La ciudad de las tormentas
Bélico. Acción. Thriller
En 2003, durante la ocupación de Bagdad por tropas estadounidenses, al oficial Roy Miller (Matt Damon) y a su equipo les encargan la misión de buscar armas de destrucción masiva. Registran escondite tras escondite, a cual más peligroso, pero en vez de letales agentes químicos, descubren un elaborado plan que cambia el rumbo de su misión. Rodeado de agentes con objetivos contradictorios, Miller intenta averiguar la verdad a partir de una ... [+]
21 de marzo de 2010
21 de marzo de 2010
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Durante las semanas siguientes a la invasión de Irak, Matt Damon es un suboficial norteamericano encargado de encontrar las famosas ADM (Armas de Destruccion Masiva) que supuestamente tenía el regimen de Saddam Hussein y que "justificaban" la guerra. Pero cuando lleva varias localizaciones sin rastro de ellas, empieza a sospechar que algo no encaja. Y ese "algo" es una trama oculta tejida en las altas esferas norteamericanas que puede propiciar una guerra civil en Irak.
Muy al estilo de las peliculas de Jason Bourne, constituye un filme entretenido, con numerosas escenas de acción y tramas politicas de fondo. Quizas rebajando la complejidad de dichas tramas podía haber sido un filme mas ágil y ameno. Pero aun así es bastante recomendable, especialmente para los amantes del género bélico-político
Muy al estilo de las peliculas de Jason Bourne, constituye un filme entretenido, con numerosas escenas de acción y tramas politicas de fondo. Quizas rebajando la complejidad de dichas tramas podía haber sido un filme mas ágil y ameno. Pero aun así es bastante recomendable, especialmente para los amantes del género bélico-político
28 de junio de 2010
28 de junio de 2010
8 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Enhorabuena. La industria americana, una vez más, optimiza sus recursos a tope. Ahora toca la Guerra de Irak. Pues nada, a sacarle el jugo, y a hacer pelis al mogollón. Esto es Green Zone, una peli de acción que podría estar enmarcada (contextualizada es mucho decir) en cualquier escenario pseudo-histórico (Vietnam, Las Guerras Púnicas...), y por cuestiones de oportunidad se ubica en el escenario inmediatamente posterior a la ocupación de Bagdad. En ese momento, una de las máximas preocupaciones de los dirigentes de EEUU era encontrar los depósitos de armas de destrucción masiva, cuya presumible existencia sirvió para justificar la invasión. Esos depósitos nunca se encontraron porque no existían. GZ narra la historia de un soldado que comienza a sospechar que, oh, los depósitos no existen. A partir de aquí se desboca una trama fantasiosa en la que se intenta mezclar, en mi opinión sin éxito, la acción y el thriller político. Como película, GZ es mala (no hay nada nuevo, no hay personajes, el guión es demasiado evidente y todo se confía a las escenas de acción), pero lo que me molesta es su presunta actitud de denuncia, en el fondo tan reaccionaria que la habría firmado el mismo Bush (posiblemente el único de su gobierno que creía en la existencia de las armas de destrucción masiva): en el fondo GZ es propaganda barata (nosotros somos buenos, nuestro gobierno nos engañó), o quizá ni eso: sólo la falsa conciencia de unos tipos que, para ganar dinero, son capaces de crear historias extraídas del dolor real de hombres y mujeres a los que no conocen. Aunque hay mucho publicado sobre las armas de destrucción masiva, recomiendo Negar la Evidencia, de Bob Woodward (sí, el del Watergate), que también me parece cínico, pero destripa muy bien las falas en la cadena de mando y la toma de decisiones en el gobierno de los EE.UU.
7 de enero de 2011
7 de enero de 2011
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un entretenidillo thriller bélico con trasfondo de crítica política cuyo mayor mérito es denunciar algo que todo el mundo, salvo Ansar, Bush y algún que otro impresentable decían desconocer: la inexistencia de ADM en territorio iraquí. Bueno, eso está muy bien, porque siempre hay que estar del lado de la democracia, aunque sea una democracia de mierda como la iraquí. El problema es que la historia que cuenta Greengrass, el peor Greengrass que he visto hasta ahora, no me la puedo creer ni harto de vino. Eso de que un simple alférez ponga en jaque a toda la inteligencia y el alto mando estadounidense en Irak, como que no me lo trago. Vale que en una comparecencia ponga en aprietos a algún oficial con depende qué pregunta, pero otra muy distinta es que se permita el lujo de agarrar por las solapas a todo un embajador. Tampoco comulgo con que un soldado recién llegado se desenvuelva por los callejones de Bagdad en plena noche mejor que los propios habitantes, que encuentre pisos francos como setas en noviembre, o que pretenda por su cuenta y riesgo llevar ante las autoridades al primer general baasista. Ambición no le falta, desde luego, pero sí verosimilitud. El personaje de Gleeson es absurdo, una especie de vendedor de enciclopedias de la CIA que de buenas a primeras colabora con Damon sin dar explicación alguna. No menos fatuo es el de Kinnear, un diplomático tan falto de escrúpulos como de convicción interpretativa. La periodista del WSJ no sale mucho mejor parada. Aunque el ingrediente más desafortunado es el cojo iraquí que, a lo tonto a lo tonto, entabla una increíble relación con las tropas norteamericanas. Claro que va a dar justamente con el único marine inteligente y comprometido de todo Irak. De piernas anda escaso, pero de ojo está más que sobrado. Lo clava.
