No confíes en nadie

Thriller sobre amnesia aguda que tiene como baza la presencia de Nicole Kidman, la cual normalmente ofrece buenas actuaciones.
Con un desarrollo mucho más fácil de seguir que el de “Memento” (Christopher Notan), la protagonista cada vez que se despierta se olvida de todo lo que ha vivido desde que tuvo unas lesiones craneales.
Lógicamente, hay una trama de suspense que la acompaña, y hay que decir que está muy bien llevada a cabo, ya que los espectadores al principio tenemos la misma información que ella. Bueno, eso el primer día, porque el segundo ya no se vuelve a acordar de nada y entonces ya sabemos más que la protagonista.
Pero, aunque el arranque sea más que interesante y prometa mucho, en toda la parte central la trama flojea mucho y pierde ritmo. Tal vez se deba a que el director y guionista sabían como empezar y terminar, pero no han sido lo bastante hábiles como para mantener la tensión durante toda su duración, que por otra parte es bien corta.
Eso sí, el reparto cumple con creces, y como todo buen ejemplo del género, el argumento se guarda varias sorpresas en la manga (no sé si muy inesperadas o no, porque algunas cosas sí que las adiviné).
Se agradece también que no sea excesivamente enrevesada, sino todo lo contrario. Es muy fácil de seguir por cualquiera, no como la paranoia de Notan que he mencionado al principio. Tampoco tira por la repetición excesiva de información en plan “Atrapado en el tiempo”, que podría haber habido tal y como es la historia.
A pesar de todo, está lejos de ser una película redonda, y en su conjunto final creo que podría haber dado mucho más de sí la explotación de su planteamiento.
Le falta un poco de fuerza y podría haber aprovechado sus ideas mucho más, con lo cual se queda un poco a medio gas.

"Estamos construyendo confianza", sólo que ¡te olvidaste de la mía!, hay que cabeza de memoria más perdida que aburre a presentes voluntarios y curiosos de lamento nunca compensado.
Películas sobre pérdida de la memoria..., en género comedia romántica, tenemos a un Adam Sandler de conquistador y novio perpetuo de una Drew Barrymore a la que también le duraba la memoria un día en "50 primeras citas"; en el género de thriller de acción, a una Geena Davis que no sabía quien era en "Memoria letal" pero lo recordaba al son de su transformación a rubia asesina que empuña una pistola al tiempo que le hace el desayuno a su querida hija; en el género romance dramático, a un fabuloso Jim Carrey en "Olvídate de mí" que quiere borrar voluntariamente, y de forma desesperada, los angustiosos recuerdos dolorosos de su ya ex-novia; a continuación, la reina de las reinas, "Memento" que no necesita presentación ni explicación, simplemente mírala y goza de la conjunción maestra de argumento/guión/intérprete/incertidumbre/tensión/pasión/delicia/horro/ansiedad/tortura/misterio y caos..., y un excelente rodaje que aumenta la ya de por sí vivaz adrenalina existente; varias colaterales de escasa aportación y nula mención y, luego tenemos esta "No confíes en nadie" que no tiene un halago, ni un acierto, ni un parecido -por desgracia- a la predecesora mencionada y que, visto lo visto, posee un guión soporífero y muermo, de desarrollo más somnoliento si cabe, en el que está claro que nadie puede confiar para producir una velada amena, entretenida y gustosa de buen thriller, intriga atractiva e incógnita a resolver con tanta argucia definida y oculta que desquicie tu razón, atrape tu alma y vuelva loco a tu corazón.
Tus perspectivas son buenas y apetecibles, buenas intenciones de sobrada gana manifiesta, dos intérpretes -y un tercero, Mark Strong, que resulta ser el mejor y único no perdido en la definición de su papel- de peso que, gusten más o menos, siempre realizan un esmerado trabajo de percepción notable y calidad garantizada, personalmente respeto, admiración y devoción por un Colin Firth que se luce espléndidamente, con demostrada valía, en cada película y fotograma, sea el género que sea -reconozco que mi entusiasmo por Nicole Kidman no es el mismo aunque, aprecio su esfuerzo y mérito y, en ocasiones, gran labor realizada aunque, otras veces, se me atraganta ¡la verdad!-, un argumento que se alimenta del libro de S.J. Watson -de relato inquietante de sabroso placer para quien haya procedido a su lectura- y, por tanto, en el que no caben invenciones de fraude digestivo por su escasa apetencia o nulidad creativa, sólo un guión nutritivo que recoja el enigma, secreto, nerviosismo, angustia, recelo, duda, parálisis y agonía de no saber quién eres ni en quién confiar.
Entonces, ¿a quién achacamos su arduo, lento, improductivo, áspero y soso resultado?, porque, Rowan Joffé, ¡tienes todas las papeletas!, porque la desgana y dejadez, poco a poco, van haciendo aparición en ti ante una mirada que se ralentiza, un interés que se evapora, una mente que se aburre pues al minuto cuatro ya anticipas al malo malísimo, amén de un pobre descubrimiento de todo el meollo que es tan nimio, escaso e indiferente que ni te hace reaccionar, ni te sugestiona o despierta de tu levedad ni consigue mantener tus pupilas al cien por cien en ellos, menos en su cuestión resolutiva.
Un comienzo prometedor que va soltando lastre conforme avanza hasta quedarse sin fuerza, vigor o impacto que atraiga y mantenga la atención del público, impresión magnífica de apertura, exquisitez ante el alzado del telón y la lustrosa mesa servida de comensales deliciosos e interesantes pero, cuyos platos ofertados son fríos, exiguos e inapetentes y la conversación proporcionada rescoldo agrio, triste y dañino de lo que pudo haber sido pero nunca será.
Apagada, neutra, sin emoción ni empuje ni nervio, se limita, coarta y entorpece ella misma en su devenir anulando toda su posibilidad de ser y complacencia, drama que extiende y mueve sus alas con ineficacia probada ya que su escasa potencia apenas produce aire, brisa o sentimiento que mencionar o recordar porque si "...,sentir es mejor que pensar, sentir es mejor...", aquí no se da ninguna de ellas y, para esta ocasión, por desgracia, el tiempo es perdido, los pájaros de barro nunca volaron y la insurrección quedó en nada, tristemente Manolo García, pues ni llegó a comenzar ni mucho menos a despegar.

