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Tarzán de los monos

Aventuras James Parker y Harry Holt organizan una expedición a África para hallar un cementerio de elefantes que les proporcione el suficiente marfil para hacerse ricos. La bella hija de Parker, Jane, se une a ellos de forma inesperada y despierta una atracción inmediata en Harry. Pero un hombre mono llamado Tarzán y sus amigos simios secuestran a la chica. (FILMAFFINITY)
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18 de enero de 2014
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todos hemos visto alguna de Tarzán en algún momento de nuestra infancia, si no es esta primera película sonora al menos sí alguna de las decenas de secuelas que vinieron después, alguna de dibujos animados o series de televisión. Lo que es innegable es que la magia que desprende el personaje ha llegado a todos los rincones del planeta, de manera que la mayoría de niños hemos imitado sus gritos y nos hemos colgado de lianas improvisadas allá donde nuestra imaginación nos permitió. Mi sentimiento de ternura va a permanecer siempre ligado al nombre de Tarzán, como personaje clave en la historia del cine, como parte de mi infancia, como símbolo de la libertad y de la buenas intenciones.

Pues bien, llegados a este punto, cuando creo que mi punto de vista sobre el significado de Tarzán ha quedado claro, estoy en condiciones de afirmar que la película de Van Dyke es bastante floja, por momentos muy reprobable y objetivamente insuficiente. No me sirve la excusa de que en 1932 el cine sonoro estaba en pañales, ahí está Lubitsch con varios títulos notables en los primeros años 30, la maravillosa y atemporal obra de Howard Hawks sobre el mafioso con la cicatriz en la cara (del mismo año precisamente) y la inagotable verborrea de los hermanos Marx. "Tarzán de los monos" se sitúa varios escalones por detrás, muy por detrás de "El hombre invisible" ahora que también me viene a la memoria como buen exponente de unos efectos especiales artesanales, de bajo presupuesto, pero colocados correctamente.

En este "Tarzán el hombre de los monos" las imágenes de dos dimensiones de una pantalla se nos hace creer que forma parte del mismo campo que los protagonistas, colocados por delante, los disfraces de los simios son de risa, Tarzán grita a pleno pulmón mientras nada, con la cabeza sumergida, y su atractivo es especialmente escaso. Una de aventuras en la que aparecen unos enanos pintados de negro, se mata a los hipopótamos sin complejos y el interés de los blancos es encontrar la gloria económica en forma del marfil de los elefantes que, además, tienen unas orejas de cartón que aún no me las creo. Tanta suma de defectos me ha echado atrás, no la vi en su momento y llegados aquí por la curiosidad de todo cinéfilo por los títulos más renombrados de la historia del cine no puedo hacer otra cosa que suspenderla, pese a su innegable ritmo, pese a las insinuaciones sexuales de Jane y las acrobacias del campeón Weissmuller. Tal y como ha finalizado no puedo ofrecer otra opinión que no sea bastante decepción. En esa época, no hay duda, se hacían mejor las cosas.
4
6 de julio de 2024
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
172/31(28/06/24) Queriendo entrar en mi lado nostálgico de la niñez he revisto este icónico film de aventuras que dio origen a una saga y la realidad de mi personalidad adulta ha chocado de bruces contra mi pueril mentalidad de entonces, pues la película no puede ser más infantil, racista, manipuladora, personajes acartonados, efectos visuales ridículos, argumento chusco, el tiempo no es que lo haya arrugado es que lo ha triturado. Dirigida por WS Van Dyke, adaptando el pobre guion de Ivor Novello (“El enemigo de las rubias”), basándose muy libremente en la novela “Tarzán de los simios” de Edgar Rice Burroughs de 1912, en la primera versión sonora con el famoso héroe de la jungla, con ello la primera aparición del famoso grito de Tarzán, también la primera protagonizada por el actor que se mimetizó con el protagonista, Johnny Weissmuller, lo interpretó 12 veces (quedando tocado por el personaje hasta llegar a creerse el rol), aunque Tarzán tarda más de media hora en aparecer en pantalla. Junto a él su mítico partenaire Maureen O’Sullivan como Jane, interpretó el personaje en seis largometrajes entre 1932 y 1942, aquí tendremos el famoso aprendizaje ‘Yo Tarzán, tu Jane’, y junto a ellos la no menos mítica chimpancé Chita. Secundarios están C. Aubrey Smith como el padre de Jane, y Neil Hamilton como su socio en la expedición africana en busca del botín de marfil. Es una cinta que vista más de 9 décadas desde su estreno resulta tan ridícula por momentos que da hasta risa, y no me vale el comodín del tiempo transcurrido, pues “Metrópolis” es un lustro anterior y “King Kong” es solo del año después.

