Comedia liviana que sigue los pasos de un misántropo que sueña con borrar del mapa al resto de individuos. Tras la lectura de un manual descubre que usando el poder de su mente puede llegar a hacer realidad sus deseos.

Episodio simple, pavorosamente simple. También previsible. Revela una decepcionante falta de imaginación. La moraleja resulta obvia: la soledad no es buena, necesitamos compañía, un mundo sin personas es aburrido… Hay varios gazapos. El guion parece escrito con desgana, exactamente igual que esta crítica. Se hace eterno.

1847. Una caravana de colonos, proveniente de Ohio, se dirige a California a través de las polvorientas arenas del desierto. Ante el desánimo del grupo, y pensando en la enfermedad de su hijo, Christian Horn decide adelantarse unos metros en busca de provisiones.

Episodio de aliento poético que -al igual que “Execution” o “The Last Flight”- aborda un viaje en el tiempo del pasado al presente. Sentimos la fascinación del protagonista por los usos y costumbres de los años sesenta, así como su desconcierto al contemplar la tecnología de dicha época. Choque de culturas con final esperanzador, puesta en práctica de un imposible, es este un capítulo de notable calidad que se ve sostenido por la magnífica interpretación de Cliff Robertson (“Fascinación”, “Comando en el mar de China”).

Hector B. Poole empieza a escuchar los pensamientos del resto de la gente.

Episodio amable que examina la hipocresía de la sociedad y rastrea las fantasías de los hombres corrientes. Es fácil epatar con el protagonista, un funcionario honrado y sin maldad, de esos que no se encuentran fácilmente. Se pasa en un suspiro y se olvida con la misma rapidez. Está escrito por George Clayton Johnson (“La fuga de Logan”), responsable de 7 capítulos.

Marsha White quiere regalar a su madre un dedal de oro. Pero cuando llega a unos grandes almacenes para adquirirlo empieza a percibir sucesos inexplicables.

Capítulo memorable, de los imprescindibles, que nos introduce en un mundo onírico, mágico, un mundo que parece convivir con el nuestro y que amenaza con atraparnos en sus garras. Consigue un clima opresivo cargado de tensión con escenas aterradoras. De nuevo está presente el miedo a perder la identidad, a que nuestra realidad se resquebraje. Posee un final extrañamente hermoso y poético.

Hubo muchas dificultades a la hora de rodar el episodio, y estuvo envuelto de sospechas de plagio -de “The Thirteenth Floor”, de Frank Gruber, y de “Evening Primrose”, de John Collier-, pero nada de eso nos impide disfrutar viéndolo.

Un profesor de historia guarda un impactante secreto.

El valor de este capítulo estriba en su premisa, muy similar al de una exitosa película del 2007* -y que básicamente propone una vuelta de tuerca al manido tema de la inmortalidad-, y también está relacionado con su desenlace, que aún a día de hoy no ha perdido ni un ápice de fuerza -espectaculares efectos-. Más allá de eso, analizando con frialdad la trama, se le podrían achacar un par de defectillos, quiero decir que algunas cosas que suceden dan la impresión de estar demasiado forzadas**.

Buen papel de Kevin McCarthy (“La invasión de los ladrones de cuerpos”).