Her
7.5
81,140
Ciencia ficción. Romance. Drama
En un futuro cercano, Theodore, un hombre solitario a punto de divorciarse que trabaja en una empresa como escritor de cartas para terceras personas, compra un día un nuevo sistema operativo basado en el modelo de Inteligencia Artificial, diseñado para satisfacer todas las necesidades del usuario. Para su sorpresa, se crea una relación romántica entre él y Samantha, la voz femenina de ese sistema operativo. (FILMAFFINITY)
21 de enero de 2014
21 de enero de 2014
60 de 74 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como suele ser costumbre en mí, tiendo a escribir críticas acerca de películas demasiado ricas en conceptos e interpretaciones posibles como para abordarlas todas en un rato. Porque Her es una obra grande, muy grande. El tiempo que me ocupe esta crítica será mínimo comparado con el tiempo que dedicaré a analizar uno de los filmes más brillantes que he visto en años.
Para empezar he de dejar claro que soy un amante de la ciencia-ficción y el romance, de Arcade Fire y prácticamente todo el reparto. Spike Jonze es un mundo aparte, es con toda probabilidad mi director favorito. De todos modos, y antes de que esto empiece a parecer una carta de amor escrita por un fan, sólo hago esto para anunciar con alegría que lo sucedido con Her es lo más similar a un milagro para mí, como cinéfilo. Otra costumbre mía es obviar lo obvio (suena redundante, lo sé). Con esto me refiero al hecho de que existen ciertas películas que son aclamadas una y otra vez por las mismas razones, todas merecidas. Aclamamos la dirección, el guión, la banda sonora, las interpretaciones... y muchas veces nos olvidamos de adentrarnos un poco más allá del mero análisis. Es decir, ¿qué nos ha transmitido Her? ¿Hacia qué ideas nos ha conducido con su historia? Esto es lo que voy a hacer con mi crítica, como muchos otros, aportando mi granito de pensamientos para enriquecer aún más la ya gran obra que es.
Puede que en un futuro el título "Amor profético" resulte vergonzoso para mí. Sin embargo, teniendo en cuenta el momento en que vivimos, cómo lo vivimos, no me parece tan descabellado. La tecnología nos rodea con una insistencia desbordante tanto sea por motivos económicos, de ocio, de comunicación... en resumen, la tecnología (sobre todo la virtual) se está convirtiendo en una parte indispensable de nuestras vidas hasta tal punto que, como esta película, nos hace cuestionar hasta qué punto somos amos de ésta. En el intento de diseñar inteligencias que se adapten cada vez más a nuestros deseos, llegará un punto en el que pronto será difícil discernir entre vida y tecnología, humano y robot. Otros filmes mucho más sesudos pero menos sutiles ahondan con profundidad este tema, más cercano al cyberpunk. Sin embargo, Her ofrece por ¿primera vez? una visión más romántica del concepto tecnología-hombre. En este caso, la relación entre un ordenador y Theodore, el solitario protagonista.
Sigo en el spoiler por falta de espacio y algún que otro spoiler.
Para empezar he de dejar claro que soy un amante de la ciencia-ficción y el romance, de Arcade Fire y prácticamente todo el reparto. Spike Jonze es un mundo aparte, es con toda probabilidad mi director favorito. De todos modos, y antes de que esto empiece a parecer una carta de amor escrita por un fan, sólo hago esto para anunciar con alegría que lo sucedido con Her es lo más similar a un milagro para mí, como cinéfilo. Otra costumbre mía es obviar lo obvio (suena redundante, lo sé). Con esto me refiero al hecho de que existen ciertas películas que son aclamadas una y otra vez por las mismas razones, todas merecidas. Aclamamos la dirección, el guión, la banda sonora, las interpretaciones... y muchas veces nos olvidamos de adentrarnos un poco más allá del mero análisis. Es decir, ¿qué nos ha transmitido Her? ¿Hacia qué ideas nos ha conducido con su historia? Esto es lo que voy a hacer con mi crítica, como muchos otros, aportando mi granito de pensamientos para enriquecer aún más la ya gran obra que es.
