Casi todas las estrellas del cine de acción de los 80/90 siguen creyendo que todavía son los que eran entonces, haciendo más y más pelis de acción, la mayoría de serie b. En éste cajón entran actores como Van Damme, Jet Li, Steven Seagal... Pero en mi opinión Stallone no entra en ese cajón. Es cierto que ya no hace pelis como las de antes pero al menos sus cintas no van directamente a la videoteca como las de los citados anteriormente. Creo que las de Stallone, aunque de menor calidad que las que hacía antes, siguen estando cuanto menos entretenidas. Aún así, te digo Stallone, deja ya el puto boxeo y el Vietnam macho, que tampoco estás pa tantos trotes.

Y en cuanto a ésta cinta que nos ocupa, decir lo mismo, que está bastante bien dentro del género ya que las escenas de acción son una pasada, tanto las de tiroteos como las de peleas. Y hace muy buena enemistad con Keegan, con quien tienen una superpelea al final de la peli.

Entretenida película dirigida por el maestro, ya un tanto retirado del cine, Walter Hill, que retoma el modo de hacer bastante artesano del cine de los ochenta, al menos en cuanto a filosofía estructural y clasicismo narrativo.
Un guión normalito, sin gran imaginación, pero lleno de acción y violencia, salpicada en todo momento con algunos diálogos ingeniosos, que hacen, al menos, sonreír sin demasiado esfuerzo.
Y es que, hoy en día, Stallone es un verdadero peso pesado, con deficiencias interpretativas, de acuerdo, pero con un empaque físico y totémico indiscutible. El actor tiene personalidad y este personaje que encarna en este film le viene como anillo al dedo.
Hay muchas situaciones y el montaje está muy logrado pues no hay tiempos muertos y todo fluye con gran agilidad.
La verdad es que no deja mal sabor de boca.

http://filmsencajatonta.blogspot.com.es/

Antes de opinar sobre esta película creo obligatorio aclarar quién es Walter Hill, o de lo contrario se puede empezar mal. Hill ha sido, es y será uno de los directores y productores más representativos de los setenta y ochenta cuando la discusión gravita en torno al cine de acción. Todos los defectos y aciertos de ese cine pueden encontrarse en sus trabajos. Por ello, es un director que ya encaja poco con los gustos actuales de los espectadores; un dinosaurio de otra época, con valores naftalínicos y una forma de contar historias contundente.

Dicho esto, empecemos diciendo que "Una bala en la cabeza" (2012) es una película simple, tanto en personas como en historia. Una "buddy movie" de manual, ochentera en forma y fondo, elemental como casi todo lo que sucedía entonces, y con las mismas pocas aspiraciones que proyectaban todas las películas de acción de hace treinta y cuarenta años. Entretenimiento garrulero para unos, crisol de violencia gratuita para otros.

Hill, ya sesentón cuando rodó este trabajo, se ha regalado un caramelo de menta mientras hace un corte de mangas al resto del mundo. "Es mi película y hago lo que me da la gana. Si no te gusta, no la veas", parece decirnos un director que, con este trabajo, marca territorio cinematográfico en una época dominada por otros machos alfa. Levanta la patita y se desahoga a placer en la esquina. "Coto privado, chavalotes", mascullaría Walter entre dientes mientras se la sacude.

Por todo ello estamos ante un trabajo fuera de su tiempo, ajeno a cualquier moda y con su propio sabor. O te gusta o lo detestas. Al director, a sus años, ya le da igual lo que opine el mundo. Mientras el productor ponga el dinero, que arda Troya.

Porque "Una bala en la cabeza" (2012) es una película plagada de lugares comunes (de hecho, no hay originalidad en ninguna parte), creada para el deleite de quienes disfrutaron con este cine y, puede, para que los más jóvenes echen un vistazo rápido a cómo se divertían sus padres.

