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Ariel

Drama Taisto Kasurinen es encarcelado por un crimen que no ha cometido. En la cárcel sólo sueña con dejar su vida y empezar una nueva fuera de su país. un día consigue escapar pero las cosas no saldrán tal y como las había planeado. (FILMAFFINITY)
Críticas 22
Críticas ordenadas por utilidad
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9
5 de mayo de 2008
24 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
En "Ariel", Kaurismäki afila los rasgos de su estilo: elipsis radical y metódica, lacónica concisión, despojamiento de lo superfluo. Resultado: una seca pureza expresiva, la fórmula idónea para tan desnuda visión de la existencia.

El silencioso Taisto escucha de su padre unas broncas y amargas palabras que le azuzan a moverse del lugar, poner tierra por medio. Serán las últimas que le escuche.
En el Cadillac que hereda, Taisto emprende un desconcertante viaje a través de una sociedad que no le ahorra vejaciones, golpes, injusticias. Pero en su aplomado silencio parece guardar una sólida fe en dos posibilidades que se presentan remotas: la huida hacia realidades mejores y el compromiso amoroso.
Una llama arde en el ambiente más gélido imaginable.

Con la habitual alternancia de músicas dispares, y la correspondiente combinación de emociones, y con el también habitual homenaje a Bresson (esta vez a "Un condenado a muerte se escapa", reinterpretando con genialidad su tema central, la liberación), Kaurismäki domina seguro sus recursos.
Y tal vez al sentirse por ello cómodo, o porque lo contagie la obra bressoniana que está recreando, orienta la narración hacia un horizonte menos sombrío de lo usual en sus películas, àspera y desoladoramente bellas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Breve selección de títulos alternativos:

01. El hombre que no sabía cubrir su descapotable.
02. El finlandés impasible.
03. Ganchos y cuerdas, homenaje a Bresson.
04. El silencio del mundo.
05. Soltero, sin dirección, sin familiares.
06. El más callado entre mil.
07. Biruji en el alma.
08. Lejos del ecuador.
09. Un hogar descapotable.
10. Tchaikovski, rockabilly, baladas finlandesas y Mago de Oz.
11. Un minero busca empleo.
12. Taisto e Irmeli miran al futuro.
13. El hombre que callaba y fumaba.
14. Últimos días en Finlandia.
15. Para salir de aquí.
7
5 de mayo de 2009
18 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Canciones de amor y esperanza suenan de fondo (como en todas las películas de Kaurismäki) para permitir soñar con algo mejor que un trabajo rutinario, pesado y embrutecedor, o mejor que el desempleo crónico, mejor que una soledad demasiado opresiva, mejor que un frío glacial que cala hasta los huesos, y mejor que saberse un paria sin techo, sin hogar, sin familia, sin una ubicación, sin raíces en ninguna parte. Soñar con algo mejor que sentirse un infeliz apaleado y una escoria a la que las cosas le van cuesta abajo.
El director finés sigue fiel a su estilo tragicómico, contenido, con esos personajes estáticos que hablan poco, que no transmiten mucho, con esas situaciones a caballo entre lo irónico y lo dramático (y lo absurdo también) con el toque personal de Kaurismäki, que no suelta ese tono humorísticamente amargo, o amargamente humorístico... Sus escenas no se resuelven con brillantez ni nos dejan boquiabiertos. El realizador no se preocupa por la perfección de las tomas ni por la estricta coherencia del relato. Desata las acciones con mejor o peor fortuna, la mayoría de las veces dando una impresión de torpeza. Sus protagonistas no son héroes. Sus errores (a menudo ridículos), sus chocantes decisiones y formas de actuar quedan bien patentes. Más que de personajes, se podría hablar de una especie de caricaturas de la vida, de la vida dura que a menudo convierte a las personas en autómatas sentimentales y en imprudentes que actúan a la desesperada para huir de sus fantasmas en busca de alguna ilusión.
"Ariel" es el sueño de unos pobres locos que quieren empezar de nuevo, que se lanzan al vacío casi sin vacilar, para romper con sus penurias y perderse en algún lugar donde el sol brille un poco más y donde el clima espiritual sea más benigno.
8
7 de abril de 2012
16 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Notable largometraje del realizador finlandés Aki Kaurismaki (“La chica de la fábrica de cerillas”, 1990). El guión, del mismo Kaurismaki, se inspira en el de “Un condenado a muerte se ha escapado”, de Bresson. Se rueda en escenarios naturales de Helsinki (Finlandia) y alrededores. Producido por A. Kaurismaki para Villealfa Filmproduction, se estrena el 21-X-1988 (Finlandia).