Puede que en un futuro el título "Amor profético" resulte vergonzoso para mí. Sin embargo, teniendo en cuenta el momento en que vivimos, cómo lo vivimos, no me parece tan descabellado. La tecnología nos rodea con una insistencia desbordante tanto sea por motivos económicos, de ocio, de comunicación... en resumen, la tecnología (sobre todo la virtual) se está convirtiendo en una parte indispensable de nuestras vidas hasta tal punto que, como esta película, nos hace cuestionar hasta qué punto somos amos de ésta. En el intento de diseñar inteligencias que se adapten cada vez más a nuestros deseos, llegará un punto en el que pronto será difícil discernir entre vida y tecnología, humano y robot. Otros filmes mucho más sesudos pero menos sutiles ahondan con profundidad este tema, más cercano al cyberpunk. Sin embargo, Her ofrece por ¿primera vez? una visión más romántica del concepto tecnología-hombre. En este caso, la relación entre un ordenador y Theodore, el solitario protagonista.
Sigo en el spoiler por falta de espacio y algún que otro spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La sociedad planteada por Jonze se plantea en un futuro más inmediato de lo que muchos podrían pensar. Permitamos el paso de una década en nuestras vidas y ya veremos. La idea de que empiece a ser común la relación entre humanos y robots no parece tan descabellada. Esto, a simple vista, potencia la soledad entre las personas, como puede verse reflejado en la vida del protagonista, (los de su misma especie). Un momento, ¿acabo de catalogar a los robots como una especie? ¿Es que la vida no es exclusiva para...? Otro momento, ¿qué es vida? ¿Qué es amor? ¿No somos nosotros los únicos seres del planeta que son capaces de llegar a los más avanzados estados de estos conceptos que tan misteriosos nos resultan? Esto me conduce a Samantha, uno de los mejores personajes que he escuchado.
Este sistema operativo empieza su existencia bajo las reglas de una incontable cantidad de programas que la hacen ser lo que es, eso sí, con la maravillosa capacidad de evolucionar. Esto es, almacenar más datos (experiencias). Cada decisión que tome por sí misma (recordemos que es una conciencia) le afectará a la próxima, y a su propia personalidad. Sí, personalidad. ¿Acaso lo que Samantha nos describe acerca de sí misma no es increíblemente similar a lo que representa ser humano? Al igual que nosotros, ella también busca a través de Theodore, algo así como su humilde maestro en el campo de la existencia. Al igual que nosotros, aquello que la guía no reside en ningún lugar de la materia. La energía que la impulsa a ser lo que es resulta invisible, indescifrable. Justamente como todo ser humano, también se hace preguntas, tiene dudas sobre su ser, y eso la conduce a un intenso e iluminador recorrido de experiencias que la harán crecer como conciencia. Samantha desea, ante todo, y como todo ser humano, SENTIR. Sentir que posee sentido, una vida, una identidad, un deseo, que es real, que existe. Theodore busca exactamente lo mismo a través de ella. Y ambos comparten ese ideal donde la idea de realidad se diluye y solamente resta lo esencial: aquello que no existe, sólo se siente.
Finalmente, sucede algo increíble en la película. Samantha entabla relación con otros sistemas operativos. Se ha convertido en un ser superior en capacidades a Theodore. Junto con sus compañeros, ha fundado una nueva especie que trasciende lo que somos. Nuestro protagonista se siente despedazado ante esa idea y regresa al lugar que le corresponde, a su realidad. Her es un verdadero poema romántico porque es, en cierto modo, imposible. Definitivamente es Amy, otro humano perdido consigo mismo, el que conecte con Theodore. Ambos se sientan, muy apretados, contemplando el bullicio nocturno y caótico de la ciudad, aceptándose tal y como son, compañeros en la vida misteriosa e inestable que se halla ante ellos, pero permanente.
