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Tchaikovsky's Wife

Drama. Romance Rusia, siglo XIX. Antonina Miliukova, joven acomodada y brillante, se casa con el compositor Piotr Chaikovski. Pero el amor que siente por él se vuelve una obsesión, y la joven se topa con un rechazo vehemente. Consumida por sus sentimientos, Antonina será capaz de soportarlo todo con tal de permanecer a su lado. (FILMAFFINITY)
Críticas 14
Críticas ordenadas por utilidad
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6
24 de abril de 2023
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gracias a los festivales de cine la prensa podemos seguir de cerca la evolución en la trayectoria de algunos creadores que, sin pretenderlo, acabamos conociendo mucho más de lo esperado. Autores que de otra manera no llegarían a contar con la atención de la audiencia pese al innegable interés de su voz. En el caso del cineasta que nos ocupa, hablamos de un autor que ni siquiera ha tenido garantizada distribución regular en salas españolas, aunque en esta ocasión la ha conseguido mas por el interés que su argumento puede suscitar en el sector veterano del público que por el caché de su director. Hablamos del cineasta ruso Kirill Serebrennikov, cuya obra ha suscitado ampollas y detenimientos a nivel nacional, y de su película La mujer de Tchaikovsky (2022), que nos llega casi un año después de haber formado parte de la Sección Oficial del Festival de Cannes. Una obra tan ambiciosa en su ejecución como exigente para el espectador, que propone modulaciones diferentes manteniéndose al mismo tiempo coherente con el corpus creativo de un cineasta que refleja la convulsión política de su contexto nacional desde una concepción del cine abrasiva y tortuosa. Un largometraje que sorprenderá a los espectadores deseosos de biopics mas convencionales, pero que no llega a conjugar con armonía y desarrollo sus atractivas ideas.

Nos encontramos ante una propuesta histórica que, pese al rigor de su ambientación, no busca el realismo. Y que, por grande que sea la escala de su imagen, busca inducir al espectador a una experiencia subjetiva: asistir al calvario en vida de un personaje, una mujer que da el título a la obra y experimenta en sus carnes y pensamientos el rechazo e incomprensión del entorno masculino en el que vive. Este es un filme que transmite visualmente el tormento de una figura marginada anclándose en las sombras. Un rosario de rencores y obsesiones no correspondidas esquinadas en estancias desnudas, despojadas de vida. El tono de la narración es apesadumbrado, y la atmósfera arisca, solemne y mortuoria. Y un retrato crudo y despiadado de una miseria social en la que el matrimonio deviene vía de supervivencia.

La unión nacía errada, condenada a sostenerse con su fachada. El legendario músico no tiene intereses afectivos, y sus preferencias sexuales son otras. La conveniencia social hizo el compromiso posible, y la tenacidad y resiliencia de una Antonina sin apoyos logró que este vínculo social perdurase en el tiempo. Presenciamos durante años a su cruzada personal para mantener su status y recibir la consideración que merece. Pero esto no la salvó de ser aislada. Un evocador y pertinente ejemplo de anulación e invisibilización femenina, que Serebrennikov trata cediendo a Antonina el protagonismo total de la película.

Filme, cómo cabía esperar del ruso, marcadamente manierista, con un fuerte uso expresionista del lenguaje cinematográfico, cuya propuesta de planificación se ve apoyada en ambiciosas tomas de seguimiento de larga duración, que combinan coreografía de actores y espacios pese a mantenerse siempre cerca de Antonina, y la utilización tenue y angustiosa de las fuentes de luz y los claroscuros. Baile de cámaras en el que la música atormentada juega un importante rol tonal, y que bascula con armonía entre elipsis dentro de un mismo plano y saltos entre la realidad y el mundo onírico de Antonina. Una experiencia fílmica curiosa y agotadora, que despierta respuestas físicas en el espectador durante la proyección.

Del mismo modo, nos encontramos ante una narración monótona, ortopédica y un tanto superficial. Una vez se escenifica la confrontación, con la excepción de un vistoso último tercio de abstracción, incurre en momentos reiterativos. Su solemnidad no camufla que no llegamos a conocer demasiado a ningún personaje. Allí donde Antonina tiene fuerza y personalidad, los hombres que la acompañan son meras carcasas. La narración se centra en Antonina, por lo que es coherente que Tchaikovsky juegue un rol secundario y que ni su vida ni su obra decanten la balanza, pero resulta una oportunidad perdida el que su personaje quede tan desdibujado. El estilo palidece sin la compañía de un relato con matices y un viaje emocional genuino.

Árida, devastada y opresiva, La mujer de Tchaikosvky es una obra con personalidad e intensidad trazada desde la puesta en escena, pero descompensada y monocorde en su registro. Como pasara con La fiebre de Petrov (Kirill Serebrennikov, 2019), aquejada como aquella de un metraje excesivo, extenuante de manera poco productiva.
2
2 de mayo de 2023
9 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me da tanta pena escribir esta reseña sabiendo lo que voy a decir y la nota descalificadora que va a recibir que no sé si hacerlo, pero creo que no hay que tener miedo a contar la realidad tal y como hace la película.

Si vienes queriendo escuchar obras de Tchaikovsky, estás equivocado; si vienes queriendo entender la película, estás equivocado; si quieres entretenerte, estás equivocado... Lo único que puedo decir es que creo que, tras ver estos 144 minutos, mi cabeza ya no funciona tan bien como debería y he adquirido la locura de nuestra protagonista. Los planos son buenos, las luces y los colores algo nos querrán decir y el simbolismo general está muy marcado, pero no lo acabo de comprender (como el resto de cosas).

