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Argentina Argentina · Buenos Aires
Críticas de Nostradamus
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Críticas 76
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
7
25 de agosto de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si de entrada hubiera sabido que toda la película transcurría en un auto y que tenía un solo protagonista, no estoy seguro que me hubiera animado a enfrentarla, a pesar que terminé disfrutando, y mucho, de otras cuya ambientación gozaba de la misma austeridad.

Por suerte no lo supe, y me senté de copiloto pasivo junto a Ivan Locke (el personaje que da título al filme) y padecí las atribuladas y decisivas conversaciones que mantuvo a través de bluetooth en tiempo real, y a lo largo de hora y media de trayecto por autopista, para evitar que el mundo que se derrumbaba a su alrededor no lo arrastrara a sus raíces más temidas.

Aquí no existe la espectacularidad a la que los espectadores estamos sometidos permanentemente. Ni siquiera la adrenalina que en envase de celuloide nos inyectan hasta niveles que solo consiguen el efecto contrapuesto. Pero tampoco está presente la indiferencia que nos transmiten la mayoría de los personajes que deambulan por la pantalla mayor, ya que Locke concentra toda nuestra atención y permanentemente nos desafía a plantearnos qué actitud adoptaríamos nosotros en su lugar.

En lo que a mí respecta, afortunadamente iba de acompañante, porque si hubiera estado al frente del volante, seguramente me hubiera “estrolado” a mitad de camino, cosa que no hacen ni un inmejorable Tom Hardy (en la piel de Locke) ni Steven Knight, a cargo del guión y detrás de cámara.
Nostradamus
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4
10 de julio de 2014
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Decir que el humor de Peter Sellers no es para todos, es casi lo mismo que decir que el humor de los hermanos Farrelly tampoco es para todos, y así sucesivamente. Con esto quiero significar que no existe un humor universal, y lo que resulta cómico y gracioso para algunos, puede resultar todo lo contrario para otros tantos. Todo un descubrimiento el mío.

Conocí a Seth MacFarlane a través de “Ted”, su primer largometraje como director y, salvo alguno que otro gag, no me impresionó demasiado y, para ser honesto, su ópera prima ranqueó muy por debajo de mis comedias favoritas. Mis hijos, que lo venían siguiendo a través de “Padre de familia”, me odiaron por esto.

En esta segunda oportunidad que me dio, y quizá buscando el perdón de mis hijos, no sólo confirmé las sospechas que me había despertado Ted, sino que las reafirmé: el tipo no me resulta muy gracioso que digamos, aunque todavía no determiné si no lo es por un defecto mío o de él. Claro que no llegué al extremo de odiarlo tanto como a Adam Sandler y, consciente de mi bajo coeficiente intelectual, ya que mi querida esposa no entiende como me río tanto con Torrente, estaría dispuesto a darle (o darme, porque insisto que no lo sé) una tercera oportunidad.

¿Qué puedo decir de la película? Que cuenta con un buen reparto que secunda a un Seth MacFarlane discreto, una historia sencilla y un par de gags que me hicieron reír. Pero nada que valga sus casi dos horas de duración.
Nostradamus
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2
10 de julio de 2014
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Salvo una buena parte de “La pasión de Cristo” y alguno que otro pasaje de “Jesús de Nazareth”, no recuerdo alguna otra película bíblica que me haya resultado, cuanto menos, interesante.

Y no es porque no haya dedicado unas cuantas horas a este género, que fueron tantas como reclama el metraje que se lleva filmado a la fecha, sino porque casi todas tropiezan, en mayor o menor medida, con la comodidad de la representación literal, sin molestarse siquiera en interpretar con situaciones posibles, incluso para la gente de fe, lo que se quiso significar con palabras escritas hace milenios por testigos que a nuestros ojos podrían parecer ajenos a este mundo. Desde ahí es muy fácil caer en el grotesco y en lo que a nuestro criterio de espectadores contemporáneos, no así de nuestros corazones devotos -por incongruente que resulte-, pueda resultar fantasioso o inverosímil.

A la pregunta de si eso es posible sin contradecir la fe religiosa o, en el peor de los casos, caer en el sacrilegio que puede significar para muchos la libre interpretación de escrituras sagradas a efectos de lograr la verosimilitud que exige el público menos espiritual, por así llamarlo, no tengo respuesta. Y por lo visto hasta aquí, la cinematografía tampoco, ya que viene rebotando de un extremo al otro sin encontrar, a mi juicio, un justo medio que conforme a la mayoría de los “espectadores de cine” (es bueno entrecomillarlo). Y lo digo a riesgo de que resulte una utopía pretenderlo.