Ver en el inicio como los protagonistas se superponen ante una pantalla viendo imágenes de archivo de tribus africanas (y es que el film se rodó la región del lago Toluca al norte de Los Ángeles) y nos quieren hacer ver están juntos es idiotesco, da grima el verlos encima con desproporciones exageradas unos con otros; el modo racista de tratar a los nativos negros, cual es clavos azuzándolos con látigo, que cae uno por un tajo, lo que se preocupan los blancos es de que llevaba a sus espaldas. Y a otra cosa, atacan a Tarzán y este comienza a cuál Rambo ir acabando uno por uno con los expedicionarios, comienza por los pobres porteadores negritos, pero cuando le toca a precisamente los culpables de ser atacado, los blancos, se detiene (¿?); Lo grotesco de la tribu de enanos (supuestamente pigmeos) pintados de negro betún es nauseabundo; Tenemos a unos fachosos tipos vestidos con trajes de mono espantosos, supuestamente compañeros simios de Tarzán. Está el último (especie de Bigfoot de la jungla) gran gorila metido en un hoyo que es de carcajada y romperte la mandíbula si no fuera porque pretende dar miedo, ataviado con disfraz de pelo y máscara bufa; Están los cocodrilos de cartón piedra que persiguen a Tarzán, chancesco; El modo espantoso en que los blancos disparan cual mono con dos pistolas a todo lo que se mueve en la jungla, que ven unos pobres hipopótamos bañándose alegremente en un lago, pues a matarlos; ‘Que solo tenemos elefantes asiáticos con orejas y colmillos pequeños, pues nada, les ponemos orejas y colmillos falsos enormes de cartón pegados con saliva’. Parece una suecada; Está el modo de viajar de Tarzán por la selva, saltando entre supuestas lianas, en realidad trapecios que se cantan la Traviata, colocados estratégicamente, chancesco.

Todo ello subyaciendo el pan colonialismo occidental para con África, el hombre blanco puede expoliar lo que desee a si placer del continente, con la ayuda de sus esclavos negritos. Que, si te dicen que bajes de un elefante moribundo, lo normal es que digas que no (ataque de cinismo), que quieres seguir sobre él para que te lleve a su cementerio (puaj!); tampoco, y esto es crucial dramáticamente, este Tarzán transpira emociones, no inspira empatía alguna, es un ser sin sentimientos, no te puedes creer su ‘romance’ con Jane, solo pone de su parte ella, es como querer que nos creamos que se enamora de un muro, podrá ser lujuria, pero nunca amor. Por supuesto, hay efluvios de moralina en mostrar la avaricia de los blancos, el oro blanco del marfil, pero esto queda muy difuso y sin garra, y sobre todo con ese final (*spoiler).

