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Caravana de paz

Western. Aventuras Travis y Sandy, dos jóvenes tratantes de caballos, aceptan la oferta de guiar a un grupo de mormones que se dirigen a California para cultivar las fértiles tierras del valle del río San Juan. En medio de las dificultades del viaje se encuentran con un trío de artistas ambulantes que siguen su mismo camino: se trata de una pareja madura y la joven Denver, de quien Travis se enamora. Pero su encuentro con los Clegg, unos forajidos a los ... [+]
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Críticas 31
Críticas ordenadas por utilidad
25 de junio de 2009
13 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me encanta esta película. La vi con la idea de que era una obra menor del director por lo que había leído, pero la sorpresa fue mayúscula. Es cierto que cuenta con una trama muy simple con la que trabajar, pero lejos de ser un problema se convierte en su principal mérito, pues los resultados superan con mucho cualquier expectativa. La trama pasa a ser una mera excusa para hacer un minucioso estudio del ser humano y la convivencia de una comunidad, en la que los personajes centrales quedan algo relegados en favor de una elaborada estructura coral. La sencillez de la trama no impide que el guión sea magnífico, en particular unos ágiles diálogos, que facilita a Ford la materia prima necesaria para hacer un espectacular despliegue de todo su talento tras la cámara. Por un lado en su capacidad de composición del plano, en particular en su vertiente de paisajista, se ve recompensada con planos de gran belleza en los que la caravana se integra con el paisaje como un personaje más. Pero aún más difícil y genial es la minuciosa descripción de los personajes y sus relaciones, cargadas de humanidad, humor y sensibilidad, en base a una puesta en escena magistral en la que los detalles, las miradas o los gestos son auténticos protagonistas. Una vez más se beneficia de un casting en conjunto magnífico, con especial mención para Ward Bond, y en el que solo se hecha en falta a un protagonista con mayor carisma que Johnson (sin hacer un mal trabajo), digamos por ejemplo John Wayne. Wagon Master es un regalo para los admiradores de la obra de Ford por ser, tal vez, una de sus obras más personales. Una sincera reflexión sobre los prejuicios e integración dentro de la comunidad de hermosa factura formal que logra grandes cosas con muy pocos elementos. Eso no lo hace cualquiera. Pero a quién le extraña: es Ford.
cineoptero
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22 de mayo de 2014
12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
En primer lugar, me propuse a empezar a ver la filmografía de este gran director del que tanto he oído hablar. Llevaba unas cuantas películas de él y me toco ésta. Sinceramente, no es una mala película, pero no me atrevo a decir que es una obra maestra como muchas han escrito por aquí, donde hablan de una película poética en imágenes. Yo simplemente no lo veo, por esta razón no lo defiendo. Quizás es por mi poquísima experiencia en películas dada mi joven edad de diecisiete años, pero no he logrado descifrar lo que Ford quería transmitirme realmente. Las actuaciones son buenas pero he notado que sus personajes no están dotados de la profundidad y sustancia de personajes tan memorables como en "La Diligencia". El guión es bastante simple, y en cierta medida me recuerda a la película ya esmentada, pero he notado que, para mi, el guion no es suficientemente sólido. Quizás la maestría de Ford, que yo no logro encontrar, está justamente en esto, que consigue sacar jugo hasta en una historia tan simple como esta, pero repito, yo no lo veo así como lo he visto en películas como "El Delator" o "La Diligencia". Esta película he visto que muchos clasifican como modesta, y eso es lo que supuestamente la hace una obra maestra. Discrepo en este sentido, ya que aunque Ford transmita con mucha naturalidad situaciones mediante primeros planos, situaciones como ahora la del agua o la mujer trompetera, yo no lo compro. Prefiero cien veces más la situaciones entre los personajes y sus complejidades mediante planos muy hábilmente escogidos en la enésima vez esmentada "La Diligencia", o también la belleza visual y emotiva de "Centauros del Desierto", sé que la comparación es odiosa, pero esos momentos/situaciones/emociones que intenta lograr en "Caravana de paz" mediante una modestia que me resulta cansina, en esta última ("Centauros del desierto") las consigue con maestría.