Fiel a la letra del tango "Cambalache", este Noé que nos propone Aronofsky no es la excepción a la regla, ni mucho menos, ya que compendia, en su largo desarrollo, todos los desaciertos que cometió el cine que se ocupó de este género. Incluso va más allá, ya que nos ofrece un panorama ecologista a la vez que nos regala pasajes dignos de la obra de Tolkien, convencido, quizás, de que por esa vía también ganaría el corazón de los muchos cristianos que, incomprensiblemente para mí, ven con beneplácito la mitología del escritor inglés.

Aquellos que opinan que la Biblia es un cuento para chicos y puede ser tratada como tal, o los que ni siquiera saben de qué se trata, pero son devotos de las historias de la Tierra Media, seguramente encontrarán en esta película algunas virtudes y pasarán un momento divertido.

De mi parte, no vi más que un compendio de desaciertos que ahorro comentar aquí por aprecio a los estimados visitantes del sitio que se detengan en esta crítica. Simplemente quiero agregar que señores actores de la talla de Crowe, Hopkins y Winstone bien hubieran podido prescindir de la suculenta suma que seguramente les reportó este trabajo, en honor de la buena cinematografía. Supongo que de hambre no se van a morir.

Aunque el neozelandés que encarna a Noé pareciera no tener demasiada conciencia del papel que desempeñó en este concierto de desaciertos, a juzgar por los esfuerzos que desplegó para tener al Sumo Pontífice como “sponsor” de esta pirotécnica parodia bíblica, el cual, si la presenció, seguramente recordó aquella frase del Nuevo Testamento que Lucas pone en boca de Jesús: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen…”.
Nostradamus
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3
18 de marzo de 2014
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Convengamos lo siguiente: ni Seligman es el padre Karras ni Joe es Regan, y aunque sus roles se asemejan, y uno trata de exorcisar los demonios del otro con inciertos resultados que se reservan para el final, el compadecimiento que provocaba la siuación de la pobre Regan se trasladó aquí a los propios espectadores que, coincidiendo con mi postura, debieron lidiar durante cuatro horas (sí, dos suculentas películas) para ver donde desembocaba este dislate.

Karras empuñando su cruz y Seligman su… (se omite porque iría en el spoiler) tratan de devolver la cordura a nuestras poseídas féminas, en un caso por varios demonios y en este otro por una irrefrenable adicción al sexo, mucho más explícito y ginecológicamente ilustrado que la actitud que en un momento adopta Regan con la cruz que le arrebata al pobre Karras.

Y perdón que insista con las comparaciones, pero en aquella recordada cinta de 1973, más allá de las sacudidas que nos hizo dar en las butacas, quedaba bien claro que no había compatibilidad alguna entre Dios y el diablo, entre el bien y el mal, entre lo hermoso y lo horrendo. En cambio en esta, 40 años después, asistimos a un intento cruel, descabellado, denigrante y, sobre todo, fallido por acercar posiciones entre la ciencia, la naturaleza, el arte y la religión con la sexualidad patológica. Así, no hay exorcismo ni final esperanzador que valga.
Nostradamus
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6
20 de febrero de 2014
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta pretenciosa recreación de una de las obras más recordadas y aclamadas de Fellini, como lo es “La dolce vita”, se pasea, detalles más, detalles menos, por los mismos vericuetos que hace más de medio siglo transitó Marcello Rubini, aquel personaje bohemio y confundido que interpretó un joven y ascendente Mastroianni.

En esta oportunidad, pareciera que Jep Gambardella, el personaje central que compone acertadamente Tony Servillo, fuera aquel mismo Marcello, ya sexagenario e igualmente insatisfecho, viviendo ahora los tiempos y el ambiente de la Roma de Berlusconi, la cual, a decir verdad, no pareciera haber cambiado demasiado en esencia.

Al igual que introdujera Fellini, la simbología y el grotesco que da paso a la melancolía se mantienen vigentes, aunque el retrato cínico que se hace de la clase alta romana, a la vez que su decadencia e intrascendencia, se profundizan de la mano de Sorrentino, y los personajes que interactúan y deambulan por la milenaria ciudad, parecieran ahora fantasmas nítidos y coloridos procedentes de aquel descolorido, lejano pero revolucionario cine italiano de aquellos tiempos, cuyos ecos llegan hasta nuestros días… y he aquí la prueba.
Nostradamus
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