Este es un producto de su tiempo, en plena Gran Depresión USA, un escapismo exótico para gente que necesitaba huir un rato de sus mundanales problemas. Donde las historias buscaban alejar al espectador de su depresión laboral hacia terrenos donde todo era posible. Un traslado desde el comienzo a lugares recónditos, ignotos, inexplorados, con tribus peligrosas, caminos letales, animales salvajes, jugándose la vida en cada rincón, con tiroteos, peleas, una damisela en constantes apuros, y todo por un gran tesoro. Tenemos un sendero vertiginoso estrecho por un gran acantilado, con caídas colosales al vacío (como es posible que en la caída Jane no arrastre a Holt? Aquí no atienden a las leyes de la lógica), aquí son buenos los efectos visuales (los mejores film, lo cual no es decir mucho); el viaje en balsa a través de un río atestado de hipopótamos (que solo se bañaban distendidamente) y luego cocodrilos (vemos un montaje pobre de un cocodrilo devorando, como no, a un negro); tenemos peleas cuerpo a cuerpo entre leones y Tarzán (bien montadas, apenas se nota el trampantojo del animal disecado y de que no es Weissmuller); hay una espeluznante secuencia en que Tarzán es llevado ‘`cariñosamente’ por un elefante metida su cabeza en la boca del paquidermo (¿?); De vez en cuando el director salpica el relato de insertos documentales sobre secuencias rodadas realmente en África para dar aspecto de realismo (fracasan).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Tenemos un héroe impresionante, Tarzán. Se mueve sin pudor en taparrabos, exuda sexualidad atávica, si una mujer le atrae, la coge (no por los pelos, pero casi) y se la lleva a su madriguera en un árbol, allí juega con ella (todos sabemos en realidad, con los instintos básicos inherentes a alguien que se ha criado entre animales de la selva, la hubiera violado sin pensárselo dos veces). Que tiene hambre? Pues sale a cazar un ñu (creo es el animal que mata). Que por el camino se encuentra a un par de leones? Pues cual Sansón los mata. Héroe capaz de nadar más rápido que un cocodrilo, o lanzar un grito supersónico mientras nada. Todo ello con el subtexto inherente a la novela de Burroughs de que los negros no pueden ser dominantes de la selva africana, solo un blanco puede hacerlo. Tiene gran relación con los animales ‘pacíficos’, o sea, monos y elefantes, con los salvajes (leones, panteras o cocodrilos o tribus de enanos son algo ‘polémicas’). Ahondando en aquello tan filosófico del superhombre nietzscheano, capaz de aunar ingenio superior, y dominio absoluto de su entorno, el que reside en la cima de la pirámide darwinista. Aunque aquí esto es desarrollado de modo muy suigéneris.

Las actuaciones son endebles, solo sobresale por el encanto natural la actriz irlandesa Maureen O'Sullivan (madre de la actriz Mia Farrow), capaz de llenar de simpatía la pantalla, tiene arduo trabajo de hacer verosímil lo increíble del amor entre su Jane y el ataráxico Tarzán. En su debe se excede un ‘poquito’ con gritos insoportables histéricos y en reiterar hasta el hartazgo el llamar a Tarzán; Weissmuller es todo imagen, resto nada, trozo de mármol tallado; C. Aubrey Smith y Neil Hamilton poco pueden hacer con papeles planos, son el invasor blanco depredador va expoliar recursos africanos a toda costa.

El director llega a parecer incómodo con los diálogos, como si la etapa del cine mudo aun estuviera presente, y parece rehuirlos, sustituyéndolos en gran medida por sonidos ambientales o el ya Legendario grito tarzanesco, o con los parcos ententes entre Jane y Tarzán, donde él se expresa en palabras sueltas sin casi sentido. Tampoco es que los diálogos entre los expedicionarios sean sustanciosos. Aquí prima la acción, el querer envolverte en secuencias de peligro constante.

Spoiler:

Rush final: La expedición es capturada por tribu de enanos agresivos. Jane envía a Cheeta, amigo chimpancé de Tarzán, en busca de ayuda, lleva a Tarzán a rescatarlos, este convoca a elefantes y ayudan a la huida de la fortaleza de los enanos, el padre de Jane muere a causa de heridas justo cuando llegan al cementerio de elefantes. Jane de buenas a primeras (ridículo no! Lo siguiente), decide quedarse en la jungla con Tarzán, mientras a Holt le ofrecen un elefante como vehículo para su vuelta a la ‘civilización’, mientras Jane le exhorta a volver a por el marfil (¿?). En la escena final, con música de Romeo y Julieta de Tchaikovsky, la feliz pareja aparece sobre una roca, Jane sosteniendo a Cheeta como a bebé. La nueva familia ya estaba aquí (¿?).

