La serie es entretenida y tiene momentos buenos, pero sin más, no busca reinventar la rueda y se mojan lo justo y necesario. Me explico, la familia real no son los Borbones sino los Salazar con su propio escudo, algo que aparece en la propia bandera y en el escudo real, a esto se le añade que los reyes del pasado se les menciona no han existido, por lo que cuestiona aspectos de la monarquía si, pero no se apoya en aspectos de nuestro pasado para instruir a su alteza real la princesa Pilar.

Una cosa que me ha gustado mucho es como Pilar evoluciona como personaje y como se enfrenta a los diferentes obstáculos que van surgiendo como parte de su preparación para ser la futura reina. Hay guiños a muchas cosas que han pasado en los últimos años en España y el caso es que funciona.

Tampoco hace una gran ostentación de la república (no hay banderas de la primera o de la segunda República en ningún momento) pero si hay un cuestionamiento de la monarquía como institución, pero también se plantea la idea de que el país sería un caos sin una cabeza visible de la institución de la monarquía.

La idea es hacer una comedia sobre esta idea es interesante, es una comedia ligera, para pasar el rato, la idea funciona y veremos que tal funciona en una hipotética segunda temporada.

Por lo que leo y veo soy de las pocas (de momento) a la que esta serie le ha alegrado el fin de semana y es que no puedo negar que me ha encantado y que no he podido evitar verla casi del tirón. Me ha dado mucha pena que se terminase tan prontito y que los capítulos fueran tan cortos.

A ver, que es una serie de ficción (risas), tampoco es para que se lo tome nadie en serio (más risas) y que queréis que os diga, tiene unos puntazos con los que me sigo riendo cuando los recuerdo.

El mejor capítulo para mí ha sido el de la universidad. Ernesto Alterio (Perfectos desconocidos; El cuarto pasajero) me ha terminado de enamorar en este papel increíble que hace y es que le pega un montón el rol de resignado pero chuleta. Es el mejor de todos, pero Anna Castillo (Adú; La llamada) tampoco se queda atrás. Su papel de futura reina un poco perdida y descarada me ha convencido.

Los diálogos son ágiles, inteligentes, cínicos y muy divertidos.

La música es genial y pega un montón.

Guion de Borja Cobeaga y Diego San José, creadores de la divertidísima Ocho apellidos vascos.

Por favor, quiero más.

PD: lo de los jueces ha sido la bomba.

La serie es fantástica. La amarga realidad de la monarquía española, tan poco querida por los ciudadanos, está tratada aquí con inteligencia, humor, ironía, a veces sarcasmo, pero al mismo tiempo con corazón. Anna Castillo está maravillosa, hay qué verla moverse, escucharla y darse cuenta de cómo maneja la escena. Esta serie no busca la risa fácil ni es grotesca, ni patética, como esa otra sobre los Borbones que se llama "la vida breve" que da vergüenza ajena. La serie está llena de momentos espléndidos pero me voy a quedar con el encuentro, en el segundo capítulo, de los dos Alterios, padre e hijo. Solo por esos dos minutos de Héctor Alterio hablando con Anna Castillo la serie ya merece la pena.

Esa princesita contestona que se cree la dueña de medio mundo (español, claro) y que madura, a golpe de las enseñanzas de su persona de confianza, hasta convertirse en una verdadera reina, es un tema fascinante, claro que para un republicano le encantaría que hubiera un poco más de veneno en la litrona de la comedia.

Llena de tópicos (hasta el mezclarse con la plebe una noche de verano, con tinto de verano) y de anécdotas relacionadas con una realidad que nos ha sido comunicada a golpe de prensa sensacionalista, hacia falta un Azcona para que esa ironía de tocador fuera un poco más allá. Pero bien está lo que bien parece y si explicamos sin explicar y nos medio reímos como se han reído de nosotros.... que tenemos que hacer; aplaudir por la valentía, que de paso nos hace pensar que está bien seguir con monarquías que no sirven para nada? o aplaudir "esas" familias reales y regocijarnos con sus altos niveles de vida y su todavía prepotencia?

No obstante, riamos, que así nuestros problemas de vivienda, sanitarios y educativos serán menores. Y así, espero que los próximos relatos reales sean más críticos e incisivos que esta historieta de hadas con princesita rebelde.

Influenciado por los buenos comentarios que estaba cosechando por todos lados ‘Su majestad’, la nueva serie ideada por Borja Cobeaga, me acerqué a ella con cautela, conocedor de que era un tema que no me atraía demasiado y de que los últimos trabajos de Cobeaga me habían alejado un poco de él. Borja ha refinado su estilo, no digo que para mal, puesto que para gustos hay colores, pero en mi opinión ha perdido algo del mordiente que tenía al comienzo de sus trabajos y con el que conectaba bastante.

Así, tras ver un par de episodios de la serie, pronto me di cuenta de que esto no era lo mío. El cuerpo me pedía que todo tuviera más gracia, más chispa, algo que me atase ver el siguiente episodio. Amo con locura a sus dos interpretes principales y, sin duda, Anna Castillo y Ernesto Alterio pronto son lo mejor de ella, pero el resto es soso, aburrido, frío… hay alguna pequeña crítica o comentario a lo que en verdad se quiere tocar, pero nada me lleva a querer ver el siguiente capítulo. Es de estas series que se creen más listas, graciosas y mordaces de lo que son en realidad.

La vamos a meter en el saco de «series que no son para mí».

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