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Tal y como ocurría en el día de la marmota, la protagonista de esta cinta se levantará sin saber qué ha ocurrido con su vida desde hace un porrón de años. Ni se acuerda de que estaba casada, ni de todo lo que ha hecho el día anterior. Con esa premisa, nos mantendrá pegados al sillón, expectantes a saber qué ocurrirá a continuación. Todos los personajes que rodean a Nicole Kidman dan muy mal rollo, empezarás a desconfiar desde el minuto uno de todos ellos; mentiras que salen a la luz, versiones que al contrastarlas carecen de sentido... ¿qué fue lo que realmente le ocurrió a nuestra protagonista? ¿Quién está tratando de ayudarla o de perjudicarla?

He de decir que me entretuvo muchísimo y no me esperaba el giro argumental final. No es la gran película, la olvidaré en unos cuantos días pero para pasar el rato está muy bien. Me encantaría poder leerme el libro, en el que se basa la película, porque tiene un argumento realmente original.

Solo regular y no mucho mas esta película que nos cuenta como una mujer a causa de un accidente solo recuerda lo que pasa en el día en que vive y nada mas. Vemos como poco a poco, con algo de intriga y una pequeña pizca de suspenso esta persona intenta por todos los medios saber como fueron los acontecimientos que la llevaron a ese estado. La verdad hay pocos personajes por lo que el "malo" sale por simple deducción. Hay un trabajo apenas correcto de Nicole Kidman y Colin Firth que evidentemente han realizado cosas mejores. Prescindible

La película está bien para verla, no para entenderla y menos para creerla. A los muy peliculeros les va a gustar, a la gente que no es normal también les puede gustar pero menos. Tampoco hay que entrar en comparaciones para ir aceptándola, aunque tenga reflejos de otras. El caso es que si la piensas dos veces tu procesador no alcanzará para llegar a la comprensión supeditada. En estos casos se puede contemplar como quien contempla un cuadro minimalista o arte de vanguardia, por ejemplo, la obra de Piet Mondrian de cuadrados de colores, o las fotos repetitivas de Warhol, se contemplan sin tratar de comprender.

Ahora bien, posee una enorme ventaja y está en el papelón de Nicole Kidman, una mujer de bandera que a 2014 está 2.014 veces mejor que en Calma total (1989), o sea, que de joven estaba bien pero aquí es que ha superado con creces su atractivo, muchísimo más guapa, más misteriosa, más atrayente, más apetitosa, más cuerpo..., madurada y a punto. Interpreta a una mujer confundida mañana, tarde y noche y aún así, con los pelos por la cara y sin pintarse, ella sola valida la película como potable.

Contempla a Nicole y ejercita la mente, escucha a unos, escucha a otros y pon a prueba tu cerebro.