En definitiva: bien hecha, algún que otro pasaje llevadero, pero ni desde el punto de vista narrativo, ni desde el lado de la interpretación, y mucho menos por lo que a supuesta denuncia política se refiere, supera los márgenes de la más anodina mediocridad. Como peli de acción, no está mal, pero me indigna que esto se venda como cine político, porque desde esa óptica me parece una patochada. Meterse con Bush y su política no tiene demasiado mérito: basta con esperar a que abra la boca. Eso no otorga ningún plus de calidad. Para pasar el ratillo, y poco más.
En definitiva: bien hecha, algún que otro pasaje llevadero, pero ni desde el punto de vista narrativo, ni desde el lado de la interpretación, y mucho menos por lo que a supuesta denuncia política se refiere, supera los márgenes de la más anodina mediocridad. Como peli de acción, no está mal, pero me indigna que esto se venda como cine político, porque desde esa óptica me parece una patochada. Meterse con Bush y su política no tiene demasiado mérito: basta con esperar a que abra la boca. Eso no otorga ningún plus de calidad. Para pasar el ratillo, y poco más.
14 de marzo de 2010
14 de marzo de 2010
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
El director Paul Greengrass que realizo: El mito de Bourne y el El ultimátum de Bourne, junto con el actor Matt Damon, acude nuevamente a este para que protagonice el filme, que trata de los primeros y muy enredados días de la invasión liderada por los americanos a Iraq, con la excusa de buscar armas de destrucción masiva que por supuesto nunca aparecieron. Damon, con un trabajo aceptable, interpreta a un subteniente que con su equipo de inspectores, les encomiendan la misión de recorrer el desierto en busca de las famosas armas, ahí la trama toma un giro inesperado, y de pronto el grupo se encuentra metido en medio de una maraña de espías, con informaciones contradictorias que van y vienen de todos lados, a pesar que la película trata de evidenciar de algún modo el gran cúmulo de dudas que supuso esta guerra, pierde la oportunidad de haber hecho un trabajo más interesante, como era denunciar esta atrocidad y al final no solo nunca se encuentran las armas, sino lo peor, nunca se encuentra la verdad.
8 de julio de 2010
8 de julio de 2010
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película se sigue con más interés que la muy premiada y sobrevalorada “The Hurt Locker” de la Bigelow reconociendo claro está que la cinematografía y el soporte técnico de esta última es superior y aclarando que la ambientación de Irak en la dos es muy buena. Pero si solo hablamos del guión, prefiero el filme de Greengrass a pesar de que presenta debilidades evidentes.
Con una puesta en escena parecida a las cintas de Bourne, Greengrass confía plenamente en sus recursos más conocidos como el uso de una fotografía neutra, cámaras fisgonas y temblorosas y espacios reducidos que acrecientan la sensación de verosimilitud y dinamismo en la acción. Muy buena la escena en el Palacio Presidencial tomado por los estadounidenses y convertido en club de veraneo mientras los cañones atronan afuera.
Sin embargo a la película le falta audacia y la historia presenta contradicciones. Veamos. Greengrass incluye a un personaje iraquí colaboracionista que ayuda al subteniente Miller (Matt Damon) a atrapar a un General del ejército iraquí, miembro del régimen de Saddam Hussein pero el personaje está diseñado en una forma tan estereotipada, que sus motivos terminan siendo poco creíbles y por otro lado el General atrapado confiesa haber hecho un trato con los Norteamericanos a cambio de una posición ventajosa en la toma de Irak. El trato tenía que ver con la ubicación de las armas de destrucción masiva que no existen (¿?)
Greengrass es un director serio a quien le gusta contar historias basadas en la realidad. Pero no hace documentales sino películas de ficción. Desde esa constatación decimos que su película pudo haber tenido más eco si es que se atrevía a insertar en la trama motivaciones económicas y de corrupción del más alto nivel basándose en lo ocurrido con la empresa Halliburton, por ejemplo, relacionada con el vicepresidente Dick Chenney, empresa de servicios petrolíferos y de gas que podría haber sido beneficiada en los contratos de “reconstrucción del país”. A cambio de eso solo nos insinúa algo al mostrar campos y torres de petróleo en medio del campo de batalla.
¿Timidez, mesura o imposición de la productora?
Con una puesta en escena parecida a las cintas de Bourne, Greengrass confía plenamente en sus recursos más conocidos como el uso de una fotografía neutra, cámaras fisgonas y temblorosas y espacios reducidos que acrecientan la sensación de verosimilitud y dinamismo en la acción. Muy buena la escena en el Palacio Presidencial tomado por los estadounidenses y convertido en club de veraneo mientras los cañones atronan afuera.
Sin embargo a la película le falta audacia y la historia presenta contradicciones. Veamos. Greengrass incluye a un personaje iraquí colaboracionista que ayuda al subteniente Miller (Matt Damon) a atrapar a un General del ejército iraquí, miembro del régimen de Saddam Hussein pero el personaje está diseñado en una forma tan estereotipada, que sus motivos terminan siendo poco creíbles y por otro lado el General atrapado confiesa haber hecho un trato con los Norteamericanos a cambio de una posición ventajosa en la toma de Irak. El trato tenía que ver con la ubicación de las armas de destrucción masiva que no existen (¿?)
Greengrass es un director serio a quien le gusta contar historias basadas en la realidad. Pero no hace documentales sino películas de ficción. Desde esa constatación decimos que su película pudo haber tenido más eco si es que se atrevía a insertar en la trama motivaciones económicas y de corrupción del más alto nivel basándose en lo ocurrido con la empresa Halliburton, por ejemplo, relacionada con el vicepresidente Dick Chenney, empresa de servicios petrolíferos y de gas que podría haber sido beneficiada en los contratos de “reconstrucción del país”. A cambio de eso solo nos insinúa algo al mostrar campos y torres de petróleo en medio del campo de batalla.
¿Timidez, mesura o imposición de la productora?
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