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Críticas 126
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
31 de julio de 2024 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dividida en tres partes y con una duración total cercana a las cuatro horas, esta cuidada producción, aunque su argumento no sea de tipo histórico, reúne muchas de las características para ser calificada como épica: pantalla ancha, diversidad de ambientaciones, detallismo exquisito en las ambientaciones y la escenografía, así como una reconstrucción esmerada de los detalles de época y lugar en los atrezos y vestuarios, con una banda sonora orquestal que acompaña con acierto la acción, sin resultar intrusiva.

Pero sin embargo lo más destacado es la progresiva profundización en el conflicto interior de cada personaje, y la excelente representación del drama que surge en las relaciones de cada uno de ellos con los demás. Con unas interpretaciones de altos vuelos, el espectador se ve arrastrado cada vez con mayor empuje por el creciente torrente emocional que brota de la pantalla.

En este aspecto yo destacaría especialmente a Kirill Lavrov en su papel de Iván Karamazov, uno de los hermanos, pues si en los otros protagonistas se da una lógica y normal linealidad en sus caracteres, en este caso se parte de un individuo aparentemente sereno y razonable para, con extraordinaria habilidad, contemplar su gradual descenso hacia el delirio y la locura, todo ello como resultado de su rechazo frontal a todo valor espiritual, lo que le termina haciendo sucumbir ante sus propias contradicciones.

En resumen, una pequeña joya del cine ruso/soviético de la época, especialmente recomendada para los interesados en el estudio de las emociones humanas, siempre que, como es cada vez más habitual en nuestro tiempo, no se dejen amedrentar por unos diálogos que a veces pueden aparentar ser farragosos, pero que contienen mensaje y sustancia en cada palabra.

Las tres partes están disponibles en el canal de Mosfilm en YouTube, aunque ahí de momento con subtítulos sólo en inglés.
20 de abril de 2023 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dan Mahowny (Philip Seymour Hoffman) es un empleado de un banco canadiense en Toronto, y se nos cuenta su historia a partir de su ascenso a algo así como gestor de operaciones. Ello se debe a que tanto su jefe directo como el resto de sus superiores tienen gran confianza en su profesionalidad y buen hacer. Sin embargo, lo que no saben es que Dan es un jugador compulsivo que se dedica a hacer trampas con los fondos del banco a su cargo para financiar sus apuestas y sus cada vez mayores deudas de juego. El destino favorito de Dan es un gran casino en Atlantic City, al otro lado de la frontera, en el cual por motivos obvios es tratado por el gerente a cuerpo de rey (tremendo John Hurt). Su brutal adicción le lleva también a tener problemas en la relación con su novia, su compañera de trabajo Belinda. Finalmente, la enorme magnitud del desfalco que lleva acumulado con su banco termina saliendo a la luz de forma colateral, a raíz de una investigación que la policía canadiense está realizando a Frank, su corredor de apuestas.

Basada en hechos reales sucedidos entre 1980 y 1982, la película resulta muy interesante. El ritmo es tan sosegado como la interpretación de Seymour Hoffman, lo cual a mí personalmente me resulta muy de agradecer: no hay rápida sucesión de planos de un segundo, ni persecuciones ni tiros ni follones absurdos difíciles de digerir. La cámara se toma su tiempo y nos deja asimilar lo que estamos viendo, incluyendo el vacío vital que sufre el protagonista fuera de la excitación del juego puro y duro. Recomendada para aquellos que no tienen prisa, y en mi opinión a poca distancia de otros grandes films sobre adicciones, como "Días sin huella", "More" o "The Gambler" (esta última muy cercana en tema y argumento).
19 de marzo de 2025 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Habiendo leído el argumento, y viendo su plantel, plagado de nombres que eran o serían más adelante figuras internacionales del cine alemán (Peter van Eyck, Gert Fröbe, Mario Adorf, Horst Frank...) tenía puestas altas expectativas en esta peli, pero las mismas, por desgracia, se han visto defraudadas. Lo más grave es que la trama se ve arruinada por el tratamiento dado al guión, que la convierte, literalmente, en poco más que un vodevil, tal como lo define el diccionario de la RAE: "Comedia frívola, ligera y picante, de argumento basado en la intriga y el equívoco, que puede incluir números musicales y de variedades."

Una historia "de la vida real", cargada de ambiciones, escándalo e intrigas y coronada por un asesinato, y que daba perfectamente para un buen krimi, queda aquí hecha jirones y reducida a una sucesión de pretendidos gags sin gracia más acá del Rin, amenizados de cuando en cuando con bizarros números musicales por parte de una pareja de buscavidas con pretensiones de juglares callejeros, que son los que le dan la alternativa a la protagonista en el mundillo de las altas finanzas.

Por su parte, la muchacha que da vida a la tal Rosemarie tampoco da la talla, no veo su físico con la suficiente planta como para provocar el apetito sexual generalizado de los empresarios del milagro alemán, ni tampoco la encuentro muy dotada en lo artístico; vamos, que ni fu ni fa. La fotografía sí es de muchos quilates, con su exquisita visualización de la Frankfurt del momento y los ambientes nocturnos, y es justo la que hubiese realzado un tratamiento más sensato del tema en la pieza, así como el diseño de producción con unos sets muy conseguidos, pero aquí todo ello se ve lamentablemente desperdiciado.

