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Le Quattro Volte

Drama Una visión poética de los ciclos de la vida y de la naturaleza, de las tradiciones olvidadas de un lugar fuera del tiempo. Una película de ciencia ficción sin efectos especiales, que acompaña al espectador a un mundo desconocido y mágico, para descubrir el secreto de cuatro vidas misteriosamente entrelazadas entre sí. (FILMAFFINITY)
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Críticas 14
Críticas ordenadas por utilidad
23 de enero de 2012
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Michelangelo Frammartino dirige esta peculiar propuesta cinematográfica, atípica y extraña, que le ha valido varias nominaciones a los premios David di Donatello y le ha permitido pasear su producto por los más diversos y prestigiosos festivales de cine (provocando desiguales reacciones, no tanto de crítica, más afín, como de público) como Cannes o San Sebastián.

“Le quattro volte”, una película a medio camino del documental, a medio camino de la ficción, lleva al espectador a un entorno rural, un sitio más allá del tiempo, pero en el que los ciclos de la vida se suceden en mágica armonía. No hay línea argumental, no hay historia, sólo la vida misma.

Este cuento de líricas formas y hermosa fotografía navega por aguas sosegadas, calmas… una fábula demasiado tranquila que o bien hipnotiza a la audiencia o la sume en el más profundo de los tedios haciendo interminables sus 88 minutos de duración.

A título personal, el poema en imágenes que es “Le quattro Volte” no me atrapó en su desarrollo y su conjunto me pareció un experimento, que si bien a ratos resulta interesante, peca de exceso de lentitud y nula complacencia con el espectador en cuanto a lo narrativo se refiere, con lo que me terminó resultando fallido, eso sí, oculta en sus metrajes varios momentos de humor (en un mundo de absoluto aburrimiento las intervenciones de las cabras son impagables) que momentáneamente rescatan el ánimo disperso. Fallida.

-Enoch-
RavenHeart
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16 de agosto de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
En un pequeño pueblo de Calabria, Caulonia, y en la sierra de los alrededores, transcurre esta película sorprendente. No tiene diálogos actorales, no son precisos los subtítulos para disfrutarla, porque es una película próxima al documental, si bien no lo es exactamente, ya que hay una serie de historias mínimas: el viejo pastor que come tierra de la iglesia porque cree que tiene virtudes curativas, las simpáticas cabras y el perro, el chivo que se pierde en la sierra, la procesión y la fiesta del abeto, la técnica para fabricar carbón vegetal (qué bien cuenta el proceso)... Empieza narrativa y se va volviendo más descriptiva. A mí no me ha aburrido en ningún momento, es más, la he disfrutado mucho, me ha gustado la pintura de un lugar tan agreste y falto de recursos: el viejo que coge caracoles mientras pastorea, la leche a cambio del polvo de la iglesia, el abeto que ofrece diversión y carbón para el invierno, las cabras rodeando al pastor en la cama... Para mí, una estupenda película, cine de verdad.
Capra62
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20 de octubre de 2011
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si partimos de la Ley de la conservación de la materia, ésta ni se crea ni se destruye, simplemente se transforma, en “Le quattro volte”, ocurre lo mismo. Frammartino ni crea ni destruye, simplemente transforma la forma de ver la realidad. La película es como una ventana abierta a la realidad, ventana de planos abiertos, largos y tranquilos, con libertad de enfoque y montaje, dotando de plena libertad al espectador para que sea él mismo el que oriente su atención en las cosas que ocurre en la película y que considere relevantes, como en la vida misma.

Película costumbrista (escenas de la procesión de el santo, fiestas, trabajos rurales) sarcástica (adecuación a al entorno de ese inquieto perro), humanista (escenas del pastor, o de esos animales que no se saben cabras) y plasmación de ese realismo mágico costumbrista que aún perdura por algunos lares (Iglesia -a modo de farmacia- proveedora de los polvos curativos), que te permite observa un mundo que no nos es habitual, sin prejuicios y libremente, como si fuésemos pequeños dioses en formación. El hombre, los animales y la naturaleza forman parte de lo mismo y ninguno es protagonista del otro. ¿Qué más se puede pedir a una película sin diálogos ingeniosos?.
iovErdÈ
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3 de enero de 2012
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Comenzar diciendo que Le quattro volte es un film donde casi nadie dice una sóla palabra. No tiene, les prevengo, la magia de films de la talla de Hierro 3 o El Arco, de Kim Ki Duk, donde sin mediar palabras podemos estar cautivos de la historia.

El film italiano (y seguramente su director) comete el error de ficcionar algo que debió ser documental.

La historia de un cuidador de cabras, en un pueblo pobre y escondido de Italia. No esperamos mucho de lo que pueda sucederle al protagonista, de carácter medido, moderado, y nada le sucede.
La cámara en primera persona lo acompaña donde vaya. Otra cámara ubicada estratégicamente en una curva retrata al resto del pueblo.

Vemos pasar un via crucis, un árbol plantado y posteriormente derrumbado, eternas caminatas a las montañas y ningún aporte rico de la ficción. Dado que la gran virtud, si es que cuenta con una, de esta película tiene que ver con la humanidad del protagonista y la simpleza de una vida sin sorpresas, reitero la necesidad de haberla tratado como una real experiencia, documentándola y registrándola fuera de la ficción.

El aporte del director es escaso, y tal vez su mérito es saber donde ubicar la cámara. Jamás logra identificación con sus personajes y mucho menos, jamás sabe como tirar de la correa para hacer funcionar el film.

Al final no sabemos si lo que llega fue programado de antemano o la propia vida se encargó de darle el correcto y esperado final.
Serginhio
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31 de agosto de 2012
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fue como volver a los viejos tiempos del Arte y Ensayo: durante una hora y media no pasó nada (salvo la vida y las estaciones). Historia de un pastor de cabras, de las cabras, del paisaje lunar de Calabria, toda una meditación sobre la lenta muerte de un hombre y su tierra. Más cerca del documental antropológico que del cine de ficción, pide un esfuerzo por parte del espectador: la de quedarse amarrado a la silla durante 90 minutos sin permitir que tus piernas obedezcan la orden de tu cerebro, es decir, levántate y anda. Un menú que se indigestará a más de uno.
Eduardo
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