Lucía y el sexo
6.3
45,286
Romance. Drama
Lucía es una joven que trabaja como camarera en el centro de Madrid. Tras la misteriosa desaparición de su novio Lorenzo, un escritor, decide marcharse a la tranquila isla de Formentera. La libertad que siente allí la lleva a enfrentarse a los aspectos más oscuros de su pasada relación, como si se tratara de una novela. (FILMAFFINITY)
10 de noviembre de 2007
10 de noviembre de 2007
66 de 101 usuarios han encontrado esta crítica útil
Querido Julio: he de decirte que no cuelan tus tretas. No conmigo.
Está claro que quieres ser un "autor", pero se te ve a la legua: abusas de simbolismo (el agua, dadora de vida, ese agujero de connotaciones uterinas...) y de sexo, queriendo romper tabúes que no interesan a nadie y ya fueron destrozados por el cine pornografico.
Tampoco me convence el pseudomanierismo de tus escenas ni la forzada falta de linealidad que acostumbras a utilizar en todos tus guiones.
Me aburres, Medem.
Y encima desaprovechas a técnicos solventes y a un elenco actoral de lo más profesional.
Eres un esteta de pacotilla, Julio.
Y tu película es un pornete soft con pretensiones intelectualoides.
Está claro que quieres ser un "autor", pero se te ve a la legua: abusas de simbolismo (el agua, dadora de vida, ese agujero de connotaciones uterinas...) y de sexo, queriendo romper tabúes que no interesan a nadie y ya fueron destrozados por el cine pornografico.
Tampoco me convence el pseudomanierismo de tus escenas ni la forzada falta de linealidad que acostumbras a utilizar en todos tus guiones.
Me aburres, Medem.
Y encima desaprovechas a técnicos solventes y a un elenco actoral de lo más profesional.
Eres un esteta de pacotilla, Julio.
Y tu película es un pornete soft con pretensiones intelectualoides.
16 de marzo de 2007
16 de marzo de 2007
66 de 109 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una historia extraña, enredada, pero que te arrastra por su cauce si te dejas llevar. "Un cuento lleno de ventajas", un cuento para adultos, lleno también de incovenientes como la vida misma. Para mí los cuentos son así, no tienen por qué ser creibles, lo importante es que mientras los oyes te emocionen, y conmigo este cuento lo consiguió.
Los actores geniales, pese a lo que digan muchos. A mí entender, tanto desnudo y escena erótica ha nublado la visión a mucha gente. De hecho, al corresponder parte de ellas a la imaginación del protagonista no me parecían exageradas, ¿quién no imagina burradas de vez en cuando?
Los actores geniales, pese a lo que digan muchos. A mí entender, tanto desnudo y escena erótica ha nublado la visión a mucha gente. De hecho, al corresponder parte de ellas a la imaginación del protagonista no me parecían exageradas, ¿quién no imagina burradas de vez en cuando?
31 de mayo de 2010
31 de mayo de 2010
49 de 78 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se estrenó semejante truño hace 9 tacos ya.
Todo un "éxito" de público más que de crítica, aunque claro, meter "sexo" en el título ya lleva a cabestros y pajilleros varios a cualquier sala.
Me negué a verla. Porque me cansa Medem, me parece un pedante, un pseudo intelectual fílmico que esconde una incapacidad absoluta para enganchar contando una historia natural y real por lo que acaba recreando situaciones, personajes, espacios y diálogos inconcebibles, imposibles, ridículos y vacíos en el fondo.
Han pasado 9 años. Nunca la he visto, y eso que la tengo en casa desde hace 7.
Y hoy al final me he visto "obligado" a hacerlo.
Resultado: lo esperado: Una vergüenza. Una cagada de dimensiones sólo alcanzables por Medem y Coixet en nuestro cine. Una sucesión de pedantería extrema, malas interpretaciones, pollas, coños, tetas...
Los actors son de lo peor siendo buenos... La Vega está para darle un empujón en uno de esos acantilados cenitales con música folf soft y verla caer, sufrir y desangrarse.
Tristán Ulloa, al que sus padres le colocaron el nombre premonitoriamente porque es la persona más triste que me viene a la cabeza hace la peor de sus interpretaciones.
Nimri, que me encanta, un poquito más sosa y floja que de costumbre. Aún así, la mejor con diferencia.
Anaya, que me repugna, aquí más.
Cámara, ejem, ejem, ejem...
Los diálogos son una sucesión de sinsentidos con pretensiones de resultar románticos que se quedan en chabacanas muestras de la incapacidad que antes resalté. Porque son dos horas tras las que lo único que apetece es vomitar y ver gore.
Una castaña pilonga de nuestro cine.
Y las intentonas contínuas de parecer erótico me levantan el miembro menos que cualquier peli de Carmen de Mairena por falsas, cutronas, extremadamente lírico cartonianas y, nuevamente, pedantes...
De lo peor que he vito en mi vida.
Lo mejor: Que se acaba. Najwa. Daniel Freire, un quesazo. Nada más...