Este sistema operativo empieza su existencia bajo las reglas de una incontable cantidad de programas que la hacen ser lo que es, eso sí, con la maravillosa capacidad de evolucionar. Esto es, almacenar más datos (experiencias). Cada decisión que tome por sí misma (recordemos que es una conciencia) le afectará a la próxima, y a su propia personalidad. Sí, personalidad. ¿Acaso lo que Samantha nos describe acerca de sí misma no es increíblemente similar a lo que representa ser humano? Al igual que nosotros, ella también busca a través de Theodore, algo así como su humilde maestro en el campo de la existencia. Al igual que nosotros, aquello que la guía no reside en ningún lugar de la materia. La energía que la impulsa a ser lo que es resulta invisible, indescifrable. Justamente como todo ser humano, también se hace preguntas, tiene dudas sobre su ser, y eso la conduce a un intenso e iluminador recorrido de experiencias que la harán crecer como conciencia. Samantha desea, ante todo, y como todo ser humano, SENTIR. Sentir que posee sentido, una vida, una identidad, un deseo, que es real, que existe. Theodore busca exactamente lo mismo a través de ella. Y ambos comparten ese ideal donde la idea de realidad se diluye y solamente resta lo esencial: aquello que no existe, sólo se siente.
Finalmente, sucede algo increíble en la película. Samantha entabla relación con otros sistemas operativos. Se ha convertido en un ser superior en capacidades a Theodore. Junto con sus compañeros, ha fundado una nueva especie que trasciende lo que somos. Nuestro protagonista se siente despedazado ante esa idea y regresa al lugar que le corresponde, a su realidad. Her es un verdadero poema romántico porque es, en cierto modo, imposible. Definitivamente es Amy, otro humano perdido consigo mismo, el que conecte con Theodore. Ambos se sientan, muy apretados, contemplando el bullicio nocturno y caótico de la ciudad, aceptándose tal y como son, compañeros en la vida misteriosa e inestable que se halla ante ellos, pero permanente.
2 de marzo de 2014
2 de marzo de 2014
56 de 67 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se trata de ir un poco más allá – de extremar – el presente afán por las relaciones a distancia (ya sea por cam, por correo electrónico, por el finiquitado Messenger) hasta toparnos con esta aguda cinta que propone rizar el rizo y crear un sistema operativo, tan inteligente que sea capaz de aprender, desarrollarse y seducir por su propia genialidad y capacidad de superarse a sí mismo, desbordando por completo las líneas de código que lo configuraron. Es decir, de convertirse en aquello (en aquel o aquella) que deseamos que sea porque así se lo hemos ido diciendo desde el inicio del contacto… que se convierta en real lo que no es sino fantasía.
Los diálogos son ingeniosos, inteligentes, llenos de ocurrencias y matices, repletos de un doloroso realismo que retrata con exactitud la fobia que el momento actual tiene por el contacto real – las relaciones – entre personas, optando por vínculos interpuestos, falaces, opacos, virtuales y remotos, en vez de afrontar el roce y el esfuerzo de la cotidianeidad y del desgaste. Cualquier cosa imaginada, fabulada, artificial, distante e incontrastable con la realidad parece preferible a vernos confrontados con los sinsabores de la materialidad cotidiana, donde existen las decepciones y el esfuerzo, donde hay que construir y armar día a día el presente con lo que hay, no con lo que deseamos que haya.
Tras una fachada amable, casi de comedia, esta ocurrente película llena de clarividencia y sutileza nos propone una aguda reflexión sobre los límites en la relaciones humanas, la necesidad de compromiso, de tomar las riendas de nuestro destino, de afrontar la realidad tal cual es y de dejar de engañarnos con sueños y fabulaciones que nos impiden relacionarnos y crecer como individuos. Desde una urbanidad y encanto que parecen ocultar las dosis de vitriolo que destilan sus brillantes imágenes y que nos ponen un espejo distorsionante ante nuestros ojos, devolviéndonos – exagerados y aumentados – nuestros miedos y huidas más inconfesables. Para crecer hay que sufrir, por mucho que tratemos de evitarlo.
