La tierra
1930 

7.4
1,134
Drama
Un viejo campesino ucraniano se dispone a morir sobre la tierra en la que ha trabajado toda su vida. Su nieto, Vasil, decide entonces que el consejo de la villa debe comprar un tractor para compartirlo entre los granjeros, que unidos vencerán a las dificultades de la naturaleza y a la opresión de los ricos terratenientes. (FILMAFFINITY)
30 de enero de 2015
30 de enero de 2015
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Plantarle un 6 a esta película considerada como una de las mejores de la historia del cine me hace sentir casi como un sacrílego. Por muy cinéfilo que uno sea "Tierra" es más aburrida que enterrar la semilla de una secuoya y esperar a que crezca. Y no creo equivocarme si digo, siempre con todo respeto, que aburrida ahora y hace 84 años, por muy poética que sea la cosa, que lo es, y filosofe sobre el cielo, la tierra, el panteísmo religioso, la vida la muerte y el devenir del futuro mundo tecnológico. Para que lo entendamos: uno puede quedarse maravillado por la composición, aroma, texturas y bla, bla, bla de la cocina de vanguardia, pero te quedas con hambre.
Dovzhenko fue la cuarta pata del banco de los maestros soviéticos (Eisenstein, Vertov y Pudovkin) de los inicios del cine, sobre todo en la etapa silente donde la experimentación y la creatividad corrían desbocados a pesar del lastre propagandístico que imponía el estado y que en general acabó a nivel mundial cercenado por la "vulgaridad" que impuso el sonoro a un arte esencialmente visual.
Encuadrada dentro de la trilogía ucraniana forma parte de su etapa silente donde aún pudo primar su creatividad por encima de las doctrinas que le marcaba Stalin, ya en el sonoro. No gustó al dictador estas filigranas poéticas que iban sutilmente más allá de las consignas colectivistas del partido.
Una vez hecha la "autopsia" fílmica (artículo de Oscar Navales, 2012, Transit: cine y otros desvíos) uno accede a las claves artísticas de Dovzhenko. Destacar: " Tierra puede ser considerada antes una experiencia visual y sensitiva, que un relato cinematográfico al uso en el que podamos hallar claramente unos "clásicos" y "sólidos" cimientos narrativos". Añadiría la, a mi juicio, importante influencia de sus estudios de pintura, que se reflejan en sus cuidados encuadres, su tendencia a los planos estáticos y a sus composiciones sobre la naturaleza, frutos, animales, campos, incluso el retrato, de clara referencia pictórica. Su influencia es notable en directores posteriores desde Godard a Mallick. Me quedo con la belleza de muchas de las imágenes, y con el montaje prodigioso de la siembra y la cosecha.
Y dicho lo cual, no siempre el alma del poeta toca el alma del que recibe sus sentimientos por mucho que los versos, la rima y el ritmo tengan su mérito. Howard Hawks, infinitamente más intrascendente que Dovzhenko, dijo: "Tengo diez mandamientos. Los nueve primeros dicen: !no debes aburrir!". Pues eso.
Dovzhenko fue la cuarta pata del banco de los maestros soviéticos (Eisenstein, Vertov y Pudovkin) de los inicios del cine, sobre todo en la etapa silente donde la experimentación y la creatividad corrían desbocados a pesar del lastre propagandístico que imponía el estado y que en general acabó a nivel mundial cercenado por la "vulgaridad" que impuso el sonoro a un arte esencialmente visual.
Encuadrada dentro de la trilogía ucraniana forma parte de su etapa silente donde aún pudo primar su creatividad por encima de las doctrinas que le marcaba Stalin, ya en el sonoro. No gustó al dictador estas filigranas poéticas que iban sutilmente más allá de las consignas colectivistas del partido.
