Juntamente con John ford, Howard Hawks revolucionó el genero del Western. Sin estos dos personajes claves dentro de la historia cinematográfica cientos de películas no se hubieran realizado.
Río Bravo és, quizá, la mejor de las películas que hizo H.H. En ella están todos los ingredientes de la salsa Hawkeriana.
El protagonista (Wayne, siempre Wayne...), un hombre duro, solitario, que no necesita ayuda para acabar con los bandidos (Quizá el mayor exponente de héroe Hawkeriano sería Cary Grant en SOLO LOS ANGELES TIENEN ALAS).
También entra en escena la mujer Hawkeriana, dura pero al mismo tiempo sensible y con necesidad de ser querida. El amigo borracho no puede faltar en una buena película de H.H (Quién dice borracho dice con cualquier otro problema, siempre que nuestro héroe lo pueda ayudar). Y como no, también entra en escena el que ha sido el mejor actor secundario que jamás ha existido... Walter Brennan. Un viejo testarudo, cojo y medio sordo, que es el ángel protector de todos los demás.
La película, como he mencionado anteriormente, rescata todos los deseos cinematográficos de su director, una puesta en escena simple, con los objetos necesarios como único atrezzo, y con la particular visión fotográfica de H.H, un juego de sombras (sobretodo en las escenas nocturnas) que consiguen una atmósfera opresiva.
De hecho, hay ciertas escenas, que duran pocos segundos, pero que contienen mas tensión que decenas de películas de terror para adolescentes que se ruedan actualmente.
Una película mítica que nadie en su sano juicio debería perderse. Una joya del cine del Oeste y del cine universal.

Pocas cosas pueden decirse de esta película. Para muchos la mejor de la historia, para otros, esta mejor que su antecesora... Para mí, ambas son complementarias, y las pondría en un mismo saco.
En esta se nos muestra la génesis de la familia Corleone, como empezó todo.
La música de Rota quedara siempre en la memoria, y las interpretaciones también...
Pedazo de historia tanto contemporánea como del género.

Jack Lemmon jamás realizó una interpretación dramática como esta, bajo la batuta de Blake Edwards ( director demasiado sobrevalorado), consigue bordar el papel de alcohólico, en todo momento crees que lo es y que jamás podrá dejarlo de ser.
La pareja Lemmon-Remick, en esta película en particular, es de las más logradas en la historia del cine. Una lucha contra un implacable carcelero llamado alcoholismo.

El cine tiene la particularidad de conseguir cosas prácticamente imposibles, como ver a Charlton Heston haciendo de mejicano. Quizá Welles le eligió precisamente por este contrapunto morboso que podía darse, casi siempre Welles acertaba.
Esta es una película antirracista, ante todo. También cuenta la crueldad de los personajes que intervienen en ella. Esa falta total de piedad que destila la película impresiona al momento.
No hay que perderse el plano-secuencia de la explosión del coche, es simplemente magistral, una demostración más del talento de Welles para mantener al espectador a la expectativa.
Una Gran película.

Gracias a un guión sólido, a una fotografía excelente y a una música emocionalmente impactante, Polansky logra que pasemos más de dos horas de verdadera angustia.
La película es en sí misma un microcosmos de destrucción, una lucha para sobrevivir, una constante persecución a la libertad, al aire libre.
El filme consigue ser febril, que te encuentres en una especie de estado catatónico durante el visionado del mismo.
A mi juicio ésta es la obra maestra por antonomasia de Polansky, no la que resume, podríamos decir, su auto-complacencia ( creo que sería El quimérico inquilino), pero esta, Rosemary’s baby está plagada de momentos intensísimos ( las escenas de miedo están fotografiadas desde un punto de vista lejano para el espectador, lo vemos de lejos, vemos aquello que el protagonista no puede ver, y es, en si mismo lo que realmente da miedo, sabemos lo qué pasará antes de que lo sepa el protagonista y nos preocupamos para cuando lo pueda averiguar).