Pocas películas tan inteligentes, intensas, originales, entretenidas, impactantes, ocurrentes y encomiables como ésta, que combina ingenio con sabiduría, agudeza con entretenimiento, clarividencia con amenidad, perspicacia con precisión. Parecía difícil de conseguir: es una de las grandes películas del año y merecedora de todos los galardonas y elogios que imaginarse puedan. Quizás sea demasiado profunda para gratificaciones tan banales: degustarla y paladearla ya es premio suficiente.
Los diálogos son ingeniosos, inteligentes, llenos de ocurrencias y matices, repletos de un doloroso realismo que retrata con exactitud la fobia que el momento actual tiene por el contacto real – las relaciones – entre personas, optando por vínculos interpuestos, falaces, opacos, virtuales y remotos, en vez de afrontar el roce y el esfuerzo de la cotidianeidad y del desgaste. Cualquier cosa imaginada, fabulada, artificial, distante e incontrastable con la realidad parece preferible a vernos confrontados con los sinsabores de la materialidad cotidiana, donde existen las decepciones y el esfuerzo, donde hay que construir y armar día a día el presente con lo que hay, no con lo que deseamos que haya.
Tras una fachada amable, casi de comedia, esta ocurrente película llena de clarividencia y sutileza nos propone una aguda reflexión sobre los límites en la relaciones humanas, la necesidad de compromiso, de tomar las riendas de nuestro destino, de afrontar la realidad tal cual es y de dejar de engañarnos con sueños y fabulaciones que nos impiden relacionarnos y crecer como individuos. Desde una urbanidad y encanto que parecen ocultar las dosis de vitriolo que destilan sus brillantes imágenes y que nos ponen un espejo distorsionante ante nuestros ojos, devolviéndonos – exagerados y aumentados – nuestros miedos y huidas más inconfesables. Para crecer hay que sufrir, por mucho que tratemos de evitarlo.
Pocas películas tan inteligentes, intensas, originales, entretenidas, impactantes, ocurrentes y encomiables como ésta, que combina ingenio con sabiduría, agudeza con entretenimiento, clarividencia con amenidad, perspicacia con precisión. Parecía difícil de conseguir: es una de las grandes películas del año y merecedora de todos los galardonas y elogios que imaginarse puedan. Quizás sea demasiado profunda para gratificaciones tan banales: degustarla y paladearla ya es premio suficiente.
14 de marzo de 2014
14 de marzo de 2014
83 de 127 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes de deciros lo que me ha parecido HER, os voy a decir lo que, para mi, podría haber sido:
-Podría haber sido un estupendo, o al menos interesante cortometraje (incluso un mediometraje), y de haber caído en manos más curtidas y con menos manicura, incluso un largometraje bueno, pero vamos, sin llegar a los 90 minutos ni de lejos (estirarlo h-staa los 128 que dura es un suicidio).
-Podría haber sido una romántica fábula distópica, o un conmovedor romance futurista, o una convincente reflexión sobre las aspiraciones burguesas, o sobre el amor mismo y los sentimientos en general, o una eficaz crítica sobre la deshumanización de nuestra sociedad, o un debate filosófico sobre lo que nos hace o no humanos...o cualquiera de las cuestiones que la ciencia ficción clásica lleva ya décadas tratando magistralmente sobre todo en sus relatos
-Podría haber sido una bonita historia de amor.
-Podría haber sido una historia conmovedora, cálida y emotiva.
Podría haber sido cualquiera de esas cosas y me hubiera valido, pero no llega a ser ninguna de ellas. Una auténtica lástima, porque empieza bien, muy bien. Durante un rato avanza con pulso, interesa, emociona, intriga, entretiene, divierte, ilusiona, te llena de expectativas...y casi, casi sorprende. Pero lamentablemente el resto es una cuesta abajo sin frenos. Una caída en espiral dando vueltas sobre sí misma, que asesina cruel y torpemente cada uno de sus logros hacia un vacío lleno de desinterés, en que lo único que queda es encontrar postura en tu butaca y desear que aquello acabe; como sea, pero que acabe.