En pocas palabras, a pesar de todos sus premios (para que te fíes de los premios) y de los parabienes de la crítica (para que te fíes de la crítica), yo sólo puedo concluir, como decían en mi pueblo, que quien la entienda, que la compre.
17 de febrero de 2025 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se dice, se comenta, se rumorea por parte de algunos entendidos que el venerable y nunca bien ponderado género cinematográfico conocido como commedia all'italiana tuvo su carta de presentación en sociedad en 1958 con la extraordinaria "Rufufú", pero yo no me lo creo. Ya desde los primeros cincuenta, las diversas factorías del país hermano estaban lanzando a las pantallas productos de calidad que contenían en mayor o menor medida los principales ingredientes propios de la categoría, y si no, pongo a "El soltero" por testigo.

En efecto, tenemos en esta pieza de 1955, sobre la base común de los indispensables aspectos festivos o humorísticos, y esparcidos como en una sabrosa pizza, una sutil y elegante sátira de costumbres con puntuales tintes grotescos, un enfoque en algún aspecto social particular (en este caso la dicotomía soltería vs. matrimonio), un entorno generalmente (aunque no siempre es así) pequeñoburgués o de clase media, ni demasiado hostil ni demasiado acomodado, y una cierta dosis de acidez subyacente que diferencia a los personajes y las situaciones de aquellos tonos ligeros y superficiales de las comedias más convencionales.

Además, no podía faltar como protagonista alguno de aquellos actores que tan bien pusieron rostro al género, como Tognazzi, Gassman, Mastroianni o Manfredi. Aquí es Alberto Sordi quien, con su habitual maestría, que le valió llevarse el premio de la crítica italiana al mejor actor en 1956, da vida a Paolo, un tipo sin estudios superiores a mucha honra, y que parece mismamente el Alberto de "Los inútiles" que por fin hubiera decidido sentar la cabeza en el aspecto profesional y, tras abandonar el pueblo, hubiese emigrado a Roma para montar un pequeño negocio que le permite llevar una vida más o menos desahogada y por tanto dedicarse a su pasatiempo favorito de ligar sin comprometerse.

La cinta, plagada de diálogos chispeantes y de ladinas observaciones por parte de Paolo, aún sin llegar al empaque de otras representantes de su clase, sin duda es amena, está realizada con soltura y transcurre a buen ritmo, aunque hacia el final se hace un poco reiterativa y pierde un pelín de fuelle. En la misma vemos durante unos minutos a un Fernando Fernán Gómez, que todavía estaba en camino de alcanzar sus mayores logros artísticos, en el papel de Armando, el amigo íntimo y socio comercial de Paolo, y apenas nos llega para echar un vistazo poco antes del final a una jovencísima y apenas reconocible María Asquerino.

En resumen, una producción que, como buena representante de aquella tan queridísima comedia a la italiana, estoy seguro de que agradará a la mayor parte del público.
31 de enero de 2025 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como para todo el resto del output cinematográfico alemán del periodo, resulta prácticamente imposible leer alguna reseña de esta película sin que surjan de continuo, como setas en otoño y en lo que representa todo un dechado de originalidad, ciertos calificativos y conclusiones denigrantes, disparatadas e irrelevantes en relación al régimen político entonces imperante o alguno de sus dirigentes, las cuales se nos restriegan bien en las narices con el fin de que no olvidemos quién manda aquí, chaval.

Sin embargo, lo que se encontrará en esta cinta un marciano que no lea la prensa o los libros de texto o de historia de la mayoría de terrícolas, es un producto muy sólido, respetuoso de la verosimilitud histórica y al que bien se podría aplicar aquella antigua consigna de "divertir enseñando", a la vez que, ciertamente, supone un vehículo, no de adoctrinamiento, sino de ensalzamiento de valores comunes a una nación que se respete y que en la actualidad están por los suelos en beneficio de las intrigas de las camarillas políticas, pero que entonces, fuese en Alemania o en la China, estaban en lo más alto de la correspondiente escala, como el patriotismo o la sumisión de los egoísmos personales al bien y a la grandeza comunes.

La presente es una producción brillante y detallista, realizada con nervio y que, dada su premisa, apenas se detiene en la exposición de batallas, elemento al que en pantalla sólo se le concede una importancia secundaria. Todo el reparto ofrece unas excelentes interpretaciones, con un Paul Hartmann que borda su papel protagonista. Sin embargo, la cinta adolece precisamente de un exceso de virtud en su búsqueda de la exactitud histórica, y es que para sumergirse por completo en ella es preciso... ser alemán (de nacimiento), o al menos tener un cierto conocimiento del periodo representado. Un espectador medio de otro país fácilmente se sentirá desorientado y, por tanto, algo fatigado, intentando seguir sin éxito las distintas incidencias históricas que van jalonando la pieza, aún cuando la bajeza y el retorcimiento de los enredos políticos resonarán en cualquiera.

En resumen, un largometraje que merece la pena, aunque la pobreza cultural de nuestro tiempo hace que esté muy mal por parte de los alemanes hacer una película dirigida a un público mínimamente inteligente y que, con los hechos en la mano, pone en un pedestal al padre de la nación alemana en 1940, pero que esté muy bien que sin cesar nuestros amos yanquis sigan haciendo engendros para adocenados que ponen en un pedestal a personajes tan miserables y sanguinarios como Lincoln. Es lo que hay.
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