*No puede haber mensaje contra la avaricia del hombre blanco en África cuando Holt escapa con vida para poder volver a por el marfil del cementerio.
Si nadie ha vivido para ver el cementerio de elefantes, quien ha contado la historia del cementerio?
Si para llegar al cementerio han tenido que atravesar una enorme montaña por un acantilado, llevar a porteadores con comida para días. Como va a volver Holt solo, sin nada en un elefante?
Como sabe Tarzán que se llama Tarzán? Quien le ha dado el nombre? Los simios no pueden articular esa palabra precisamente.
Por que nada se dice del como Tarzán ha llegado a en medio de la selva?
Como es posible que a Tarzán no le crezca el cabello y la barba? Y si es así, quien se lo corta?
De donde ha sacado Tarzán el cuchillo que lleva?

Se me ha caído un mito. Gloria Ucrania!!!

Para leer más sobre el film ir a: https://tomregan.blogspot.com/2024/06/tarzan-de-los-monos.html
7
3 de junio de 2010 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La filmografía de Woody Strong Van Dyke cubre más que suficiente a pesar de su prematura muerte en 1943. El que fuera ayudante de David Wark Griffith en el esplendor mudo en filmes como “Intolerancia” (1916) aprovechó de lleno la llegada del sonoro y la primera aventura con sonido del famoso personaje creado por Edgar Rice Burroughs (no hay que olvidar que catorce años atrás se realizó una versión dirigida por Scott Sidney interpretada por Elmo Lincoln) se la pusieron en bandeja cuando Hollywood ya era al cien por cien una máquina de hacer dinero en que solamente ocupaban lugar “King Kong” y los monstruos de la Universal, tales como Drácula o Frankenstein. El cine de aventuras, sin contar con las películas del oeste que todavía no destacaban en el panorama de la época, necesitaba su puesto de honor y el héroe de la selva africana tenía todos los números para hacérselo suyo.

El personaje de Tarzán fue adjudicado a un pentacampeón olímpìco de natación en los Juegos de París de 1924, Johnny Weissmuller, de origen rumano y de complexión atlética. De hecho Weismuller, gracias a su físico y vigorosidad para interpretar a héroes de la vieja guardia, siempre quedó encasillado con el personaje del hombre salvaje. Pero a su suerte, y porque eran los años treinta, la sombra herculea en la ficción siempre le protegió. Llegó a rodar una docena de films relacionados con Tarzán. Y el aura le impregnó hasta la muerte del actor, ya retirado, en Acapulco en 1984.

La película de W. S. Van Dyke (director de “La Cena de los Acusados”, “El Enemigo Público Número Uno” y “Maria Antonieta”) es una mera introducción y puesta en escena a los relatos de Burroughs. No está rodada con excesiva ambición. En las primeras escenas la expedición de Harper, en busca del cementerio de Elefantes donde hallarán valiosas toneladas de marfil, recibe la visita de diferentes tribus y el espectador puede deducir que algunos de los actores principales (Maureen O´Sullivan, Neil Hamilton y C. Aubrey Smith) se sobreponen frente a una pantalla donde se proyecta una película rodada en Africa (por lo que se puede deducir que un equipo o segunda unidad fue a rodar allí), aunque nos hagan creer que se rodó en lejanos exteriores. El enfrentamiento con los hostiles pigmeos que albergan en su poblado a un simio de proporciones antediluvianas, cual deshumanizado hermano pequeño de King Kong, roza lo risible viéndola hoy en día. Pero sin duda las situaciones de peligro en las que se enfrenta Tarzán son de mérito (su enfrentamiento con dos leones) así como sus habilidades de nadador, secuencias que contrarestan como punto fuerte de este pequeño pero menor clásico del entretenimiento.
7
5 de noviembre de 2011 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si hacemos el ejercicio de remontarnos a 1932, podríamos entender lo que Tarzán supuso. Hoy en día, sus trucos artesanales son vistos con benevolencia (transparencias, trapecios en lianas,etc), pero pensando que tienen más de 80 años, cuando el cine sonoro aún estaba floreciendo, a mí me provoca admiración.