Desaprovecha todas y cada una de sus posibilidades en un ejercicio de onanismo enfermizo, de pajillerismo incontrolado, de autocomplacencia castradora y egolatría malsana...Cosas todas ellas que se pueden permitir genios como kubrick o Malick en ciertos momentos (sólo en algunos), pero no alguien como Jonze, que si bien tiene destellos de genialidad, dista mucho de ella.
El hecho de elegir a un grupo como Arcade Fire (que me gustan) para componer la banda sonora, dice mucho de las intenciones de HER. Arcade Fire reciclan música electrónica heredada de otra época, de esa que gusta y que parece más de lo que es y que tiene momentos y piezas gloriosas. Pero generalmente sus álbumes se ahogan en su propia intensidad (impostada). Acaban ocupando un rincón en tu estantería y en tu memoria, y rara vez te apetece volver a escucharlos (y cuando lo haces, enseguida optas por quitarlos).
Estoy seguro que como dice mi amigo Álvaro, Scarlett Johanson hace una magnífica interpretación sólo con su voz. De hecho el doblaje es bastante deficiente, más siendo como es una película construida a base de primeros y primerísimos planos, y la versión original seguramente proporcionará matices que aquí se escapan, pero lo único que podría salvar a HER de lo que es y del olvido, son unas buenas tijeras.
Y ahora me voy permitir deciros los que para mí es HER: es el ejemplo perfecto de la diferencia entre el querer ser y el ser: entre lo que se quiere contar y lo que se cuenta; entre la película que se quiere hacer y la que se hace, entre contarle algo a los demás o contártelo a tí mismo...
Y es que el cine, señor Jonze, como cualquier acto amatorio, necesita al menos de dos. Lo otro se llama masturbación, y al final voy a tener que dar la razón a los curas en aquello que nos decían de pequeños; "la masturbación produce ceguera".
-Podría haber sido un estupendo, o al menos interesante cortometraje (incluso un mediometraje), y de haber caído en manos más curtidas y con menos manicura, incluso un largometraje bueno, pero vamos, sin llegar a los 90 minutos ni de lejos (estirarlo h-staa los 128 que dura es un suicidio).
-Podría haber sido una romántica fábula distópica, o un conmovedor romance futurista, o una convincente reflexión sobre las aspiraciones burguesas, o sobre el amor mismo y los sentimientos en general, o una eficaz crítica sobre la deshumanización de nuestra sociedad, o un debate filosófico sobre lo que nos hace o no humanos...o cualquiera de las cuestiones que la ciencia ficción clásica lleva ya décadas tratando magistralmente sobre todo en sus relatos
-Podría haber sido una bonita historia de amor.
-Podría haber sido una historia conmovedora, cálida y emotiva.
Podría haber sido cualquiera de esas cosas y me hubiera valido, pero no llega a ser ninguna de ellas. Una auténtica lástima, porque empieza bien, muy bien. Durante un rato avanza con pulso, interesa, emociona, intriga, entretiene, divierte, ilusiona, te llena de expectativas...y casi, casi sorprende. Pero lamentablemente el resto es una cuesta abajo sin frenos. Una caída en espiral dando vueltas sobre sí misma, que asesina cruel y torpemente cada uno de sus logros hacia un vacío lleno de desinterés, en que lo único que queda es encontrar postura en tu butaca y desear que aquello acabe; como sea, pero que acabe.
Desaprovecha todas y cada una de sus posibilidades en un ejercicio de onanismo enfermizo, de pajillerismo incontrolado, de autocomplacencia castradora y egolatría malsana...Cosas todas ellas que se pueden permitir genios como kubrick o Malick en ciertos momentos (sólo en algunos), pero no alguien como Jonze, que si bien tiene destellos de genialidad, dista mucho de ella.
