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Críticas de Alfie
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Críticas 256
Críticas ordenadas por utilidad
8
9 de diciembre de 2008
33 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Cómo hacer una copia posterior a una obra con la que ya has triunfado?. ¿Qué interés cinematográfico puede tener el repetirme en una historia, basada en la misma novela, con la que ya me encumbré a mi mismo y a un tal Bogart hace apenas ocho años?. ¿Y cómo trabajar en un mismo año con la complicada aunque maravillosa Virginia Mayo en dos cintas tan geniales como diferentes ("Colorado Territory" y "Al Rojo Vivo")?. A todas estas preguntas y a unas cuantas más te reponde el director americano en este inolvidable autoremake de "El Último Refugio".

Como ya he comentado antes, basándose en la misma novela de Burnett, Walsh cambia la aparencia externa del relato transformándola de un negro oscuro ("El Último Refugio" es a mi entender unas de las muestras más importantes de film noir del director) a un blanco y negro westerniano repleto de simbología y elementos propios del género. El fondo es el idéntico. Raoul Walsh filma exactamente lo mismo. Triángulos amorosos, traiciones, amistades surgidas en extrañas circustancias y sustentadas en otras más raras aún, lealtades, egoismos, fatalidades y un largo etcétera de singularidades humanas que ya plasmara en su anterior obra. Por rodar rueda incluso un final similar.

Sin embargo si algo hay diferente en esta nueva versión ese algo es el reparto interpretativo. Y principalmente en su papel protagonista. Indudable es que Joel McCrea tiene el nivel suficiente para representar a cualquier personaje del lejano oeste y más en particular el de un forajido solitario, curtido en mil batallas y con un fondo honorable que le hace intentar buscar un mejor destino. Incluso esa frialdad de la que se le acusa, y no solo en este papel, creo que le hace bien a su personaje Wes McQueen un tipo que durante la película es preso, perseguido, traicionado, golpeado por la fatalidad, desengañado sentimentalmente y una interminable lista de desgracias a las que en gran parte sobrevive gracias a eso, a esa pasividad y pasotismo que le hacen mirar siempre hacia delante. Eso sí, con el revólver en la mano.

Así pues estamos ante una de esas bonitas curiosidades que se dan en el mundo del cine. Un autoplagio repleto de calidad e interés y rodada con la exquisitez pertinente que caracterizaba al gran director americano. Sin duda para no perdérsela y para disfrutar de una historia que ocho años antes ya había cautivado. Y aunque creía que nunca gritaría esto...¡Viva el plagio!
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Alfie
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8
1 de noviembre de 2008
33 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
Firecreek. Un pueblo. Un rincón donde se refugian perdedores, fracasados, mujeres que quieren olvidar su pasado...Un grupo de pistoleros llegan al pueblo. Nadie los detiene. El abuso y irrespetusoso trato humilla hasta límites insospechados los orgullos, de por sí casi inexitentes, de sus habitantes. Y esperando. Esperando a que un hombre se levante. Grite. Empuñe un revólver y se enfrente a los tiranos. Con una placa artesanal. Pero al fin y al cabo una placa, y lo que representa. Para este momento James Stewart ya ha alcanzado otra vez la cima de la interpretación.

Otra vez. Sí otra vez más. De nuevo y sin aparente esfuerzo. Dialoga, ama, lucha, cuenta cuentos, sostiene manos, se hace un torniquete. Realiza un discurso lleno de pasión, te convence, tiembla y sostiene con fuerza la cuerda del ahorcado. Interpreta. Perdón. INTERPRETA. Actua y representa un héroe que podríamos ser cualquiera. Y por eso siempre es James quien gana. Bueno gana el cine y espectador. Y da igual que le acompañe Henry Fonda. Él, nosotros, ya sabíamos desde el principio que ese granjero tendría razón. E incluso el fuego de las armas también se la daría. "Somos hombres cabalgando sobre cerdos engrasados Johnny". Pero Johnny parece responderle con la mirada: "Sí, pero cuando yo me caiga me levantaré de nuevo".

Pues esto es, a pesar de la penosa traducción del título, otro pedacito más de la carrera de uno de los mejores. O el mejor. Ojos azules no me has dejado hablar de la película. Otra vez, otra vez más, tú has sido el cine.
Alfie
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8
7 de septiembre de 2008
33 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esplendorosa cinta noir dirigida por uno de sus maestros, Mervyn LeRoy, y que cuenta con innumerables detalles de calidad y de buen cine tan escasos hoy en día. El reparto es sensacional. Encabezado por un sublime Robert Taylor y una bellísima Lana Turner la película cuenta con la aparición y consagración de uno de los secundarios con más calidad de la época: Van Helfin. Ganador de un Óscar por esta interpretación borda su papel de un tipo alcohólico, mano derecha del gángster y que empapa de reflexiones el discurrir de los acontecimientos llegando en ocasiones a tutear y sobrepasar la presencia de Taylor en la pantalla. Genial e inovidable interpretación.

Por otra parte la historia, sencilla en sí (otra más de gángsters), cuenta con un guión bastante atractivo y que dota al argumento de innumerables giros y sorpresas que, unidos a la maravillosa dirección de Mervyn LeRoy, hacen mantener la atención hasta el último y definitivo fotograma. De nuevo maravillosa utlización de las sombras y de los primeros planos que consiguen llenar de fuerza la fatídica relación, en este caso de Robert Taylor (Johnny Eager) y Lana Turner (Lisbeth).

