Para mí su mejor logro fue recuperar a Tony Leblanc de nuevo para el cine, una deuda que sólo él pudo abonar a tan grande de la comedia española.

Llevar el personaje de Torrente hasta el punto de dar asco, para algunos sería un gran logro. Pero yo creo que hacer comedia y buen humor, no está reñido con el buen gusto y la inteligencia, algo de lo que esta película carece por completo.

Muchas veces pasa que alguien hace algo incomprensible y ante la duda de quedar mal, o no saber, unos dicen que es algo magnífico.

Por ejemplo, un cuadro. De esos que nadie sabe ni lo que es, ni que representa, ni si esta bien colgado, o del revés. Unos dicen que es una obra de arte, otros que es el sumun de lo abstracto, otros que si el autor quiso decir tal o cual cosa… hasta que alguien dice nada más verlo, en un par de segundos: “Esto es una auténtica mierda, señores”.

Y se acaba la tontería.

Puro cine EPAÑÓ. Genial Segura, Leblanc y el resto de actores secundarios,. Quizás sobraba Manquiña y la tortura del chino. Por lo demás todas las escenas son memorables.

Bueno, pues eso, la película de Torrente fue la novedad y se quedó en eso. Actualmente ya está muy vista y se le dio mucho bombo y platillo por el hecho de ser un facha que iba diciendo las cosas a la cara a la gente siempre soltando al público una carcajada. Me quedo con la segunda parte, mi nota es de 5,2.

Vista con la perspectiva que da el paso del tiempo, resulta casi incomprensible el éxito de esta película llena de zafiedad y cargada de mal gusto. Solo la situación calamitosa de la España de final del siglo pasado sirve para entender, al menos en parte, ese éxito.

Sin embargo, hoy resultaría un engendro inaceptable si no fuera por el buen hacer de actrices como Chus Lampreave y Neus Asensi, y de secundarios de lujo, como Tony Leblanc, Luís Cuenca, Javier Cámara o Gabino Diego, entre otros.

Un punto y aparte merece el protagonista absoluto de la cinta: Santiago Segura. Director, actor, guionista y productor de este "fenómeno". El papel está hecho a su medida y representa el mayor cúmulo de vicios, defectos de carácter y despropósitos que imaginarse pueda.

Santiago Segura ya apuntó maneras en "El día de la bestia", película de 1995 dirigida por Alex de la Iglesia. Por cierto, con bastante mejor factura que la que ahora comento. Pero ni antes ni después de "Torrente, el brazo tonto de la ley" tuvo un éxito similar. Al contrario, salvo tal vez "Torrente 2", todos los proyectos cinematográficos en los que participó después fueron bodrios infumables. Y, en su mayoría, también grandes fracasos económicos. Solo el dinero que ganó con "Torrente" y sus secuelas le permitió seguir adelante con una carrera que de otro modo habría pasado al olvido sin pena ni gloria. ¡Todo eso que nos habríamos ahorrado!

Nunca he podido comprender qué vieron en este cómico de tres al cuarto, patético y desagradable hasta decir basta, quienes le apoyaron en sus sucesivos intentos de reeditar su único éxito profesional relevante. Así, su única cualidad reconocible es la de tener buenos amigos que además son también buenos actores y grandes creadores. Como, por ejemplo, Pablo Carbonell o Alex Angulo, que le dan cien vueltas pero que no han dudado en colaborar con el en sus desquiciados proyectos cinematográficos.

En fin, ver esta película hoy puede tener el mismo interés que ver un fósil conservado en ámbar: recuerdos de otra época que no por ser pasado fue mejor que la actual.

Película que, con un bajo presupuesto, ha conseguido resultados espectaculares.
1. La creación del inefable personaje Torrente, que ha conseguido una dimensión al nivel de Mortadelo, James Bond o Manolito Gafotas.
2. Con pocas perras y muchos skeches consigue divertir al espectador durante hora y media
3. Salto de Santiago Segura como director-productor-guionista-intérprete en el mundo del cine con la obra española con mayor cantidad de espectadores del siglo XX