No tengo problemas con la violencia en el cine. Tampoco con la casquería. Me he tragado auténticas salvajadas, películas durísimas como Saló, Irreversible o Masacre: ven y mira. La cuestión, es que las mencionadas antes, muestran violencia explicíta, pero lo hacen con un motivo, un objeto. Esta no, es simplemente un catálogo de palizas y mutilaciones. A diferencia del cine de Michael Haneke (realista y duro) no hay reflexión, no hay planteamiento alguno, no hay nada. El final, para el que uno lleva aguantando hora y media, esperando una explicación, es una tomadura de pelo.

Lo peor es que esta película, ni siquiera da miedo. Creo que la única intención del director era provocar repugnancia y malestar en el espectador. Vamos, joder por joder, algo fácil. Si eso es todo lo que sabe hacer este fulano, tal vez debería dedicarse a grabar vídeos para el instituto anatómico forense, o haberse atornillado la mano en la mesa. Pues eso, una gilipollez.

Incomprensible, incoherente, indiferente, ridícula. Recurre sistemáticamente al susto fácil, al montaje mareante. Es un refrito. No es que cuente nada, pero lo que intenta contar lo hace mal. Ni siquiera sirve para pasar el rato. Debieron gastarse toda la pasta en los decorados y los efectos especiales y no les quedó para hacer el guión...madre mía, vaya toligo.

P.D. 1: Que estrenen ya Avatar, y James Cameron demuestre que se puede hacer buen cine comercial y encima de ciencia ficción.

P.D. 2: Por el amor de Dios, que alguien prohiba a Paul W. Anderson dirigir o producir una película el resto de su vida. El castigo si le cogen: ponérselas todas en sesión continua.

Después de verla incluída como una de las 10 mejores series de tv por el más que fiable Hernán Casciari (a quien agradezco que me descubriera maravillas como The wire o battlestar Galáctica) me encuentro con una serie con un guión torpe al que se le ven las costuras, con una realización pobre y simplona que la hace aburrida, personajes maniqueos, diálogos superfluos y forzados, actuaciones teatrales y mayoritariamente ñoñas y situaciones y/o reacciones poco creíbles. Puedo entender que hace 30 años la sangre falsa pareciera acuarela aguada o que las peleas no resulten demasiado convincentes. El resto es poco menos que un zurullo.

Hay cosas mucho más importantes que la tecnología y el presupuesto para dar lugar a una buena obra audiovisual sea en cine o tv.

Contra todo pronóstico, una quinta parte de una saga de terror de serie B dirigida por un desconocido, resulta, no simplemente pasable, sino realmente estimulante. En lugar de abundar en las muertes truculentas sin sentido, los sustos fáciles y todos los tópicos del (mal) género, sorprende con una historia interesante, unos actores solventes con unos personajes bien construidos, una atmósfera angustiosa, y lo más importante, da miedo. Teniendo en cuenta que el terror es uno de mis géneros favoritos, que he visto muchas películas (incluídas todas las de esta saga), y muy muy pocas consiguen acojonarme, lo considero todo un logro. En cuanto al director, con El exorcismo de Emily Rose confirmó su buen hacer (otra que da miedo de verdad).

Excelente documental sobre el fanatismo religioso más abyecto y ponzoñoso. Represión, ignorancia, locura colectiva, manipulación infantil... Se limita a mostrarte a los protagonistas, dejando que ellos mismos se retraten, saliendo mucho peor parados que si les hubieran atacado directamente a la yugular. Tiene varios planos de los niños que te encogen el alma. Uno cree que estas cosas no existen. El joven Levi, bien pudiera haber inspirado al personaje de Paul Danno en "There will be blood". Junto con Promises, sería un programa doble perfecto sobre religión e infancia.