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La tía Tula

Drama A la muerte de su hermana Rosa, Tula recibe en su casa la compañía de su cuñado Ramiro. La convivencia entre Tula y su cuñado, al principio, no está exenta de roces y tensiones, sobre todo cuando Emilio, que desea casarse con Tula, pretende que Ramiro haga valer su influencia sobre ella para facilitarle sus planes de boda. Pero Ramiro se siente atraído por su cuñada, atracción que se ve favorecida por la vida en común. (FILMAFFINITY)
Críticas 41
Críticas ordenadas por utilidad
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9
28 de agosto de 2012
22 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
la lucha de una mujer por su independencia, por no dejarse someter, por querer tener dignidad, si la pobre señora es una reprimida sexual, es porque en esa época era todo o nada, no podías echar un polvo y seguir como si tal cosa, no, entonces si se te ocurría tal cosa o bien eras una perdida y la sociedad te daba la espalda o te tenías que someter a un hombre (tu marido) y perder tu independencia, pero sobre todo, tu libertad

impresionante Aurora Bautista, que guapa y que sexy aún tapada hasta las cejas
muy bien también Carlos Estrada en su papel de doctor Jekyll y mister Hyde
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
aunque fuera un violador depravado como el que se supone que tenía que aceptar

la pobre mujer no quiere, no le da la real gana perder su independencia, no le da la gana someterse a ese hombre horrible (bajo un aspecto agradable, el cuñado es de lo peorcito) y al final pierde a sus sobrinos, lo que más quiere en este mundo, pierde todo, menos su libertad

la escena de la fiesta, cuando ella cuida a su amiga de la borrachera, su amiga le dice algo así como "ay Tula, nosotras no nos casamos", ella, Tula, rie y la consuela como a una niña, porque parece que nadie entiende (y por lo que leo en algunas críticas hoy día tampoco) que una mujer no quiera casarse, no es que no pueda, es que no quiere

la penúltima y última escena, ilustran la maldad de él y la libertad de ella:
"porque estoy en mi casa, y digo lo que quiero, porque es mi casa, tenías que besar por donde yo piso"

y cuando nos define al hombre que todos quieren venderle como perfecto: "tú nunca has querido a nadie, ni a Rosa, ni a Juanita.......y a mí qué me vas a querer... ni a tus hijos........tu sólo quieres eso"

no olvidemos que el prenda ese, casi la viola a ella y finalmente viola a una niña..........terrible historia, a la pobre niña la obligan a casarse con su violador, porque ha quedado embarazada

menudo cabrón, habrá que ver cómo trata a su hija cuando ésta llegue a la adolescencia.........

la última escena es de desolación, de pérdida: por no querer pasar por el aro tiene que separarse de los niños a los que ha cuidado como a sus hijos y a los que quiere como tal

buenísima película
9
27 de abril de 2014
20 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Peliculón. Simple y llanamente. De nuevo el cine clásico español dando la nota en calidad y talento. Basada en la novela homónima de Miguel de Unamuno, «La tía Tula» de Miguel Picazo puede considerarse una de las mejores películas de la filmografía española. Tomad ejemplo, compatriotas, que esto no volverá a repetirse en nuestra cultura cinematográfica.

Para empezar, ya no quedan más Aurora Bautista. Qué monstruo, qué pedazo de actriz, qué portento de interpretación avasalladora por donde pisa que te hace temblar con una mirada, que te transmite el alma en un gesto. Qué fiera, qué santa. Su tía Tula es un prodigio de sutiliza psicológica, de complejidad humana, de feminidad universal. Aquí cada cual, y esa es la riqueza de la obra, entiende a Tula de una manera. Personalmente no estoy de acuerdo con descodificar la película en clave de represión. ¿Qué debería hacer Tula para que no la consideraran una reprimida? ¿Casarse porque es lo que se espera de ella? ¿Satisfacer, sin exigir nada, los calentones de su cuñado? ¿Dejarse violar, o asaltar sexualmente, con independencia de sus sentimientos?