Lo peor: TODO. En especial el pene plástico retráctil embarrado, muy, muy, muy fuerte. Igual de falso que toda la cinta. Máxime cuando media hora antes hemos "disfrutado" de un planazo del rabo del doble de Ulloa... ¿Entonces?... Onirismo, poesía del pene, coprofantasía... A saber qué se le pasó por la mente a Julito...
Sólo para medemianos, personas fácilmente calentables y/o impresionables y gafapastas varios.
Todo un "éxito" de público más que de crítica, aunque claro, meter "sexo" en el título ya lleva a cabestros y pajilleros varios a cualquier sala.
Me negué a verla. Porque me cansa Medem, me parece un pedante, un pseudo intelectual fílmico que esconde una incapacidad absoluta para enganchar contando una historia natural y real por lo que acaba recreando situaciones, personajes, espacios y diálogos inconcebibles, imposibles, ridículos y vacíos en el fondo.
Han pasado 9 años. Nunca la he visto, y eso que la tengo en casa desde hace 7.
Y hoy al final me he visto "obligado" a hacerlo.
Resultado: lo esperado: Una vergüenza. Una cagada de dimensiones sólo alcanzables por Medem y Coixet en nuestro cine. Una sucesión de pedantería extrema, malas interpretaciones, pollas, coños, tetas...
Los actors son de lo peor siendo buenos... La Vega está para darle un empujón en uno de esos acantilados cenitales con música folf soft y verla caer, sufrir y desangrarse.
Tristán Ulloa, al que sus padres le colocaron el nombre premonitoriamente porque es la persona más triste que me viene a la cabeza hace la peor de sus interpretaciones.
Nimri, que me encanta, un poquito más sosa y floja que de costumbre. Aún así, la mejor con diferencia.
Anaya, que me repugna, aquí más.
Cámara, ejem, ejem, ejem...
Los diálogos son una sucesión de sinsentidos con pretensiones de resultar románticos que se quedan en chabacanas muestras de la incapacidad que antes resalté. Porque son dos horas tras las que lo único que apetece es vomitar y ver gore.
Una castaña pilonga de nuestro cine.
Y las intentonas contínuas de parecer erótico me levantan el miembro menos que cualquier peli de Carmen de Mairena por falsas, cutronas, extremadamente lírico cartonianas y, nuevamente, pedantes...
De lo peor que he vito en mi vida.
Lo mejor: Que se acaba. Najwa. Daniel Freire, un quesazo. Nada más...
Lo peor: TODO. En especial el pene plástico retráctil embarrado, muy, muy, muy fuerte. Igual de falso que toda la cinta. Máxime cuando media hora antes hemos "disfrutado" de un planazo del rabo del doble de Ulloa... ¿Entonces?... Onirismo, poesía del pene, coprofantasía... A saber qué se le pasó por la mente a Julito...
Sólo para medemianos, personas fácilmente calentables y/o impresionables y gafapastas varios.
19 de noviembre de 2006
19 de noviembre de 2006
39 de 60 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vi por primera vez Lucía y el sexo cuando s estreno en cine hace ya unos años. Y me fascinó. Cinco años despues la he vuelto a ver, con miedo, pensando que aquello pudo ser un espejismo, y no, me ha vuelto a fascinar.
Yo entiendo a los que la ponen a parir, no es plato para todos los gustos. Pero yo, sin saber bien porqué, volví a estar dos horas pegado al televisor, dejando llevar por un universo repleto de sensaciones, de imágenes, de sonidos, de diálogos, siempre sorprendentes y originales.
Seguramente si analizamos el guión de la película de forma racional sea imposible encontrarle sentido (por más que Julio Medem se tire el rollo cuando hable de la película), pero eso en este caso me da igual. Su capacidad de fascinación supera todos los cabos sueltos que pueda tener.
Un drama intenso lleno de luz y de pasión, donde nuevamente el compositor Alberto Iglesias da muestra de su talento.
Del atractivo reparto me quedo con Najwa Nimri y mi admirada Elena Anaya en un trabajo inolvidable. De Paz vega diré que es su mejor trabajo hasta la fecha. Y de Tristán Ulloa diré que se esfuerza pero no termina de encontrar el tono adecuado para el personaje.
En definitiva, una película tan irregular como fascinante, tan turbia como luminosa, tan sensual como dramática.
Yo entiendo a los que la ponen a parir, no es plato para todos los gustos. Pero yo, sin saber bien porqué, volví a estar dos horas pegado al televisor, dejando llevar por un universo repleto de sensaciones, de imágenes, de sonidos, de diálogos, siempre sorprendentes y originales.
Seguramente si analizamos el guión de la película de forma racional sea imposible encontrarle sentido (por más que Julio Medem se tire el rollo cuando hable de la película), pero eso en este caso me da igual. Su capacidad de fascinación supera todos los cabos sueltos que pueda tener.
Un drama intenso lleno de luz y de pasión, donde nuevamente el compositor Alberto Iglesias da muestra de su talento.
Del atractivo reparto me quedo con Najwa Nimri y mi admirada Elena Anaya en un trabajo inolvidable. De Paz vega diré que es su mejor trabajo hasta la fecha. Y de Tristán Ulloa diré que se esfuerza pero no termina de encontrar el tono adecuado para el personaje.