El film suma drama, crimen y romance. Son sus protagonistas Taisto Kasurinen (Pajala), minero del norte, que se traslada a Helsinki tras el suicidio de su padre, e Irmeli Pihlaja (Haavisto), madre de un chaval de 8 años, empleada del matadero municipal, que ha sido abandonada por su pareja. El relato de las aventuras y desventuras de Taisto sirve al realizador para explorar la realidad del país, azotado por el paro, los empleos precarios, la corrupción, la criminalidad, los errores policiales y judiciales, la marginación y exclusión social, el alcoholismo, la pobreza y la insolidaridad. Exalta los procesos de liberación personal y la oportunidad de la huida en busca de nuevos horizontes en tierras de promisión, justicia y libertad.

El discurso narrativo se presenta exento de grandilocuencias y adornos innecesarios. Depura el relato para quedarse solo con lo imprescindible. La narración es sobria, austera y marcadamente estilizada. Hace uso de diálogos lacónicos y gestos contenidos. Pese a todo, el film sugiere, glosa y explica muchas cosas. Aporta información significativa sobre muchos elementos que dan al discurso contenido y profundidad. Con su estilo y sus propuestas, Kaurismaki cautiva, seduce, fascina y convence.

La obra se inspira abiertamente en Bresson, sobre todo en su film “Un condenado a muerte se ha escapado” (1957). También, se inspira en su trabajo posterior “El dinero” (1983). No oculta la admiración que siente por Bogart y por su interpretación en “El último refugio” (Walsh, 1941). Por lo demás, exhibe la fascinación que siente por el mar y por la aureola de misterio e inmensidad que le acompaña. No oculta su gusto por los coches modernos, grandes, confortables y rápidos, que en este caso se concreta en un espléndido Cadillac blanco descapotable. Se sirve de algunos paralelismos para aportar significados, como ocurre con la comparación que establece entre el matadero municipal y la prisión del Estado, el precio de compra y el de venta de los coches de ocasión, el trabajo en el puerto y el paro, la visión de la madre y la del hijo, etc. Salpica la exposición con toques de humor, que en ocasiones se asocia a lo trágico o siniestro y a veces se manifiesta de modo sencillo y directo (despliegue de la capota).

…./
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
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(Sigue sin espoileres/aguafiestas)

La banda sonora refleja las preferencias del autor por la música popular del momento y por la clásica de Piotr Tchaikovsky (“Sinfonía nº 6”) i Dimitri Shostakovich (“Sinfonía nº 9”). La letra de las canciones aporta información significativa relacionada con el argumento, como es el caso de la espléndida “Over the Rainbow”. La fotografía, de Timo Salminen y Romà Pladevall, es estática, mira con parsimonia los hechos y los analiza en profundidad. Emplea una paleta de colores básicamente fríos y neutros, de tonos tenues y claros, con sugestivos difuminados (“sfumatos”), que evocan las pinturas clásicas del “Quattrocento” italiano.
8
10 de noviembre de 2008
20 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se me caen los mocos. Intento concentrarme mirando la carretera. He salido del faro hará veinte minutos, pero me parece que llevo años acelerando. Miro para atrás buscando la referencia. Mis espejos retrovisores están empañados y las gafas no impiden que los ojos los tenga rojos del frío. Es un casco de esos antiguos, con gafas de goma. Como el que llevaba Lawrence de Arabia al principio de la película. Siento aguijones en los mofletes. Siento las pantorrillas gélidas. Los dedos de las manos desnudas ya no las siento.

Paro. Busco una bufanda y me la enrollo sobre la cara, tipo turbante, tipo, una vez más, Lawrence de Arabia. Pienso en el desierto. Visualizo las dunas de arena y un sol asfixiante. Nada. El frío me traspasa todo el cuerpo.

