Four Lions

El humor inglés no es para todos, lo sabemos. Es ácido, irreverente y aborrece lo políticamente correcto. O sea que se parece a la España de hace 30 años más o menos, para quien lo hubiese olvidado. Si cuatro idiotas no fuesen pocos se agrega un quinto y ellos se encargan de desgranarnos sus fútiles, estúpidos, contradictorios motivos para justificar lo injustificable: un atentado terrorista. La dirección de arte sucia y la cámara inestable, amén de un trabajo de actores impecable y un guión lúcido y despiadado nos permite entrar en la mente de un jihadista y experimentar el vacío neumático por los minutos del metraje. Como el tema no es nada ligero, la comedia negra proporciona el medio apto para conservar una saludable distancia sin ponernos a dar de gritos ni partir hacia las cruzadas. ¡Ah! Y el que no entiende la ironía, pues ni se moleste en mirarla.

"Four Lions" es, como resumo en el título de esta crítica, una sensacional sátira política post-11/S, y posterior a los atentados de Londres de 2005. No obstante, es un film difícil de clasificar, ya que la sátira, el humor, la descripción social e ideológica, el suspense y el "thriller" se alternan y se unen en una amalgama brillante. Sin duda, es un film atrevido, valiente y divertido como pocos, en el que no sólo los terroristas "yihadistas" quedan como unos tontos; también los ingleses de pura cepa quedan bastante mal parados, por ejemplo, el negociador encarnado por Benedict Cumberbatch.

Morris estudia el comportamiento de un grupo de hombres, y el comportamiento humano, dejando como regusto una sensación desoladora sobre la naturaleza humana. Y todo ello, sin dejar de divertir. Sólo por eso es una gran película.

Las escenas que transcurren en el desierto pakistaní se rodaron en España.

La música de los títulos finales de crédito es muy bonita.

Para mí es una de las mejores sátiras políticas del cine, desde "¿Teléfono rojo?,volamos hacia Moscú" (Dr. Strangelove or: How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb, 1963), de Stanley Kubrick.

Pues me vais a perdonar, pero no le he visto la gracia a Four Lions. Pero ni por asomo.
Y no porque no me guste el tema que trata, o porque crea que no se deba hacer humor con el terrorismo ni ninguna tontería semejante. Sencillamente no me han hecho gracia los chistes ni los personajes.
Estamos de acuerdo en que el simple hecho de que exista una película como Four lions es un milagro. No me puedo imaginar las reacciones que debió soportar Chris Morris cuando se estrenó la película, por no mencionar las amenazas que seguro recibió. Más que con La vida de Brian (con la que sin duda comparte la crítica hacia todo tipo de fanatismos religiosos), creo que se asemeja más a El gran dictador, por las agallas que requirió hacerla en ese momento de la historia, las mismas que tuvo Chaplin en el 40 para filmar semejante obra maestra y semejante burla de Hitler, en mitad de la Segunda Guerra Mundial. En esto estamos todos de acuerdo. Pero ese final tan sumamente dramático sin duda resulta confuso e incoherente con el tono visto en el resto de la película, el estilo de Morris al dirigir es descuidado y casi documental, y, como decíamos, los chistes no tienen demasiada gracia.
Se salva porque los actores son fabulosos y por esa intención inicial que comentábamos, pero como película sus resultados son bastante justitos.

“Four Lions” tiene el enorme mérito de ser, a mi entender, la única comedia que ha sido capaz de parodiar un tema tan espinoso como el terrorismo sin caer en la banalización ni, creo, ofender a ninguna víctima. No creo que haya ningún secreto ni ninguna fórmula mágica, más allá del valor para atreverse a innovar, el talento creativo, el esfuerzo de querer hacer las cosas bien y tener las ideas claras sobre quiénes son los buenos y quiénes son los malos en todo esto, pero, si acaso, sí es posible mencionar algunos aspectos clave.

Yo creo que por encima de todo, incluso de la sensibilidad, está el tema de haber pensado ideas graciosas que transmitir. A lo largo de la película, “Four Lions” expone muchas situaciones cómicas, de un humor sutil e inteligente, que es capaz de desarrollar de la manera más hilarante posible. Siempre he dicho que una comedia en la que no aparece gracia es sólo una película en la que pasan cosas raras a las que es imposible encontrar el sentido. En el caso de los chistes políticos, si no tienen gracia son simplemente propaganda, el típico caso de humoristas sin, aparentemente, color ideológico, que ridiculizan la ideología contraria con chascarrillos poco trabajados que no tienen como objetivo la risa del espectador sino su voto. El hecho de que la sonrisa y la carcajada sobrevuelen permanentemente la película, disipa las dudas sobre la intencionalidad de la película, en el caso de que alguien dudara de que se está amparando o banalizando el terrorismo islámico.

Luego está el tener las cosas claras y dejar patente en todo momento que es una parodia con mensaje político: los terroristas son los malos. Ridículos, pero malos. Nos reímos de ellos, no con ellos. Sin dobleces, sin admitir que puedan llevar parte de razón, o razón en algo o haya que entender los motivos de que sean unos asquerosos y unos asesinos. Me vienen a la cabeza los programas de la televisión pública vasca donde bajo la capa cómica de unos personajes que interpretan a terroristas de ETA, se deja caer ocasionalmente, de manera inocente, como de pasada, como sin querer, que las víctimas o los políticos no nacionalistas también tienen son cómicos y que unos y otros tienen sus cosas. “Four Lions” no cae en esa inmundicia.

En ciertos momentos recuerda a “La vida de Brian” por su frescura, desenfado y habilidad para sembrar humor en una escena y recoger los frutos varias secuencias más allá. Bien hecha y efectiva, funciona como película y como comedia manteniendo el ritmo durante todo el metraje sin lagunas y sin momentos que parezcan de relleno. Pocos peros se le pueden poner.

"Four Lions" juega con fuego... y no se quema. Y mira que es difícil. Mira que un tema tan delicado así te puede explotar por cualquier sitio, mira que puedes meter la pata, mira que puedes herir sensibilidades… pero no, la película no hace nada de esto. "Four Lions" es tan elegantemente cutre que critica en serio sin que la tomes en serio. Con un humor tan negro que no te importará reírte de un tema así. Con un estilo de grabación tan profesionalmente amateur que te parecerá que podrías haberla grabado tú (pero no). Con actores desconocidos pero que te parecerá que los conoces de toda la vida. Con todo esto, “Four Lions” bombardea de humor negro al Islam, haciendo pasar un muy buen rato de cine al espectador. Eso sí, todavía me pregunto como un director novel como Christopher Morris se ha atrevido a hacer algo como esto...

Lo mejor: nunca pensaste que te podías reír de un tema así.
Lo peor: hay gracias que no funcionan y se estiran demasiado.