Por ello, no es una película con ínfulas ganadoras, pero tampoco está concebida para perder dinero. Está hecha para ser ajena a las corrientes principales y, en su propio bajío, pescar billetes. No serán muchos, pero cebará el anzuelo usando nostalgia ochentera. Esa que nos hace creer que ya no hay facinerosos como los de antes ni héroes socarrones con la misma versación.

Stallone y Sung forman una pareja inverosímil y mal avenida como cualquiera que se preciase en la época. Junto al cacho carne de Jason "Aquaman" Momoa, conforman un trío digno de hace décadas. Chulería, prepotencia, socarronería, comportamiento descerebrado y una mala leche que les supura hasta debajo de los párpados. ¿Mujeres? Premio, descanso o excusa para repartir plomo. ¿Arcaico? Puede ¿Visceral? Siempre. Pero así era el cine de acción con el que disfrutaron muchos. Por eso se quedó atrás cuando el mundo evolucionó.

¿Es, por tanto, una gran película? No, ni por asomo. Pero está hecha desde la experiencia, con aplomo y jugando sabiamente con las herramientas para mantener el interés del espectador poco exigente. Algo difícil a poco que se observe la infinita lista de productos de acción que no valen ni el papel en donde está impresa la entrada.

Hill ladra, los críticos más finos rebuznan y los nostálgicos dibujan una risa de complicidad en la cara. Placer culpable o lo que sea. Pero ahí queda.

Para ser rápido y directo, hay que decir que esta película sólo es puro entretenimiento, al estilo de los clásicos 80-90: disparos expeditivos (en la cabeza, como muy bien indica el título), explosiones rápidas (nada de incendios a lo Chernobyl), sangre y muchos muertos.

Su director, Walter Hill, un veterano del género ("Danko: calor rojo",1988, "48 horas más", 1990 o "El último hombre",1996), demuestra que no le ha perdido el pulso al género, a su manera, eso sí.

El mayor atractivo del film es, cómo no, Sylvester Stallone, demostrando lo bien que se conserva a sus 66 primaveras, y que aún sigue teniendo mucha fuerza en su jab. El que tuvo, retuvo.
El reparto lo completan un viejo conocido como Christian Slater (qué alegría volver a verlo, le tenía la pista perdida), en un papel cortito de malo, pero efectivo, y un malo casi robótico como Jason Momoa, que casi parece el modelo T-800 de "Terminator", por su rigidez y sus métodos expeditivos.
En la parte femenina, Sarah Shahi, guapísima ex-modelo, es la hija de Stallone, en un papel secundario.

Y he dejado para el último a Sung Kang, un policía de origen asiático, que con diferencia es lo peor de la cinta. Garrafal error de casting. Está más perdido que Steven Segal en una película de Ingmar Bergman.
La química con Stallone es nula y es aquí donde flaquea la película.

Por lo demás, la peli cumple con su cometido. Walter Hill es honesto, no engaña a nadie, desde el primer momento te hace una propuesta: trama sencilla, acción a la vieja usanza y un metraje ajustado, apenas hora y media.
Recomendable para fans de la acción tradicional e incondicionales de Sylvester Stallone.

Me sorprenden las altas puntuaciones y buenas críticas que ha recibido este film protagonizado por Sylvester Stallone. Me sorprende cuando, lo que te encuentras a mi modo de ver es una peli sin pies ni cabeza, algo así como un mal remedio para horas de extremo aburrimiento, donde apenas te dejas llevar por tiroteos y en los que el misterio se resuelve en un santiamén. Sorprende que guste un transcurso tan previsible y monótono.

Lo más triste -y sorprendente- es ver cómo pelis de acción que están bien rodadas y poseen mayor atractivo tengan menos reconocimiento que "Una bala en la cabeza". Que está Stallone dando lecciones de tipo duro, pues vale, se acepta. Que no siempre los buenos ganan pues también. Pero que al final sean los malos (spoiler)

Conclusión: No se pierden nada si no la ven.