Lo primero que tengo que decir es que no era fan del señor de los anillos, es decir de Tolkien. Tanto personaje con nombre complicado, tanto mundo con sus historias y entresijos me daba pereza, y si me dan a elegir siempre elijo la pereza.
Me faltaban personajes de verdad, con dobleces, no esa línea que divide el mundo del señor de los anillos entre buenos y malos (exceptuando a Gollum, agradezco a unf haberme hecho fijarme en este bichejo). Hasta que viendo el hobbit en 3D Imax, vi el mundo que Tolkien había creado, formé parte de él , lleno de fantasía, de sueños, de magia de paisajes increíbles que se presentaban ante mis ojos, monstruos tan feos como siempre me había imaginado que serían. Un mundo que existe de verdad durante tres horas. Un mundo que los buenos quieren proteger , que ensalza la fuerza, la compasión, el coraje, la amistad y todos los atributos con los que describiría a un guerrero y quisiera compartir con ellos, que enseña el valor de la aventura. Donde los malos son malos y feos y poseen un poder que parece infinito, pero los buenos ganan siempre, cómo tiene que ser.

Hay que reconocer el mérito de una película que entretiene aun conociendo como acaba, porque en resumen tampoco dice mucho más.
Esta película es un entretenimiento visual con algo de suspense, es imagen, te emocionas con la naturaleza y te acongojas cuando hay sangre. Las imágenes llevan el peso de una historia que no intenta profundizar en el sentido de la vida, el protagonista vive porque tiene que vivir desde el minuto uno se prepara para salvarse, luego pide perdón por egoísta, se arrepiente de haber decepcionado a alguien, y sueña lo que vendrá y por eso vive, por el futuro. Pues eso que seguimos viviendo porque siempre nos queda algo que hacer.