Ocho amenos episodios completan una serie fácil de digerir, con algunos personajes complejos y otros menos, actuaciones muy logradas, un guión que va flojeando conforme se desarrollan sus capítulos y, como colofón último, un espoiler...

Las dos protagonistas muestran dos mujeres que en principio no podrían ser más distintas, una extravagante psicópata y una en principio aburrida agente del MI5. Sus caminos se cruzan y comienza una persecución que hará ver que quizás tengan más cosas en común de lo que en principio pudiera parecer. Ciudades europeas, tensión y buenas escenas de acción. Me ha recordado un poco a la serie Alias, por los cambios de escenario y look de la asesina. De los mejores estrenos que he visto últimamente en cuanto a series.

Villanelle te muerde, te araña, te arranca el corazón y te lo devuelve con una mirada que te deja fuera de combate con un Ko tremendo. Te persigue a donde quiera que vayas y la ves en cualquier similitud, fragancia o destello que se le parezca, la intentas odiar y te odias a ti por necesitarla, porque no nos engañemos; es lo que te mantiene viva.
Es por lo que tu corazón late fuerte, como si te pusieran un cuchillo en la garganta ¿no?.
Buscarías cualquier excusa para ir a buscarla, ella es capaz de hacer lo que sea por ti y tu por ella. Si vas a amarla, ámala fuerte, agárrala y deja que te envuelva porque con ella es todo o nada.
Matas por ella, vives por ella, eres incapaz de no verla sin verla. Ella es irresistible y tan frenética que da miedo.

En Killing Eve encontramos un relato cautivador en todos los sentidos. Con un reparto impecable, las interpretaciones de ambas potagonistas son fascinantes.
Por una parte, podemos observar (y disfrutar) del temperamento sociópata y caprichoso de una asesina, que consciente del vacuo valor de la vida, la consume como un alcohólico apurando su último trago, entre desesperada por lo precipitado del tiempo y exultante por el tener aún un último momento.
En la cara opuesta de la moneda está Eve, inteligente y reflexiva, se encuentra atrapada en una vida aparentemente completa, que no le ofrece los estímulos ansiados sobre el frenesí y la efervescencia que habría soñado vivir.
Cuando sus caminos se cruzan, ambas encuentran en la otra esa parte que faltaba, esa pieza del rompecabezas, que hace que todo cobre sentido dentro de un mundo absurdo.
Relaciones imposibles, grandes secundarios, personajes bien dibujados, vestuario impecable y una buena fotografía hacen de esta serie una oportunidad de disfrutar de una extraña historia, bien contada.
Si bien, como casi todo en la vida, empieza mejor que termina.

Confieso que he tardado en llegar a ella, en gran parte por la gran cantidad de series que surgen ahora mismo en el panorama televisivo. Pero no me arrepiento de haber comenzado, aunque sea más tarde que pronto, la magnífica ‘Killing Eve’, que es capaz de ganarte episodio a episodio gracias, sobre todo, al empeño que ponen sus dos protagonistas y lo curiosas que resultan. Porque, en el fondo, ‘Killing Eve’ no trata ningún tema que no hayamos visto ya. Parece que va a ser la enésima caza al asesino, con la psicópata de turno y la mujer que le intenta parar los pies.

Pero no, Villanelle es un auténtico torbellino que arrasa por delante desde su escena de presentación inicial, tirándole el helado a la pobre niña. Tiene un halo de imprevisibilidad que hace que no sepas qué esperar de cada episodio. Ya sea vestida con un traje rosa pomposo o metida en faena para eliminar a quien sea, Jodie Comer imprime muchísima fuerza al personaje, siendo todo un descubrimiento. Lo hace suyo y lo convierte en algo completamente diferente a todo lo que hayamos visto antes en otros shows parecidos. A ratos psicópata, otras veces, divertida e, incluso, hay veces que hasta la entenderías.

Por otro lado, Sandra Oh, el contrapunto del villano. Mujer felizmente casada, con ganas de aspirar a algo más. Cuando arranca la investigación, se convierte en una mujer obsesionada por darle caza y terminar con los múltiples asesinatos que Villanelle y la organización que está detrás dejan a su paso. Pero, cuanto más conoce de su rival, más quiere saber de ella y entender el porqué de las cosas sin darse cuenta del grado de obsesión que tiene del tema.

Por todas estas razones, los capítulos de cuarenta minutos de duración se devoran solos. La trama avanza y avanza y todo el tiempo están sucediendo cosas. El hecho de que sea una temporada corta de apenas ocho episodios la hacen todavía más apetecible. ‘Killing Eve’ es un disfrute de principio a fin.

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