A pesar de venir de una novela de Tom Wolfe, sobre una ciudad y sus contrapuntos, la serie intenta traducirla en un vago intento de ser una Succession del montón. Pero no llega ni a eso.

Las tramas son entrelazadas torpemente, los diálogos se vuelven confusos, los juegos de miradas no funcionan y un largo etcétera de errores, hacen que no te importe ninguno de sus personajes (ni los ricos, ni los pobres).

En cuanto a las actuaciones, todos están de pena, el peor y más sobreactuado, el banquero joven (Tom Pelphrey) que sólo sabe hacer muecas y poner cara de bobo (no va con el personaje, que se supone una suerte de consultor banquero junior). El resto está igualmente horrible (salvaría a la mujer joven, Sarah Jones).

Si te animas a verla, hazlo en versión original, porque hace muchos, muchos años que no escuchaba un doblaje tan pésimo.

Una serie que comienza muy bien y todo pinta a que va a ser un juego de tronos en el Japón feudal, pero capítulo a capítulo se va deshaciendo y pierde el interés.

Los actores lo hacen a la perfección, aunque a veces pierdes la noción de quién es quién. El vestuario y la fotografía también muy notables, el CGI bastante mediocre.

Al final, si esperas grandes batallas y acción a raudales, no es tu serie. Eso sí suicidios, funerales y dramas familiares, todos los que quieras.

Una serie en la que aquellos maravillosos personajes que conocía aquel joven doctor en ese fantástico pueblo de Sisely, se han convertido en una sucursal del circo del doctor Parnassus.

Y los bichos más raros de todos, son los blancos heteros, que, imbuidos de una idiotez supina, infantiles y muy sumisos, no logran satisfacer a las hembras dominantes, al ser todos unos patéticos eyaculadores precoces.

En cuanto al argumento, es una amalgama de referencias a la cosa de Carpenter y con tintes lovecraftianos, pero eso es lo de menos, porque todo queda emborronado por las poco interesantes historias de los personajes que deambulan por los capítulos y que a nadie importan.

En fin, Alaska es muy freak (eso me suena...)

Una serie en la que un impúber zigoto con cejorros, insoportable a más no poder, da brincos y más brincos, con sus amigos cosplayers en escenarios de cartón piedra y CGI realizados con un stock perdido de spectrum 48k y que no pasarían el filtro de calidad necesaria en capítulos de relleno de Xena la princesa guerrera.

Un horror de serie, con personajes que no interesan y en un mundo que es más falso que las cuentas anuales de Netflix, en el que deambulan cuatro gatos contados y un horror de bichos voladores, seguramente herederos de la aldea de los Aurones.

¡Qué despropósito!

La verdad es que da miedo, mucho miedo, el pensar que tengo que visualizar otra vez 5 minutos de esta mierda.
Me levanto sudado por la noche gritando: ¡Nefasto! ¡Nefasto!

No hagáis caso a las fantasiosas críticas que se han producido tras el review bomb que han hecho de esta patraña, incluso dándole nueves y dieces.

Yo piqué, cual pardillo al que le mostraba el sobre con sus estampitas un babeante Tony Leblanc.

La película es una ponzoña hecha con 4 duros y financiada por la Iglesia. La verdad es que solo duré hasta que empezó a divagar sobre los horrores del aborto y el horrible asesinato que supone esto ante la indefensión de los no natos. ¿¿What??.

Ya noté algo cuando, visionando la cinta en versión original, el actor que interpretaba al presidiario, intentaba hacer una suerte de James McAvoy en Split, pero solo le salía algo parecido a un deficiente mental en el casting para campeones 3.