Tardío western dirigido y protagonizado por el legendario K. Douglas que, inicialmente, parece combinar una moderada estética Spaghetti con el simplista maniqueísmo de western más primitivo. Y digo inicialmente, porque a media cinta las fronteras morales de la historia se diluyen planteando un interesante retrato sobre la ambición desmedida y la ética política, giro narrativo al que no se ajusta la traducción española de su título original, pues dicha traducción, descartando una intención irónica más que improbable, evoca más a la épica que a la disertación que se nos propone en realidad. Por otro lado, el duelo interpretativo entre Douglas y Dern se decanta sin paliativos del lado de papá Douglas, desigualdad que ayuda bien poco a la solidez de la suculenta trama.

Western flojo, pobre, básico, denso, reiterativo, tedioso, insulso, plomizo y cargante bajo la dirección de un grande del cine clásico como Kirk Douglas en una producción floja e intrascendente, en la que se presenta y desarrolla la historia de un Marshal que decide detener a uno de los grandes forajidos del oeste para ganar votos y posibilidades para su campaña electoral.
Kirk Douglas, hace lo que puede con un material que peca de sencillo y vacío, centrando la trama en una persecución y resolución que resulta aburrida y cansina, sin llegar a ofrecer un entretenimiento acertado.
Los responsables de la película dedican mucho tiempo a las celebraciones y charlas de un hombre en constante compaña electoral que hace que la película se convierta en un pasaje tedioso y reiterativo. No dejan espacio para el desarrollo de personajes y relaciones establecidas entre los mismos, haciendo que todo gire en torno a la persecución, diferencias y enfrentamiento entre los dos grandes protagonistas de la función, Kirk Douglas y Bruce Dern,
Los justicieros del Oeste, queda como uno flojo y prescindible western que no llega a tener un desarrollo realmente interesante, dejando en mal lugar la pobre y decepcionante dirección de Kirk Douglas.

Dirigida y protagonizada por Kirk Douglas, la película presenta a un sheriff que busca notoriedad y una carrera política, asegurándose de que sus capturas sean documentadas por fotógrafos y publicitadas en la prensa.

Más hete aquí que el encuentro con un ladrón astuto, interpretado por Bruce Dern, le enseña que la fama es efímera y volátil.

Douglas hace una narración clásica, pero con nuevos elementos, evitando caer en simplificaciones o clichés. Western tardío, ha sido injustamente olvidado o mal valorado, reflexiona sobre el límite de la honradez, y la frontera entre esta y la deshonestidad de quien se vende para alcanzar el poder.

El sheriff, en su ambición desmedida, se muestra dispuesto a sacrificar su moralidad por el poder, mientras que el ladrón, aunque criminal, no es retratado como un asesino y parece tener un código de honor más justo en comparación con el sheriff.

La película se debe valorar por su planificación precisa, su excelente fotografía de exteriores y un reparto sólido donde destacan Kirk Douglas, Bruce Dern, Bo Hopkins, James Stacy, David Canary, Alfonso Arau o Katherine Woddville. Muy bien todos.

Excelente música de Maurice Jarre (nada menos) y una sensacional fotografía de Fred J. Koenekamp, con hermosas vistas y angulares de lujo.

Es una película interesante y con mayor peso en el género western y en el cine en genera, del que se le ha reconocido.