Tras el éxito de la primera entrega, surgió esta segunda parte totalmente superior a la primera, con momentos realmente tensos y unas escenas de acción apasionantes que dejan sin respiración.
Sean Connery siguió siendo de lo mejor de la película y desde luego demostró que podía hacer un Bond mejor y más peligroso e inteligente.

Realmente, de lo mejor de Bond.

En 1962 aparecía de forma discreta en las salas de cine una cinta de espionaje de la que no se esperaba nada, pero que acabó siendo el pasaporte a la fama de su protagonista y el nacimiento del agente más famoso y lóngevo de la historia del cine.

Sin lugar a dudas un muy buen debut en el cine, con ésta película nació el mito de Bond, con momentos que definieron la saga y sus tradiciones que se siguieron durante años y marcaron escuela.

Pero quién más se lleva la palma en este gran ejemplo clásico de cine de aventuras y espías es sin dudas Sean Connery, quién literalmente se convirtió en Bond, quién le dió las cualidades gracias a las cuales este personaje sigue siendo fresco, original y peligroso.

Una de las mejores películas del agente, de la cual recomiendo su visionado.