«La tía Tula» es la lucha silenciosa y poderosa de dos voluntades en la que ella espera amor y él una rendición que humillaría, degradaría a la mujer, y con motivo. Ramiro, el deseable Ramiro, el carnal y viril cuñado que se pasea en camiseta, el que no duerme por las noches, el que devora con la mirada y lleva fuego en las venas, sometido por completo a la voluntad y los cuidados de esa cuñada que le enloquece, le demuestra a Tula mucho deseo e interés físico, incluso le da argumentos que aluden al deber o la responsabilidad; pero nunca le dice eso que posiblemente lo cambiaría todo: un puro y digno «te quiero» que le demostrase a la altiva y, al mismo tiempo, cariñosa Tula que le importa ella por ser Tula, no porque sea el «remedio de nadie». Carlos Estrada le da a Bautista la réplica perfecta, peligroso galán que pierde el norte para frustración unánime y cuyo comportamiento de ninguna manera podemos justificar. Ellos solos llenan la película y nos dejan un romance apasionante que se respira, se toca y se corta, afilada compenetración de dos actores y dos personajes para el recuerdo.

Guión maravilloso, plagado de esos detalles que realzan una historia, donde se habla sin decir palabras y cada escena simboliza y aporta mucho más de lo que aparenta. Qué preciosidad ese nombre garabateado para ver si pinta un bolígrafo, en lo que es en sí mismo una declaración de amor; la de esa caricia con la barbilla en la mano perfumada; ese contacto visual continuo, ese percibirse sin verse; esas evocaciones del pasado que parecen unir a Tula y Ramiro aún más si cabe, para mayor morbosidad de la relación; esos diálogos tan precisos, secos y significativos; esa estación de tren donde lo último que se escucha es, ahora al contrario, ese otro nombre.

Dirección de Miguel Picazo de una profesionalidad fuera toda de duda, ayudado por una puesta en escena que reduce los espacios, una fotografía negra y luminosa, y una banda sonora que te asalta en el momento oportuno.

Joya española y del mundo. De verdad, impresionante.
9
17 de marzo de 2008
13 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
De rompe y rasga Aurora Bautista y galán rompecorazones como pocos Carlos Estrada: por eso tiene tanto mérito que hagan creíble este se mira y no se toca admirablemente creado por Miguel Picazo, un gran director que se dio muy poco y que "premurió" ayudando a Amenábar en su maravillosa "Tesis" en la que se muere visionando una peli "snuff".

Con un guión preciso ambientado con gran dominio plástico, estos actores estupendos acompañados por un reparto de primera tornan terrorífica la constancia en una vida plana, minada de prejuicios, en seres con cuerpos sensuales y atractivos que han de mortificarse y encerrar sus vidas en una agobiante, abrumadora manera de malvivir... adaptados a las reglas de una sociedad infame.

Aurora Bautista solía decir en las entrevistas que se tenía una mala imagen de ella, una imagen falsa, de marimach o frígida, cuando hizo papeles de apasionada y lujuriosa. Cosa que le sucedía por Juana la loca y por esta tía Tula que bordó con la maestría de una gran actriz. Da escalofríos sólo nombrarla, verla planchar y doblar la ropa, manejar los enseres de una casa que ante todo debía mantener el orden, la pulcritud, la claustrofóbica e impoluta monotonía de la existencia. Más aún si se tiene en cuenta que aún era una mujer joven, de sólo 40 años, desde muy joven acostumbrada a no tocar nada en la casa, mimada por un séquito de colaboradores.
7
20 de octubre de 2007
11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
En una época en que el cine español pasaba por momentos de cambio (Bardem, Berlanga, Saura) Picazo mira a Unamuno rescatando como protagonista a aquella gran estrella del cine franquista años atrás, Aurora Bautista, que lejos ya de los engolados panfletos hace una interpretación sobria y convincente.

