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Un dios salvaje

Comedia. Drama En Nueva York, dos matrimonios se reúnen, en principio de manera civilizada, para hablar de la reciente pelea que han tenido sus hijos en un parque. Pero el encuentro se complicará hasta límites insospechados... Adaptación de la obra teatral homónima de la autora francesa Yasmina Reza. (FILMAFFINITY)
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Críticas 260
Críticas ordenadas por utilidad
18 de noviembre de 2011
81 de 121 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me cuesta muchísimo valorar una película como “Un dios salvaje” porque no sé si lo que me ha gustado más es el caramelo que ofrece el texto de Yasmina Reza o el envoltorio que proporcionan Polanski, Foster, Winslet, Waltz y Reilly. ¿Valoraría menos la película si fuera una cinta indie con actores secundarios al margen del mainstream y un director novel? Me gustaría ver el making-of, si existió libertad creativa o improvisación… si realmente Polanski tenía el proyecto en mente hace pocos años o, por el contrario, contarán de ella en su biografía que se trata de la película escrita durante el arresto domiciliario en Suiza.

Me replanteo todo en sus dos cuestiones básicas:

1.- El texto: la obra de Yasmina Reza nos habla de la hipocresía generalizada de una sociedad que adorna de retórica y enmascara la moralidad los actos más primitivos y propios del ser humano. No hace falta invadir un país para declarar la guerra a otro ser humano y volver a ser los animales salvajes que llevamos dentro.
Aquí los personajes quedan atrapados al igual que en “El ángel exterminador” por sus propias presiones y estresante forma de vida, como los nuevos impulsos cardiacos de su inexistente vida personal. Como si el Dios Salvaje les hubiera maldecido hasta encontrar una violenta catarsis grupal para que vean en los otros el reflejo del interior de ellos mismos. Todo arranca desde el primer acto humano, desde la nausea y el vómito para alcanzar, a través de la violencia verbal e incluso física, su lado más humano y primitivo. Mientras tanto y ajeno a la respuesta feroz por minucias sociales y levemente existenciales, el ecosistema y el reino salvaje recuperan su equilibrio natural…


2.- La imagen: Polanski ni ha optado por un plano secuencia hitchcockiano ni por la excelencia cinematográfica de “La huella”. Tal vez Polanski pensara que ese choque de actores cómicos y actrices dramáticas, unido a la guerra de clases y sexos que se produce en el interior de la pantalla, funcionara sobradamente como una comedia incisiva y elegante. En tiempos de la post-comedia y la era Apatow “Un dios salvaje” parece anclada en posiciones de cámara que acaban pareciendo más una formalidad que un capricho del cineasta.
Tan sólo esos títulos de crédito iniciales y finales marcan el único hilo cinematográfico y es precisamente su guiño y credencial fílmica. Me parece demasiado poco para un director capaz de cuotas mayores. Le falta la visceralidad del mundo (de la comedia) actual, le falta el espíritu buñueliano de “El discreto encanto de la burguesía”, le falta precisamente aventurarse en ese terreno indómito y brutal con el que predica. Ese adorno para que “Un dios salvaje” deje de ser esa obra de teatro filmada con estrellas que nos ha divertido moderadamente e impactado por su texto durante los poco más de 70 minutos previos…
Maldito Bastardo
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18 de noviembre de 2011
62 de 93 usuarios han encontrado esta crítica útil
No creo que una de las funciones del cine sea acercar el teatro a la gente. Es más, sería un flaco favor al teatro y al mismo cine que esto sucediera. Me pregunto pues qué valor tiene la última película de Polanski y sobre todo me pregunto por qué se ha hecho. No me malinterpreten, me he reído mucho viendo "Un Dios salvaje" pero no tiene cualidades extra de las que se pudieran disfrutar tras las candilejas. No digo que no se pueda adaptar una obra de teatro a una película - aunque no creo que sea el teatro, el mejor medio para transmutar la obra en imágenes-, pero puestos a asumir los riesgos, debemos emplear los medios cinematográficos necesarios para desencorsetarla de su medio natural.

