Es curioso cómo una película que no se despega un ápice de lo habitual en su estilo -que no valoro mucho, dicho sea de paso-, ha conseguido llamar mi atención en algunos aspectos y con unos detallitos, que comento más abajo por aquello del "no me la cuentes" y tal.

La historia es buena y te mantiene intrigado hasta el final. Esto junto con las interpretaciones de los dos principales protagonistas, Fernán-Gómez y Sbaraglia, completan los pros de este trabajo.

Los contras vienen por los "tiempos muertos" que contiene, en los que me he aburrido un poco, quizá porque las historias secundarias no tienen relevancia ninguna más allá de servirle de relleno a la principal. También le pasa eso al resto de actores, que protagonizan roles muy insustanciales que aportan poco a la película. La única de la que no se puede decir esto es la Chaplin, que sin embargo llega a cansar con su eterna expresión facial. Se diría que le es imposible cambiar el gesto, lo cual sería una auténtica desgracia.

Se deja ver. Interesante.

No incita a dejar el tabaco, no. Creo que es esta una peli que no puedes ver a la manera que verías cualquier otra. No hay un argumento que seguir, sino una sucesión de imágenes sin mucho sentido, ahora de corte documental, ahora con puntito onírico... que acaba siendo interesante por lo poco común de su propuesta y a pesar de que apenas hay diálogos interesantes durante todo el metraje. Incluso las actuaciones tienen ese tono absurdo e irreal que impregna toda la película, con la Blanchett haciendolo muy bien, Gere realizando su mejor trabajo desde Oficial y Caballero (es broma), y un Bale convincentemente sobreactuado.

Supongo que aquéllos que mejor conozcan las idas y venidas en la vida (o vidas) de Bob Dylan, o los vericuetos de su fructífera lírica, le encontrarán mayor sentido a la "historia", pero seguramente serán también los que más defraudados habrán salido, sin en algún momento pensaron en una biografía lineal y coherente de su idolatrado músico-poeta.

Y, claro, la música es lo que pone la guinda a este pastel cuya crema no termina de cuajar. Incluso aunque no te guste Dylan, puedes disfrutar de la buena química entre sus canciones y el resto del trabajo.

Patética. Hay que tener el listón del sentido del humor por los suelos para decir que esta película es divertida. No hace gracia, no da miedo, las imágenes gore ni siquiera resultan desagradables, el argumento no hay por donde cogerlo... En fin, que lo mejor de este engendro total es su fotografía y que solo dura 122 minutos.

Obviando el hecho de que no soy el tipo de público al que va dirigida esta película (púberes y adolescentes no muy exigentes), la sensación predominante ha sido de aburrimiento total. Una historia que en realidad no es, y en la que lo primordial es el ensordecedor ruido de chatarras en combate, algo así como si estallara una guerra civil entre todas las ferreterías de tu ciudad. No hay ni un solo momento para la diversión y lo que podría ser el punto fuerte de la película -el choque entre gigantescos robots- pronto empieza a cansar y resultar monótonamente excesivo.

Ya digo que lo mejor son las pivas, en especial Megan Fox, a pesar del maquillaje a prueba de ajetreos.

Insufrible pero rentable, como sin duda lo será la tercera entrega, ya en camino.