Así pues gángters, fiscales, amores fatales, asesinatos, engaños y diálogos con gran carga dramática y emocional se vuelven a entremezclar en este clásico americano y que sin duda no deben perderse si son amantes de este género.
Alfie
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8
7 de marzo de 2010
32 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alcanza Rossellini en “Paisá” su cine más circunstancial. Aquel que no tenía una planificación clara y que era esclavo de las propias situaciones que se les planteaban a los personajes. Unos personajes, por otro lado, que transitan sobre la inmediatez de los acontecimientos presentados de una manera tan espontánea como real. Y es que Rossellini es más que nunca narrador, cronista con su cámara de la liberación de Italia. Pero narrador en todos los aspectos; en la introducción de todos los episodios o, y más importante, en la forma de utilizar sus imágenes, sus planos. Estos, generalmente medios y generales, harán converger en uno la mirada de director y espectador haciendo que éste último se integre completamente en la propia narración y se convierta un “testigo presencial” de excepción. Una vez llegados a esta simbiosis, el film se transforma automáticamente en la exposición verídica y objetiva a la que Rossellini, sin duda, quería llegar.

Intención buscada y nacida solo de la cabeza de un genio. Basta solo con conocer como Rossellini llegó a ese convento y descubrió a esos mojes, con su sencillez y con su ingenuidad, para incluirlos en un episodio maravilloso y que anticipa claramente a “Francesco, Giullare di Dio”. O como utilizó a un regimiento de soldados americanos estacionados cerca de Roma, incluido su material, sus carros blindados o incluso un grupo de soldados alemanes que tenían como prisioneros. Aspectos afortunados, espontáneos o una mezcla de ambos pero que transforman el film en algo único e irrepetible. También en este sentido volver a destacar el contexto bélico natural donde se rueda, con imágenes de la Roma liberada, de la huída de las tropas alemanas, la presencia de una Florencia desconocida y fantasmagórica o el desembarco de las tropas anglo-americanas en Sicilia.

La evolución de los episodios es clara y nuevamente intencionada, adquiriendo más dramatismo conforme estos van avanzando. En especial los dos últimos, que se reivindican como los de más calidad y que obligan al espectador a tomar conciencia de los hechos presentados, tal y como haría en “Roma, Cittá Aperta” o “Germania Anno Zero” las dos otras obras maestras que completan la trilogía de la guerra de Rossellini. Un Roberto que con estas tres películas regala una visión objetiva como pocas del desarrollo de la Gran Guerra y de los posteriores estragos que causó en territorio europeo. “Paisá”, otra muestra de modernidad que, como sus dos hermanas gemelas, se hace completamente necesaria e imprescindible.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Alfie
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7
13 de septiembre de 2009
32 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cine de domingo por la tarde. “Corazones Indomables” forma parte de ese registro cinematográfico que nos acompaña las sobremesas del fin de semana. Cine puro de Ford, costumbrista y patriótico, que disfrutarán como siempre aquellos que se dispongan a verla sin prejuicios y sin dejarse llevar por la apariencia. Entonces, ahondarán en el fondo de la obra y verán las verdaderas intenciones del cineasta. Intenciones por cierto que grabó por primera vez en Technicolor alcanzando una visualidad excepcional. La cantidad de colores, los retratos pictóricos y, en definitiva, las bellas imágenes que acompañan a todo el film hacen de él un regalo para la vista.

El guión es bueno, entretenido y más cercano a la aventura que a otro género. La historia se centra en un joven matrimonio del Este que, antes del comienzo de la Guerra de Independencia, deciden ir hacia el Oeste y establecerse como granjeros cerca de la frontera, en territorio Mohawk. Allí, Lana (Claudette Colbert) y Gil Martin (Henry Fonda), evolucionarán tanto personalmente como en su relación. Golpeados constantemente por las consecuencias de una Guerra ya iniciada, los ataques de los conservadores pro-ingleses y sus aliados indios les dejarán sin casa y les harán vivir situaciones límites con la amenaza de la muerte siempre presente. Destacar sobre todo el personaje de Lana. Mujer de familia acomodada, se irá amoldando a las dificultades de ser una “mujer de frontera” y terminará cumpliendo a la perfección los cánones que presentaban los personajes femeninos de Ford: temperamentos fuertes, de marcado instinto familiar y que no dudan en coger el arma y colocarse al lado de su marido. Esta característica abrió a Colbert un abanico espléndido para lucirse y hacer de su actuación la más destacada de todas. No olvidar tampoco a Edna May Oliver como Mrs. McKlennar, una interpretación personalísima y que le valió una nominación al Óscar como mejor actriz de reparto. Mientras, Fonda se mueve en un registro muy apropiado para él y que le serviría como perfecto preámbulo para encarnar un año después a Tom Joad en “Las Uvas de la Ira”.

La cinta termina con un desenlace fordiano típico donde los planos emotivos o el mensaje final rotundo y moralista aparecen para conmover al espectador. No tan exaltada y aclamada como otras producciones de su filmografía, “Corazones Indomables” es una notable muestra de cine de aventuras que entretiene a la vista mientras se hace la digestión.
Alfie
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