Quiero pensar que el cine ruso no está hecho para la boca del asco y que la cultura es tan distinta a la occidentalizada, como es mi caso desde España, y lo fue en el siglo XIX que hasta los estereotipos de género están alterados e incluso mezclados y eso me aleja del entendimiento de esta realidad.

No me ha gustado la película, no la recomendaría y mucho menos la volvería a ver sin haberme puesto hasta las cejas de LSD y algún que otro porrillo para gozarme esas escenas tan esquizofrénicas.
4
12 de agosto de 2023
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con lo que me gusta la música de Tchaikovsky, acudo a la película con un gran interés. Y, después de más de dos horas, desencantado, aburrido, hastiado. Es verdad que no va de él, sino de la pobre loca que se empeñó en casarse con él, aunque él le explicara que sería algo así como fraterno. En realidad, era homosexual.
Pero ni siquiera como fraterno la aguanta. Y la película es el lento, lentísimo adentrarse de esa mujer en la locura.
Muchos planos oscuros, a base de quinqués. Algunas insinuaciones sobre los gustos de él. Y, de su música solo unas pocas cosas de piano y no de las mejores.No iban a poner la Obertura 1812 o el concierto para violín o el Lago de los cisnes, pero un poco de la Patética, por favor, habría quedado bien.
Otra cosa: fijarse en la escena del sueño de ella: ridícula total.
El que queda a la altura del betún es el músico.
Todo muy estético pero muy cansino.
5
30 de abril de 2023 3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras otros 10 largometrajes, Kirill Serebrennikov nos trae este biopic alternativo en formato "clásico de época" llamado "LA MUJER DE TCHAIKOVSKY" en el que nos cuenta cómo la obsesión de Antonina Miliukova con el compositor les llevó a un matrimonio tortuoso.

Es Serebrennikov un ejemplo de este nuevo cine ruso que está pegando fuerte en muchos festivales internacionales y, sin lugar a duda, bien merecido tiene ese lugar. Todos nuestros ojos y oídos puestos en lo que fabrica este director, ya que suele ser denso e interesante, a lo que sumamos que esta película es su mayor obra.

El drama romántico, biográfico en parte, se centra en ese S. XIX ruso en el que la música es elemento fundamental burgués frente a la miseria colectiva. Comienza oscura, lúgubre. Azul, azul verdoso. Y llama la atención la luz. El trabajo de fotografía y luces en esta película se llevaría un Oscar si fuera producción estadounidense.

La época, la caracterización, los escenarios oscuros y la miseria nos transporta a un lugar, no sólo físico, también espiritual en el que el camino a seguir sólo parece uno. Triste, pero uno. Es cuando conocemos que "la mujer" es en realidad una pretendiente que es rechazada por el propio Tchaikovsky. Su aspereza en general y su asqueo hacia las mujeres en particular pone algo de relieve, pero no nos lo cuentan hasta pasadas casi dos horas.

Parece que el film se ha estancado en el rechazo, en la incomprensión y en la (no sabemos por qué) obsesión inexplicable de Antonina. La trama gira hacia una posibilidad que abre la puerta al matrimonio ofreciendo sólo oprobio, malestar, disgusto y desidia. Para la protagonista, nosotros seguimos disfrutando de la luz, de los planos, de los recursos.

La última media hora acelera un poco. Se agradece, ya que es lenta y sin llamadas de atención. Se acerca la locura, el formato desafía un poco al realizador que hasta ahora habíamos disfrutado. Este Serebrennikov es más fantástico, más experimentador. Es de agradecer no sólo una producción fiel a la elegancia, sino una interpretación fabulosa por parte de Alyona Mikhailova. Gracias al final de arte y fantasía, sobre todo últimos 3 minutos, se nos eleva un poco el espíritu y aplaudimos esta película.
6
12 de agosto de 2023 2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película es un tejido narrativo que nos sumerge en la obsesión amorosa de Antonina Miliukova por el compositor Piotr Tchaikovsky. Ambientada en el Moscú del siglo XIX, fusiona elementos de retrato de época, tragedia romántica y drama. Los temas de amor no correspondido, opresión social y la búsqueda de la libertad emocional resuenan profundamente, sosteniendo un tono amargo y melancólico que encarna la angustia y la soledad de los personajes.

El elenco, con interpretaciones notables, agrega un peso emocional a "La Mujer de Tchaikovsky." Antonina Miliukova y Piotr Tchaikovsky cobran vida con una intensidad y profundidad emocional impactante. La complejidad de sus sentimientos y conflictos internos se refleja en las actuaciones, generando una conexión empática con la audiencia.

La visión de Kirill Serebrennikov es palpable en cada fotograma de la película. El director crea una atmósfera visualmente apabullante, recurriendo a una estética cuidadosamente elaborada. La cinematografía es exquisita, utilizando una paleta de colores que amplifica la melancolía subyacente. Además, la introducción de elementos de fantasía y fugas oníricas añaden capas de simbolismo a la trama.

La partitura de "La Mujer de Tchaikovsky" se convierte en un elemento distintivo. La música del propio Tchaikovsky se emplea con maestría para transmitir emociones y realzar la ambientación de la época. El diseño de producción recrea de manera meticulosa el Moscú del siglo XIX, sumergiendo al espectador en una experiencia auténtica.

Los efectos especiales pueden no ser el foco de la película, sin embargo, la edición y el ritmo mantienen un equilibrio que realza los momentos emocionales y contemplativos. El diálogo profundo y reflexivo escarba en los conflictos internos de los personajes y su dinámica con la sociedad.

En un Moscú del siglo XIX, la película entrelaza la obsesión amorosa y la lucha por la libertad emocional en un tapiz de intensidad melancólica. Con dirección distintiva, actuaciones potentes y una estética visual cautivadora, la película logra transmitir la riqueza de los personajes, dejando una resonancia emotiva.
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