Forma parte de un tipo de cine que se agradece ver, dados los tiempos que corren de sandeces, remakes y súper héroes. Si Robert Eggers ya causo buena impresión con ese tétrico y desasogante cuento que fue La Bruja, aquí ha conseguido ir un paso más allá, en parte gracias a un magnífico duelo interpretativo de Dafoe (inmenso y perturbador), y Pattinson (quizás su mejor papel hasta la fecha, salvando otra de los hermanos Safdie, la tremenda "Good Time").
Hay muchas referencias literarias al terror marino, a la mitología y al siglo XIX, aunque yo particularmente he tenido muy presente a Poe, y en parte a Lovecraft. Es el descenso a los infiernos y a la locura, a la bebida de forma desenfrenada de un personaje atormentado, y con claras vocaciones suicidas, aunque sin dar demasiadas pistas al espectador, como ya sucedía en La Bruja. Aparece así un cine muy físico, con un peso definitivo en la estética, sabiendo Edgers la importancia que esta tiene en el terror como género, acompasado de ese estruendo repetitivo del faro. Creo que sería un error pretender literalizarla demasiado, tal cual sucedía en La Bruja. Hay que descender al plano sensorial, sucio y descarnado del propio Pattinson, y dejarnos llevar también por ese intrigante marino que es Dafoe, al tiempo racional y compasivo, que repentinamente cruel e igualmente trastornado.
Quizás no llega en mi caso a ser una película redonda por la precipitación un poco incomprensible en el personaje de Pattison, y una impresión un tanto fragmentaria o episódica de la historia.
Aún así, Eggers filma un portento visual, un duelo actoril inolvidable, y una fotografía (de lo mejor que he visto en años), que hace el resto.

Calvary empieza de la forma que ya conoce todo el mundo. En lo que a mí respecta ya es motivo suficiente para verla, pero lo sorprendente e inesperado es que aquello termine siendo un helenco, un mosaico, tanto de degradaciones como de redenciones cotidianas, ya sean de mayor o menor calado. Están prácticamente todos: el contable cobardica y sosaínas; el hambriento, rico y finalmente vacío y deprimido capitalista; el listo y excéntrico hijo de perra; el perdido de la vida y potencial soldado o marioneta descerebrado; la hija deprimida que no encuentra su sitio en estos tiempos; el abusado, al que han jodido desde pequeño, con una máscara de integración social... Y finalmente está este grandioso cura. Bueno, sabio, compasivo, pero también capaz de beber puntualmente y sacar la mala leche y la violencia, por la comprensiva frustración. En definitiva, el bueno que todos querríamos ser. Sigue en Spoiler

Lo que empieza bien y tenía los elementos necesarios para acabar de la misma manera termina siendo un despropósito inverosímil. Había material para criticar y parodiar, con esos menús de estrellas michelín casi siempre exisitos, pero también un tanto pomposos y siempre exagerados. A poco que se haya probado alguno se sabe de qué hablo. Desde mi perspectiva en la cocina no hacen falta esos tinglados, solo degustar buenos platos, por más que me haya rendir ante el talento y la imaginación de muchos chefs. Saben hacer de todo, no cabe duda, pero mi humilde opinión es que pierden un poco el norte. Además, si hablamos de las exigencias y la estupidez que rodea el mundo michelín, tanto críticos como por supuesto la pléyade y fauna de sus clientes habituales, pues menudo material.
Claro, para hacer una buena película sobre eso uno tendría que haber pensado muy bien lo que iba a escribir, pues tendría que ser poco más de una hora y pico sostenida en diálogos y situaciones mordaces, y una muestra de la forma de trabajo y de relacionarse en estos resutaurantes delirantes, lo que no debe ser fácil. Esto explica el lógico interés de la película cuando se muestran y presentan a los personajes, platos y al chef. Pero no tenían nada más que decir. Daba para un corto, y como no sabían qué hacer (a pesar de contar con Ralph Fiennes y Anya Tayor Joy), empiezan a pasar estupideces escabrosas, facilonas, y sacadas de tono. No la terminé, a pesar de que no me quedaban más de 20 minutos. Una lástima.