Me excuso quizás por los realmente fanáticos de este gran director, pero yo me limito a escribir lo que creo y siento que he de decir, lo cual me lleva a manifestar que creo que ante directores de tan renombre como Ford, entre otros, solemos a anteponer la figura del genio y maestro a la del director, por esta razón creo que a veces, tendemos a la sobreinterpretación de algo que realmente no es. Vuelvo a repetir, quizás Ford intentaba transmitir algo que muchos habéis logrado ver, pero este no es mi caso, y quizás de aquí un par de años la vea y consiga realmente captar la sustancia de este film, ya que mis conocimientos cinematográficos son pocos, pero de momento siento que no puedo dar otra opinión de esta película.
Goodfella
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17 de marzo de 2012
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Caravana de paz no tiene un protagonista al estilo. No sale Wayne, ni Flynn, ni Stewart ni tan siquiera Scott. Pero actúan dos secundarios que merecen todos los honores: Ben Johnson y Ward Bond. Sin duda, para mí, Bond es, junto a Walter Brennan, el secundario del western por excelencia (con permiso del mismo Ben Johnson, Noah Beery jr., Elisha Cook jr., Lee Van Cleef, John Ireland, Edgar Buchanan, Hank Warden, Royal Dano, Harry Carey jr., el mítico Andy Devine, etc. y los que me dejo). Bond no es 007 pero es fiable al cien por cien. Es de esos actores que, como mínimo, te garantiza el empate fuera de casa. Su filmografía basta para comprobarlo. Johnson, genial en Raíces profundas y mejor en Grupo Salvaje, ejerce aquí de un descarado tratante de caballos que se embarca en una caravana de mormones que dirige un Bond un poco blasfemo, y que viaja presta hacia la tierra prometida. La película contiene muchos de los clichés del género pero tiene una belleza profunda que la agranda el hecho de que se filmara en blanco y negro. Joanne Dru (algún día se dará el homenaje merecido a actrices bellísimas como ella o Julia Adams) aporta el efecto femenino y, sus miradas y expresiones, de por sí, merecen mucho la pena de ver. Los malos, que también los hay, son un poco descafeinados, pero no desentonan dentro de una historia que John Ford, una vez más, cuenta con sencillez pero con sobriedad, aderezada con algunas de sus canciones de siempre. En el fondo, siempre he sentido esta película como un homenaje prematuro a todos los secundarios de lujo con los que contó el western, cuando todavía no se habían encargado de ensuciar su imagen los Ed Harris, los Kevin Costner, los James Mangold y los Coen de turno. Señores Bond y Johnson, y los demás muchas gracias por todo.
Ehesen
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23 de diciembre de 2014
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Qué tal. Volví a ver este clásico de John Ford de nuevo (para algunos "menor", ahora diré por qué no estoy de acuerdo), con una copia restaurada de gran calidad. Como siempre, fue una auténtica gozada. Sí que es un film muy singular, con una vertiente documental muy marcada (no es algo poco habitual en el cine de Ford, por otro lado). Fundamentalmente se trata de una variable sobre un éxodo de colonos, en este caso mormones, desde un pueblo del que son "expulsados" (con inusitada crudeza, por otra parte, en un brutal ataque xenófobo) hasta la tierra prometida. Durante el trayecto, con fotografía magnífica en blanco y negro de Bert Glennon, las carretas crujen más que nunca, los colonos tragan polvo, caminan doloridos, los caballos sufren y se regocijan de verdad al llegar al agua, en fin todo muy real. Para ello necesitan a alguien que los guíe, un Wagon Master, y contratan al personaje de Ben Johnson (Travis) y a su mano derecha, Harry Carey Jr (Sandy), comerciantes de caballos, que conocen muy bien el territorio. El reparto principal se completa con el gran Ward Bond, haciendo de Ward Bond, y la maravillosa Joanne Dru por todos conocida por "Rio Rojo" de Hawks o "La legión invencible", de la trilogía de la caballería fordiana (con el añadido de la habitual galería de secundarios).