El hecho de elegir a un grupo como Arcade Fire (que me gustan) para componer la banda sonora, dice mucho de las intenciones de HER. Arcade Fire reciclan música electrónica heredada de otra época, de esa que gusta y que parece más de lo que es y que tiene momentos y piezas gloriosas. Pero generalmente sus álbumes se ahogan en su propia intensidad (impostada). Acaban ocupando un rincón en tu estantería y en tu memoria, y rara vez te apetece volver a escucharlos (y cuando lo haces, enseguida optas por quitarlos).
Estoy seguro que como dice mi amigo Álvaro, Scarlett Johanson hace una magnífica interpretación sólo con su voz. De hecho el doblaje es bastante deficiente, más siendo como es una película construida a base de primeros y primerísimos planos, y la versión original seguramente proporcionará matices que aquí se escapan, pero lo único que podría salvar a HER de lo que es y del olvido, son unas buenas tijeras.
Y ahora me voy permitir deciros los que para mí es HER: es el ejemplo perfecto de la diferencia entre el querer ser y el ser: entre lo que se quiere contar y lo que se cuenta; entre la película que se quiere hacer y la que se hace, entre contarle algo a los demás o contártelo a tí mismo...
Y es que el cine, señor Jonze, como cualquier acto amatorio, necesita al menos de dos. Lo otro se llama masturbación, y al final voy a tener que dar la razón a los curas en aquello que nos decían de pequeños; "la masturbación produce ceguera".
23 de septiembre de 2014
23 de septiembre de 2014
85 de 132 usuarios han encontrado esta crítica útil
VENTAJAS DE TENER COMO PAREJA A UN SISTEMA OPERATIVO.
1. Si viajas en avión o en tren solo tienes que comprar un billete, lo cual supone un ahorro importante.
2. En los hoteles puedes pedir habitaciones simples, que es otro ahorro.
3. En los restaurantes te gastas la mitad que si tuvieras a una persona como pareja.
4. No tienes que preocuparte de comprarle ropa ni joyas ni nada de eso.
5. Consecuentemente tampoco tienes que preocuparte de que vaya hecho un adefesio, mal afeitado o con los pelos infames.
6. Los sistemas operativos no tienen familia, así que no tendrás que soportar suegras ni cuñados petardos.
7. Jamás tendrás que esperar para entrar al baño porque esté ocupado.
8. Y no encontrarás pelos de nadie en la ducha, salvo los tuyos.
9. Los sistemas operativos no roncan ni les chirrían los dientes, porque no tienen.
10. Lo puedes desconectar cuando te esté incordiando o cuando te apetezca estar solo.
DESVENTAJAS DE TENER COMO PAREJA A UN SISTEMA OPERATIVO.
1. Que se eche de amigos a otros sistemas operativos y te vuelvan loco con su continuo parloteo.
2. Que si haces una peli sobre tu historia de amor lo único que la gente verá es a un tipo hablando solo todo el tiempo y puede resultar pelín coñazo, por mucho que el que te lo cuente se llame Spike Jonze y tú seas Joaquin Phoenix camuflado detrás de un ridículo bigote.
1. Si viajas en avión o en tren solo tienes que comprar un billete, lo cual supone un ahorro importante.
2. En los hoteles puedes pedir habitaciones simples, que es otro ahorro.
3. En los restaurantes te gastas la mitad que si tuvieras a una persona como pareja.
4. No tienes que preocuparte de comprarle ropa ni joyas ni nada de eso.
5. Consecuentemente tampoco tienes que preocuparte de que vaya hecho un adefesio, mal afeitado o con los pelos infames.
6. Los sistemas operativos no tienen familia, así que no tendrás que soportar suegras ni cuñados petardos.
7. Jamás tendrás que esperar para entrar al baño porque esté ocupado.
8. Y no encontrarás pelos de nadie en la ducha, salvo los tuyos.
9. Los sistemas operativos no roncan ni les chirrían los dientes, porque no tienen.
10. Lo puedes desconectar cuando te esté incordiando o cuando te apetezca estar solo.
DESVENTAJAS DE TENER COMO PAREJA A UN SISTEMA OPERATIVO.