La tía Tula habla de frustración y represión en un tipo de mujer totalmente invadida por los rancios componentes religiosos y el convencionalismo, que gusta de autoimponerse una vida austera supeditada y dedicada a los demás.

Muy bien construída, el guión proyecta su mensaje sobre la estancada sociedad de la dictadura y es bastante alusivo cuando en el viaje de vuelta del pueblo la niña lleva como regalo una figura de la virgen, o en una despedida de soltera se muestra la banalidad femenina, pero también otros comportamientos que el alcohol extrae de la mujer; Tula es un arquetipo extremo, de carácter complejo y sentir inalcanzable, aunque su actitud evoluciona sutilmente. En la secuencia final, la última palabra que pronuncia revela bastante de sus auténticos sentimientos.
8
28 de abril de 2014
13 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Así, como susurrándolo a solas aunque en una estación de trenes, esa es una buena síntesis de "La tía Tula", película que aunque puede confundir en sus múltiples lecturas, ofrece las claves para una interpretación correcta. Por ejemplo, ese "Ramiro", esas cartas leídas o ese gesto de rabia tras el asalto sexual, no ofrecen ninguna duda. En todo caso, soberbia adaptación de la novela de Unamuno escrita en 1907 pero publicada en 1921, que entre otras consideraciones te confirma en la idea de que el cine clásico español está a la altura si es que no lo supera del que se rodaba en los Estados Unidos. Obra realmente inteligente, de personajes muy complejos, lenguaje simbólico y tensión sexual manifiesta, morbosa, y dale con hacer la cama, inquietante y pasional. Es curioso, por ejemplo, comprobar que todas las escena, hasta la más mínima mirada, tienen un significado. Puestos a hurgar, me interesa una barbaridad saber qué paso antes de que la mujer de Ramiro (Carlos Estrada) y hermana de Tula (Aurora Bautista, portentosa) falleciera. Intuyo que ya había fuego aunque sepultado antes que ella fuera a casa de su cuñado para cuidarlo a él y a sus hijos. Por cierto, que la pequeña está para comérsela.

Se repite como un mantra que lo que vemos es la historia de una represión sexual. Sin embargo, no es así. Se ve que hay que tener una especial agudeza para entender a Tula, mujer orgullosa, formal, hacendosa y de gran corazón pero también amorosa y sexual, si le dan la oportunidad. Vamos, una máquina. El propio Miguel Picazo hace hincapié en el carácter sensual de ella. Más bien, guerra de sexos, en la que la rudeza masculina destruirá la fragilidad femenina, el llanto de la niña anticipa al de la tía, por eso algunos confunden esta defensa de lo femenino con el feminismo, que es otra cosa. La clave de todo está en la confesión: "Yo no soy remedio de nadie". Tula no es un desahogo, sino que aspira a que la amen de verdad cosa que él nunca le dice. Al final, la culpa es de Ramiro. Pero es más, el concepto de represión sexual dentro del franquismo es tremendamente ambiguo. Rara vez se hablaba a las claras, pero junto al discurso oficial más asexuado, bullían mitos, fantasías e ideas tradicionales que seguían insistiendo en la conexión entre la lujuria y lo femenino. Se citan textos falsos para reforzar una posición errónea mientras orillamos los que rompen nuestros estereotipos (SPOILER visible).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Por ejemplo, circula por ahí un texto aberrante y más falso que un billete de 17 pesetas y media, de un supuesto "Manual de economía doméstica para bachillerato y magisterio" de la Sección Femenina de la Falange Española de 1958, cuyo original nadie ha visto, que muchos citan como verdadero, incluso en El País, pero que no es más que un refrito de un artículo norteamericano, "The Good Wife's Guide" de 1955, que parece ser otro montaje con añadidos de fuentes más antiguas de ese país, de los años 30 o incluso de la década de 1880.
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