Mi bella dama
1964 

7.6
28,950
Musical. Romance. Comedia
Versión cinematográfica del mito de Pigmalión, inspirada en la obra teatral homónima del escritor irlandés G.B. Shaw (1856-1950). En una lluviosa noche de 1912, el excéntrico y snob lingüista Henry Higgins conoce a Eliza Doolittle, una harapienta y ordinaria vendedora de violetas. El vulgar lenguaje de la florista despierta tanto su interés que hace una arriesgada apuesta con su amigo el coronel Pickering: se compromete a enseñarle a ... [+]
13 de noviembre de 2012
13 de noviembre de 2012
17 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
OBRA MAESTRA. Sólo le puedo decir, amigo, que si usted tiene la suerte de no haberla visto todavía, prepárese a disfrutar de un espectáculo maravilloso. Si no le gusta el musical no se preocupe, aquí las canciones son pequeñas y sabrosas historias llenas de encanto y humor. "My fair lady" es toda ella una explosión de alegría, color, belleza, elegancia, fantasía y muchas cosas más. Cukor sabe colocar la cámara y sacar el máximo partido de cada rincón de la calle, de cada rincón de las dos lujosas casas, de cada rincón del palacio. Logra soberbias e inolvidables actuaciones de Rex Harrison, Audrey Hepburn y Stanley Holloway. La banda sonora jamás se olvida. El romántico tarareará sin darse cuenta "La calle donde ella vive", la soñadora "Bailaría toda la noche", el vividor "Con un poco de suerte". Y, en mitad de la noche, unos y otros, soltarán la carcajada recordando: "MUEVE TU COCHINO CULO"
4 de diciembre de 2006
4 de diciembre de 2006
38 de 62 usuarios han encontrado esta crítica útil
My Fair Lady es un viejo barco que cruje peligrosamente. El paso del tiempo lastra su rumbo y es posible que un día se hunda en los bajíos de la crítica. El lastre está en su ñoñería, su machismo (según versiones), y sus números musicales, un poco pobres. Las velas que aún lo impulsan son su excelente producción, la interpretación (tanto de los protagonistas como de los secundarios) y, por supuesto, la historia de amor (que en los años 90 retomaría Pretty Woman) entre la chica pobre y el solterón rico. Los cuentos de hadas (casi) siempre funcionan.
29 de julio de 2008
29 de julio de 2008
14 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo que hace sonreír también hace sufrir en esta obra teatral en la que un hombre de enorme talento como George Bernard Shaw (1856-1950), adalid de las causas sociales y de la defensa de la independencia de la mujer, no pudo modificar o no supo corregir el rumbo de la historia y de sus propios intereses sociales y sentimentales frente al irresistible y peligroso encanto femenino.
Otros dramaturgos sí se atrevieron a dar un paso más; por ejemplo, el sueco Strindberg (1849-1912) asegurando que la mujer era un demonio castrador del que había que huir de cualquier modo, o bastante antes el noruego Henrik Ibsen (1828-1906), quien nada menos que en 1879 planteó la independencia absoluta de la mujer en Casa de muñecas, probablemente la obra que da comienzo al considerado teatro moderno.
Pero el gran Bernard Shaw que había llegado a resolver satisfactoriamente para el sexo femenino disputas graves entre madre e hija en La profesión de la señora Warren (respetada burguesa tras años de prostitución de alto nivel), escribió Pigmalión aprovechando el mito griego de Galatea, bellísima escultura que cobra vida ante la pasión de su observador. En el manuscrito original de esta pieza teatral convertida en musical que se representa en todo el mundo constantemente, Bernard Shaw deja dos finales: el que todos conocen y otro, ideal, que nunca se representó (ver spoiler).
Quien vea la película se dará cuenta de qué hablo: cuestión de amor con pantuflas. Pero lo más importante es que el prototipo masculino, rico e intelectualmente sabio, es emocionalmente un adolescente maleducado que no sabe expresar sus emociones...
Y aquí que llega George Cukor, un hombre de vida sentimental homosexual que supo como nadie en el cine comprender y adorar a las mujeres, y es capaz de dar precisa, elegante, emocionante forma cinematográfica a esta obra aparentemente pueril y sin embargo profunda, bellísima en todas sus facetas e incluso en su dulce y amargo final.
La elección de la maravillosa Audrey como protagonista levantó ampollas, y justo resentimiento en gente como Julie Andrews que había hecho con éxito la función en el teatro, y todo porque Audrey no canta, hace playback de una chica cuyo nombre sale en algunos créditos en letra pequeña, cantante desconocida, claro está. Realiza una gran interpretación, pero no canta, algo terrible si se tiene en cuenta que, exceptuando un par de números musicales de conjunto y los dos cuadros a cargo del padre de la protagonista, todo el peso de la función está en manos de su voz... Pero la película es tan buena que sobrevive a barbaridades como esa: My fair lady, un delicioso paseo por el interclasismo, la picaresca callejera y el dolor de un bello, sincero y conmovedor amor... dependiente con un gran reparto y maravillosa partitura que todo el mundo puede tararear con facilidad.