Una vez hecha la "autopsia" fílmica (artículo de Oscar Navales, 2012, Transit: cine y otros desvíos) uno accede a las claves artísticas de Dovzhenko. Destacar: " Tierra puede ser considerada antes una experiencia visual y sensitiva, que un relato cinematográfico al uso en el que podamos hallar claramente unos "clásicos" y "sólidos" cimientos narrativos". Añadiría la, a mi juicio, importante influencia de sus estudios de pintura, que se reflejan en sus cuidados encuadres, su tendencia a los planos estáticos y a sus composiciones sobre la naturaleza, frutos, animales, campos, incluso el retrato, de clara referencia pictórica. Su influencia es notable en directores posteriores desde Godard a Mallick. Me quedo con la belleza de muchas de las imágenes, y con el montaje prodigioso de la siembra y la cosecha.
Y dicho lo cual, no siempre el alma del poeta toca el alma del que recibe sus sentimientos por mucho que los versos, la rima y el ritmo tengan su mérito. Howard Hawks, infinitamente más intrascendente que Dovzhenko, dijo: "Tengo diez mandamientos. Los nueve primeros dicen: !no debes aburrir!". Pues eso.
13 de junio de 2012
13 de junio de 2012
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
De los grandes directores del cine soviético, Dovzhenko era el único que me restaba por conocer, y ha sido una verdadera suerte poder ver esta película, seguramente su título más célebre, más aún teniendo en cuenta que he podido disfrutarla en pantalla de cine, lo que no resulta fácil hoy día.
En todo caso, y aunque no hubiera visto nada de este director, sí conocía algo de él, pues en cierta ocasión, en no recuerdo qué documental acerca del cine mudo, citaban unas palabras suyas que, más o menos, eran las siguientes: "el cine sin emoción es como un planeta sin atmósfera". Aquello se me quedó grabado, y hoy, tras ver el filme, he entendido plenamente a qué se refería el realizador ucraniano. Y es que su cine es eso; una serena y magistral contemplación de lo emotivo, un análisis de las realidades (naturales o no), así como de las situaciones, objetos y personas que provocan en nosotros una respuesta emocional. Es esta una de las formas de entender el arte, en la que éste se convierte en el principal medio para educar la sensibilidad, y precisamente esta película es un perfecto ejemplo de ello.
El filme, indudablemente, posee un argumento en la línea de la propaganda comunista ligada al proceso de colectivización y modernización del campo soviético, pero lo cierto es que como narración fílmica propagandística es claramente inferior a las obras que con tal objetivo realizaran sus coetáneos Eisenstein y Pudovkin; esto es lógico, pues la concepción cinematográfica de estos realizadores, basada en el montaje, perseguía sobre todo construir perfectos relatos fílmicos, mientras que Dovzenkho, sin renunciar a ello, persigue más bien la expresión de las emociones por medio de la contemplación. Así, los mejores momentos de la película son esos largos planos centrados en las espigas mecidas por el viento, en las peras que se empapan bajo la lluvia, o en los personajes, que casi inmóviles, transmiten, sin embargo, todos los sentimientos posibles. En este sentido la dirección de actores resulta fabulosa, lográndose una expresividad de los rostros pocas veces igualada, y eso que en la historia del cine mudo tenemos buenos ejemplos a los que recurrir.
Pese a esa cadencia pausada, a esa actitud contemplativa, la película no elude los cambios de ritmo, bien con fines simbólicos -como ocurre con la secuencia de la cosecha mecanizada, en constante aceleración- o dramáticos -sobre todo en la larga secuencia del funeral-, lo que demuestra la versatilidad del director. El guión, que hace muy poco uso de los intertítulos, cede frente a la emoción filmada, quedando el argumento en segundo plano, y mezclándolo con una postura reflexiva y poética acerca de la vida en el campo (y de la muerte; las dos que hay en el filme son extraordinarias: la una como ejemplo del buen morir, y la otra como símbolo del sacrificio que se precisa para emprender un cambio revolucionario).
Acaba en spoiler, sin revelar detalles.
En todo caso, y aunque no hubiera visto nada de este director, sí conocía algo de él, pues en cierta ocasión, en no recuerdo qué documental acerca del cine mudo, citaban unas palabras suyas que, más o menos, eran las siguientes: "el cine sin emoción es como un planeta sin atmósfera". Aquello se me quedó grabado, y hoy, tras ver el filme, he entendido plenamente a qué se refería el realizador ucraniano. Y es que su cine es eso; una serena y magistral contemplación de lo emotivo, un análisis de las realidades (naturales o no), así como de las situaciones, objetos y personas que provocan en nosotros una respuesta emocional. Es esta una de las formas de entender el arte, en la que éste se convierte en el principal medio para educar la sensibilidad, y precisamente esta película es un perfecto ejemplo de ello.
