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Banda aparte

Comedia. Thriller Tres jóvenes (Odile, Arthur y Franz) se conocen en clase de inglés e inmediatamente se hacen amigos. Los tres comparten su interés por la literatura criminal.
Críticas 49
Críticas ordenadas por utilidad
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8
9 de junio de 2008
44 de 69 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo interesante de la filmografía de Godard, es que te puede despertar tus más escondidas y recónditas zonas de empedernido cinéfilo. Y porque no, de amante del arte.

Por lo mismo se adentra en tus emociones, los despierta y los pone a funcionar en su máximo esplendor. Amas u odias sus filmes, generan en ti una crítica que intenta ser profunda. De antemano sabes que para ejercerla en los filmes de Godard, debes degustar la película lentamente. Por muchas cosas. El peculiar ejercicio de palabras que envuelve el filme es uno de los principales puntos. Lo catalogas. Intentas tacharlo como un ejercicio de pretenciosidad y pedantería. O de atrevimiento puro. Quizás de irracionalidad en su máximo esplendor (para esa bella época). De eso y de mucho más.

Te intriga. Te enoja. Te fascina.

Lo que surgió de esa Nueva Ola, aún sigue removiendo almas. Piensas por momentos como se lo tomaron aquellos “críticos” que desayunaban a Ford, comían con Lang y Capra y cenaban con Hitchocok o Welles.

Película formidable, por momentos irritable. Excelente homenaje al cine negro. Y al cine. Y a la novela. Experimenta. Sorprende. Anna Karina de una belleza pasmosa. Te seduce. Grande el momento de el minuto de silencio. Pero inmortal aquélla secuencia de baile con paréntesis (adrede, así como éste) de fondo. Homenajeado en muchos otros filmes a la fecha. Al final de filme (¿de la escapada?) le rinde un tributo a Chaplin. Y no se cuanto más se halla escondido detrás del filme.

Godard amaba el cine de eso no cabía duda. Quizás más que yo. Quizás mas que tú.
9
18 de febrero de 2010
34 de 51 usuarios han encontrado esta crítica útil
Godard vuelve a demostrar por qué es uno de los más grandes cineastas que ha salido del viejo continente. Pocos cineastas pueden presumir de tener entre sus obras películas de la talla de la que nos ocupa, un asombroso mosaico repleto de ambigüedades, surrealismo y magia cinematográfica. El filme desprende un aroma a clásico moderno por los cuatro costados y, personalmente, creo que no tiene nada que envidiar a su obra magna: "Al final de la escapada".

La verdad es que los calificativos positivos se antojan insuficientes al atribuírselos a un cineasta de la categoría de Godard. Creo que es innegable su prodigiosa capacidad para asombrar y dejar con la boca abierta a cualquiera que se aproxime a su cine, ya se trate de un mero espectador casual o de un empedernido y enfermizo cinéfago. Este hombre está más allá del bien y del mal, posee una percepción tan personal y suigéneris de la narrativa cinematográfica, y del séptimo arte en particular, que sería vano explayarse ensalzando sus múltiples e innumerables virtudes. Todo lo que aquí pueda decir son tan solo desvaríos de un simple espectador fascinado por la mano del genio francés.

La historia de la película se centra en el plan de dos amigos para robar una importante suma de dinero de la casa de unos acaudalados en la Francia de los años '60. Para lograr llevar a buen término su propósito se ganarán la confianza de la ingenua y bella sobrina de los dueños (era la sobrina, ¿no?).

Y esta es la historia, ni más ni menos. Tan aparentemente simple como asombrosamente llena de matices. El desarrollo de los personajes es tan particular como sublime. Las interpretaciones del terceto protagonista (Anna Karina -la inolvidable Odile-, Claude Brasseur y Sami Frey) desbordan naturalidad. La preciosista banda sonora funciona como un complemento perfecto de los desvaríos y múltiples sinsentidos que pueblan el filme y lo elevan a cotas difícil de alcanzar. Porque es de recibo señalar que los diálogos aparentemente banales colman el metraje, y las situaciones extravagantes se van sucediendo de manera continuada, escena a escena, fotograma a fotograma.
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spoiler:
Y qué puede decirse de los innumerables mágicos momentos que se desarrollan a lo lardo de la cinta. Se cuentan por decenas: qué puede uno decir ante el minuto de silencio (en el que no sólo se callan los personajes sino que desaparece toda fuente de sonido; o ante la carrera de los personajes a través del museo Louvre mientras son increpados por los presentes; o cómo se puede reaccionar cuando vemos a uno de los protagonistas hacer que dispara al otro y éste se desploma al suelo; o ante la obsesión de Franz por ser piloto de carreras mientras zigzaguea con su coche por el suelo embarrado esquivando los obstáculos y Arthur le persigue corriendo detrás de él y metiéndose en el vehículo por el parabrisas trasero; o qué pensar ante el magnético e hipnótico baile que los tres protagonistas se marcan en el bar con la voz del narrador contando los surrealistas pensamientos de los personajes... Es el cine en su estado más puro, la belleza cinematográfica en su cota más sublime y despojada de toda gravedad. Las imágenes cobran por sí solas todo el significado.

