Mi calle
6.6
871
16 de mayo de 2016
16 de mayo de 2016
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
El punto final en la brillante filmografía del polifacético Edgar Neville es un original retrato diacrónico-costumbrista de una calle de Madrid a lo largo de la primera mitad del siglo XX, donde conviven desde unos marqueses hasta unos raterillos, pasando por diversas clases sociales harto representativas de la capital española.
La visión autobiográfica del autor sobre ese microcosmos urbano sitúa las relaciones entre vecinos por encima de los acontecimientos históricos, solamente vistos a través de algunos insertos de carácter documental. Un excelente ramillete de estrellas compone el reparto, de protagonismo coral.
"Y mi calle, con su bache, sigue su destino adentrándose con nosotros en el siglo."
La visión autobiográfica del autor sobre ese microcosmos urbano sitúa las relaciones entre vecinos por encima de los acontecimientos históricos, solamente vistos a través de algunos insertos de carácter documental. Un excelente ramillete de estrellas compone el reparto, de protagonismo coral.
"Y mi calle, con su bache, sigue su destino adentrándose con nosotros en el siglo."
10 de enero de 2019
10 de enero de 2019
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde luego es una película que no es para todos los gustos, pero a aquel que lo tenga para querer retroceder en el tiempo y respirar aquellos aromas ya muy lejanos, es una ventana abierta y directa.
Y para los que de una u otra forma llevan dentro Madrid, o para los que no la conocen y quieren hacerse una idea de aquel tiempo (treinta o cuarenta años), de sus costumbres a ras de suelo y sus pequeños y grandes cambios históricos.
Los que busquen acción, o les guste el cine español que se suele dar en estos nefastos años, abstenerse.
El 10 en mi puntuación, no ha, pues, de llamar a engaño.
Y para los que de una u otra forma llevan dentro Madrid, o para los que no la conocen y quieren hacerse una idea de aquel tiempo (treinta o cuarenta años), de sus costumbres a ras de suelo y sus pequeños y grandes cambios históricos.
Los que busquen acción, o les guste el cine español que se suele dar en estos nefastos años, abstenerse.
El 10 en mi puntuación, no ha, pues, de llamar a engaño.
15 de enero de 2019
15 de enero de 2019
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Última película del director Edgar Neville que nos retrata la vida de un castizo barrio madrileño, en el que viven un variopinto grupo de vecinos, de toda clase y condición.
Pintándonos un magnífico cuadro de costumbres, nos presenta a todo el vecindario. Desde la señora marquesa y su familia, propietarios del único edificio de abolengo del barrio, hasta los comerciantes, las criadas, los golfillos, los señores de clase media, el carnicero, el vendedor de paraguas, el de los acordeones, la aspirante a tiple y un montón de personajes más, que nos contarán su vida, sus deseos, sus aspiraciones, mientras van pasando los años y esa calle, se va haciendo eco de los acontecimientos políticos que transformarán por completo la vida de sus habitantes.
El reinado de Alfonso XIII y su boda con Victoria Eugenia. La llegada de la República. El periodo de la Guerra Civil, hasta finalizar en los inicios de la posguerra, transformarán ese barrio y a esos habitantes hasta que ya apenas se conozcan a sí mismos y descubran que sus iniciales sueños, o se los lleva el viento o quizá no eran tan importantes.
Narrada con mucho humor y ternura, no se oculta sin embargo la tragedia, haciendo así que nos identifiquemos con estos seres que con todo su casticismo, guardan en su interior un velo melancólico y poético.
Merece la pena ver ese Madrid de principios de siglo.
Pintándonos un magnífico cuadro de costumbres, nos presenta a todo el vecindario. Desde la señora marquesa y su familia, propietarios del único edificio de abolengo del barrio, hasta los comerciantes, las criadas, los golfillos, los señores de clase media, el carnicero, el vendedor de paraguas, el de los acordeones, la aspirante a tiple y un montón de personajes más, que nos contarán su vida, sus deseos, sus aspiraciones, mientras van pasando los años y esa calle, se va haciendo eco de los acontecimientos políticos que transformarán por completo la vida de sus habitantes.
El reinado de Alfonso XIII y su boda con Victoria Eugenia. La llegada de la República. El periodo de la Guerra Civil, hasta finalizar en los inicios de la posguerra, transformarán ese barrio y a esos habitantes hasta que ya apenas se conozcan a sí mismos y descubran que sus iniciales sueños, o se los lleva el viento o quizá no eran tan importantes.
Narrada con mucho humor y ternura, no se oculta sin embargo la tragedia, haciendo así que nos identifiquemos con estos seres que con todo su casticismo, guardan en su interior un velo melancólico y poético.
Merece la pena ver ese Madrid de principios de siglo.
5 de junio de 2016
5 de junio de 2016
7 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
«Mi calle» es una de esas películas que parece que tiene de todo para ser un peliculón pero al final resulta que no. De hecho, es posible que la vuelva a ver cuando haya olvidad todo esto y me cree la falsa convicción de que, por la pinta, tiene que ser buena. Es un fenómeno extraño, ¿a que sí?