1. Que se eche de amigos a otros sistemas operativos y te vuelvan loco con su continuo parloteo.
2. Que si haces una peli sobre tu historia de amor lo único que la gente verá es a un tipo hablando solo todo el tiempo y puede resultar pelín coñazo, por mucho que el que te lo cuente se llame Spike Jonze y tú seas Joaquin Phoenix camuflado detrás de un ridículo bigote.
22 de febrero de 2014
22 de febrero de 2014
66 de 98 usuarios han encontrado esta crítica útil
Iba con grandes expectativas a ver esta película. Todos los críticos (que aparecen en Filmaffinity) eran muy positivos. Spike Jonze que ha hecho películas como "Cómo ser John Malkovich" y "Adaptation: El ladrón de orquídeas" prometía. Al menos es original. Joaquin Phoenix, un buen actor. Los trailers estaban muy bien. La idea también. Pero el resultado es muy decepcionante, siendo generoso.
Algo más de dos horas que se hacen muuuy largas. La película hace aguas por todas partes. El guion está mal planteado. La actuación de Joaquin Phoenix muy forzada, es blando y sin encanto alguno. No es su papel. Las escenas de “sexo” (virtual) son poco o nada creíbles, y absolutamente innecesarias. La estética es ambivalente. A veces acertada (la ciudad, el ascensor, el sitio donde trabaja el protagonista,…). Otras veces fuera de lugar y resulta fea (¡por qué no decirlo!) y poco coherente. Esos toques retro, como pantallas de ordenador enmarcadas en madera, los espantosos pantalones que visten, lo de comunicarse con un pinganillo en la oreja tan grande que recuerda a Shrek cuando se saca la cera de la oreja para hacer una vela… Tan solo la fotografía se salva de esta película. Es buena, aunque un pelín lavada para mi gusto, aunque esto parece ser trendy ahora.
La película es vana, sin contenido, ni profundidad. Los mensajes de soledad de las personas, de aislamiento, de incomunicación, son pueriles y nada sutilmente elaborados. La película bien podría haber sido hecha por Jorge Bucay o Paulo Coelho, ese es el nivel. Claro, si os gustan estos autores, adelante, disfrutaréis de las dos horas de tópicos y almíbar.
Blade Runner y 2001, Una odisea del espacio, por poner solo dos, abordan el tema de la consciencia artificial y el amor hombre-máquina, mucho mejor. Nada que ver los replicantes de Blade Runner con este sistema operativo insulso y vacío.
Y Scarlett Johansson (in voce, es Samantha, el sistema operativo), que está muy lejos de ser mi actriz preferida y ni siquiera una buena actriz (sé que en esto voy muy contracorriente), mejor que no cante. No es lo suyo.
Una conclusión colateral: menudo nivelón el de los críticos de cine que tan bien ponen a esta película. Una de tres (o las tres): todos están untados, todos estaban colocados cuando escribieron la crítica, o su nivel es tan patético que, si son honestos, deberían buscar otra profesión más acorde a sus ausentes o, como mucho, limitadas capacidades. ¡Como para fiarse!
Algo más de dos horas que se hacen muuuy largas. La película hace aguas por todas partes. El guion está mal planteado. La actuación de Joaquin Phoenix muy forzada, es blando y sin encanto alguno. No es su papel. Las escenas de “sexo” (virtual) son poco o nada creíbles, y absolutamente innecesarias. La estética es ambivalente. A veces acertada (la ciudad, el ascensor, el sitio donde trabaja el protagonista,…). Otras veces fuera de lugar y resulta fea (¡por qué no decirlo!) y poco coherente. Esos toques retro, como pantallas de ordenador enmarcadas en madera, los espantosos pantalones que visten, lo de comunicarse con un pinganillo en la oreja tan grande que recuerda a Shrek cuando se saca la cera de la oreja para hacer una vela… Tan solo la fotografía se salva de esta película. Es buena, aunque un pelín lavada para mi gusto, aunque esto parece ser trendy ahora.
