A quemarropa

La bella Angie Dickinson y el envejecido Lee Marvin, protagonizan esta cinta que basa su interés en una trama de objetivos claros pero de métodos enrevesados. Ambos realizan bien sus papeles, de femme fatale la primera, del tipo más duro de la clase el segundo.

El imaginario de Boorman (que llegaría en “Excalibur” a su auge) tiende a versionar las situaciones que para los demás serían mundanas, y se agradece. Cuesta saber si lo que sucede es parte de la imaginación del protagonista, realidad o simplemente efecto de las drogas, pero lo importante es que sea cuál sea la opción verídica, el resultado sigue siendo el mismo: “el deseo de venganza”.
Las escenas de acción se suceden, la intriga se huele pero se apaña y los comentarios pegadizos trascienden.

Un clásico. “Point Blank” ha creado escuela.

Un hombre es traicionado por su mejor amigo y su mujer tras la finalización de un golpe en la antigua penitenciaria de Alcatraz, dado por muerto y malherido de gravedad deberá cruzar a nado las frías aguas que separan alcatraz de la urbe.
La mirada del dolor que le invade al saberse traicionado, pronto se torna en fría y letal, llena de sed de venganza.
Pasados los años, la venganza y el odio llamaran a las puertas de los implicados en la traición, éstos deberán saldar su deuda económicamente o con la propia vida.
La trama no se anda por las ramas, presenta una premisa clara, concisa y contundente, alguien ha traicionado y robado a un hombre, alguien deberá pagar por ello.
El personaje principal esta interpretado por Lee Marvin, que inunda la historia con su presencia, llena de carisma, intensidad y fuerza.
Los acontecimientos siguen los patrones habituales del cine de venganzas, con un empleo de la violencia contundente, sin concesiones, todo ejecutado por una mente fría y calculadora que no se detendrá hasta satisfacer sus deseos de obtener la parte del botín que le corresponde, llegando a llamar a la puerta de los altos mandos de una gran organización criminal.
Implacable, eficaz e inteligente historia llena de traiciones y codicias, de la que pocos saldrán ilesos.

Un comienzo un tanto estúpido y aburrido da paso, por fortuna, a un thriller bastante violento para la época y de dinámica más que interesante. El bueno de Liberty sigue conservándose en buena forma y se desenvuelve a las mil maravillas entre mamporros y pistolas, aunque algunas peleas no son demasiado creíbles. Un clásico de los tipos duros injustamente olvidado. Sin ser ninguna obra maestra, todavía no ha envejecido lo suficiente; teniendo en cuenta que han pasado más de 40 años, a lo mejor es simplemente buena.

Con ecos tanto en la historia como en los personajes del mejor cine negro clásico, un tono nihilista y una abrumadora estética deudora de la nouvelle vague, esta película de John Boorman, basada en la novela "The Hunter" de Donald E. Westlake (escrita bajo el pseudónimo de Richard Stark), es uno de los más notables títulos de intriga criminal de los años 60, expuesto con una poderosa tensión, una espectacular puesta en escena y una brillante estructura narrativa que ha dejado huella en no pocos cineastas posteriores.

La imponente presencia de un fantástico Lee Marvin como antihéroe impertérrito y deseoso de venganza otorga gran empaque a este estudio psicológico del criminal implacable en su propósito de resarcimiento personal.

La cuota de acción y violencia es considerable en este film, definiendo perfectamente el ambiente delictivo en el que se maneja su protagonista.

Sensacional película que décadas después conocería un inferior remake a cargo de Brian Helgeland con Mel Gibson incorporando al personaje central.

"A quemarropa", es una película desasosegante como pocas, con turbadoras escenas de sexo, decorados no tan realístas, y una dirección acorde con la premisa de la que parte.