Edgar Neville, de quien todavía no he encontrado ninguna película que me entusiasme, construye una obra costumbrista en el Madrid de la primera mitad del siglo veinte. Muchos años me parecen a mí, en principio, para que la cosa funcione. El paso del tiempo en el cine, esto ya lo he dicho otras veces, es difícil de plasmar, especialmente cuando se abarcan unos años tan convulsos, complejos e interesantes como los de «Mi calle».
El problema directo y evidente es que se cuenta todo con prisas, con demasiadas prisas, y los personajes van, vienen, mueren o no a vuelapluma, y eso que hay historias que merecerían una mayor consideración; por ejemplo, la vida de los marqueses y su nieto, que es de lo más trágica. Más pendiente de rebajar la tensión entre españoles y de tomarse el drama con el distanciamiento de la reconciliación, «Mi calle» resulta aguda en algunos comentarios y, por momentos, irrelevante.
Discreta.
Edgar Neville, de quien todavía no he encontrado ninguna película que me entusiasme, construye una obra costumbrista en el Madrid de la primera mitad del siglo veinte. Muchos años me parecen a mí, en principio, para que la cosa funcione. El paso del tiempo en el cine, esto ya lo he dicho otras veces, es difícil de plasmar, especialmente cuando se abarcan unos años tan convulsos, complejos e interesantes como los de «Mi calle».
El problema directo y evidente es que se cuenta todo con prisas, con demasiadas prisas, y los personajes van, vienen, mueren o no a vuelapluma, y eso que hay historias que merecerían una mayor consideración; por ejemplo, la vida de los marqueses y su nieto, que es de lo más trágica. Más pendiente de rebajar la tensión entre españoles y de tomarse el drama con el distanciamiento de la reconciliación, «Mi calle» resulta aguda en algunos comentarios y, por momentos, irrelevante.
Discreta.
27 de mayo de 2016
27 de mayo de 2016
6 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sorprende como después de algunos años, más de una década, la respuesta por mi parte a tal pregunta, es decir a dónde iban a hacer los agujeros los republicanos, se referían a las obras de la calle, fue la misma: en el corazón. En efecto, nos encontramos en ese momento a finales de la "dictablanda" y pronto íbamos a despeñarnos por el caos de la república hasta acabar en la Guerra Civil (1936-1939). Ahora bien, "Mi calle" es esto y mucho: es un retrato pintoresco de la España de la primera mitad del siglo XX, empieza en 1906 y acaba en algún punto de la posguerra no muy claro, parecen los años 50. En este viaje por la historia anclado en una calle de un popular barrio de Madrid vemos desfilar una retahíla de personajes de todo tipo y condición. Es curioso como aún en aquella época los ricos convivían físicamente en el mismo bloque con los menos pudientes. Poco después se impuso la segregación espacial entre unos y otros según el modelo norteamericano.
Y volviendo al pasado, recuerdo que la primera vez que vi "Mi calle" se comentó en la tertulia posterior que Edgar Neville daba una imagen del país un tanto idílica, especialmente en los años anteriores a Primo de Rivera y la República. Tal postura podría tomarse por conservadora pero si se piensa un poco no lo es. Tengamos en cuenta que lo que se glorifica es la España liberal. Si decimos que aquello fue una edad de oro estamos afirmando que lo que funciona es tal sistema político, social y económico. Precisamente lo conservador es resaltar los puntos negros de esta España para justificar un cambio, en lo que coincidiría en la izquierda pero por la otra dirección. Volviendo a "Mi calle", la película aparenta ser una comedia costumbrista y a veces lo es, pero en el fondo es un dramón, una tragedia. Eso sí, la explicación política, por ejemplo, todo lo relativo a la Guerra Civil es demasiado ligera, incluso infantil, aunque pese a lo dicho no anda muy desencaminada en su explicación teórica.
Y volviendo al pasado, recuerdo que la primera vez que vi "Mi calle" se comentó en la tertulia posterior que Edgar Neville daba una imagen del país un tanto idílica, especialmente en los años anteriores a Primo de Rivera y la República. Tal postura podría tomarse por conservadora pero si se piensa un poco no lo es. Tengamos en cuenta que lo que se glorifica es la España liberal. Si decimos que aquello fue una edad de oro estamos afirmando que lo que funciona es tal sistema político, social y económico. Precisamente lo conservador es resaltar los puntos negros de esta España para justificar un cambio, en lo que coincidiría en la izquierda pero por la otra dirección. Volviendo a "Mi calle", la película aparenta ser una comedia costumbrista y a veces lo es, pero en el fondo es un dramón, una tragedia. Eso sí, la explicación política, por ejemplo, todo lo relativo a la Guerra Civil es demasiado ligera, incluso infantil, aunque pese a lo dicho no anda muy desencaminada en su explicación teórica.
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