma la aspereza en una caricia suave, los gestos, diálogos y miradas en una dulce sinfonía que interpreta con sutileza y buen gusto al tiempo que convierte las penalidades de la vida diaria en un ejercicio de aceptación y emotiva sabiduría.
Y volveremos a ver a Kirin Kiki, esa adorable, menuda y afectuosa ancianita, maravillosa actriz, de apariencia frágil pero llena de vitalidad y ternura ¿La recuerdan en "Una pastelería en Tokio", -la reseñé aquí en su momento- elaborando aquellos deliciosos pastelitos dorayakis tan apreciados en japón con un mimo y dedicación entrañables?
Ella, así como el resto del elenco vuela a la altura que exige esta pequeña joya pero yo no voy a olvidar en mucho tiempo a Yoko Maki, una deliciosa criatura, delicada como la porcelana, bellísima y expresiva de la que no puedes desviar la vista ni un solo segundo mientras ella aparece iluminando la pantalla.
La educación, la comprensión, la paciencia, la generosidad y, en definitiva, la humanidad que nos redime y distingue como seres racionales, son los hilos con los que Kore-eda cose este deslumbrante ropaje al tiempo que sutura las heridas que los años y las circunstancias abren en cada uno de nosotros cuando tus sueños y expectativas de futuro no se corresponden con la realidad que te ha tocado vivir y la nostalgia de lo que podía haber sido y no fue hieren como una daga y horadan con saña en la llaga abierta de tu presente.

Emilio Castelló Barreneche
Rómulo
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8
9 de octubre de 2015
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
El mundo sigue

“Verás maltratados a los inocentes, perdonados los culpados, menospreciados los buenos, honrados y sublimados los malos; verás los pobres y humildes abatidos, y poder más en todos los negocios el favor que la virtud”. Fray Luis de Granada (Guía de pecadores).

El texto con que Fernando Fernán-Gómez abre su película preludia lo que se nos avecina. Él fue un hombre inabarcable, inclasificable, de un talento superior y todo lo que hacía, absolutamente todo, lo hacía bien. Como actor, guionista o director, o las tres cosas al tiempo -como ocurre con esta pelicula que hoy reseño- y también como escritor o ensayista; en su afan perfeccionista siempre dejaba impreso un sello tan personal que no era sino su marca de excelencia.
"El mundo sigue” se estrenó prácticamente de forma clandestina en un cine de Bilbao, en el año 65, dos años depués de haber sido realizada. La censura franquista puso toda su maquinaria a trabajar para que la película no se viera. Y así fue; después quedó tristemente enlatada y sufrió el más injusto de los olvidos. Ahora se cumplirían 50 años de su inadvertido estreno.
Porque la cinta es soberbia. Expone y airea todas las miserias de la España de esa época y Fernando lo hace de forma cruda, áspera, sin tapujos, ajustándose a la espantosa realidad de aquel país.
La mentira, la prostitución, la falsedad hipócrita de sacristía; el sentido trasnochado y decimonónico del honor a la española, quijotéscamente entendido, que no provoca sino más dolor; la pobreza, el machismo cruel, exacerbado, la necesidad de dinero por cualquier medio capaz de cambiar unos valores sujetos, ya de por sí, con alfileres, están perfectamente retratados. Una sombría y deprimente sociedad que se mueve en el lodazal humillante de la miseria.

Y cuando Fernán-Gómez reproduce magistralmente el ambiente del Madrid callejero, sus bares, sus personajes de barrio, la mala educación, la ignorancia, el menesteroso ambiente del fútbol y las quinielas, la pobreza material y moral, las insalubres, húmedas y sofocantes viviendas, el alma del espectador se desmorona.
¿Me pregunto, si en la primera mitad de la década de los 50 cuando el neorrealismo italiano estalla de éxito, de no haber sido aquí mutilados por un regimen opresor y represor que aplicó la censura de forma implacable, nuestros Fernán-Gomez, Berlanga o Bardem no hubieran competido con los Sica, Rossellini o Visconti? ¿Si no hubieran logrado, tal vez, rayar a su misma altura de haber contado con la misma libertad de los italianos? Desgraciadamente, nunca lo sabremos.

Llama un tanto la atención el lenguaje cinematográfico que emplea el director, demasiado teatral y melodramático para mi gusto cuando en esa época el cine ya utilizaba métodos no tan marcadamente expresivos y más alejados de la influencia del teatro; pero, finalmente, ello no le resta tensión ni dismuye su interés a lo largo del metraje. 

El guion es sólido, está muy bien trenzado y utiliza recursos muy novedosos para su tiempo. El elenco de actores merece -en particular Gemma Cuervo y Lina Canalejas, dos hermanas unidas por un odio atroz e irreconciliable- mención especial pues realizan un magnífico trabajo que es justo destacar.

De forma que, queridos amigos, más vale tarde que nunca, con algo de retraso, 50 años no son nada, he podido ver esta estupenda y desgarradora película.