El filme, indudablemente, posee un argumento en la línea de la propaganda comunista ligada al proceso de colectivización y modernización del campo soviético, pero lo cierto es que como narración fílmica propagandística es claramente inferior a las obras que con tal objetivo realizaran sus coetáneos Eisenstein y Pudovkin; esto es lógico, pues la concepción cinematográfica de estos realizadores, basada en el montaje, perseguía sobre todo construir perfectos relatos fílmicos, mientras que Dovzenkho, sin renunciar a ello, persigue más bien la expresión de las emociones por medio de la contemplación. Así, los mejores momentos de la película son esos largos planos centrados en las espigas mecidas por el viento, en las peras que se empapan bajo la lluvia, o en los personajes, que casi inmóviles, transmiten, sin embargo, todos los sentimientos posibles. En este sentido la dirección de actores resulta fabulosa, lográndose una expresividad de los rostros pocas veces igualada, y eso que en la historia del cine mudo tenemos buenos ejemplos a los que recurrir.
Pese a esa cadencia pausada, a esa actitud contemplativa, la película no elude los cambios de ritmo, bien con fines simbólicos -como ocurre con la secuencia de la cosecha mecanizada, en constante aceleración- o dramáticos -sobre todo en la larga secuencia del funeral-, lo que demuestra la versatilidad del director. El guión, que hace muy poco uso de los intertítulos, cede frente a la emoción filmada, quedando el argumento en segundo plano, y mezclándolo con una postura reflexiva y poética acerca de la vida en el campo (y de la muerte; las dos que hay en el filme son extraordinarias: la una como ejemplo del buen morir, y la otra como símbolo del sacrificio que se precisa para emprender un cambio revolucionario).
Acaba en spoiler, sin revelar detalles.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
A modo de conclusión, y de acuerdo con Dovzhenko, el cine es sobre todo emoción, y eso es, al final, lo que nos queda de las cosas buenas y hermosas: los sentimientos únicos que nos producen, y que conservaremos siempre.
10 de mayo de 2008
10 de mayo de 2008
13 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para entender y tener en cuenta los orígenes e influencias del cine soviético-ruso, hay que tener como referencias obligatorias a personas como Eisenstein, Pudovkin, Dovzhenko y Vertov. El tercero quizás no sea tan conocido como Eisenstein (que es mas que todo apreciado ahora por sus aportes sobre el montaje) pero es a la vez más poético e igualmente innovador.
La tierra es ante todo un filme que pese a pertenecer a la epoca muda tiene nociones muy avanzadas para su época: en primer lugar la enorme belleza visual de la película que se hace presente desde los cinco primeros minutos de la película, el uso de metaforas visuales y letomotivs que permitan sobrepasar (aunque no omitir) el tono de propaganda de la película y permitiir contarnos con su argumento una concepción mística y a la vez lírica sobre el proceso de la vida con sus distintas etapas ligadas a la presencia de la tierra.
Quizás no es atractivo esa apología que se realiza a la colectivización de los años 30 del siglo veinte en Ucrania en plena época de Stalin donde los kulaks o campesinos ricos sean mostrados como enemigos del progreso y la modernización, dado que el nefesato "holodomor"ocurrió alrededor de esos años y se dió el exterminio de esa clase que en realidad era una base de estabilidad económica contrario a lo que muchos creen, pero obviamente en aquel periodo la orientación de las películas soviéticas se hacían forzosamente sobre aquellos temas. Sin embargo Dovzhenko no se queda en ese mensaje político sino va mas allá con una hermosa proyección de la imagen al incurrir en temas que siendo desconocedor de esa cultura tal vez sean pertenecientes a su Ucrania Natal: el amor por la tierra y la vida, la alegría del medio rural, la descripción de la fertilidad y la abundancia, la presencia del erotismo y el amor como elementos imprescindibles al existir , en fin toda una descripción de lo que es la realidad humana ligada con el elemento de la tierra que es la piedra angular en la composición de este bello poema visual.