El título de la película original me parece atinadísimo, aquí se llamó con el ridículo "Caravana de paz". Hay un momento en la película en la que la caravana es atacada por la familia de bandoleros, y el personaje de Ben Johnson, Travis Blue, supuestamente el héroe, no hace nada para evitarlo. Su compañero Sandy, le pregunta por qué, y él contesta que no se puede permitir el lujo de sufrir ningún percance, puesto que toda esa gente quedaría enterrada en el desierto sin poder salir de allí, él es demasiado importante para correr riesgos, es el Wagon Master, el único que puede conducirlos a su destino. Evidentemente es el héroe fordiano, no tan físico como suele ser habitual (sobre todo si se trata de John Wayne), pero consciente de su responsabilidad y anteponiendo su misión a su imagen personal.

Siendo este éxodo, esta epopeya colonial, el río por el que transita la historia, no dejan de tener presencia suficiente en la narración, prácticamente todos los elementos habituales del western: desde la banda de cuatreros, unos hermanos Dalton de turno, que se refugian entre los colonos; la carreta de variedades del doctor/mago/sacamuelas con el personaje de la mujer prostituta (muy similar al personaje de Dallas y su relación con Ringo en La diligencia), una patrulla de marshalls, numerosas escenas de baile tradicional, con música interpretada por el grupo vocal de country, Sons of the Pioneers, y hasta el ataque de indios navajos que terminan siendo relativamente amistosos. Y todo rodado en los espectaculares escenarios naturales del Monumental Valley, por algo Ford le reconoció a Bogdanovich que era el filme del que se sentía más orgulloso.
griffinjazz
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27 de enero de 2011
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para muchos de nosotros, europeos nacidos al otro lado del charco, el Oeste siempre será John Ford; es evidente que muchos otros directores han contribuido en la construcción de ese mito de la épica norteamericana (Walsh, Wellman, Mann, Hathaway, etc), pero lo cierto es que, al menos a mí me ocurre, siempre que pienso en el Oeste lo hago a través de las imágenes de Ford. Y sus imágenes, siempre precisas, consecuentes, resumen el espíritu de ese gran viaje, lleno de promesas y peligros, que anuncian sus omnipresentes horizontes.

"Wagon Master" es un perfecto compendio de lo anteriormente apuntado: una caravana de mormones en busca de la tierra prometida; dos hombres buenos que sabiéndose necesarios prestarán su ayuda, alcanzando a cambio el amor; unos "nómadas descarriados" que encontrarán compañía y afecto; unas "serpientes", necesarias e inevitables, que habrán de ser sacrificadas. Todos ellos colectivos pequeños, con frecuencia desarraigados, que buscan en el Oeste sus sueños, ambiciones o esperanzas; en efecto, para los mormones su paraíso es un lugar real en el que buscan establecer una nueva comunidad, pero para todos nosotros, espectadores pasivos, la tierra de promisión es el viaje hacia el Oeste, con su eterno horizonte de aventuras y posibilidades.

La cámara de Ford plasma la grandeza del paisaje, cuya atmósfera es perfectamente captada por una fotografía magnífica, que hace perceptible la extraña luz que se filtra a través del polvo y del aire. El guión encuentra sus mejores momentos en esas típicas conversaciones por parejas, tan importantes en el cine de Ford (recuérdese aquélla tan maravillosa que sostenían Stewart y Widmark, sentados junto al río, en "Dos cabalgan juntos"); aquí destacan la que mantienen Johnson y Bond (que está soberbio en su papel de Pastor) al principio, cuando este último trata de convencerlo para que les guíe, mientras ambos tallan sendos palos, y la que sostienen Joanne Dru y el propio Johnson, cuando este le declara su amor; son charlas en las que el rostro y las miradas dicen tanto o más que las palabras. Y a todo ello sumemos el humor que aportan esos secundarios tan llamativos y bien definidos, y el acto comunal del baile (en esta película hay tres, uno insólito, el protagonizado por los Navajos y los mormones), también característico del director, y nunca gratuito.

En definitiva, sólo resta desear que ojalá todos nuestros viajes cinematográficos por los horizontes de la imaginación tengan la fortuna de contar con guías tan sabios y generosos como John Ford.
Quatermain80
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