Godard puede gustar más o menos, pero su cine es tan original y alejado de todo lo que se ha hecho que es difícil no sentirse en cierto modo atraído por su particular microcosmos y su alocada visión del cine. De acuerdo que puede resultar complicado entrar en su juego (y de hecho puedo entender a sus críticos en cierto modo), pero una vez dentro, una vez aceptas las características de su personal e irrepetible estilo, se abre ante ti un inabarcable abanico de sensaciones tan intangibles como duraderas, tan irracionales como fascinantes. El cine se despoja de sus anclajes con la realidad y se libera de tal forma que uno tiene la extraña sensación de que es la primera vez que está viendo verdaderamente lo que es el cine, y eso marca, ya lo creo que sí... Godard no hace cine; nunca lo ha hecho: él hace CINE.
2
7 de enero de 2010
35 de 55 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Saben?. Hay un notas que conozco que se las da de iluminado; el tío a la que te despistas lo mismo te sale con unas teorías que parecen sacadas de un reportaje de una prestigiosa revista de historia, que te cita al dedillo algún fragmento de un libro que está considerado un clásico de esos obligados para todo cristo, o te enseña cómo se dice lealtad en cuanquier lengua indoeuropea. Siempre sabe cómo se llama esa pintura que está en nosecual sitio o te habla sobre el cuándo y cómo se grabó el disco que dio fama a un notas que murió hace ya bastante tiempo...

El caso es que el chaval, que ni lleva gafas de pasta, ni viste moderniki, ni mierdas de esas, a pesar de no ser mala persona y que parece poseer una vasta cultura que ya quisiera yo paladear aunque fuese de lejos, no me termina de caer bien. Y me he venido preguntando el por qué eso es así durante un montón de tiempo.

Pero hace bien poco por fin me di cuenta qué carajos me pasaba con ese chaval, la cosa no tenía nada que ver con que se llamara Ernesto ni nada parecido; lo que me remataba de él era que siempre echaba mano de su sapiencia cuando menos venía a cuento sin importarle lo que se estuviese hablando, sin tener cuidado de no interrumpir, o simplemente importándole un carajo el hecho de que ese no fuese el momento, situación o contexto adecuado.

Por ejemplo, y llámenme maniático o lo que se les antoje, si tengo una papa gorda tras haber exprimido una botella de bourbon me importa una mierda cuando murió Nefertiti, y suele traérmela al pairo la cadencia de los versos de Rubén Darío, lo mismo que si estoy cagando o hablando de fútbol con quien sea no quiero que nada me remita a Picasso; yo que sé, no me pega y punto, pero se ve que al tío todo eso le parece una gilipollez y el simple hecho de saberse "un zaratustra" le da motivos para sentirse con cancha para regalarnos perlas desde su altar.

Pues bien, con Banda Aparte he tenido una sensación muy parecida, no me pueden situar en los preparativos y ejecución de un atraco y hablarme de tantas tonterías juntas a la vez, porque ni me parece natural, ni me va a caer en gracia el asunto, vamos que tampoco me pega coño... Y juro que la cosa no tiene nada que ver con que el notas se llame Jean-Luc Godard.

¿O es que acaso a tí en la obra te hablan del Art Decó?.
4
1 de mayo de 2010
36 de 58 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película estúpida, con unos actores bastante cursis y llena de caprichitos experimentales que si en películas como "Vivir su vida" y "Al final de la escapada" se integraban en la narración enriqueciendo sus dimensiones, en ésta mamonada no hacen más que perturbar, distraer y/o molestar.

Realmente no hay un sólo momento en que te interese nada de lo que hacen los protagonistas, dos chicos y una chica que aumentan a triángulo el mito terolano: "tonta ella y tonto él y retonto del bote el colega sujetavelas".

En la peli, todo es como muy infantil y juguetón, pero en una manera que no sugiere una encantadora ingenuidad o un asomo de poesía, sino un latazo de director usando cualquier mierda de historia como excusa para jugar a ver quien hace el plano más molongo.

Hay resquicios de luz en la escena del metro o en el correteo con el Louvre, pero son anecdóticos.

Ocurre también que muchas escenas son cortas y pegas de escenas de otras películas mejores de este director, que comienza deglutiendo el cine de otros y acaba regurgitando su cine dentro de su propio cine. Esta película se retroalimenta de sí misma y carece de la riqueza de obras cuyas raíces se hunden en territorios más fértiles que el del solipsismo.

Si os pasa como a mí y os preocupa la preocupante subida de vuestras dioptrías tras un tiempo de exposición al gafapastismo, "Banda aparte" puede ser un buen antídoto. De lo contrario, podéis tranquilamente no verla.
8
8 de enero de 2009
15 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Banda aparte es sin duda un mito de la nueva ola francesa y como tal hay que verlo, tienes que tener la mirada abierta a que esto no es Hollywood, aquí no mandan los gordos productores y sus estudios de mercado, aquí manda el director y si él decide que a mitad de película los tres protagonistas se tienen que poner a bailar en medio de una cafetería pues se hace, muchos se quedaran pensando, que tontería de película, pero esos mismos son los que seguro disfrutaron del bonito baile que se marcaron Travolta y Thurman en Pulp Fiction y es que es lo que tienen los mitos, que son constantemente revividos por sus incondicionales, un genio como Bertolucci copia fotograma a fotograma la bonita escena de la visita más rápida al Louvre en su cinéfila película Los Soñadores. Banda aparte trata sobre un robo, seguramente pensareis, que argumento tan manido, pero la forma que tiene de contarlo, con esa voz en off a mi me fascinó. Sus tres nihilistas protagonistas, dos gamberros de medio pelo y su compañera de clases de inglés por la que suspiran, parecen no tener nada que hacer en la vida, creen que encontraran tan solo en la violencia de un atraco un sentido a su existencia de modo que planean robar en la casa de los tutores de la chica en un desesperado intento de cambiar sus vidas. Supongo que si esta película se hubiera rodado en un pueblo de la América profunda en los 90 pensaría que es un pestiño, pero es lo que tiene, Francia en los 60 tenía un encanto mágico.
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