No será totalmente perfecta pero si en cambio una de las películas del cine mudo más hermosas que se han dado, el talento en el manejo de la cámara de Dovzhenko sería heredado por uno de los cineastas soviéticos más reconocido: Andrei Tarkovsky.
Positivo: el caracter poético y la belleza tanto visual como del argumento
Negativo: las frases de diaólogo de los personajes quedan a menudo cortas después de diálogos un tanto largos para entender lo que está pasando pero en si es un defecto menor.
Nota: 9.1
La tierra es ante todo un filme que pese a pertenecer a la epoca muda tiene nociones muy avanzadas para su época: en primer lugar la enorme belleza visual de la película que se hace presente desde los cinco primeros minutos de la película, el uso de metaforas visuales y letomotivs que permitan sobrepasar (aunque no omitir) el tono de propaganda de la película y permitiir contarnos con su argumento una concepción mística y a la vez lírica sobre el proceso de la vida con sus distintas etapas ligadas a la presencia de la tierra.
Quizás no es atractivo esa apología que se realiza a la colectivización de los años 30 del siglo veinte en Ucrania en plena época de Stalin donde los kulaks o campesinos ricos sean mostrados como enemigos del progreso y la modernización, dado que el nefesato "holodomor"ocurrió alrededor de esos años y se dió el exterminio de esa clase que en realidad era una base de estabilidad económica contrario a lo que muchos creen, pero obviamente en aquel periodo la orientación de las películas soviéticas se hacían forzosamente sobre aquellos temas. Sin embargo Dovzhenko no se queda en ese mensaje político sino va mas allá con una hermosa proyección de la imagen al incurrir en temas que siendo desconocedor de esa cultura tal vez sean pertenecientes a su Ucrania Natal: el amor por la tierra y la vida, la alegría del medio rural, la descripción de la fertilidad y la abundancia, la presencia del erotismo y el amor como elementos imprescindibles al existir , en fin toda una descripción de lo que es la realidad humana ligada con el elemento de la tierra que es la piedra angular en la composición de este bello poema visual.
No será totalmente perfecta pero si en cambio una de las películas del cine mudo más hermosas que se han dado, el talento en el manejo de la cámara de Dovzhenko sería heredado por uno de los cineastas soviéticos más reconocido: Andrei Tarkovsky.
Positivo: el caracter poético y la belleza tanto visual como del argumento
Negativo: las frases de diaólogo de los personajes quedan a menudo cortas después de diálogos un tanto largos para entender lo que está pasando pero en si es un defecto menor.
Nota: 9.1
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
quedan para la memoria la proyección de las escenas inicial y final de al película: La muerte del padre del protagonista y de la lluvia sobre los frutos que mencionan la profunda relación de la vida humana con el entorno de la naturaleza, el desnudo femenino tan extenso como atrevido en la cinta y la belleza del mensaje en medio de todo
9 de noviembre de 2014
9 de noviembre de 2014
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
La mejor película de Dovjenko y una de las cumbres del cine soviético. Su estructura cíclica responde al vínculo entre el ser humano y la naturaleza. El lirismo de las imágenes se impone a la propaganda política de la historia, en torno a la insurrección de una comunidad de agricultores ucranianos tras una expropiación hostil por parte de los kulaks.
"Y cantaremos nuevas canciones para una nueva vida."
"Y cantaremos nuevas canciones para una nueva vida."
3 de abril de 2020
3 de abril de 2020
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si eres español de más de sesenta años y de pueblo, te bastará ver la escena de la llegada del tractor para comprender el anhelo de los campesinos. En este país hubimos de esperar hasta los años sesenta para ver este acontecimiento que cambió nuestro campo. Situada entre la NEP de Lenin, que tras la guerra civil rusa permitió el resurgimiento de la burguesía y la colectivización del estalinismo, es un canto al pueblo ruso que labra la tierra y que en ella reposa para siempre. Alguien la ha definido como poesía visual. Pero... hacerlo con un tractor era todo un reto. Fascinante.
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