La última vez que veré el faro. En esta curva. Mientras sigo acelerando. Nunca más subiré sus escaleras. Una máquina lo vigilará por mí. Tengo el dinero en un bolsillo y un billete surge con violencia y se escapa por mi estela. Alargo la mano en su búsqueda. La moto zigzaguea sobre el hielo de la calzada. Un minuto después me encuentro en el suelo. Tumbado boca arriba. Mirando como cae la nieve.
Sobre mis ojos.
Sobre mi boca.
Los ojos se me cierran.

Casi está anocheciendo. Sigo tumbado en medio de una carretera silenciosa. Me duele la cabeza y una pierna me sangra del tobillo. La moto está tumbada a diez pasos delante de mí. Cojeo y cuando meto mi mano morada en los bolsillos no tengo mi cartera, ni mi dinero. Miro de cerca la rueda deformada y continuo caminando. Cuando llego a los focos de neón es noche cerrada.

Llevo tres días mendigando entre la nieve. Puede que cuatro porque el sol casi no sale y las noches se alargan hasta juntarse unas con otras. A mi lado alguien pide una hamburguesa y cuando paga saca mi cartera alabeada. Cuando va a guardarla bajo su parca se fija en mi presencia. Los ojos se vigilan mientras me levanto y voy a su encuentro. Al final me toca correr medio cojeando. Resbala y cae de bruces al suelo. Le pateo el costado y cuando voy a golpearle con más fuerza me detienen por la espalda.

Sólo me queda escapar. Salir de este condenado hielo. La ruta de escape la tengo apuntada en un papel azulado, arrugado y macilento que me dio Aki Kaurismäki donde sólo pone:

Pregúntale a Ariel.

¡Condenado finlandés!… siempre con sus jeroglíficos.
7
14 de enero de 2009
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Kaurismäki y yo somos de los de la opinión de que o eres sueco o eres noruego, para ser finés mejor nacer en aguas internacionales y ser un apátrida. Taisto es un hombre sin religión y sin parientes, pero con un país que le envuelve y zancadillea cada uno de sus pasos. El resto de sus posesiones son 70 kilos de vacío y un hogar descapotable.

El punto de partida de la película es un grupo de mineros que no encuentran salida, como ejemplifica radicalmente el padre de Taisto. La conversación entre padre e hijo puede extrapolarse a todo un sector social al que no le queda otro remedio que hacer kilómetros huyendo de un lugar que se derrumba.

El director se vale de una concisa narración, privada de atracciones superfluas, para mostrar los reveses e injusticias que sufren los personajes, permitiéndose eventuales momentos de amarga comicidad, de la que es paradigmática la recordada ironía de la capota que se nos introduce en los primeros minutos de la película y alcanza su colofón en el final. Esta curiosa mezcla funciona para que el espectador empatice con un protagonista tan impasible y distante, pero al que basta una radio o un cuadro para afrontar activamente sus desgracias y dirigirse hacia un futuro empeñado en cerrarse en banda.

La primera parte de la película puede enmarcarse en el relato social con la cercanía característica del neorrealismo, después avanza cada vez más hacia el cine negro al que, en cierto modo, se homenajea. *spoiler
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
* Las adversidades sufridas convierten a Taisto en un fracasado encaminado sin opción al quebranto de la ley, aunque ésa no sea su naturaleza, al igual que le ocurría al personaje de Bogart en El Último Refugio. El nombre de esta película de Walsh me vendría muy bien para hacer un paralelismo entre el barco Ariel, México o cualquier país lejano con un último refugio para Taisto, pero realmente ése sólo es el título español para High Sierra, porque en realidad Bogart, tras una persecución de infarto, acaba acorralado por la policía en lo alto de una montaña. En este sentido, Ariel es una película idealista porque, tras varias canciones de desesperación, Taisto logra escapar de la cárcel sin que le capturen y, al ritmo de un nórdico Over The Rainbow, Ariel es el barco de baldosas amarillas que le conducirá hacia su propia tierra de Oz, pero sin decorados horteras.
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