Otros dramaturgos sí se atrevieron a dar un paso más; por ejemplo, el sueco Strindberg (1849-1912) asegurando que la mujer era un demonio castrador del que había que huir de cualquier modo, o bastante antes el noruego Henrik Ibsen (1828-1906), quien nada menos que en 1879 planteó la independencia absoluta de la mujer en Casa de muñecas, probablemente la obra que da comienzo al considerado teatro moderno.
Pero el gran Bernard Shaw que había llegado a resolver satisfactoriamente para el sexo femenino disputas graves entre madre e hija en La profesión de la señora Warren (respetada burguesa tras años de prostitución de alto nivel), escribió Pigmalión aprovechando el mito griego de Galatea, bellísima escultura que cobra vida ante la pasión de su observador. En el manuscrito original de esta pieza teatral convertida en musical que se representa en todo el mundo constantemente, Bernard Shaw deja dos finales: el que todos conocen y otro, ideal, que nunca se representó (ver spoiler).
Quien vea la película se dará cuenta de qué hablo: cuestión de amor con pantuflas. Pero lo más importante es que el prototipo masculino, rico e intelectualmente sabio, es emocionalmente un adolescente maleducado que no sabe expresar sus emociones...
Y aquí que llega George Cukor, un hombre de vida sentimental homosexual que supo como nadie en el cine comprender y adorar a las mujeres, y es capaz de dar precisa, elegante, emocionante forma cinematográfica a esta obra aparentemente pueril y sin embargo profunda, bellísima en todas sus facetas e incluso en su dulce y amargo final.
La elección de la maravillosa Audrey como protagonista levantó ampollas, y justo resentimiento en gente como Julie Andrews que había hecho con éxito la función en el teatro, y todo porque Audrey no canta, hace playback de una chica cuyo nombre sale en algunos créditos en letra pequeña, cantante desconocida, claro está. Realiza una gran interpretación, pero no canta, algo terrible si se tiene en cuenta que, exceptuando un par de números musicales de conjunto y los dos cuadros a cargo del padre de la protagonista, todo el peso de la función está en manos de su voz... Pero la película es tan buena que sobrevive a barbaridades como esa: My fair lady, un delicioso paseo por el interclasismo, la picaresca callejera y el dolor de un bello, sincero y conmovedor amor... dependiente con un gran reparto y maravillosa partitura que todo el mundo puede tararear con facilidad.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
En la obra original, GBS deja pendiente el final: el de esta película, que es el que siempre se ha representado, con el retorno de la muchacha a traer las pantuflas de su querido tirano cascarrabias y otro en el que ella no vuelve, se marcha libre al fin: un desenlace ya escrito en 1879 por Ibsen para Casa de Muñecas, pero que Bernard Shaw comprendió que estaba muy lejos todavía de la realidad social de la época.
16 de enero de 2009
16 de enero de 2009
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Y por qué no un 10? si me han entusiasmado esos decorados, bellas representaciones de un lluvioso paisaje londinense y una casa con exquisitos detalles, si me han conmovido las interpretaciones de los actores, todos, si me han emocionado los diálogos, cargados de ternura, dureza, cruda realidad, comedia, dobles intenciones... Esas guerras entre clases sociales principalmente y entre sexos, que lleva el protagonista profesor Higgins interiormente. Si he conocido a una Hepburn que me ha sorprendido por su vis cómica, hasta ahora desconocida para mí, además de comprobar una vez más que tiene todo lo que una buena actriz ha de tener. ¿Y por qué no? He disfrutado enormemente viéndola, tiene todo lo que más aprecio en una película, los números musicales no son recargados, ni de un nivel como el de Gene Kelly, pero son maravillosos en su diferencia.
Ha sido emocionante, sólo sé que tenía que verla para sentir esto.
Ha sido emocionante, sólo sé que tenía que verla para sentir esto.
18 de septiembre de 2005
18 de septiembre de 2005
18 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para mi la mejor película que se ha hecho en el mundo capaz de enternecer mis sentimientos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Es una de las películas más maravillosas que jamás he visto. La inolvidable Audrey Hepburn protagoniza a Elisa una vulgar florista que se llega a convertir en una dama gracias a su profesor Henry Higgins.
Destaco la escena en que Audrey canta "I Could Have Danced All Night" jamás habia visto a una actriz que caminara y bailara de esa forma tan elegante.
Me encanta la primera canción de la película que canta Audrey: "Wouldn't it Be Loverly"(esto es ser feliz) ya que dice que a pesar de que no lo tengas todo, no seas rico, hay que conformarse con lo que se tiene y sobretodo ser feliz, la primera vez que oí esta canción me puse a llorar.
En resumen para mi es una película llena de sentimientos y amor que jamás podré olvidar capaz de hacerme pasar unas horas de felicidad y olvidar el mundo real.
Destaco la escena en que Audrey canta "I Could Have Danced All Night" jamás habia visto a una actriz que caminara y bailara de esa forma tan elegante.
Me encanta la primera canción de la película que canta Audrey: "Wouldn't it Be Loverly"(esto es ser feliz) ya que dice que a pesar de que no lo tengas todo, no seas rico, hay que conformarse con lo que se tiene y sobretodo ser feliz, la primera vez que oí esta canción me puse a llorar.
En resumen para mi es una película llena de sentimientos y amor que jamás podré olvidar capaz de hacerme pasar unas horas de felicidad y olvidar el mundo real.
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