Milou en mayo
7.1
1,075
18 de enero de 2018
18 de enero de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un film delicioso pero lejos del estilo de Malle. A su vuelta a Francia, despues del "exilio" americano hace una serie de films de distinta temática pero siempre dentro de la una linea "excéntrica" (fuera del centro de un sistema como el planetario). Malle fué un sobreviviente; por azar dirigió el film de Cousteau y pronto se encontró en medio de una industria en un momento de cambio del cine francés. Nunca perteneció a la llamada "nouvelle Vague" aunque fue coetáneo suyo. Yo le vi en uno de los films más extraños y fascinantes, la dificil adaptación de la obra de Queneau "Zazie dans le metro, otro "exéntrico" de la cultura francesa y posteriormente en otra obra "culpable" de otro "excéntrico" como Drieu: "El Fuego Fatuo" ; amigo de Maurice Ronet con quien trabajó en sus primeros films, otro extraño y "excéntrico" personaje del mundo parisino francés, muerto prematuramente. Es difícil inscribir su obra dentro de las coordenadas del "cine de autor", a no ser que tomemos esa falta de sintonía con el mundo que le rodeaba, esa "excentricidad", sin llegar a ser un "outsider", termino sajón para definir al desplazado que no se integra. Rodó obras extrañas y de gran calidad en USA, donde la polémica "La Pequeña" tuvo su pequeño escándalo.. y esa joya que fue "Atlantic City" donde Burt Lancaster y Susan Sharandon tocaban a duo en un film inolvidable por sus actuaciones. Inclasificables fueron sus colaboraciones con Andre Gregory, otro "excéntrico" de la cultura Newyorkina; filmaciones (que no films ni documentales) donde pone la cámara frente a retazos de vida, "restos", como son una conversación entre dos amigos o la filmación de un ensayo de "Tio Vania", otro "excéntrico-outsider" -, Vania que no Chejov.
Milou en Mayo es una mirada burlona no exenta de desprecio y amor sobre la Francia que le tocó vivir, el Mayo del 68 es el catalizador de una situación esperpéntica donde se hubieran sentido a gusto tanto Azcona como Buñuel. No en vano el guionista es el colaborador de Buñuel J.C. Carriere. Un film dominado por un personaje que como Peter Pan no quiso crecer y vive exilado en esa decadente casa de campo. Dos años antes nos había dado una obra maestra, que desde el título sugestivo, parecía una despedida. "Adios muchachos". Su mirada que toma prestados los ojos claros, profundos y misteriosos, impenetrables, de Maurice Ronet quien junto a los de su partenaire Marie Laforet, le hicieron víctima de Ripley un "no excéntrico" aunque pueda parecer paradogíco, ya que participaba de las "virtudes" de esa socidad que mira desde fuera Louis Malle.
Milou en Mayo es una mirada burlona no exenta de desprecio y amor sobre la Francia que le tocó vivir, el Mayo del 68 es el catalizador de una situación esperpéntica donde se hubieran sentido a gusto tanto Azcona como Buñuel. No en vano el guionista es el colaborador de Buñuel J.C. Carriere. Un film dominado por un personaje que como Peter Pan no quiso crecer y vive exilado en esa decadente casa de campo. Dos años antes nos había dado una obra maestra, que desde el título sugestivo, parecía una despedida. "Adios muchachos". Su mirada que toma prestados los ojos claros, profundos y misteriosos, impenetrables, de Maurice Ronet quien junto a los de su partenaire Marie Laforet, le hicieron víctima de Ripley un "no excéntrico" aunque pueda parecer paradogíco, ya que participaba de las "virtudes" de esa socidad que mira desde fuera Louis Malle.
22 de septiembre de 2022
22 de septiembre de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La matriarca de la familia Vieuzac fallece inoportunamente en plenas algaradas de mayo del 68 y complica a sus deudos la celebración de las correspondientes honras fúnebres. La señora vivía con su hijo Milou en la finca rural familiar, a la que van llegando sus deudos, hasta conformar el variopinto grupo de personajes que protagoniza esta bienhumorada comedia coral.