Puede que “Tarzán de los monos”, no está entre las grandes obras maestras, pero sí entre las más recordadas, al menos para una o dos generaciones.

A pesar de que antes de ésta hubo ocho versiones anteriores de Tarzán, lo cierto es que la idea de partida es muy buena. El exotismo de la jungla, unido a la ambición de los exploradores por conseguir el ansiado marfil sito en el secreto cementerio de elefantes, más la aparición de ese hombre-mono, integrado plenamente en el paisaje y la fauna, podría ser garantía de éxito. Eso sí, bien hecho, con una buena planificación, utilizando los medios adecuados, ofreciendo un buen espectáculo, con una pareja protagonista brillante y con una buena estrategia de markéting. Y, efectivamente, todo ello se da cita en “Tarzán, the Ape-man”.

Por supuesto, ha habido continuaciones a raíz del éxito, pero todos sabemos que el auténtico Tarzán es Johny Weissmuller, un fiero nadador profesional, auténtico portento en las escenas acuáticas. No en vano batió cinco veces la plusmarca de los 100 metros libres y ganó otras tantas medallas representando a Estados Unidos en los Juegos Olímpicos de 1924 y 1928. Todo ello se alía con la irresistible dirección artística de Cedric Gibbons, con sus magníficos decorados de espesa selva, el poblado de los indígenas hostiles, etc..

Junto al mítico Johnny Weissmuller, la bellísima y sensual Maureen O´Sullivan, componen una pareja mítica. La mirada de ella, primero compasiva y después de amor (a medida que va conociéndolo y entendiéndolo), sus conversaciones con él –en realidad preguntas retóricas ya que él no ha aprendido a hablar- y la inseparable Chita, son inolvidables.

Además, este Tarzán, quizá más ingenuo, resulta más puro, aún sin la maquinaria comercializadora de remakes y continuaciones en busca en busca de repetir éxito y dinero.

Por eso, este Tarzán, puede que no sea el mejor, pero es el auténtico. ¡A-aaa-aaaaaahhh!
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La pareja Johnny Weissmuller- Maureen O´Sullivan participarían en 6 películas de la serie producidas por la Metro-Goldwyn-Mayer.

Maureen se cansó y no quiso seguir apareciendo en más películas de Tarzán. Para evitar el ya inevitable encasillamiento, se retiró durante 6 años para dedicarse a su familia y a su marido, John Farrow, con quien tuvo 7 hijos, entre ellos la actriz Mia Farrow.

El caso de Weismuller es particularmente trágico. Rodó otras 6 películas de Tarzán sin Maureen O´Sullivan. Años después, con sobrepeso y envejecido, rodó muchas películas y series de serie B, siempre en paisajes selváticos. En sus últimos años, convencido de que era Tarzán, no paraba de proferir el famoso grito que le había hecho tan famoso.
7
28 de junio de 2012 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Así de claro, hablar de Tarzán y de Jane es hablar de dos amantes que se encuentran entre lo más clásico y épico de la literatura y del cine. Esta cinta precursora de Tarzán llevada al cine de la mano del medallista olímpico Weissmuller y del amor de su vida, Jane, aquí Maureen O' Sullivan, en glorioso blanco y negro tiene todo lo que en ese momento podía hacerse en el cine en cuanto arepaso técnico. La película está interesante y tiene buenos toques cómicos y de acción y romance. La razón psicológica es lo más importante.
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