Muerte muerte muerte

A pesar de que el inicio puede parecer prometedor, pronto la ilusión se desvanece al ver como un grupo de niñatos malcriados se diluyen en una ceremonia absurda en la que lo único que deseas es que se los vayan cepillando a todos cuanto antes, porque es lo que semejantes personajes se merecen. Un sinsentido con diálogos patéticos y grotescos que conduce a un final tan absurdo como todo el conjunto, en el que se salvan un par de situaciones, gracias a que producen más hilaridad que terror.

Emerge como un slasher que, lejos de reinventar el género, ofrece una representación genuina y atinada de la generación Z. La película, dirigida por Halina Reijn y producida por A24, nos sumerge en una historia donde un juego entre amigos se convierte en un misterioso caso de asesinato durante un huracán en una mansión aislada.

El filme no pretende ser innovador en su concepto, pero sí en su ejecución, recordando a los clásicos thrillers de Agatha Christie y películas icónicas como Scream. Sin embargo, lo que realmente destaca es su capacidad para satirizar y al mismo tiempo respetar a sus personajes juveniles, evitando caer en clichés y ofreciendo una crítica social aguda.

La dirección de Reijn es elogiable, logrando escenas llenas de tensión y humor negro, mientras que las actuaciones, especialmente de Amandla Stenberg, Maria Bakalova y Rachel Sennott, son destacables por su autenticidad y dinamismo. En resumen, es una comedia de terror que, aunque no revoluciona, sí refresca el género con su mirada contemporánea y su divertida crítica a la cultura actual.

Cinco tías locas como cencerros, un pobre hombre que se quiere zumbar a alguien y un pijo yonki y subnormal en una coctelera. Le metes una sexta subnormal en la dirección y te sale este fantástico batido de mierda.

Diálogos estúpidos. Situaciones inexplicables. Ni Dios tiene dos dedos de frente. Un despropósito detrás de otro. Que tenga un 5.7 da una idea de hacia donde va el mundo. Y cuidado, soy fan de hollywood, no un gafapasta que ve cine de Europa del este.

En serio, no perdáis el tiempo con esta bazofia.

Bodies Bodies Bodies ofrece una trama intrigante y personajes interesantes que mantienen al público comprometido. Aunque algunas partes podrían haber sido más desarrolladas y otras tantas no profundizar tanto en ellas, la película logra ofrecer una experiencia satisfactoria en general, con su estilo narrativo fluido y giros sorprendentes como el desenlace final.

Flojo slasher donde unos niñatos bien llevan demasiado lejos sus neuras descerebradas de chat de whatsapp. Se reúnen en la mansión de los padres de uno de ellos y, tras jugar a una especie de cluedo mongólico, comienzan a sucederse las muertes. Toca adivinar quien es el asesino.

No se cortan un pelo en mostrarnos a la chavalada protagonista como una patulea de entes odiables y absolutamente prescindibles. Se deja claro desde el primer minuto que el mundo no lloraría la ausencia de ninguno de ellos. Generación Z podrida de dinero y carente de problemas reales en sus vidas, de modo que solo les queda inundar sus vacías existencias con problemas ficticios a los que dan categoría de hecatombe. Semejante retrato produce tal rechazo que te quita las ganas hasta de verles caer uno a uno. Tal es el hastío y la desgana que provocan.

Es un film que será apreciado por un público similar a los protagonistas: gente sin bagaje (en este caso, cinematográfico) dispuesta a celebrar cualquier chorrada como si del descubrimiento del fuego se tratase. No hay ni rastro de comedia, el thriller carece de toda tensión y no hay una sola escena que lleve ni al más leve sobresalto. Haber cuidado este aspecto hubiera perdonado todo lo anterior. A fin de cuentas, aunque abyecta e inane, no podemos dejar de admitir que este tipo de fauna existe. Hablar de ella puede funcionar, pero sin un contexto cinematográfico adecuado, genera apatía.