La película es vana, sin contenido, ni profundidad. Los mensajes de soledad de las personas, de aislamiento, de incomunicación, son pueriles y nada sutilmente elaborados. La película bien podría haber sido hecha por Jorge Bucay o Paulo Coelho, ese es el nivel. Claro, si os gustan estos autores, adelante, disfrutaréis de las dos horas de tópicos y almíbar.
Blade Runner y 2001, Una odisea del espacio, por poner solo dos, abordan el tema de la consciencia artificial y el amor hombre-máquina, mucho mejor. Nada que ver los replicantes de Blade Runner con este sistema operativo insulso y vacío.
Y Scarlett Johansson (in voce, es Samantha, el sistema operativo), que está muy lejos de ser mi actriz preferida y ni siquiera una buena actriz (sé que en esto voy muy contracorriente), mejor que no cante. No es lo suyo.
Una conclusión colateral: menudo nivelón el de los críticos de cine que tan bien ponen a esta película. Una de tres (o las tres): todos están untados, todos estaban colocados cuando escribieron la crítica, o su nivel es tan patético que, si son honestos, deberían buscar otra profesión más acorde a sus ausentes o, como mucho, limitadas capacidades. ¡Como para fiarse!
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La idea de enamorarse de un sistema operativo, aunque interesante a priori, está tan excesivamente estirada que deja de ser creíble enseguida. El surgimiento de la consciencia en Samantha, el sistema operativo, es un visto y no visto nada trabajado, cuando podría ser una parte muy interesante de la problemática. Luego la película va resbalando a lo largo de las dos horas en topicazos del amor e incluso los celos que pronto afloran en Samantha.
Y el picnic con amigos y Samantha en una cajita marrón, no ya nada futurista, ni siquiera del presente (¡si parece una tosca pitillera de madera de los años 50! Otra vez el toque retro fuera de lugar) es tan poco verosímil que resulta incómodo.
La mejor parte (además de la fotografía) es el momento, ya hacia el final de la película, en la que Samantha cobra conciencia de su diferencia con el hombre que “la ama” (el que Samantha ame a Theodore Twombly -J. Phoenix-, aunque se insiste mucho en ello en la película, no es nada convincente) y su afinidad con otros sistemas operativos (que igual que ella son amados por otras personas humanas), su superioridad, su capacidad de evolución y distanciamiento de los pobres humanos limitados y constreñidos a un cuerpo material. Esta parte que podría haber dado sentido a toda la película se pasa de puntillas, no se aprovecha, no se le extrae ningún jugo. Esta parte que bien podría ser una metáfora de las relaciones (más humanas) entre personas de muy diferentes estratos sociales, culturales, de castas,... "se perderá como lágrimas en la lluvia".
Y el picnic con amigos y Samantha en una cajita marrón, no ya nada futurista, ni siquiera del presente (¡si parece una tosca pitillera de madera de los años 50! Otra vez el toque retro fuera de lugar) es tan poco verosímil que resulta incómodo.
La mejor parte (además de la fotografía) es el momento, ya hacia el final de la película, en la que Samantha cobra conciencia de su diferencia con el hombre que “la ama” (el que Samantha ame a Theodore Twombly -J. Phoenix-, aunque se insiste mucho en ello en la película, no es nada convincente) y su afinidad con otros sistemas operativos (que igual que ella son amados por otras personas humanas), su superioridad, su capacidad de evolución y distanciamiento de los pobres humanos limitados y constreñidos a un cuerpo material. Esta parte que podría haber dado sentido a toda la película se pasa de puntillas, no se aprovecha, no se le extrae ningún jugo. Esta parte que bien podría ser una metáfora de las relaciones (más humanas) entre personas de muy diferentes estratos sociales, culturales, de castas,... "se perderá como lágrimas en la lluvia".
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