Aquí tenemos una eficaz y simpática presentación de personajes bien descritos, coherentes y sólidos, cuyo nexo de unión común es el edificio que otorga título a la película, y que entre todos ellos, intentan (y logran, en parte) dibujarnos a los occidentales un mapa de los actuales El Cairo, Egipto y, posiblemente, Oriente Próximo en general. Y digo 'intentan' porque aunque el guión me parece muy bueno, sí que percibo en él el afán de abarcar demasiado campo temático, tratando problemáticas muy dispares y excesivamente complejas como para analizarlas en tan poco tiempo. Hablo del fanatismo religioso, la situación de la mujer en el mundo islámico, la decadencia aristócrata, la homosexualidad, la corrupción política... Cada uno de estos asuntos podrían dar para un largometraje por sí solos, y claro, hacer una ensalada mezclándolos todos pues... Es gracias al "aliño" de un buen sentido del humor, unas estupendas interpretaciones, una correcta realización y un regustillo de nostalgia lo que nos permite degustar este plato a priori un tanto indigesto.

Fresco, "fresquísimo", muestrario de la sociedad egipcia a través de un edificio de El Cairo, el Yacobián, venido a menos, que fue el ícono del Egipto occidentalizado anterior a la revolución. En definitiva, un retrato actual de trazo fino, delicado pero nada favorecedor de una sociedad donde los mediocres han triunfado y queda poco espacio para la belleza. Un bestiario humano construido a través de una mirada sensible, un collage decadente de seres que intentan mantenerse a flote entre las ruinas de una ciudad que se hunde. Sálvese quien pueda.... Los de la azotea, si puede ser, primero.