Que Nomadland sea la película triunfadora del año demuestra el melancólico y triste perfil cinematográfico actual.
Una película hermosa, pura, pero lenta y fría; rozando el documental preciosista. Un trabajo de perfil paisajístico y socia, muy lejos de la grandilocuencia y del espectáculo maravilloso que nos absorbía en las pantallas.
En definitiva, otro Oscar a la mejor película fácil de olvidar. Y aunque Nomadland probablemente sea un futuro clásico indie, solo es disfrutable si te dejas llevar, y siempre partiendo de su reminiscencias a Las Uvas de la Ira (eso sí que es un clásico)

Siguen siendo Increíbles, sobretodo la verdadera estrella de la función, el bebe Jack Jack, con sus superlativos 17 poderes.
Una obra que sigue destacando por su despliegue imponente de colores, textura y estética retro. Es normal que haya perdido en efecto sorpresa, pero ahí tenemos la nostalgia para compensar.
Un film dirigido a adultos con alma de niños, los verdaderos niños quizás no valoren tanto su preciosismo, esa que hace de esta película una digna secuela de la ya vetusta en el tiempo, Los Increíbles.

Subiendo un peldaño en la saga. Un thriller penetrante y competente. Protagonizado por la pareja de química sobresaliente en una trama político supremacista de lo mas actual.
Una película que engancha y no decepciona. Con estilo propio, convence con un desarrollo más interesante que los episodios previos. Una correcta disección de la basura interna de un país ejemplar en teoría (y el que esté libre de pecado…).
Que sigan las adaptaciones, si mantienen este nivel. Un film práctico, lúgubre y contundente.

Sólida y cruda ópera prima de Raúl Arévalo. Un thriller brusco y áspero que engancha y atrapa por su cercanía cotidiana e energía secuencial.

La meritoria ganadora de cuatro goyas (incluido el de mejor película) es una cinta perturbadora y desasogante con aliños de western y road movie sobre una base suculenta de grandes interpretaciones actorales.

En resumen, una gran película de estética clásica, sobre una historia directa y al grano, sin servirse de moralinas ni alardes inocuos. Una sucesión despiadada de planos íntimos y conurbanos. Pura melancolía contenida y sinuosa con momentos de cólera emocional que pasarán a la historia de nuestro cine.

Triste y melancólica, sensitiva y vilipendiada epopeya transcendental, que pasará a la historia no por su relativa calidad (que la tiene) sino por las incontables e injustas diatribas recibidas tras su proyección en Cannes.

¿Demasiado presuntuosa? Quizás. ¿Excesivamente forzada? Puede ser. ¿Buscando la conmoción a cualquier precio? Seguramente. ¿Realizada por Gus Van Sant bajo los efectos de las dro…? Bueno, no parece un film Van Sant, eso está claro. Pero es que siempre un autor tiene derecho a variar su camino o estilo. Solo faltaría.
Aspectos negativos que no enturbian los positivos. Y es que por interpretaciones, reflexiones, fotografía, etc. Esta fascinante y hermosa obra merece un visionado. Ya solo la conversación a la luz de la hoguera merece la atención del resto del metraje.