Se plantea como sátira de la burguesía francesa de provincias, clase social de la que provenía el propio Malle y, como ya han señalado otros comentaristas, guarda parentesco con la tradición francesa de Renoir y tiene una socarronería buñuelina que puede deberse a la colaboración en el guión de Jean-Claude Carriere. Pero creo que el único vicio de clase que denuncia es el de la pusilanimidad.
La burguesía ha sido la única clase realmente revolucionaria de la historia. Su aparición a finales de la Edad Media supuso la ruptura de la sociedad estamental y su exigencia de igualdad jurídica para todos los individuos dio inicio a la Edad Contemporánea. Ha habido quien ha calificado despectivamente a los derechos humanos como “libertades burguesas”. Y aunque se la califique de conservadora y sujeta a convencionalismos, al ser una clase con acceso a la educación, en su seno han surgido talentos innovadores en todos los ámbitos.
Mayo del 68 es, tal vez, el fenómeno más politizado de una actitud antiautoritaria que se había extendido entre los jóvenes de los países más desarrollados. Esa rebeldía fue instrumentalizada en Francia por el partido comunista, pero la mayor conquista social del periodo no tuvo que ver con la lucha de clases, sino con la emancipación femenina gracias a la píldora, de la que tanto se habla en la película. Esa fue la auténtica revolución. Y todas aquellas manifestaciones políticas no pasaron de ser un sarpullido.
Que Malle ironice sobre ciertas actitudes de la clase social de la que procede no hace mejores a las clases trabajadoras. Precisamente lo que más critica de la burguesía es su tendencia a asumir los marcos mentales de la izquierda. Así es como la burguesía acomplejada se ha acabado convirtiendo en progresía. Por motivos de edad y por la curiosidad, el personaje con el que más me he identificado es con la dilecta nieta de Milou, que, como quiere saber, observa, atiende y pregunta.
Se plantea como sátira de la burguesía francesa de provincias, clase social de la que provenía el propio Malle y, como ya han señalado otros comentaristas, guarda parentesco con la tradición francesa de Renoir y tiene una socarronería buñuelina que puede deberse a la colaboración en el guión de Jean-Claude Carriere. Pero creo que el único vicio de clase que denuncia es el de la pusilanimidad.
La burguesía ha sido la única clase realmente revolucionaria de la historia. Su aparición a finales de la Edad Media supuso la ruptura de la sociedad estamental y su exigencia de igualdad jurídica para todos los individuos dio inicio a la Edad Contemporánea. Ha habido quien ha calificado despectivamente a los derechos humanos como “libertades burguesas”. Y aunque se la califique de conservadora y sujeta a convencionalismos, al ser una clase con acceso a la educación, en su seno han surgido talentos innovadores en todos los ámbitos.
Mayo del 68 es, tal vez, el fenómeno más politizado de una actitud antiautoritaria que se había extendido entre los jóvenes de los países más desarrollados. Esa rebeldía fue instrumentalizada en Francia por el partido comunista, pero la mayor conquista social del periodo no tuvo que ver con la lucha de clases, sino con la emancipación femenina gracias a la píldora, de la que tanto se habla en la película. Esa fue la auténtica revolución. Y todas aquellas manifestaciones políticas no pasaron de ser un sarpullido.
Que Malle ironice sobre ciertas actitudes de la clase social de la que procede no hace mejores a las clases trabajadoras. Precisamente lo que más critica de la burguesía es su tendencia a asumir los marcos mentales de la izquierda. Así es como la burguesía acomplejada se ha acabado convirtiendo en progresía. Por motivos de edad y por la curiosidad, el personaje con el que más me he identificado es con la dilecta nieta de Milou, que, como quiere saber, observa, atiende y pregunta.
31 de julio de 2016
31 de julio de 2016
1 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Seré lo más breve posible. El arranque de la película, de no ser porque el protagonista, Michel Piccoli, es un actor que no soporto, vaya Vd. a saber porqué, promete mucho. Lamentablemente todo se queda en promesas, porque a partir de un momento determinado, hacia la mitad del film, la cosa no hace sino seguir el camino del desastre. Y ahí acaba.
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