En definitiva, una película tan irregular como fascinante, tan turbia como luminosa, tan sensual como dramática.
26 de septiembre de 2008
26 de septiembre de 2008
31 de 46 usuarios han encontrado esta crítica útil
El sesgo por el que lleva años desembocando el cine español está provocando un deterioro gradual de su reputación lejos de nuestras barreras. Quizá para todo el mundo no sea así, pero me resulta vano creer que la comedia española de las últimas décadas (hablando en términos muy generales) se supedita al simple morbo de escenas de sexo y desnudos gratuitas y lenguaje soez intrascendente.
Esto conlleva un déficit competitivo que sabrán aprovechar directores que cuentan historias, que crean personajes singulares, pero relevantes, y que producen en ciertos sectores de público amplia satisfacción (es el caso de aquellos productos que son galardonados con 5, 7, 8 Premios Goya, o incluso mas).
Nadie duda de su reputación, pero ello es posible debido a lo comentado: esa desaceleración de cine convincente, aquel con aspiraciones para perdurar largo tiempo.
Y junto a esto, tendemos a catalogar con desconocimiento (yo me incluyo): ¿Una película en la que salen Paz Vega y Elena Anaya? Interés morboso asegurado.
Un burdo argumento utilizado como instrumento para una satisfacción personal que sume en la ignorancia.
El sólido y personalísimo guante de Julio Médem exprime hasta la última gota el poder de apetito sexual que desprenden las actrices, pero además ensancha su discurso y lo torna competente hacia contornos deformantes de pensamiento. Sitúa a sus personajes al borde del abismo para que ellos mismos decidan estabilizarse o perderse en la oscuridad.
Habrá para quien le resulte inescrutable la gran actuación de Tristán Ulloa. Medem persigue un patrón de comportamiento y lo encuentra en el tiempo, oculto entre los numerosos sucesos externos que ocurren: el estado eufórico que permanece bajo la piel sabiendo el pedazo que te ha tocado (Paz Vega, ni mas ni menos), los juegos íntimos, las relaciones sexuales placenteras, el amor…, que se torna en exaltación, en la búsqueda continua de fusión de un escritor con su personaje, en la desesperación, en la pérdida de amor, en las segundas oportunidades frustradas.
El destino, aunque se ponga en duda su existencia, une a polos compatibles: por un lado, un autor obsesionado con el sexo malsano, desastrado, y con la muerte; por otro, la niña curiosa y atrevida que siempre quiso emular a su madre, aunque ésta fuera actriz porno.
Temas simplistas y en apariencia desvirtuados se funden en un espectáculo visual que no exime de su imponente significado: la degradación del hombre; la pérdida de ese tren que te conduciría a una nueva vida, y que viste alejarse por momentos; los que rehicieron su vida; los sentimientos pasados; los que no se olvidan.
Esto conlleva un déficit competitivo que sabrán aprovechar directores que cuentan historias, que crean personajes singulares, pero relevantes, y que producen en ciertos sectores de público amplia satisfacción (es el caso de aquellos productos que son galardonados con 5, 7, 8 Premios Goya, o incluso mas).
Nadie duda de su reputación, pero ello es posible debido a lo comentado: esa desaceleración de cine convincente, aquel con aspiraciones para perdurar largo tiempo.
Y junto a esto, tendemos a catalogar con desconocimiento (yo me incluyo): ¿Una película en la que salen Paz Vega y Elena Anaya? Interés morboso asegurado.
Un burdo argumento utilizado como instrumento para una satisfacción personal que sume en la ignorancia.
El sólido y personalísimo guante de Julio Médem exprime hasta la última gota el poder de apetito sexual que desprenden las actrices, pero además ensancha su discurso y lo torna competente hacia contornos deformantes de pensamiento. Sitúa a sus personajes al borde del abismo para que ellos mismos decidan estabilizarse o perderse en la oscuridad.
Habrá para quien le resulte inescrutable la gran actuación de Tristán Ulloa. Medem persigue un patrón de comportamiento y lo encuentra en el tiempo, oculto entre los numerosos sucesos externos que ocurren: el estado eufórico que permanece bajo la piel sabiendo el pedazo que te ha tocado (Paz Vega, ni mas ni menos), los juegos íntimos, las relaciones sexuales placenteras, el amor…, que se torna en exaltación, en la búsqueda continua de fusión de un escritor con su personaje, en la desesperación, en la pérdida de amor, en las segundas oportunidades frustradas.
El destino, aunque se ponga en duda su existencia, une a polos compatibles: por un lado, un autor obsesionado con el sexo malsano, desastrado, y con la muerte; por otro, la niña curiosa y atrevida que siempre quiso emular a su madre, aunque ésta fuera actriz porno.
Temas simplistas y en apariencia desvirtuados se funden en un espectáculo visual que no exime de su imponente significado: la degradación del hombre; la pérdida de ese tren que te conduciría a una nueva vida, y que viste alejarse por momentos; los que rehicieron su vida; los sentimientos pasados; los que no se olvidan.
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