Polanski ya adaptó con mucha mejor fortuna al dramaturgo Ariel Dorfman en "La muerte y la doncella" (1994). Y aunque me sigue pareciendo aquello llamado teatro filmado con todas las connotaciones negativas que llevan explícitas estas palabras, el director supo tamizar las carencias con recursos puramente cinematográficos. Los sonidos del exterior, la fotografía y sobre todo los planos escogidos en el interior de la casa conseguían crear una gran atmósfera. Observábamos el espacio minúsculo recogido por la cámara, un espacio (casi siempre cerrado) que Polanski siempre achica hasta crear un aire irrespirable.

Ahora bien, que alguien me diga dónde hay algo de cine en "Un Dios salvaje".
Chagolate con churros
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21 de noviembre de 2011
48 de 66 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un director al que admiras, dos actores a los que respetas, dos actrices que se cuentan entre tus predilectas, críticas excelentes … la combinación pinta bien pese a que el trailer de la película no ha logrado engancharte del todo.

Así que te plantas en el espacioso salón de un apartamento neoyorquino para asistir al encuentro de dos parejas que, con motivo de arreglar civilizadamente una discusión entre críos, se reúnen para dialogar, razonar, discutir, gritar sobre el tema.

Poco a poco te ves envuelto en una verborrea permanente, imparable, irritante, que te hace removerte incomoda en tu butaca. Estamos ante una carencia absoluta de acción, probablemente buscada, y se suceden escenas estáticas que no compensa la fluidez de los diálogos ya que aunque disfrutamos de algunas frases ingeniosas, que te hacen apenas sonreir, no es la tónica general y las ganas de escapar no las produce tanto el estar atrapados todo el tiempo en una sola habitación, sino el hecho de que los protagonistas no se callan nunca. ¡Difícil llevar algunas obras de teatro al cine!.

Recurrir al alcohol para que unos y otros se canten las verdades, a las vomitonas, al maltrato animal o al sonido incesante del móvil como un personaje más de la historia, no ayuda mucho la verdad. Si a lo anterior le añadimos que la supuesta crítica de las relaciones de pareja me parece bastante somera a la par que tópica, te das cuenta que tampoco se podía hacer mucho más con esos ingredientes. No es el director, es la obra.

No es una película mala, pero yo apenas le doy un CINCO raspado.
MAFALDA
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21 de noviembre de 2011
28 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuatro personas, dos matrimonios, un conflicto y un apartamento: no hace falta ser muy perceptivo para saber que la gracia del asunto consiste en que se pierdan los papeles y se líe una bien gorda. En esta divertidísima comedia de las apariencias, que engrosa el acervo de farsas sobre la hipocresía encabezado por Tartufo, se revela que no hay nada nuevo bajo el sol de los espejismos humanos. Se trata no tanto de una guerra de personajes como de un cruce dialéctico entre el eufemismo y lo políticamente incorrecto, del que ambos salen perdiendo, igualmente escaldados por la aplastante ironía del texto de Yasmina Reza.

La obra funciona –no por casualidad utilizo el término ‘obra’- a pesar de utilizar una idea principal bastante sobada. A estas alturas quedan pocos por saber lo que la verdad esconde bajo el leve barniz del misterio y las maneras, por lo que el placer no reside tanto en la reflexión como en la dinámica de los diálogos y en el talento de los cuatro actores, cada uno disfrutando inmensamente de su papel. Me gusta John C. Reilly, me convence Foster, me hace reír Waltz…Winslet, acostumbrada a descollar en repartos más mediocres, se queda muy opaca, aunque es cierto que se lleva el personaje más anodino de los cuatro.

Podría comentar también lo artificioso de algunos giros que se inducen para hacer que el encuentro alcance su punto de ebullición y el poco aprovechamiento del espacio, que provoca que la aportación de Polanski como director parezca muy minimizada en contraste con ese texto que lo protagoniza todo. También podría decir que lo único que diferencia la película de una obra de teatro es que puedes ver de cerca a Jodie Foster y constatar que con los años cada vez se parece más a Robin Williams.

Pero en realidad no son más que rodeos para decirte que vayas a verla porque es una comedia endiablada, divertida e inteligente con la que vas a pasarlo bomba. Lo demás, sobra.
Neathara
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8 de diciembre de 2011
43 de 67 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuatro paredes, cuatro actores en estado de gracia, cuatro chavos de presupuesto, cuatro cosillas bien dichas... y, héte aquí, una obra maestra.

O casi.

Ah, y de cuatro, nada.

Un ochazo.
Taylor
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