Emilio Castelló Barreneche
Rómulo
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8
21 de septiembre de 2020
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
The Sinner

Si ustedes, mis improbables lectores, aman las emociones fuertes, disfrutan de los relatos sombríos en los que el alma humana se manifiesta en toda su desgarradora fragilidad, en los que la maldad y la integridad difuminan la línea de una frontera invisible y son capaces de transitar entre la luz y la sombra sin desfallecer por el camino, ésta es su serie.
“The Sinner” -a su disposición en Netflix- consta de tres temporadas y el autor de esta maravilla es el estadounidense Derek Simond,
inspirado en la novela homónima de la escritora alemana Petra Hammesfajr. Cada temporada es una historia cerrada con diferentes actores y escenarios pero hábilmente hilvanada a través de un
mismo protagonista tan singular, ambiguo y desconcertante que secuestra nuestra voluntad desde el primer minuto. Y éste no es otro que el inspector de policía Harry Ambrose, admirablemente interpretado por el actor neoyorquino Bill Pullman en un papel que parece haber sido creado para él, tal es el grado de complejidad e infinidad de registros que imprime a su personaje.
Harry es un investigador tenaz, inteligente y obsesivo. A su asombrosa intuición suma una gran capacidad de observación. Es incansable, astuto, paciente, sumamente meticuloso y jamás se da por vencido. Interviene y resuelve casos que por su presumible transparencia terminarían siendo archivados de no ser por su perspicaz determinación e infalible olfato. Pero, tras su intimidante personalidad se esconde un ser frágil y extremadamente vulnerable. Desde hace tiempo se halla físicamente mermado por una ciática crónica que en ocasiones lo inmoviliza y se convierte en un verdadero martirio. Sin embargo no es esta dolencia la peor carga que soporta. A Harry le duelen otras heridas mucho más profundas, heridas que a pesar del tiempo transcurrido aún no cicatrizan. Todo ello convierte a Harry en un ser hermético, solitario, incapaz de exteriorizar sus emociones, contínuamente enfrentado a dilemas morales y maniatado por sus propias dudas e inseguridades. Las causas de ese infierno interior que le atormenta desde que era un niño nos irán siendo reveladas en el trancurso de la serie.
“The Sinner” no recurre a trillados estereotipos, ni a manoseados métodos de investigación mil veces vistos, lo que la convierte en una serie singular, distinta, enigmática, capaz de acelerar los latidos de nuestro corazón. Se apoya en un potentísimo guion minado de giros sorprendentes en los que los indescifrables misterios que controlan la mente humana se filtran por cada poro de esta inclasificable historia.
Cuenta además con un elenco de extraordinarios actores tales como Matt Bomer o Jessica Biel. Pero sobre todos ellos sobrevuela la sombra de un Bill Pullman imbatible que, con su sola mirada, y a través de impactantes primeros planos, nos interpela, conmueve y estremece.

Emilio Castelló Barreneche
Rómulo
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Shoah
Documental
Francia1985
8.4
4,120
9
20 de octubre de 2015
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Shoah

El 27 de enero de este mismo año (2015) se conmemoró el 70 aniversario de la liberación de Auschwitz, el campo de concentración nazi más tristemente famoso de cuantos existieron, en el episodio probablemente más pavoroso de la historia del hombre.
Pero no era mi intención -los medios darán cumplida nota de este hecho- referirme a ello sino aprovechar la ocasión para recomendarles, en mi opinión, el mejor documental que se ha realizado jamás sobre el holocausto y considerado como una obra maestra en todos los sentidos. Se trata de Shoah (aniquilación en hebreo), con más de nueve horas de metraje, estrenado en 1985 por el francés Claude Lazmann que empleó once largos años en terminarla. No esperen ver aquí imágenes truculentas, cadáveres amontonados, esqueletos, objetos o indumentarias, como en otras realizaciones, destinadas a conmover el siempre dispuesto ánimo sentimental o la lágrima fácil de nuestra virtuosa conciencia. Verán la soledad aterradora de los campos de exterminio tal como son hoy, las vías abandonadas que penetrabann hasta el corazón del campo para depositar su lúgubre carga, no escucharán música alguna que edulcore el espanto, únicamente los sonidos naturales que los micrófonos de ambientación recogen, como el viento, el agua o la lluvia. Lanzmann entrevista con increíble habilidad y sabiduría a testigos de toda índole dando su personal testimonio. Víctimas, verdugos, cómplices y pobladores polacos de distinas aldeas, gente buena y sencilla del campo que veía cómo cada día desaparecían judíos de sus casas, cómo se los llevaban en camiones, a hombres, mujeres, niños, cómo percibían el ácido olor de la carne quemada y podían advertir gigantescas columnas de humo negro, y callaban. No sabíamos, no podíamos imaginarnos algo así, confiesan, pero coincidentemente, mientras tanto, ocupaban sus casas, sus tierras y se apoderaban de sus bienes. Sí, gente buena y sencilla del campo. La reserva más pura, la esencia misma del pueblo polaco.
Búsquenla, consíganla como sea, bien en youtube, en alguna web, en Amazon o cómprenla en un comercio especializado, pero no se la pierdan, vale la pena. De paso reflexionen como protagonistas, no como espectadores. Pudimos ser nosotros mismos. Esas personas no eran diferentes, eran seres humanos, como nosotros, con los mismos anhelos y preocupaciones. Nos ayudará también a entender mejor el pensamiento, tan ferozmente vilipendiado en su momento por unos y otros, de esa extraordinaria, lúcida y prodigiosa inteligencia que fue Hannah Arendt.

Emilio Castelló Barreneche
Rómulo
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